miércoles, 26 de diciembre de 2012

LA  CRISIS  EN  VERSIÓN  DOMÉSTICA
De la crisis que padecemos sólo sabemos una cosa: que existe. Pero nadie es capaz de esmerarse en definirla correctamente porque se muestra de modos diferentes y presenta afecciones igualmente diferentes. Ciertamente, hay quienes son más brillantes que otros a la hora de referirse a ella. Son precisamente estos los que se hacen más incomprensibles para la gran mayoría, porque utilizan términos que corresponden a ese argot que resulta indescifrable para el resto de los mortales. Ya no sé si se trata de una crisis económica o financiera, aunque la Economía y las Finanzas caminen casi siempre cogidas de la mano. Tampoco está claro que se trate de una crisis política, aunque poco a poco se va llevando por delante a los gobiernos que han gestionado el poder desde que la crisis está entre nosotros. Lo que resulta incontestable es que la crisis tiene una dimensión social tan evidente como dolorosa: ha aumentado el número de parados, ha crecido el número de pobres, han variado las estructuras familiares y los comportamientos de las personas en el seno familiar, ha disminuido el consumo interfiriendo de modo negativo en las relaciones sociales, ha criminalizado a colectivos a colectivos como los inmigrantes con el objetivo de desacreditarlos y hacerles regresar a sus países de origen, ha desguarnecido a los trabajadores aprobando legislaciones contrarias a sus intereses que les han dejado desarmados frente a sus empleadores, ha desautorizado a los sindicatos, ha debilitado hasta casi la extenuación a las ONGs y demás organizaciones sociales solidarias esquilmándolas las subvenciones públicas, ha desabastecido económicamente a los Presupuestos públicos dejando las disciplinas garantes del desarrollo y el bienestar social a la intemperie. La crisis ha sido la razón esgrimida, pero sobre todo se ha convertido en la más socorrida disculpa, para que los poderosos se puedan mostrar ante los más dolorosamente afectados diciendo que “no ha sido posible hacer otra cosa”.
Desde que empezaron a ser tomadas las primeras medidas políticas hasta hoy muchas cosas han cambiado en España. Europa ha impuesto medidas, al menos así se presentan los hechos en las páginas de los diarios. Como somos europeos, debemos asumir tales medidas como si se tratara de algo inherente a nuestra propia condición europea, pero la mayoría de las medidas que nos vienen impuestas no proceden de un debate serio en el Parlamento Europeo, cuyos miembros son elegidos democráticamente por todos nosotros. El Banco Central Europeo (BCE), el Fondo Monetario Internacional (FMI), la OCDE, la señora Merkel y ese misterioso mandamás llamado Mercados, son quienes nos conducen en una u otra dirección, quienes nos tiran de las orejas, quienes deciden el monto de nuestras deudas, quienes dictan los intereses que habremos de pagar por los préstamos que nos conceden, quienes conducen la opinión pública hacia los derroteros más beneficiosos para ellos usando para ello a asesores y economistas debidamente comprados de antemano.
Lo peor de este puzle es que siempre es presentado ante los ciudadanos falto de algunas piezas, para que no seamos capaces de entenderle por más explicaciones que nos den. De ese modo se nos viene tachando de irresponsables y de ser víctimas de nuestros propios errores. La gente de buena voluntad ha acudido a los Bancos y demás entidades financieras a solicitar créditos y firmar hipotecas con la misma confianza con la que en otras ocasiones había acudido a depositar sus ahorros. Pero ya esas entidades han dejado de ser ”prestadoras de servicios”, es decir, han dejado de ser servicios públicos debidamente reglamentados. Consiguieron ser imprescindibles: cada ciudadano tiene que tener su libreta de ahorro o algún otro documento económico o financiero, para tener en él domiciliados la nómina, los diversos recibos o los ahorros; todas las transacciones más sencillas se hacen con la mayor comodidad, de tal modo que nos hemos acostumbrado a las oficinas bancarias del mismo modo que hemos estado adscritos a un médico, a un dentista, a un peluquero o a un director espiritual. Con la misma confianza, lograda mucho más a costa de la fe que de cualquier modo de contraste.
Basados en esa confianza se han firmado créditos por valor superior al solicitado, después de que la entidad financiera nos enviara a un atildado tasador que valoraba con desmesura con desmesura el bien que nosotros proponíamos como garantía. Prendidos a esa confianza rubricamos documentos de préstamo o de depósito sin leer la letra pequeña de los pliegos, curiosamente letra de mucho menor tamaño que la de los enunciados más elementales del texto. Y así, confiados, nos hemos ido a casa con un documento bajo el brazo, a veces enrollado y anudado con un lazo de seda, y otras veces ordenado en el interior de una carpeta de colores vistosos y orlas doradas, convencidos de que aquel hombre o mujer de sonrisa agradecida que nos ha atendido nunca nos va a traicionar. Lo lógico hubiera sido que nunca nos hubiéramos sentido traicionados por el trabajador de la ventanilla que, curiosamente, nos había sentado cómodamente alrededor de una mesa y lejos de la incómoda ventanilla para culminar la “fechoría”. Pero aquel empleado también era víctima de la superficialidad de sus conocimientos: hacía “contratos” con los clientes, incluso los decidía en base a parámetros y órdenes recibidas de sus “milloneuristas” superiores, pero poco conocía de las intenciones y los objetivos de los amos. Quienes han gestionado estos desfalcos no estaban en las ventanillas.             
Y nos han llamado, a los ciudadanos de a pie, despilfarradores, y nos han dicho que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. Como supermanes. Y cuando ha estallado el desbarajuste, y han aparecido los agujeros tan profundos, ha resultado que en el fondo de ese abismo están muchos de los documentos que firmamos y que tanto nos ilusionaron entonces. ¿A quién reclamar? Porque la falta no ha sido venial, y los poderosos capitalistas ya se han blindado, han pedido auxilio a sus cómplices políticos, a esas derechas que creen a pie juntillas en el Mercado y le protegen y amparan, y al que perdonan todos sus errores. Y esas derechas han puesto al Estado a trabajar en una sola dirección: salvar al Mercado y potenciarle para que quienes le sustentan y viven de él, -que son ellos mismos, las derechas-, obtengan otra vez pingües beneficios. Y desmontan los servicios públicos, y separan a los ciudadanos por categorías y niveles económicos que solo son las famosas clases sociales modernizadas.
Esta es la crisis en versión doméstica. Asusta por incomprensible y por inabarcable. Espanta por las fatales consecuencias que comporta. Acobarda porque se muestra implacable y todopoderosa frente a la limitada dimensión humana. Amedrenta porque la dignidad humana depende también de las condiciones en que se vive, y la pobreza encierra toda la dignidad pero la debilita, y a veces llega a culpabilizar de su triste destino a quien la sufre. Por eso, amigos, esta crisis es superable, fácilmente superable si la abordamos desde la solidaridad. Mirad en los documentos ideológicos del neoliberalismo que gobierna España y la mayor parte del Mundo: ¿Cuántas veces contienen términos como “igualdad”, “solidaridad” o “fraternidad”?
Fdo.   JOSU  MONTALBAN

