domingo, 22 de abril de 2012
jueves, 19 de abril de 2012
AJUSTES QUE SON HACHAZOS
Hasta ahora todas las medidas que
ha tomado el gobierno de Mariano Rajoy han sido calificadas de inevitables e
imprescindibles por parte de quienes las han tomado. Uno tras otros los golpes
del hacha han acertado al incidir constantemente en la misma grieta, aumentando
la hondura, con esa disculpa tan eficaz que es la necesaria austeridad. Es
bueno para la salud política que esto haya acontecido, porque la Política
necesita ser recuperada y las ideologías deben alimentarse de nuevo después de
que se hayan sentido tan desposeídas que apenas consiguen diferenciarse unas de
otras. Y no es así, como queda demostrado, porque la izquierda y la derecha no
solo se diferencian en los medios sino también en los objetivos y en los fines:
mientras la izquierda actúa llamada por la necesidad de crear riqueza para
distribuirla, la derecha actúa movida únicamente por la generación de riqueza y
si para que la generación sea más copiosa necesita renunciar o incluso
imposibilitar la distribución natural e instantánea de tal riqueza, lo hace sin
más miramientos.
Fue inevitable el primer hachazo
fiscal, según Rajoy, y lo ha sido igualmente el laboral a través de la Reforma,
curiosamente aprobada mediante Decreto Lay mientras se demoraba la presentación
de los Presupuestos Generales del Estado (PGE), para evitar interferencias en
el proceso electoral de Andalucía, convencido como estaba de que la previsible
victoria por mayoría absoluta volvería a traducirse en fuerza y legitimidad
para aplicar las brutales medidas de reducción de derechos contenidas en el
guión. Pero la realidad no se ha ajustado a la previsión, y Merkel no ha cedido
lo suficiente como para dar un respiro al Gobierno; es decir, que la austeridad
se ha impuesto, el déficit controladísimo también se ha impuesto a otras
teorías, y las tesis de Montoro y De Guindos han convertido el Presupuesto en
un dogma controlado por la rigidez de las cifras y por la interpretación
unidireccional de los conceptos: se trata de unos presupuestos inevitables e
imprescindibles.
Sin entrar en detalles
minuciosos, parece que les ha resultado inevitable rebajar muy por encima de la
media las políticas sociales, lo cual constituye no solo un desatino sino una
inmoralidad flagrante, en estos tiempos de crisis en que las personas que viven
en el borde de la exclusión social es cada vez más numeroso. Pero les ha
resultado igualmente inevitable que el presupuesto destinado a la Casa del Rey
solo disminuya un 2% mientras, por ejemplo, el gasto social para acceso a la vivienda
y fomento de la edificación se ha rebajado en un 31,7%. Ha resultado inevitable
mantener el presupuesto de Defensa con una reducción de la mitad de la media de
los ministerios, solo un 8,8%, mientras el Ministerio de Educación se ha
reducido en más del 21%. Y por si fuera poco el hachazo en Educación, algo que
tiene alguna relación con ello como es la Investigación y el Desarrollo se ha
reducido en un 25%. No sé si será porque preven que la inseguridad ciudadana
pueda dispararse que el presupuesto de Interior solo disminuye en un 1,5%; y el
presupuesto destinado en su conjunto para velar por la Seguridad Ciudadana y
las Instituciones Penitenciarias solo baja un 0,6%. Todo, al parecer, ha sido
inevitable e imprescindible. No cabían otras opciones. No es extraño en mentes
tan rígidamente conservadoras como la de Montoro: “El primer objetivo es el
déficit; el segundo, el déficit; y el tercero, el déficit”. Curioso objetivo y
curiosa coartada: culpar de todo al anterior Gobierno (“Si el Gobierno anterior
hubiese cumplido su plan de déficit del 6%, este año habríamos tenido que
recortar menos, y menos el año próximo”, Rajoy dixit). Otra vez la
inevitabilidad, otra vez la intransigencia de quien se considera y muestra
infalible.
Pues no. El actual Gobierno es un
ejecutivo de derechas, dispuesto a administrar los números sin tener en cuenta
que la responsabilidad suya es también, y sobre todo, hacer dignas las vidas de
todos, proteger a los más débiles y articular una sociedad más igualitaria y
equilibrada para que no afloren ni la avaricia ni la envidia. Cuando no se
tiene en cuenta esto se corre el riesgo de, complaciéndose en el equilibrio de
los números y cuadrando cuentas, no tener en cuenta que cada vez más gente es
más pobre y menos gente es más rica. Cuando no se sopesan las consecuencias de
las vergonzosas desigualdades económicas que imperan en nuestra sociedad, se
corre el riesgo de asistir a un aumento de la inseguridad ciudadana por la
proliferación de la delincuencia y los delitos contra la propiedad.