miércoles, 21 de noviembre de 2012

OBAMA  Y  LA  ESPERANZA
Recién conocidos los primeros resultados, prácticamente definitivos, de las Elecciones de EEUU, Obama pronunció un bellísimo discurso que deseo encadenar con otros dos discursos suyos memorables que pronunció cuatro años antes: el que pronunció cuando sólo era candidato a Presidente, en la famosa Puerta de Brandeburgo, aunque tuviera que ubicarse frente a ella por mandato de Angela Merkel, que le prohibió usar la misma ubicación que había utilizado el insigne Kennedy; y el que pronunció poco tiempo después, tras resultar elegido Presidente.
La frase que ha dado título en todos los periódicos al discurso de Obama ha sido “Lo mejor está por llegar”. Si algo ha caracterizado a Obama ha sido el modo como ha ido sembrando esperanza, la manera de abrir las ventanas para que, a su través, entre un paisaje bello y fructífero que ofrezca alicientes para afrontar el futuro que, casi siempre, se nos muestra menos halagüeño que el presente. Esto, dicho hoy, en medio de la brutal crisis mundial, alcanza un importante significado, porque si lo mejor está por llegar y aún no hemos conquistado lo bueno, el futuro va a ser una progresión harto satisfactoria. En medio de la fatal moda de pesimismo con que algunos gurúes de la Política y la Economía nos amenazan, es bueno escuchar palabras de esperanza.
Desde que inició su carrera hacia la Casa Blanca todo han sido mensajes aleccionadores que han provocado entusiasmo en todos los ciudadanos. En Brandeburgo se declaró “ciudadano del Mundo”, lo cual eclipsó a aquella frase tan convencional de Kennedy cuando afirmó  que él “también era berlinés”. Allí fue donde, y cuando, puso tierra sobre el toque imperialista que había caracterizado a los “emperadores” de EEUU. Allí estuvo presente una humildad que luego ha caracterizado el proceder de Obama durante su primer mandato. “Es el momento en que podemos unirnos para salvar el planeta (…) Ninguna nación, no importa cuán grande y poderosa sea, puede vencer sola todas las amenazas (…) Rehagamos el mundo otra vez”. Y prometió “un nuevo amanecer para el mundo”, como si se tratara de un preámbulo para conseguir ese “mejor que está por llegar”. Nadie puede negar que esta esperanza es hija de aquella sembrada en Brandeburgo, cuando pidió que se derribaran “los muros entre los países que tienen más y los que tienen menos, los muros entre razas, entre tribus, entre credos, entre inmigrantes y nacionales”. Con estas palabras rememoró una frase lapidaria pronunciada en el mismo lugar por Reagan once años antes: “Señor Gorbachov, derribe ese muro (de Berlín)”, había voceado en alusión al famoso Muro que marcó el pasado de bloques herméticos y de Guerra Fría.
Cuando Obama llegó a la Casa Blanca, hace cuatro años, de aquella casa comenzaron a salir consignas diferentes. Hasta entonces solo los más enterados conocían como era la vida de los estadounidenses. El Ejército era la institución más conocida, siempre dispuesto a ir de un lugar a otro, a veces provocaban los conflictos para mostrar al Mundo el casi ilimitado poder de sus armas y la brutalidad de sus soldados. No se puede ahora decir que eso ha cambiado demasiado, -“el ejército más poderoso de la Tierra, y las mejores tropas que ha conocido el Mundo”, pronunció en ese último discurso Obama-, pero han sido muchas las oportunidades en que EEUU ha mostrado otros modos de actuar. Sin embargo, han aflorado matices y posiciones ideológicas inspiradas por Obama o por su equipo de colaboradores más cercanos. De cuanto entonces decía es bastante lo que ha transmitido en su discurso, aunque ahora lo haya hecho después de cuatro años en los que ha transformado el sistema sanitario y ha propiciado la legalización de tantos inmigrantes como viven, y vivían, en EEUU sin poder disfrutar de los derechos más básicos.
En este último discurso ha valorizado la Política, algo tan necesario en estos tiempos de absurdo descrédito hacia ella: “Sé que las campañas políticas pueden parecer poco importantes, incluso tontas. Y son carne de cañón para los cínicos que dicen que la política no es más que un enfrentamiento de egos o un territorio en que disputan grupos de intereses. Pero si habéis tenido la oportunidad de hablar con las personas que han acudido a nuestros mítines, o si habéis visto a los voluntarios que trabajaban hasta altas horas de la noche en una oficina de campaña en algún rincón remoto, habréis descubierto otra cosa”. Cínicos les llama, por tanto, a quienes la vilipendian. Y tira de la Política para pergeñar un futuro mejor para nuestros hijos: “Queremos que nuestros hijos vivan en un país que no esté acosado por la deuda, que no esté debilitado por las desigualdades, que no esté amenazado por la capacidad destructiva de un planeta que se calienta. Queremos transmitir un país seguro, respetado y admirado en todo el mundo, un país que avance con confianza más allá de esta época de guerra para construir una paz basada en la promesa de libertad y dignidad para todos los seres humanos”.
No renuncia a unos EEUU poderosos, pero incorpora palabras de importante significado humano: “Creemos en un EEUU generoso, un EEUU compasivo, un EEUU tolerante”. Se trata de un discurso nada exento de estética: “Este país tiene más riqueza que ningún otro, pero no es eso lo que nos hace ricos. Tenemos el ejército más poderoso de la historia, pero no es eso lo que nos hace fuertes. Nuestras universidades y nuestra cultura son la envidia del mundo entero, pero no es eso lo que hace que el mundo venga sin cesar hasta aquí. Lo que hace que EEUU sea excepcional es la convicción de que tenemos un destino común, la libertad por la que tantos estadounidenses han luchado que acarrea responsabilidades además de derechos. Y entre esas responsabilidades están el amor, la generosidad, el deber y el patriotismo”.
La palabra “esperanza” está presente en muchas partes del discurso, precisamente para subrayar que la sociedad que pretende construir será una sociedad que ofrecerá oportunidades para todos: “Creo que podemos cumplir la promesa de nuestros fundadores, la idea de que, si una persona está dispuesta a trabajar duro, no importa de donde venga ni qué aspecto tenga ni donde ame. No importa que sea negro, blanco, hispano, asiático, indio americano, joven, viejo, pobre, rico, capacitado, discapacitado, gay o heterosexual; en EEUU, si está dispuesto a esforzarse, puede conseguir lo que sea”. Es en ese futuro mejor en el que fundamenta su llamada a un patriotismo que está por encima de la suma de las ambiciones individuales y por encima de los designios y empeños de sus diferentes estados: “Somos, y siempre seremos, los EEUU de América”.
Un somero análisis de los resultados distribuidos por grupos sociales o de edad es suficiente para constatar la división ideológica ante las ofertas de los dos contendientes Obama y Romney. Nunca como ahora los votantes han respondido de modo tan diferente según su procedencia social y sus características. El conservadurismo de Romney ha atraído a los grupos más acomodados social y económicamente. A Obama le han votado en mayor medida las mujeres, y en mucha mayor medida los negros (93%), los hispanos (71%), y los asiáticos (73%). Le han votado en mayor medida también los más jóvenes (el 60% de los comprendidos entre 16 y 26 años), sobre los que recaen las carencias y amenazas más importantes: acceso al empleo, acceso a la Educación y a la Formación. “Lo mejor está por llegar”, ha dicho Obama a quienes le han votado, y también a quienes no le han votado. Sabe que el futuro se conquista con esfuerzo pero, sobre todo, armándose de optimismo para que la lucha y los impulsos individuales se conviertan en un infinito impulso colectivo.

Fdo.   JOSU  MONTALBAN

OBJETIVO: ZAPATERO
(Este artículo fue escrito y publicado en Marzo del año 2010, cuando El Presidente Zapatero estaba siendo atacado tan duramente por el PP y sus poderes mediáticos. Por eso le traigo aquí, sobre todo por los dos párrafos finales que cobran plena vigencia actualmente, para deshonra del PP y del actual Presidente Rajoy) 

Empieza a ser preocupante el ensañamiento de la derecha española con el Presidente del Gobierno. No tanto lo es el que mantiene el PP con el PSOE. Da igual qué tipo de problema se plantee y da igual si el ámbito de afección del problema es público o privado, al final siempre encuentran un resquicio por el que las críticas, y descalificaciones desembocan en Zapatero. La obstinación recuerda a aquella de mediados de los noventa cuando Aznar puso de moda la famosa frase “váyase señor González”. Los tiempos no son iguales, ni lo son las circunstancias, pero la estrategia de los populares sí lo es porque, habiéndoles salido bien en aquella ocasión, creen que en ésta van a obtener un éxito equiparable. Lo cierto es que la evolución social y política desde que Zapatero gobierna permite hacer un balance positivo a su favor, aunque sus detractores carguen a sus espaldas todo el mal que nos aqueja.

La legislatura actual inició su andadura en un tiempo que estaba marcado por una crisis mundial que se expresó en España con cierto retraso, a la que el Presidente, con su optimismo llamó recesión. Los líderes del PP cargaron las tintas en ello forzando que dijera la palabra “crisis”, porque de ese modo se hacía más responsable (culpable) de haber colaborado en su provocación. Utilizaron el tremendismo, negándose a aceptar que la crisis (o recesión) acontecía por causas ajenas a España, y negándose a admitir que las consecuencias iban a afectar a nuestro país de modo diferente, porque nuestra economía se había mantenido próspera con la estrategia del ladrillo y la burbuja inmobiliaria, más inestable que las otras economías. Lo siguiente fue proclamar a los vientos que, ante tal situación crítica, Zapatero permanecía impasible, echando tierra sobre las innumerables medidas tomadas y aprobadas por el Parlamento tras debates repetitivos en los que Zapatero y el PSOE ponían la voluntad para resolver los problemas reales, y Rajoy y el PP ponían el empeño en acrecentar el alcance de la crisis para generar en los ciudadanos la atmósfera y el inconformismo más adversos posibles contra Zapatero.

Esta estrategia del PP se desvirtúa en dos hechos importantes. Jamás fueron presentadas propuestas reales por parte del PP. Cabe la posibilidad de que ninguna de las medidas les satisficieran, lo cual les debía haber llevado a presentar programas y propuestas alternativas. No lo han hecho. Y cabe la posibilidad de que alguna de las medidas promovidas les valieran, lo que debería haberles llevado a admitir la idoneidad, dando lugar a consensos que, ahora mismo, tan de moda están en el debate político. El segundo hecho es que actualmente ya se habla de forma generalizada de la aparición de brotes verdes que anuncian el comienzo del final de la crisis (o recesión). Si aceptamos la tesis primera del PP por la que censura que el Gobierno no ha hecho nada para resolver la crisis habrá que convenir que la crisis no era tan grave, y quizás tenía razón Zapatero cuando la llamaba recesión. O admitir que las medidas adoptadas no han resultado tan desacertadas como denunció el PP que eran cuando fueron presentadas. Y habrá que aceptar que la raíz de la crisis y su ámbito trascendieron siempre a los Estados e incluso a la Política en general.

¿Dónde desembocaremos tras esta crisis? No lo vamos a hacer en el lugar en que le gustaría a la derecha. La crisis comienza a mostrarse a la vez que disminuyen los índices de crecimiento de la Economía, pero tiene su consecuencia más dramática en el crecimiento del desempleo, el repunte de la pobreza, el riesgo de exclusión de los más vulnerables y la tensión social derivada de una percepción nociva y errónea (alimentada por el conservadurismo de la derecha) de hechos como la inmigración o la seguridad ciudadana. La derecha siempre ha sacado provecho de estas tensiones. Si en esta ocasión hubiera dispuesto del instrumento que es el Gobierno, o la mayoría parlamentaria, también lo hubiera hecho flexibilizando la legislación laboral, privando de derechos a los más débiles, culpabilizando a los excluidos de su propia exclusión, impermeabilizando las fronteras, o atemorizando a los ciudadanos para que les den el OK a medidas que ampararán a los más ricos ante la amenaza de los parias de la Tierra. Si la derecha no lo ha hecho ha sido porque Zapatero, siempre que ha podido, se ha preocupado de repetir que la crisis (o recesión) se tenía que resolver sin que produjera ninguna merma de derechos ni dignidades a los más desfavorecidos. Y lo ha cumplido. Ese es su gran valor como dirigente y como político. Es también lo que ha ensañado a esta derecha española mucho más aficionada al sable que impone que a la palabra que convence, mucho más proclive a la caridad privada (optativa) que a la solidaridad pública (obligatoria).

En su intervención del Pleno de Investidura Zapatero expresó su idea de España utilizando un término al que nos tiene poco acostumbrados el argot político: “un país próspero y a la vez decente”. La derecha española no digiere la contundente reflexión de Zapatero en aquel debate:”Es sabido que ante coyunturas económicas adversas existen dos caminos: uno busca la salida en los recortes sociales, otro en la solidaridad. Creo resueltamente en el segundo camino, el de la solidaridad. No, señorías, no habrá recortes en derechos sociales”. Por eso la derecha ha abierto la veda contra Zapatero.

Fdo. JOSU MONTALBAN
Diputado en Cortes por Vizcaya (PSE-PSOE)

lunes, 19 de noviembre de 2012

POR  UNA  IZQUIERDA  DIDÁCTICA
El castigo que el Gobierno del PP está infligiendo a la sociedad española es muy doloroso. Amparándose en la situación económica, a la que califica de catastrófica, todo recorte presupuestario les parece escaso. La opción de la austeridad ha sido la elegida. Sin ofrecer ninguna alternativa a la debilitada oposición en el Congreso de los Diputados, hace valer su mayoría absoluta como si se tratase de una apisonadora, desoyendo las demás propuestas procedentes tanto de las izquierdas como de los nacionalismos, cuya adscripción ideológica es la conservadora. A las constantes alusiones de la oposición que reclama otras fórmulas para vencer o atenuar la crisis, basadas en la reactivación de la economía, Rajoy responde como un papagayo que lo prioritario es alcanzar el déficit cero y rebajar la Deuda Pública. De poco sirve que le adviertan que la Deuda más peligrosa y abultada es la deuda privada porque para cuando alguien osa decírselo en tono elevado él ya no está presente.
Ahora mismo son muchos más los economistas e intelectuales que pregonan y se posicionan en la opción de reactivar la Economía sin descuidar la disminución de la Deuda, para lo cual es preciso evitar los déficits abultados, pero el Gobierno no está dispuesto a escuchar a quienes hablan pensando en todos los ciudadanos y en su bienestar, sino que lo está para escuchar y repetir lo que le dicta el oráculo de Ángela Merkel. Quienes tienen en cuenta a la colectividad tienen presentes las estadísticas del empleo (crecimiento del paro), las mediciones de los índices de pobreza (en aumento) y los análisis meticulosos que los especialistas dedican a las políticas necesarias para desarrollar el Estado de Bienestar. Si el Gobierno no recorre las mismas sendas es porque todos los parámetros negativos juegan a favor de sus intereses ideológicos o partidistas.
Recientemente he leído las aportaciones de dos intelectuales griegos, -Costa Gavras y Petros Markaris-, como respuesta o reacción a los ajustes y calamidades que vienen sufriendo sus paisanos. Uno es director de cine y el otro es escritor; ambos han hecho suficientes méritos como para ser tenidos en cuenta de modo preferente, sin embargo sus reflexiones sirven mucho para el diagnóstico pero menos para la terapia a aplicar. Por ejemplo Costa Gavras afirma que “es nuestra civilización la que está en crisis, no solo la economía. Es necesario rehacerlo todo, empezar de cero, la economía, el medioambiente, la sociedad en general…No es aceptable que haya personas riquísimas mientras millones de ellas mueren de hambre o duermen en la calle”. Por su parte, Markaris ha subrayado: “Ahora llega, o quieren que llegue una nueva clase proletaria con personas formadas que, sin embargo, ganan 400 euros al mes (…) Viene ahora la troika y nos dice que la jornada laboral tiene que aumentar dos horas. Lo exigen en un país donde un tipo se tira ocho horas diarias detrás del mostrador de su tienda y entran dos clientes al día (…) ¿Qué sentido tiene? Quieren que las condiciones laborales bajen tanto que aceptemos cualquier cosa, y lo lograrán caiga quien caiga”. ¿Se puede objetar algo a ambas apreciaciones? ¿No son suficientemente sintomáticas de la  escasa dimensión humana que aplican los economistas y políticos de derechas actualmente?
Estaría dispuesto a admitir la ineficacia de la Política para resolver o atenuar la crisis si previamente los economistas y los responsables financieros fueran capaces de aceptar que sus intenciones ocultas son, por medio de especulaciones diversas, convertir la Economía en un potente instrumento para revertir en un nuevo marco u orden social que acabe con el actual modelo de Estado de Bienestar, e imponga un nuevo orden ultracapitalista, en el que unos pocos acumulen la riqueza y el poder mientras la inmensa mayoría sufre las consecuencias de los desequilibrios, percibiendo salarios escuetos y escasos. Claro está que quienes obran de ese modo no se comportan como meros economistas sino que se sirven de la Política  para apuntalar sus teorías. Por eso deberían las izquierdas políticas redoblar el esfuerzo en el plano del didacticismo. La lucha política partidista se empeña en procurar los adeptos de cada cual mediante el descrédito de los otros. Para ello todo vale, recurriendo a hechos oscuros, a posibles corruptelas cometidas por los otros, que son contrarrestadas con denuncias de otras corruptelas o irregularidades en el bando denunciante.
Sin embargo, ejercer un didacticismo serio evitaría que los ciudadanos asumiesen y aceptasen las medidas tomadas por el Gobierno español como inevitables e imprescindibles. ¿Puede ser tal un desahucio que deja a una familia en la calle, puede serlo dejar a una familia abandonada a su suerte, retirándola de toda ayuda económica? ¿Puede ser considerada como inevitable la retirada de la tarjeta sanitaria a una persona jubilada sólo porque se trate de una persona inmigrante? No cabe duda de que las Leyes fijan las condiciones que han de ser cumplidas para recibir una atención convencional en cualquier disciplina, pero los derechos humanos básicos, amparados por la Declaración de los DDHH antes que por la Constitución, deben convertirse en inalienables de la persona, es decir preeminentes ante las Leyes.
Es tiempo de ejercer el didacticismo por parte de los progresistas. Los líderes de las izquierdas españolas tienen que asumir  ese didacticismo como una urgencia, y desarrollarlo con el máximo rigor. El desempleo desmedido, los índices de pobreza crecientes y el deterioro de las políticas del Estado de Bienestar, que apenas significan nada para el PP y la derecha española, deberán espolear a las izquierdas para desarmar ideológica y moralmente a quienes amparados en la inevitabilidad espuria de lo que hacen , solo desean sojuzgar y convertir en súbditos a quienes tienen derecho a ser y a vivir como ciudadanos con dignidad.
FDO.  JOSU  MONTALBAN            

domingo, 18 de noviembre de 2012

GOBIERNO  PROVISIONAL
¿Estaremos ante la configuración de un gobierno provisional en Euskadi? Todos los síntomas denotan que de eso se trata. Tras la primera lectura de los resultados electorales del 21-O, todo hace presagiar que la brillante victoria del PNV ha resultado demasiado escueta, dejando al próximo Lehendakari y a su Partido en una encrucijada con dos únicos caminos posibles para garantizar al próximo Gobierno las condiciones idóneas y las virtudes que debe tener un Gobierno, máxime cuando va a gobernar en medio de una crisis económica y social de gran envergadura. Y no solo eso, porque ha de apechugar con el proceso de pacificación y el final definitivo del terrorismo, aún no consumado, y ha de administrar la pulsión nacionalista y secesionista que, iniciada en Cataluña, extiende sus intenciones y tentáculos por nuestra Comunidad Autónoma Vasca.
¿Puede gobernarse en minoría esta situación? Yo estoy convencido de que no es posible, porque aunque es evidente la dificultad para que los grupos que conformarán la oposición se ponga de acuerdo para elaborar leyes o proyectos alternativos a los que impulse el gobierno en minoría, será muy fácil que coincidan, por razones diferentes, en el rechazo a las propuestas que presente el PNV. Más aún, el enmarañado entramado institucional vasco pondrá todo de su parte para entorpecer la acción del gobierno. Las Diputaciones, en manos de tres partidos diferentes, y los Ayuntamientos más importantes, igualmente distribuidos de forma poco homogénea, malamente remarán en la misma dirección que el gobierno si no media un Pacto superior que lo determine. De modo que este Gobierno partirá con la debilidad de estar apoyado por muy poquito más que la tercera parte del Parlamento, y con la inestabilidad propia de los gobiernos débiles que, -como va a ocurrir en la Cámara Vasca-, tendrá en la oposición grupos tan diferentes, antagónicos e irreconciliables como son EHBildu, PSE o PP.
A falta de un liderazgo consistente el Lehendakari y su Gobierno se verán tan respaldados en público como censurados en lo privado por quien ha dirigido al principal grupo opositor suyo en el seno del PNV. Egibar actuará públicamente con la máxima lealtad, pero nada estará suficientemente garantizado dentro de Sabin Etxea. Sería bueno saber cuál ha sido el papel y la posición mostrada por Egibar en las negociaciones y en sus prolegómenos, pero no siempre una persona disciplinada en su proyección externa es condescendiente y acomodaticia en los avatares internos. De cualquier modo, estas reflexiones que yo traslado al texto solo están avaladas por las observaciones de la realidad y por las interpretaciones personales mías. Será mejor que, a partir de ahora, fundamente mis reflexiones en dichos y hechos constatables.
Las palabras del burukide Koldo Mediavilla en la rueda de prensa en la que anunció que el PNV había decidido gobernar en minoría fueron demasiado escuetas, y en todo momento supeditadas a acuerdos o coaliciones en el futuro. Si en el futuro aparecen tan nítidas, ¿por qué ahora se muestran tan difusas? ¿Qué se espera de esta legislatura para que se abra un nuevo tiempo que permita alianzas firmes? Las palabras de Mediavilla fueron contundentes: “no se dan las condiciones para conformar un Gobierno de coalición coherente y sólido”. Si bien, “se puede hablar de todo y llegar a acuerdos con todos con tiempo”. O sea, que las circunstancias son más importantes que lo esencial en este momento. Luego será prioritario hacer frente a esas circunstancias indefinidas que impiden ahora cualquier tipo de pacto. Ahora , lo más urgente para el PNV ha sido justificar su decisión. “Es preferibles acelerar la formación de un Gobierno de trabajo que dé respuesta a las urgencias económicas y presupuestarias del país, a pactar una alianza estable en unas condiciones que no son las idóneas para responder a los retos del país”, ha dicho Koldo Mediavilla.
Ahí está la auténtica clave de este asunto, en la definición de los retos del país, y en el riesgo que está cada cual dispuesto a asumir tras decidirse por un reto o por otro. El burukide admitió que “hay una demanda social de acuerdos, y rápidos”, pero todo quedó en remitir al futuro la consumación de tales acuerdos. Si el PNV quiere atender y dar respuesta a la demanda social a la que se ha referido, le caben dos posibilidades: o satisface la demanda soberanista de la mano de EHBildu, con el consiguiente riesgo de abandonar el marco constitucional y empujar a buena parte de sus votantes y simpatizantes al ámbito de la Izquierda Abertzale; o satisface la demanda de ámbito económico y social de la mano del PSE, dejando para tiempos mejores sus intenciones de modificar el status de Euskadi en su relación con España.
Esta disyuntiva produce vértigo en el PNV, porque le aleja de los cómodos caminos que siempre ha transitado. Porque salvo en las declaraciones más solemnes, repetidas en sus grandes celebraciones, la reivindicación del PNV no ha pasado del autonomismo, aunque basado en Derechos Históricos que, hábilmente, ha convertido en privilegios respecto a otras comunidades autónomas y regiones españolas.  Todas las propuestas de revisión del status, desde el Plan Ibarretxe hasta este otro que Urkullu ha esgrimido en la última campaña electoral, no han pasado de ser añagazas para obtener sufragios. Por cierto Añagazas inútiles y de escasa credibilidad.
En todo caso, ha de ser Urkullu el que resuelva sus dudas, supere su propio vértigo y elija el camino que mejor le parezca. Lo cierto es que la provisionalidad no es aconsejable para ningún gobierno, salvo porque no se sepa qué camino tomar. También cabe que sea la división que impera en el seno del PNV la que esté impidiendo a Urkullu tomar una decisión tan complicada o condicionadora del futuro. El resultado final va a ser que, en tanto se resuelva la provisionalidad, el Gobierno Vasco va a ser más débil y menos apoyado parlamentariamente que el anterior de Patxi López (27 apoyos a Urkullu, frente a los 38 –PSE y PP- que apoyaron a López. Y va a ser también menos estable como consecuencia de esa debilidad. Sobre su eficacia aún no hay nada escrito, pero la provisionalidad juega en su contra.
Fdo.  JOSU MONTALBAN      