Aquí no acaban las penas porque
después del verano pueden llegar nuevos “ajustes”. Y yo me pregunto, ¿por qué
se llama “ajustes” a lo que lleva a eliminar partidas completas destinadas a
desarrollar políticas y servicios dirigidos a los más necesitados? A partir de
ahora los niños no podrán acogerse al plan de salud buco-dental que Zapatero
puso en marcha en el 2007 porque el presupuesto elimina por completo la partida
de 17 millones de euros que existía. Y se elimina más de la mitad del dinero destinado
al Plan contra el SIDA. Estarán conmigo en que los beneficiarios de tal plan no
son precisamente los más desahogados económicamente. El capítulo de
prestaciones por desempleo también baja un 5,5% a pesar del repunte del paro.
Es cierto que dichas prestaciones son obligatorias y que, si fuera necesario,
deberán ser complementadas, pero esto me lleva a una prevención: ¿tendrán
pensado en las próximas fechas “ajustar” las condiciones para acceder a ellas,
claro está para hacerlas más difíciles y rebajar sus cuantías?
La lucha contra la violencia
machista, al igual que las políticas para la igualdad de oportunidades entre
mujeres y hombres, disminuyen casi un 20%. Igualmente los PGE apuñalan a la Ley
de la Dependencia, como si los beneficiarios de tal Ley estuvieran en situación
y disposición de superar sus circunstancias desfavorables. ¿Y qué decir del
recorte importante en el capitulo de las becas por primera vez desde hace diez
años, cuya partida se reduce en casi un 12%? De modo que los hijos de los más
humildes tendrán, claro está, menos oportunidades que los hijos de los ricos,
al margen de sus coeficientes intelectuales y de los conspicuos méritos que
tanto gusta realzar al insigne Wert. De un plumazo la ayuda al desarrollo cae a
los niveles del año 2005, con una bajada del 71,2%, lo esperado en estas gentes
tan patrióticas como ultranacionalistas, que solo conciben el “más allá” de sus
fronteras para hacer negocios, preferentemente destinados a los suyos. Eso sí,
la partida destinada a la Iglesia permanece inalterable.
Hay que añadir a todo esto las
medidas y efectos colaterales de algunas decisiones que acompañan a los PGE.
Nombraré tres. Una de ellas, la de desarrollar un plan de lucha contra el
fraude en el desempleo y las prestaciones de él derivadas, que no debería haber
sido subrayado por el Gobierno. ¿Acaso hasta ahora no ha sido controlado?
¿Acaso el fraude en el desempleo no exige controlar el fraude en que incurre el
empleador? Yo tengo muy claro que el castigo, en caso de que se descubra un
fraude de ese tipo, ha de ser mucho más severo para el empleador que para el
empleado. Claro está que esta medida se ha hecho pública para contrarrestar los
efectos de la anunciada amnistía fiscal que, por la puerta de atrás, pone en
funcionamiento un nuevo “tipo fiscal Reducido”, entre el 8 y el 10%, para los
ladrones al fisco. La medida resulta un agravio a los contribuyentes normales y
una añagaza para que nunca deje de serlo. Y la última medida destacable es la
subida del recibo de la luz y del gas, que son bienes de uso doméstico
generalizado y llevarán a los hogares a reducir su tiempo de uso si quieren
mantener los gastos en el hogar. Se trata, pues, de otra medida que perjudica
notablemente a los hogares más humildes.
Aunque estos PGE pudieran derivar
en lo que pretenden, inciden en algo inaceptable. Montoro repitió como un
lorito las palabras de Rajoy: “Es prioritario recuperar la credibilidad de
España y la confianza, especialmente ante nuestros socios europeos y nuestros
acreedores”. Dudo mucho que lo prioritario sea eso, mientras se esquilman los
derechos de los españoles y se deteriora la dignidad de los ciudadanos y la
convivencia entre ellos. Una vez más tengo que repetirlo antes de poner fin a
este artículo: a esta derecha española le falta sensibilidad y ética; tanta le
falta como le sobra soberbia. Lo más mezquino es que creen a pie juntillas en
su infalibilidad, que es una característica más propia de totalitarios que de
demócratas.