domingo, 4 de noviembre de 2012

LA MEJOR RESPUESTA
La misma noche de las Elecciones participé en una emisora de radio en una tertulia cuya misión era comentar, analizar y sacar conclusiones de los resultados electorales. Compartí mesa con el moderador, un técnico avezado en interpretar resultados electorales y prever los resultados definitivos a mitad de escrutinio, y cuatro tertulianos que reflexionábamos conforme los resultados se iban convirtiendo en definitivos. Cada uno de nosotros pertenecía a uno de los cuatro partidos que han resultado ser los más votados. Mi impresión de aquel día no ha variado ni un ápice en el momento actual: los resultados no sacaban a nadie de la incertidumbre, porque ninguna victoria era suficiente y ninguno de los éxitos cosechados era definitivamente eficaz a tenor de las previsiones de futuro. Incluso las derrotas y fracasos tampoco cerraban todas las puertas del futuro ni eclipsaban todas las esperanzas. Ahora, una semana después, todo continúa del mismo modo y ya, apagadas las euforias, el magín de los líderes que concurrieron a los comicios anda deambulando por la senda de las especulaciones buscando el camino más expedito para garantizar la estabilidad y la eficacia que han de concurrir en el nuevo Gobierno para el nuevo tiempo.
Mi escueto resumen de aquel día afirmaba claramente la victoria del PNV; subrayaba que EHBildu no había cubierto todas sus expectativas porque seguiría mirando al nacionalismo desde demasiado atrás; arrumbaba el debate político y la política de acuerdos y alianzas hacia una encrucijada cuya elección requería valentía y claridad de ideas; y pretendí hacer una sencilla síntesis final definiendo el momento como “supeditado a una importante pregunta que, a mi modo de entender, sólo tenía una respuesta posible”. Como nadie me preguntó por la pregunta, ni por la respuesta, allí quedó mi reflexión y yo me llevé conmigo la respuesta.
Pudiera ser que el paso del tiempo, o los pasos dados por los líderes durante esta semana me hubieran bajado del burro, hubieran diluido la pregunta y hubieran clarificado la respuesta. Pero no, nada de eso. La pregunta permanece, implacable: ¿cuál será la composición del nuevo Gobierno Vasco? Y la respuesta mía tampoco ha variado nada: el único gobierno fuerte, estable y con garantía para solucionar problemas y pergeñar planes de futuro es el formado por los nacionalistas y los socialistas. La pacatería de unos y otros lleva a proposiciones extrañas. Hay quien propone un frente “independentista”, -que no abertzale ni nacionalista-, entre el PNV y EHBildu, sin pararse a interpretar que buena parte de los votos cosechados por el PNV (y procedentes de otras militancias y simpatías partidistas) lo han sido sólo para derrotar los delirios de EHBildu. Y hay quienes hablan de “geometría variable”, sin darse cuenta de que ambas palabras no resultan compatibles entre sí.
Es tiempo de liderazgos consistentes y de alianzas vocacionalmente firmes e inquebrantables. Los liderazgos son más consistentes cuando afrontan riesgos, mucho más que cuando ocultan la cabeza bajo el ala para no ver las dificultades. Las alianzas son más firmes e irrompibles cuando resultan comprensibles y fijan debidamente sus objetivos reales y últimos. PNV y PSE tienen razones consistentes para pactar con solo leer e interpretar algunas de sus andanzas más recientes. El PNV debe recordar los derroteros a los que se fue “condenando” tras echarse al monte con un Plan de cote soberanista (Plan Ibarretxe) que nació abocado a la derrota y al abandono. El PSE aún debe tener más reciente su error, tras firmar un acuerdo con el PP vasco, no solo rencoroso con todo lo vasco, sino proclive a la “españolización” (versión Wert), diseñada en las más oscuras cuevas del viejo régimen. Por si fuera poco, un acuerdo tan burdo como inconsistente que no solo ignoraba la victoria electoral del 2009 tal como se había producido, sino que estaba obligado a la ruptura prematura en base a la escasa lealtad mostrada por el PP durante su periodo de vigencia.
Así que, a falta de otros datos, dejándome llevar por mi intuición y mis reflexiones me permito proponer un acuerdo PNV-PSE como la mejor garantía de que el futuro nos pueda ofrecer seguridades y no incertidumbres.
Fdo.  JOSU  MONTALBAN      

sábado, 20 de octubre de 2012

EUSKADI  DESPUES  DE  ETA
Las Primeras Elecciones sin ETA de la Democracia son una incógnita
 De LAS Elecciones Autonómicas que se van a celebrar en Euskadi el 21 de Octubre hay dos aspectos reseñables: que son las primeras después del destronamiento del PNV de la Presidencia, -Lehendakaritza-, y que son las primeras elecciones que tendrán lugar sin ETA.
Digo bien, -sin ETA-, aunque haya quienes nos lo quieran poner en duda constantemente. Quienes siembran tales dudas lo hacen porque es conveniente para sus intereses electorales. El PP y UPyD intentan aprovechar los últimos resquicios que les pueden quedar en Euskadi para cosechar votos. Han optado por los votos resentidos y por hipersensibilizar al españolismo más excluyente. Es verdad que ETA no se ha disuelto y, por tanto, aún existe, aún está presente. Y es verdad que esa presencia se hace más visible de la mano de las asociaciones de víctimas, -legítimas y respetables-, y de la mano de las sucesivas asociaciones de defensa de los presos etarras que han ido surgiendo, -menos legítimas y menos respetables-. Más allá incluso de esto ha aflorado en la precampaña electoral un españolismo que el PP y UPyD espolean recurriendo al deseo independentista de una parte de la sociedad vasca. La crisis ha aireado la convicción de que si en Euskadi ataca a los vascos con menos beligerancia que en el resto de España, cabe concluir que la marca ”Euskadi”, alejada de su pertenencia a la marca “España” podría moverse por el Mundo con más posibilidades de éxito. El líder del PP Antonio Basagoiti no para de alentar . en contra de quienes creen que eso es así, acusando de “independentistas” a ultranza tanto a los afines a la Izquierda Abertzale (IA) como al PNV, cuya vocación autonomista parece evidente si quieren seguir granjeándose los apoyos de la Patronal Empresarial vasca. En esta agitación el anzuelo de UPyD pesca allí donde la vorágine enfanga más el fondo, principalmente en la franja fronteriza de las formaciones políticas.
Las encuestas parecen favorables al PNV, pero el nacionalismo atraviesa una situación complicada por más que el triunfalismo inherente a la estrategia electoral que viene desplegando intente tapar todos sus temores. Le agobian los sucesivos conflictos de su organización en Álava y le impacienta constantemente la imprevisible actitud de Egibar, que domina al PNV guipuzcoano y, error tras error, pretende doblegar a la IA guipuzcoana disputando con ella en patriotismo. Por eso el PNV ha echado mano de su máxima autoridad, Iñigo Urkullu, como candidato a Lehendakari.
Podrá llegar a serlo, pero ni las hechuras ni los aditamentos podrán convertirle en el candidato idóneo. Su liderazgo al frente de su partido ha sido construido a base de sumar adeptos de diferentes sensibilidades y de los diferentes ámbitos geográficos, pero no a partir del convencimiento en torno a sus características. Tal es así que se ve obligado a acomodar su discurso según el lugar en que se encuentre. Su discreción y su escasísima disposición para el debate público y el contraste de posiciones y pareceres le hacen más anodino de lo que es en realidad. El silencio con que viene respondiendo a la petición del Lehendakari Patxi López, para que afronte un debate con él, es una muestra de que la agenda electoral del líder del PNV está siendo ordenada por quien conoce muy bien sus características y el alcance real de sus posibilidades. Un debate público López-Urkullu sería letal para el líder del PNV porque el actual Lehendakari contará con más información, y más detallada, y el líder del PNV no sabe administrar con soltura las especulaciones, tan necesarias en este tipo de debates.
El PSE va a contar con el bagaje del Gobierno de la última legislatura. Una travesía complicada que encontró escollos ya en su comienzo. El compañero de viaje solo servía para carreras de medio fondo y la travesía precisaba a grandes fondistas que, además, fueran hábiles para burlar todo tipo de obstáculos. El PP que pactó con el PSE nunca estuvo dispuesto a culminar el trayecto, más bien se prestó para comerciar con él: se mostraría al resto de España como actor principal de la derrota del nacionalismo, añadiendo así logros al currículo del PP español que se aprestaba a hacer trizas al PSOE. Por eso nunca quiso, o al menos no puso empeño, en formar parte del Gobierno de Patxi López. Su colaboración tuvo fecha de caducidad desde el instante en que depositó su firma. El PSE, sin embargo, ha resistido con dignidad las deslealtades de su socio que fue capaz de llegar a acuerdos puntuales con el PNV para obligar al PSE a modificar leyes y normas. Ha quedado patente que en la defensa del capital y las haciendas las derechas vasca y española se se han mostrado amigas y colaboradoras, como si respondieran al unísono al grito de “¡La Derecha es Una!”.
Para el 21 de Octubre la izquierda vasca, la que no lleva otros calificativos detrás que debiliten su izquierdismo, se distribuye entre el PSE de Patxi López, y las dos fuerzas que proceden de la disgregación de Ezker Batua. Parece lógico que la distribución previsible de los votos deposite la responsabilidad en el PSE, sobre todo después de haber ostentado el Gobierno durante la última legislatura. El PSE también ha sufrido las consecuencias de la derrota acontecida en España, y del proceso traumático de sustitución de Zapatero, tanto al frente del Gobierno español como al frente del PSOE. La irrupción de Alfredo Pérez Rubalcaba como la figura que podría derrotar a Rajoy, - o al menos hacer más llevadera la derrota-, y la posterior elección del Secretario General del PSOE, en pugna con Carmen Chacón, también han pasado su factura en Euskadi. El PSE, lejos de mantener una posición expectante ante unos hechos que tenían su origen y su campo de batalla en otros lares, se metió hasta las corvas en la charca sin sopesar que ello iba a debilitar a su organización de cara a esta campaña electoral. La muestra más importante ha tenido lugar cuando en la configuración  de las listas electorales quienes mostraron la más mínima oposición al Secretario General en el momento de ser elegido como tal, han sido descabalgados. La consejera Gema Zabaleta y varios parlamentarios alaveses de cierto prestigio han sido apartados, eso sí, con los reglamentos y estatutos en la mano.
El PSE acude a las Elecciones con una carpeta de servicios prestados muy halagüeña. Quienes pensaron que solamente el nacionalismo podía gobernar en Euskadi deben haberse convencido de que su dogma se ha desarmado por todos los lados. Porque si en la anterior crisis (con el nacionalismo en el gobierno) a nivel nacional, Euskadi presentaba datos y cifras mucho más preocupantes y abultados que en el resto de España, ahora esos datos son mucho más benignos. La economía no cae al mismo nivel que la española, y el desempleo está más de diez puntos por debajo de la media del Estado. Los recortes brutales, -“hachazos”-, que Rajoy ha venido proponiendo están siendo contrarrestados por el Gobierno Vasco con contundencia. El terrorismo, en todas sus variedades, ha dejado de estar presente, lo que redunda en tranquilidad en las calles. Casi todo es favorable a este gobierno saliente que ha resuelto muchos escollos con habilidad, teniendo en cuenta que sus posibles colaboradores, unos por rabia y resquemor y otros por deslealtad y egoísmo oportunista, en ningún momento mostraron buenas intenciones sino todo lo contrario.
Patxi López acude a estas Elecciones con la garantía de haber suscitado el que va a ser el debate más importante. Fue él el primero que puso sobre la mesa la necesidad de abordar una reforma fiscal con el fin de hacer sostenibles las políticas sociales y el Estado de bienestar. Ni el Concierto Económico ni la distribución competencial del País Vasco en materia tributaria le favorecían porque las Diputaciones, que son los órganos competentes, formaron un frontón frente a él. De este modo el PNV ponía tropiezos a la propuesta del Lehendakari. Pero la necesidad aprieta, al tiempo de que la menor recaudación impide a las propias Diputaciones Forales ejecutar sus propios gastos. El debate fiscal, incluidas las necesarias acciones para atajar el fraude, está servido. El mero hecho de que así sea debe ser contabilizado en los méritos de Patxi López, sea cual sea el desenlace de esta incruenta contienda. Va a ser a su través que podamos equilibrar y hacer más iguales a los vascos y las vascas, además de seguir manteniendo las políticas sociales, que han sido siempre señas de identidad en Euskadi.
En esta ocasión concurre Herri Batasuna. La formación “post ETA” de Herri Batasuna acude bajo otro nombre para englobar a los que quedaban de EA y a los que formaban el grupúsculo “Alternatiba” de la EB de Madrazo. Es lógico después de que ETA haya mostrado su disposición a ser redimida, a pesar de que no haya mostrado su arrepentimiento. Acude con todas las bendiciones y con un plus de aceptación tan indescriptible como incomprensible. Ahora de llamará EHBILDU, del mismo modo que se llamó BILDU en las Elecciones municipales. Entonces fue tan respetada por las fuerzas democráticas (PSE, PNV y PP), que no haciendo nada por evitarlo, le facilitaron gobernar en una mayoría aplastante de las instituciones guipuzcoanas y en otro buen puñado de pueblos de los otros territorios. Ahora todo será diferente porque hay votos en pugna entre el nacionalismo del PNV y el independentismo de la IA, y eso polarizará muchos debates. EHBILDU acude a estas Elecciones con unas previsiones que resultan excesivas para cualquier observador. La gestión de sus alcaldes ya ha comenzado a ser cuestionada porque ni en el fondo sus políticas demuestran ser progresistas, ni en la forma de ejercerlas son demasiado democráticas, es decir, que se les ven las uñas afiladas y ennegrecidas. Pero conservan esa posibilidad de aglutinar los votos de muchos descontentos que solo aspiran a desbaratar todo, quizás para construirlo de nuevo o quizás porque prefieren vivir en el caos que en un orden que no les favorece ni satisface lo suficiente. Debemos esperar para ver, y tras de haber visto interpretar, pero ¿quién puede llegar a sentir, tan pronto, que ellos que fueron el más brutal problema para los vascos puedan ser ahora la solución?
A la vista de las encuestas la solución no será la que proceda de una sola formación política, y como nadie prevé que vayan producirse acuerdos globales de todos los concurrentes, hay que arriesgarse para hacer un vaticinio definitivo. Euskadi precisa estabilidad, fortaleza y seriedad. El nuevo tiempo que se avecina ha de ser el de la reconciliación, -no estaría mal que llegara al menos al reencuentro-, ha de ser un tiempo nada estridente en el que sea posible dar solución a las consecuencias de esta crisis que afligen a los ciudadanos. Euskadi necesita sobre todo un Gobierno solvente y decente, formado por quienes no estén dispuestos a hacer experimentos ni sobresaltar con proyectos inviables. Ni independentismo imposible y aventurero ni patrioterismo barato. Estamos en un momento crucial, tanto como cuando su produjeron los fatídicos pasajes que pusieron en jaque la convivencia en Euskadi: la Guerra Civil, la postguerra y la acción terrorista de ETA. ¿Porqué no recurrir a la experiencia? ¿Porqué no echar mano de las viejas soluciones que permitieron dar sensatez a la Política, a la vida y a la convivencia? ¿Sería descabellado acaso imitar a los históricos líderes vascos Aguirre (PNV) e Indalecio Prieto (PSOE), que en el histórico Pacto de Bayona (1945) dieron serenidad a aquel tiempo difícil, tan plagado de fatuas incertidumbres como el tiempo actual?...Porque ahora, precisamente ahora, cualquier extremismo que genere disputas absurdas contra otros extremismos, solo servirá para avivar las llamas del posible infierno.