FDO. JOSU MONTALBAN
miércoles, 18 de abril de 2012
LA IRRITABILIDAD DEL PP VASCO
Según un titular de prensa de los últimos
días “López ha irritado de nuevo a sus socios”, por eso Basagoiti ha anunciado
que pedirá la comparecencia del
Lehendakari en el Parlamento Vasco para que explique las críticas dirigidas a
Rajoy y la postura favorable a la liberación de Otegi, todo ello dicho con las
expresiones usadas por el líder del PP. La entrevista a Patxi López, publicada
en este periódico, contenía al parecer dos frases que hicieron despertar a
Basagoiti de su merecido letargo vacacional de Semana Santa. Decía el
Lehendakari que “es casi obsceno ver a Rajoy como alumno aplicado de esos
políticos europeos que vienen a jalearle sus recortes y a pedir más madera”. Y
decía, respecto a la posible liberación de Otegi que “hay gente en la cárcel
por cosas que ya no tienen sentido”. ¿Cabe más discreción que la mostrada?
Sin embargo tampoco cabe mayor indiscreción
que la mostrada por Basagoiti cuando ha criticado a Patxi López. Puede
considerarse hasta lógico que no compartiera las opiniones de López, pero de
ahí a decir que el Lehendakari “se ha pasado de la raya” es precisamente eso,
pasarse de la raya de la altanería. Ha intentado justificar su irritación
afirmando que “López es el Lehendakari y tiene que tener más prudencia y estar
por encima de toda la dinámica partidista”. No solo lo ha intentado justificar
de ese modo sino que lo ha explicado recurriendo a una expresión castiza que ya
ha utilizado en otra ocasión: “no debe tocar las narices a quien le apoya parlamentariamente.
Hasta aquí el relato de la reyerta. A mi modo de ver, incomprensible, porque
las opiniones de Patxi López entran dentro de lo que cualquiera espera escuchar
después de los tres años de legislatura que se han caracterizado: por la beligerancia del PNV en su labor de oposición; por la
labor de oposición del PP al Gobierno socialista de Zapatero, más beligerante
incluso que la del PNV a López; por la victoria aplastante del PP en las
Elecciones Generales, a partir de una estrategia de descrédito brutal al PSOE y
a Rubalcaba, como sucesor de Zapatero; y por la acción del Gobierno de Rajoy
durante estos primeros meses, mucho más supeditada a los dictados de Europa y
los Mercados que a las necesidades reales de los españoles.
Se equivoca Basagoiti cuando piensa que el
lehendakari tiene que estar “siempre” por encima de la dinámica partidaria. El
ejercicio de la
Presidencia del Gobierno Vasco en modo alguno debe convertir
a quien ostenta tal honor en una persona sin opinión ni ideología. Si así fuera
no tendría ningún sentido que los partidos pugnaran por gobernar toda vez que
quien gana se va a ver obligado a actuar como si no fuera de una parcialidad
concreta. Pero, le basta a Basagoiti con estar al loro de los comportamientos
de sus compañeros del PP en el Estado para que se convenza: todas las medidas
que Rajoy ha tomado, cuando han sido explicadas a los españoles, han ido
acompañadas de críticas tan gratuitas como despiadadas al PSOE y a los
gobernantes anteriores, incluido claro el Señor Zapatero. ¿Es eso estar por
encima de la dinámica partidista? Da la impresión de que lo que ha irritado a
Basagoiti ha podido ser el calificativo “obsceno”, pero ninguno es tan atinado
como él para mostrar la impudicia de quienes propugnaron en la campaña electoral
justamente lo contrario de lo que posteriormente han hecho; por cierto, una
impudicia que se convierte en flagrante deshonestidad cuando se pone más
énfasis en atender los deseos y órdenes llegados de fuera, aunque vayan en
perjuicio directo de aquellos a los que se les requirió el voto.
Así que en lo que respecta a los ataques a
Rajoy no creo que sean desmedidos. Su actuación bien puede equipararse, al
menos en la forma, a las del propio Rajoy. Resulta curioso que introdujera su
crítica a Patxi López del modo como lo hizo: “debe tener un poco el respeto
institucional, porque no es Urkullu ni Basagoiti”. Es cierto que representa a la Institución superior,
pero en Democracia cualquier líder político debe tener el mismo respeto a las
Instituciones democráticas, es decir, que Patxi López y Basagoiti, cuando se
trata de mostrar sus opiniones o de responder a las preguntas de un informador,
están en el mismo lugar de salida.