Fdo. JOSU MONTALBAN         

domingo, 7 de octubre de 2012

EL  HURACÁN  BOLIVARIANO
No deseo ser demasiado malpensado ni perverso, pero no habrán sido pocos los que se habrán sentido defraudados por la Divina Providencia al comprobar que la salud del actual Presidente de Venezuela resiste los embates del cáncer que sufre desde hace algún tiempo. Durante trece meses Hugo Chávez viene sometiéndose a un tratamiento para derrotar al cáncer y, curiosamente, en lugar de acudir a Houston para ser asistido por científicos y médicos de fama internacional ha acudido a Cuba donde, a tenor de tantas informaciones divulgadas por los enemigos del castrismo, debe haber carencias importantes que debilitan claramente la eficacia y eficiencia de su sistema sanitario. Tras no pocas visitas, idas y venidas debidamente anunciadas e informadas, la salud de Hugo Chávez es aún suficiente como para afrontar las trascendentales y decisivas elecciones presidenciales de Venezuela del próximo 7 de Octubre. Va a ser la decimocuarta vez que se somete a la aceptación de los venezolanos, desde aquel día del mes de Diciembre de 1998 en que ganó sus primeras elecciones democráticas.
Cuando en el pasado mes de Julio se inició la campaña electoral de forma oficial, el cáncer arreciaba de modo tan brutal que todos mirábamos hacia la pantalla de la televisión con la curiosidad de ver si la gravedad de la situación se iba reflejando en las facciones del rostro de Chávez. Supongo que cada cual interpretaría cada visión conforme a sus conveniencias: los chavistas, es decir las gentes más humildes y sensibilizadas queriendo ver salud ostensible donde había rasgos de enfermedad; los opositores, es decir los adinerados y oligarcas viendo signos de decrepitud donde había suficientes muestras de salud. Hasta aquí lo anecdótico. Lo más importante es otra cosa. La derecha venezolana no soporta cómodamente catorce años en la oposición bajo un Gobierno realmente socialista que no les concede respiros ni privilegios, en tanto siga habiendo pobres y necesitados que requieren que el Estado les proteja y les confiera dignidad. Tal ha sido el nerviosismo y la prisa de la derecha que recurrieron a un proceso de elección del candidato que debía competir con Chávez. Lo hizo convocando a todos los partidos conservadores y ultraliberales (además de algún partido que se declara socialdemócrata despechado) alrededor de una Mesa de Unidad Democrática, como dando a entender que la democracia se encuentra en peligro. Alrededor de esta Mesa se arremolina el antichavismo, que recoge a treinta formaciones entre las que se encuentran las clásicas AD (Acción Democrática) y COPEI que aportaron entre las dos once presidentes a la IV República, anterior a la actual República Bolivariana.
También Hugo Chávez se presenta respaldado por una alianza importante (GPP, Gran Polo Patriótico), pero el partido al que pertenece, -del cual es su fundador-, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) obtiene más del 45% de los sufragios del país. Hugo Chávez es un líder indiscutible, aunque discutido en las filas retrógradas que copaban el poder económico y político hasta su llegada. No es extraño tratándose de un gobernante poco dado al pragmatismo y profundamente convencido de que el objetivo de su acción política es la gente pobre de las capas bajas y medias. No trata solamente de atenuar los rigores o ayudar a que los sufrimientos sean menores, porque se trata de construir el socialismo venezolano del siglo XXI. Se muestra inconformista, lo que es una garantía de futuro. Él mismo da voz a su propia conciencia crítica: “Soy mi primer opositor…Uno puede criticar a la revolución, pero no puede votar a la burguesía porque sería una traición. A veces podemos fallar, pero tenemos en el corazón amor de verdad por el pueblo”. Y eso queda demostrado cuando se repasa el inventario de sus catorce años como Presidente.
Fue atacado en su persona y en su honor. Ciertamente su comportamiento democrático actual contrasta con el intento de golpe de estado que protagonizó en 1992, contra el gobierno de Carlos Andrés Pérez, por el que pagó en la cárcel hasta ser indultado por el Presidente Caldera. Quienes quieren aprovechar este hecho para combatirle han enmudecido tras elegir a quien va a liderar el bando opositor en estas próximas elecciones. Henrique Capriles fue uno de los autores del golpe de estado de Abril de 2002 contra Hugo Chávez, y partícipe directo del asalto a la Embajada de Cuba en Caracas, a la que intentó prender fuego. Además, procede de una de la familias más ricas de su país. Su adscripción al partido ultraconservador “Tradición, Familia y Propiedad”, no le impide asegurar que su modelo político es Lula da Silva, en una impostura en la que solo está presente la artera y exclusiva intención de debilitar a Hugo Chávez.
Esta carta de presentación del opositor Capriles contrasta con el listado de consecuciones del Presidente, a pesar de que Chávez no vaya a encontrar demasiadas facilidades para extender sus logros a través de los medios de comunicación de su país. Sólo un 10% de las emisoras de radio son públicas, y sólo un 12% de los canales de televisión lo son. En ese sector privado la inmensa mayoría de las radios y televisiones, además de los dos diarios más importantes, -El Nacional, El Universal-, son sistemáticamente hostiles al Gobierno. El programa “Aló Presidente”, en que Chávez responde a todo tipo de preguntas que le hacen los venezolanos, solo es un oasis en el inhóspito desierto informativo volcado en la propaganda antichavista. La fuerza que le asiste son sus dotes de convicción y la acción política desarrollada hasta ahora. Lo definió Noam Chomsky de este modo: “Lo emocionante es ver en Venezuela cómo se está construyendo ese otro mundo posible y ver a ese hombre que ha inspirado esa nueva situación”.
La nueva situación se escribe y concreta en cifras. Durante los años de presidencia de Hugo Chávez la pobreza extrema de Venezuela ha descendido en un 63%. La tasa de mortalidad infantil ha disminuido a la mitad, a pesar de las condiciones en que aún nacen y viven muchos niños venezolanos. El analfabetismo ha sido erradicado casi por completo y ya solo se produce en proporciones asimilables cualquier país desarrollado. El número de maestros de la enseñanza primaria se ha multiplicado por cinco, pasando de 65.000 a 350.000. En la región es el segundo país con mayor número de estudiantes matriculados en educación superior, por delante de Argentina y de Chile; y es además el quinto país a escala mundial, superando a EEUU, al Reino Unido, a Francia y a España. Ha multiplicado por cinco la construcción de viviendas a precios asequibles, y ha concedido pensiones, en diferentes modalidades, a todos los ancianos con independencia de que hayan cotizado o no lo hayan hecho. Las ayudas económicas a familias, o personas que soportan cargas o situaciones graves para su vida con dignidad, se han multiplicado de tal modo que nadie sufre carencias importantes. Es justo subrayar que a su llegada al Gobierno, Chávez detuvo la privatización del Instituto Venezolano de la Seguridad Social, e inició una vía de incremento del número de pensionados mediante decretos especiales, pasando de 380.000 en 1998 a más de dos millones de pensionados en 2011, incorporando a muchas personas que no habían cotizado a causa de la condición informal de sus trabajos. A la llegada de Hugo Chávez el desempleo estaba en el 20%, ahora fluctúa entre el 7 y el 8%.
Frente a quienes le achacan haber convertido a Venezuela en un país de subsidiados, lleno de gentes subvencionadas, es justo resaltar que su economía crece por encima de los parámetros que se dan en los países más prósperos de Europa.
Además de la consolidación de un sistema que se ha demostrado bueno para los ciudadanos, en las elecciones del 7 de Octubre se juega el equilibrio de la región. La importante influencia de Venezuela en la economía de los países de su entorno es trascendental. No sólo Ecuador, Nicaragua y Bolivia, cuya relación con la Venezuela de Chávez, a través de sus respectivos presidentes, es estrechísima, sino también Argentina, Uruguay y Brasil mantienen relaciones preferentes desde que Hugo Chávez tomó las riendas e hinchó el pecho contra las viejas estructuras y las organizaciones que mantenían a todos los países bajo los designios y el mandato de EEUU. Hugo Chávez no solo se ha erigido en el líder venezolano por antonomasia sino que ha propiciado importantes transformaciones en la región. La entrada de Venezuela en Mercosur, después de que durante bastante tiempo fuera vetada por Paraguay, y la creación del ALBA para sustituir a la antigua ALCA, que ejercía bajo las ordenes USA, han sido avances importantes en la reubicación de los países de la región en el Mundo. A sus adversarios políticos no les ha sido posible conseguir el descrédito ni el debilitamiento de Hugo Chávez. Orador de corte mesiánico, como es, la devoción de los parias de Venezuela hacia su figura resultará decisiva para su victoria, como también lo será el grado de cansancio que impere en la masa electoral tras tantos años de Gobierno. “Mientras Dios me dé vida estaré luchando por la justicia de los pobres”, les dice. Pero su compromiso trasciende: “…pero cuando yo me vaya físicamente, me quedaré con ustedes por estas calles y bajo este cielo,…, Chávez es ahora todo un pueblo invencible”. El mesianismo que rezuma esta frase sólo es valioso cuando se le contrasta con las acciones ejecutadas. Hasta ahora Chávez ha sido leal al socialismo más humano. Por todo eso merece volver a ganar. También los venezolanos más humildes, los pobres y los desheredados de los ranchitos merecen que Hugo Chávez vuelva a ganar.
Termino como empecé. Chávez no ha muerto, a pesar del cáncer y, quizás, de los deseos de sus adversarios y enemigos. Así lo ha expresado el mismo Hugo Chávez cuando anunció a los venezolanos su decisión de “retomar las calles”: “Dijeron de mí: Ese va a estar encerrado en Miraflores (el palacio presidencial) en una campaña virtual, por Twitter y vídeo; se burlaron de mí como les dio la gana, pues aquí estoy de nuevo, retornando, con la fuerza indómita del huracán bolivariano. Ya extrañaba yo el olor de las multitudes y el rugir del pueblo en las calles”.

Fdo.  JOSU  MONTALBAN           

jueves, 20 de septiembre de 2012

QUERIDOS  LECTORES:  NO  ENTIENDO  NADA
Como aún estamos (cuando escribo este artículo) a primeros de Septiembre, me voy a permitir escribir un artículo algo extraño. Queridos lectores, no entiendo nada. Conforme pasa el tiempo esta cacareada crisis se va enrevesando cada vez más, de modo que por cada embrollo que se desenreda aparecen tres o cuatro nuevos líos, tan difíciles de interpretar como los anteriores. Aún no sé bien de qué se trata realmente. De pronto, han aparecido en nuestra vidas bastantes conceptos cuyo significado nos es, y nos ha sido, casi desconocido. La Prima de Riesgo nos ha martirizado: ha subido y bajado a su antojo sin que tales ascensos y descensos nos hayan aligerado la tremenda carga que pesaba sobre nosotros en forma de amenaza. Nuestros socios europeos nos han abandonado, a pesar de que nos vigilan constantemente a través de unos hombres vestidos de negro que tienen comunicación directa con el Gobierno de Rajoy  mediante ese hombre de rostro hermético que es Luis de Guindos. Europa fue un señuelo de incalculable valor para vencer los cuarenta años de dictadura franquista y de aislamiento, pero ha resultado que Europa se ha convertido en un gran monumento apoyado sobre cimientos escasos. Nos hicimos europeos para pertenecer a la única economía libre y solvente, pero ahora nuestra economía es neoliberal en grado sumo y escasamente solvente, de modo que el monumento se está yendo al suelo, y está perdiendo su misión protectora de los europeos.
Los españoles empezamos a creer en todo lo que nos contaban. La frase del chino Den Xiaoping, -“que más da que el gato sea blanco o negro, lo importante es que cace ratones”-, que fue repetida por un presidente español en los años ochenta, fue un preámbulo de cuanto iba a suceder: la izquierda se “enseñoritó” y abandonó su ideología clásica para abrazar estrategias que fueran eficaces para atraer votos de gentes nada desinteresadas. Así ha sido como la Política ha sucumbido en manos de economistas de escasa sensibilidad que creen en la riqueza (a través del acopio desmesurado de unos pocos) sin detenerse a pensar que sus éxitos solo son posibles si a la vez se genera pobreza en la misma proporción. Las crisis se han venido sucediendo, hasta la actual, que ya amenaza con hacernos sus rehenes para bastantes años. Los dirigentes políticos europeos, desde los gobiernos de los diferentes países, viven presos y supeditados a Organismos Económicos, -BCE, FMI, OCDE, etc-, y a las Instituciones europeas, cuyos timoneles no han sido elegidos de forma democrática por todos los europeos. Los veredictos de tales Organismos no han sido debatidos por todos los responsables europeos y, por tanto, las decisiones no pesan del  mismo modo a unos o a otros. Europa, ahora mismo, es un mosaico en el que la tesela alemana y la francesa sobresalen de tal modo que ensombrecen a todas las demás, sobre todo a los famosos PIGS (Portugal, Italia, Grecia y Spain), que se las ven y se las desean para sobrevivir en tal batiburrillo.
Un inciso: les aseguro que entre el último punto y este nuevo párrafo han mediado tres días. De pronto comprendí que iban a tener lugar varios hechos trascendentales. El Presidente del BCE, Mario Draghi, se iba a pronunciar sobre la posible compra de bonos a España, y coincidiendo con eso Angela Merkel iba a tener un encuentro con Mariano Rajoy en la Moncloa. Todo ello ha tenido ya lugar y, por si fuera poco, también ha tenido lugar un encuentro entre grandes empresarios alemanes y españoles en el que participaron, a los postres, Rajoy y Merkel. Nada demasiado novedoso se ha desprendido de todo ello, pero cabe sacar alguna conclusión tras estudiar o, al menos, interpretar las palabras de los protagonistas. Si me preguntan cómo han evolucionado mis viejas dudas les diré que continúan tal como estaban, porque los actos han resultado ser solamente regalos para la galería. Salvo las palabras de Draghi nada de lo aportado por los otros ha servido para casi nada, salvo para engrandecer y dar algunas dosis de boato al Presidente español. Solo su propuesta es contundente: con la mirada puesta en la salvación del euro, su programa abre la puerta a la compra ilimitada de deuda pública de los países con más problemas para desenvolverse en los ocultos Mercados, entre los cuales España es uno de los más señalados. Eso sí, “con estrictas condiciones”. Pongámonos a temblar, porque nada se ha especificado sobre esas condiciones que, a buen seguro, no las va a dictar él sino los mismos  que en anteriores ocasiones han dictado las “reformas” que Rajoy ha infligido a la ciudadanía española en forma de hachazos.
La Prima de Riesgo bajó tras el anuncio, y las Bolsas se alocaron al alza. Al mismo tiempo Merkel y Rajoy comparecieron en las escaleras de la Moncloa para halagarse. Pero hablaron en claves bien diferentes. Rajoy puso todo el énfasis en justificar las medidas impuestas por su Gobierno, mientras Merkel hablaba de Europa. Ella no escatimó loas al Gobierno de Rajoy, pero dejó sentadas sus premisas: “No he venido a decir qué reformas se tienen que hacer en España, tengo confianza en el Gobierno español, estoy impresionada con las medidas que está tomando”. No obstante también subrayó: “Se trata de que Europa sea un continente que el mundo toma en serio”. Y amenazó: “Si durante años se gasta más de lo que se crece, uno depende de terceros que dictan condiciones que no nos gustan”. Este es el quid al que Rajoy solo sabe responder con una sumisión calculada. Dispuesto a todo lo que le ordenen, Rajoy afirmó que “hace falta explicar bien las medidas tomadas, que son muy difíciles de explicar, pero en la situación en la que estamos es lo que tenemos que hacer”. Si son difíciles de explicar es porque, sencillamente, es inexplicable que se proponga aligerar la deuda escatimando 400 euros a los parados o subiendo el IVA a los productos básicos de consumo, a la vez que se facilita el blanqueo del dinero negro a los más ricos aflorándolo a un tipo del 10%. Es inexplicable que se renuncie a imponer un tributo a las grandes fortunas, y a la vez se refloten entidades financieras arruinadas a manos de sus multimillonarios directivos y gestores.
Con su más enaltecido descaro Rajoy aseguró: “La Agenda reformista es nuestro sello de identidad”. Y no, su Agenda no contiene “reformas” sino auténticos hachazos, siempre dirigidos a los más humildes y a las clases medias. Ni una sola de sus decisiones ha afectado negativamente a los más adinerados, para aplicar esos resultados a favor de los más desfavorecidos.
Y ocurrió algo más: hubo una comida en que compartieron pan y mantel grandes empresarios alemanes y españoles. Casi seguro que la comida favorecería esperanzadores intercambios de documentos y suculentos negocios, pero yo saco tres importantes conclusiones, siempre basadas en las aportaciones de quienes allí estuvieron. El Presidente de Iberdrola denunció que “se está produciendo una fuga de inversiones a otras zonas”, pero le faltó un toque de audacia para denunciar la importante fuga de capitales que también se está produciendo. Francisco González, el Presidente del BBVA, espetó a Merkel: “Le pido que reconozca las reformas emprendidas en España, que los mercados no reconocen”. La frase merece una interpretación porque al fin, ¿alguien puede presentarme a alguien que tenga algo que ver con “los mercados”, para que explique todo esto? ¿Ni Angela Merkel, ni Francisco González tienen que ver con esos “mercados”? Y por fin, como el tiempo fuera insuficiente para desarrollar todo el programa de la visita, tuvo que ser suspendida la reunión que Angela Merkel tenía previsto hacer con los líderes de UGT y CCOO, Méndez y Fernández Toxo. ¡Quién, si no, iba a pagar el retraso acumulado por la discusión de los negocios!
Así que casi todo está igual. La crisis permanece y nadie se muestra como habilitado para atajarla. En un Mundo en constante movimiento y transformación, cada vez importan menos los ciudadanos que lo habitan. El nuevo Orden Mundial no está basado en la focalización y el equilibrio de fuerzas que caracterizó al anterior. La caída del Muro de Berlín no abrió las puertas a la libertad sino a un nuevo reequilibrio de las fuerzas económicas basado en el desorden. G-5, G-6, G-8 y G-20 son muestras inequívocas de cómo la voracidad de la Economía ha creado centros financieros y económicos por doquier, que han aumentado la competencia de unas potencias con otras, convirtiendo tal competencia en una reyerta sin reglas cuyas consecuencias pueden ser brutales para el género humano. Hay países emergentes que tienen asumido que su éxito en el reparto de la Economía mundial puede ir parejo con el hecho de que buena parte de sus habitantes sean pobres, e incluso mueran de hambre.
Europa siempre fue bastante más que un continente, y debe seguir siéndolo. Fue una idea sublime surgida de una mente lúcida y liberada de codicias y extrañas rivalidades. En lo político, teniendo un modo de concebir la Democracia como base y garantía del desarrollo económico y humano. En lo filosófico, sentando las bases de lo que debe ser un comportamiento ético a la hora de superar las dificultades de la vida. En lo social, haciendo confluir al Capital y al Trabajo, -derecha e izquierda-, en lo que se ha llamado el Estado de Bienestar, que favorece la convivencia de clases sociales tan dispares y enfrentadas como los capitalistas y los proletarios. En lo estructural, dotando al Estado de autoridad suprema y obligándole a responsabilizarse de la protección y del bienestar de sus ciudadanos. Europa fue eso: esa idea.
Pero Europa se tambalea. Hay quien cree que no es a Europa y a los europeos a quienes hay que salvar. Hay quien cree que al que hay que salvar es al euro, sin más, aunque para ello caigan los países europeos más menesterosos y pobres. Quienes están en esta absurda estrategia no dudan en llamar estados fallidos a esos países en apuros, como paso previo a su abandono. Pero si hay estados fallidos, también puede haber continentes fallidos. ¿O no?
Fdo.  JOSU MONTALBAN          
COMPASIÓN Y GENEROSIDAD ANTE LA CRISIS
Hace unos días alguna de las muchas cadenas de televisión emitió un programa que recogía diferentes situaciones de personas y familias afectadas por la crisis, de diferentes partes de España. Había casos variopintos, pero unos y otros mostraban las extraordinarias dificultades para llegar al final de mes, o para hacer frente a las hipotecas de de viviendas humildes, o para hacer frente a los gastos más básicos (luz, agua, comunidad de vecinos, material escolar, alimentos, etc). Algunos recibían ayudar sociales que estaban a punto de caducar, y bastantes habían abandonado sus casas para regresar al hogar de sus padres y servirse de ellos, al menos en el aspecto económico. Algunos tenían su prole, más o menos numerosa. Iban mostrando a la cámara a sus hijos: los más pequeños se mostraban juguetones, como si la pobreza que se iba aposentando en sus casas no fuera una circunstancia dolorosa; los jóvenes mostraban sonrisas bastante más comedidas, como si se dieran cuenta de la difícil situación pero intentaran ignorarla u ocultarla a los demás; y quienes ya estaban en edad laboral, esos sí, mostraban la clara intención de “trabajar en lo que sea”, en cualquier faena por penosa que pueda llegar a ser. Los padres mostraban la circunspección en sus rostros, la desesperanza del que espera con escasa convicción de que llegue aquello que aguarda. Además, por si fueran pocas las desgracias, a mochos de ellos les adeudaban sueldos los patronos que les habían enviado al paro, por cierto, cantidades que ellos adeudaban a su vez a sus caseros o a familiares y amigos que les habían prestado para salvar algún trance difícil que no podía esperar.
Me deprimió ver a aquellos matrimonios de personas aún jóvenes, que deberían sentirse ilusionados porque su juventud aún les permitía soñar con pasajes dichosos de sus vidas futuras, mostrando talantes inciertos y, sobre todo, derrotados. Hombres y mujeres que, a buen seguro, sentirán que la quietud oscura de la noche no les permite imaginar paisajes idílicos, sino que les sume en la más profunda congoja ante un futuro que se muestra más negro que la misma noche. Tal es el ambiente en que se desarrolla buena parte de la obra teatral realista en que la crisis representa sus rigores. Los involuntarios actores salen dubitativos al escenario para dirigirse a quienes, desde cómodas butacas, les escucharán por un tiempo limitado. Y luego, cuando el patio de butacas se haya vaciado, ellos estarán llorando entre las bambalinas. Por todo esto, quienes desde lugares preeminentes proponen medidas para administrar la crisis, o reflexionan en torno a sus características, debieran hacerlo con la  debida discreción, a sabiendas de que pueden llegar a escucharles estos sufridores.
Porque casi a la vez que este programa el zapping me permitió escuchar un noticiero en el que autoridades políticas del más alto nivel, gobernantes de magnas instituciones, hablaban también de la crisis. Se oyeron las frases ya acuñadas durante el pesado trayecto de esta situación: que no se puede gastar más de lo que se tiene, que no se debe pedir prestado lo que no se sabe si se va a poder pagar, que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, que nos hemos comportado como pobres ricos (¿qué es eso?). El Presidente de la Diputación de Bizkaia dijo en su solemne Declaración Anual que “ha llegado el momento de decir claramente que vamos a pagar o mantener los servicios y el nivel de prestaciones que se pueden pagar”. La verdad que encierra esta frase es de Perogrullo, pero a su vez constituye una amenaza innecesaria. Menos mal que posteriormente mostró su disposición a elevar los impuestos para acrecentar las posibilidades de pagar. No obstante la frase no es la más afortunada. Peor fue la afirmación del Ministro De Guindos: “Si no se consiguen el crecimiento económico y del empleo no se podrán mantener las prestaciones sociales”. También esta afirmación es una perogrullada pero como no expuso ninguna medida nueva en ninguna dirección la amenaza ha sido un nuevo hachazo dado a los españoles.
¿Acaso no hay en España multimillonarios que se han enriquecido a costa de los pobres que ahora sufren dolores y penurias? ¿Por qué ser tan remilgosos a la hora de hacerles tributar más? Si todos fuéramos más iguales; si nuestras carteras apilaran fortunas parecidas, estas amenazas no serían necesarias, incluso no serían tal, porque yendo todos en el mismo barco, todos pondríamos el mismo ahínco para evitar que hubiera zozobras excesivas que nos llevaran al naufragio. Pero no, unos van en el potente trasatlántico mientras son muchos más los que han sido acomodados en botes salvavidas. Y no faltan los que vagabundean por los enmarañados caminos de este océano que es la vida, en rústicas pateras buscando una miserable isla con un cocotero.
Hay que pedir a los Gobiernos las soluciones, pero hay que pedir a los gobernantes que doten de espíritu y alma a la Política. Ahora mismo la mayor eficacia de un gobernante, y su gran responsabilidad, ha de ser “no amedrentar”. El gobernante debe conmoverse y sentir compasión ante quienes sufren. Y debe ser generoso como paso previo e indiscutible para poder ejercer e implantar la solidaridad que nos haga a todos más iguales. Es una maldad propia de irresponsables amenazar a los más pobres, con la posible supresión de las ayudas sociales, cuando hay tantos ricos y multimillonarios que viven en la opulencia. 

miércoles, 29 de agosto de 2012

NAVALENO  EN  FIESTAS   (ELOGIO  DE  LAS  COSTUMBRES)
Ya hace bastantes años que en cada Agosto acudo a un pueblo soriano coincidiendo con las fiestas patronales de la Virgen y de San Roque. Navaleno es un pueblo rodeado de pinos por todos los lados, que se perfuma con la fragancia de su copioso bosque y el áspero aroma de su resina. Menos de mil cuerpos, con sus respectivas almas, viven en ese pequeño pueblo que se arremolina a mediados de Agosto para festejar a sus patronos. Como en cualquier fiesta se repiten los actos en que los niños compiten en juegos infantiles, o disfrutan de atracciones ruidosas y pintureras. Hay competiciones de diverso cariz que reúnen tanto a quienes allí viven durante el resto del año como a quienes acuden a divertirse en las señaladas fiestas: los hijos que marcharon a buscar la miel de la vida en otros lares, los amigos que han sido invitados o los veraneantes, es decir, esa especie formada por los visitantes asiduos que año tras año convierten los meses estivales en un hervidero.
Lo que siempre destaca en todos los programas de todas las fiestas de España es lo tradicional, que curiosamente constituye claro está la Tradición, y termina por constituir la columna vertebral de la vida y de la historia de los pueblos. En Navaleno, siguiendo precisamente la Tradición, se celebran misas solemnes al mediodía, -una dedicada a la Virgen y otra a San Roque-, y después, bajo un sol casi siempre de justicia, una desordenada procesión recorre las estrechas calles: primero van las banderas, pendones y estandartes, cada año más descoloridos; después van los pasos sobre los que se exhiben sendas imágenes de la Virgen y de San Roque, que han sido abrillantadas para la ocasión; esparcidos por aquí y por allá hacen el recorrido los mozos y no tan mozos del pueblo, unos entregados a la devoción y otros a la costumbre, pero todos convencidos de que ese acompañamiento constituye un ejercicio de condescendencia en el que nadie pasa factura a nadie; más atrás van las autoridades, las civiles que administran el Ayuntamiento y las religiosas que imperan desde la Iglesia; para amenizar y solemnizar la travesía, ahora que apenas quedan bandas de música uniformadas en los pueblos, una fanfarria improvisa dos o tres piezas para la ocasión que los festivos músicos interpretan con respeto.
Así es el acto central al que acuden los navalenenses ataviados con sus mejores galas: los hombres han descolgado sus trajes, han sacado de sus bolsillos las bolitas de alcanfor que perdurarán durante un año y otro, las mujeres descuelgan sus vestidos más lujosos, esos que compraron no para vestir sino para lucir, y así unos y otras se presentan en esos mediodías tan señalados en los que hay que acompañar a la Virgen y a San Roque. Ni los trajes ni los vestidos son obstáculo para bailar la jota ante las imágenes con mayor o menor agilidad y destreza, y culminar la danza con un “¡Viva!” y un gesto de satisfacción. Luego es la hora de los aperitivos, las miradas furtivas y los parabienes, cuando los hijos que marcharon intercambian saludos e informaciones, la ronda en que todos sonríen y se complacen porque han dejado en el transitorio olvido tantas cuitas y desgracias como siempre nos amenazan y, algunas veces, nos afectan.
Cada año me convierto en un observador aventajado. Ya son muchos los que me saludan como si fuera uno más, aunque yo me vaya de su lado justamente cuando las Fiestas hacen balance y la Virgen y el San Roque vuelven a la hornacina del Altar Mayor de la Iglesia. Me desean suerte y buena ventura, y yo les deseo felicidad a sabiendas de que el tiempo nos deparará a unos y otros un destino que quizás ya está escrito entre las nubes. Me gustan esos actos centrales de estas fiestas de Navaleno que sobreviven a la era tecnológica y a los avances cibernéticos; que ocupan el espacio virtual precisamente porque no han abandonado el espacio real y han combatido pacíficamente las imposiciones del desarrollo que dice obedecer a los designios del brutal progreso. Aún me siento concernido con la Humanidad, con los hombres y mujeres que están más cerca para que, sumando los resultados de todos los actos, el cómputo sea una Humanidad más solidaria. La Tradición viene en nuestro auxilio cada vez que la requerimos, y si somos capaces de leer en sus páginas sin fatigarnos demasiado, discerniremos fácilmente en ella cuáles son los vínculos comunes que nos convierten en personas, en “animales racionales”, -¡qué absurda definición!-, de la misma especie.
En medio de la solemnidad, cuando los mozos bailan la última jota de este año, frente a la fachada principal de la Iglesia, valoro la complicidad de los rostros satisfechos. Son gentes humildes que aún creen que hay hados, vírgenes y santos que intervienen en nuestras vidas y las preservan de males que acechan, que nos atemorizan y nos hacen timoratos y remilgosos. Frente a esa sencillez solo cabe que quienes dirigen los destinos de los ciudadanos desde los Gobiernos y las Instituciones Públicas la tengan en cuenta y actúen con responsabilidad, ejerciendo ese otro valor que nos acerca y nos compromete que es la fraternidad. No es ético que el Poder aproveche la humildad de los pueblerinos españoles, sus acendrados miedos, para imponer una forma de vida cada vez menos humana, cada vez menos justa e igualitaria. Porque también es la Tradición la que nos une, la que nos engarza en pos de un destino compartido. Cuando veo este Navaleno sencillo represento en mi mente todo aquello que me hace sentirme responsable de la felicidad de los otros, tanto como de la mía. Porque esta fiesta de Navaleno, noble y grande, se da de uno u otro modo en todos los pueblos de España, desde los pobos y aldeas gallegas hasta las almerienses, desde el caserío vasco hasta los pueblos de paredes encaladas y blancas gaditanos, desde las masías catalanas hasta los rincones más abandonados de las vegas extremeñas…Y, ¿por qué no?, allende todas las fronteras.
Observando la fiesta de este Navaleno trabajador, honesto y humilde, siento que la Humanidad toda requiere un cuidado y una perseverancia constantes que respete las tradiciones y las preserve de todos los riesgos que las acechan y quieren convertirlas en virtuales.

Fdo.  JOSU  MONTALBAN