Peor aún me parece que acuse al Lehendakari
de “desprestigiar a los tribunales y legitimar a quienes piden la salida de la
cárcel de Otegi”. Reclamar ante una revisión de condena pendiente que se tengan
en cuenta los cambios acontecidos solo es constatar lo evidente, por cierto,
una evidencia que ya está siendo asumida por muchos militantes del PP, tan
ansiosos de paz, tranquilidad y convivencia en libertad como los del PSOE. Aquí
no se está hablando de ETA sino de Otegi, ni siquiera de él en concreto porque
López solo dice que “hay gente en la cárcel…”. Pero no hay peor ciego queel que
no quiere ver y Basagoiti, al parecer, no leyó algunas frases de las aportadas
por el Lehendakari a la entrevista: “Nunca espero nada de ETA, siempre le hemos
arrancado las cosas, nunca ha hecho una concesión graciosa a los demócratas…,
le hemos obligado con las políticas de firmeza, tolerancia cero, de eficacia
del Estado de Derecho, a llegar a la situación actual…, solo espero que se
disuelva”. ¿Dónde ve Basagoiti legitimaciones ni desacreditaciones extrañas? En
todo caso a esta derecha española le cuesta reconocer que la apuesta del
Presidente Zapatero fue tan arriesgada como acertada, que la paz ha sido
posible porque en el crisol se han entremezclado la firmeza y la delicadeza
propias del sistema democrático.
El alarde de control al Lehendakari mostrado
por Basagoiti ni es necesario ni sirve
para nada que no sea oscurecer el escaso futuro que le queda al acuerdo PSE-PP
en Euskadi. Fue un acuerdo inmejorable para reducir la cresta enardecida del
PNV de Ibarretxe, que se mostraba como un factor desestabilizador de la
política vasca, armado con su proyecto soberanista y su Estatuto reciente, tan
nuevo como inconstitucional. Ha servido incluso para que, como efecto
colateral, el PNV haya ordenado us filas y su ideario. Pero ahora que el PP
tiene mayoría absoluta en España, y que almacena la mayor reserva de poder
institucional que nunca haya tenido nadie en el Estado desde los tiempos de
Franco, el acuerdo vasco debe continuar sin altanerías, sin soberbia, hasta que
cumpla su cometido completamente, que no es otro que ayudar a que la
legislatura finalice sin sobresaltos. Luego, Dios (o yo que sé quién) dirá.
Rememorar este acuerdo nuevamente se me antoja una quimera. Euskadi necesita un
acuerdo que estabilice todos los niveles institucionales, tranquilice aún más
nuestras calles y garantice la convivencia. Espero que entremos en razón, sobre
todo quienes deberíamos sentirnos comprometidos con ese propósito y con ese
acuerdo que todos esperamos.
miércoles, 4 de abril de 2012
ANDALUCIA Y ASTURIAS AL RESCATE DE LA CORDURA
Nunca he sido partidario del
término “cambio”, sin más aditamentos, ni en Política ni en ninguna otra
disciplina. El cambio, cualquier cambio, siempre supone un tránsito con un
punto de salida u origen y un punto de llegada o destino. El PP eligió como
slogan para las elecciones andaluzas una frase tan ambigua como “El cambio
andaluz”, como si hubiera diferencias en la interpretación del término según la
comunidad autónoma española que se tratase. Lo mismo debió pensar en Asturias,
donde el cambio no se presentaba tan fácil de conseguir. Lo cierto es que en
ninguno de los dos lugares ha tenido lugar el cambio. En Andalucía han ganado
las izquierdas, y en Asturias no se sabe quién porque ese famoso Foro creado
por Álvarez Cascos más parece una asociación de resentidos que un grupo
compacto dispuesto a gobernar; lo parece tanto que Cascos no dudó en provocar
estas nuevas elecciones en cuanto el Gobierno asturiano, por él presidido, dio
el primer traspié. Por eso, a la hora de interpretar los resultados del 25-M,
lo acontecido en Andalucía tiene una dimensión tan esencial que trasciende su
propio ámbito y permite interpretarlo relacionándolo con lo ocurrido en el
Estado en las Elecciones Generales de Noviembre de 2011.
Lógico. Tanto que el propio PP
afrontó las elecciones andaluzas como si fueran una réplica de las Generales: el
PP conseguiría la mayoría absoluta, Arenas sería el nuevo Presidente andaluz y
el PSOE se vería, de nuevo, desposeído de una parte importante del escaso poder
que aún le queda. Pero la sencillez y escasa consistencia de tal razonamiento
les ha llevado, primero a la sobreactuación y la desidia, y después al fracaso.
La ansiedad con que el PP abordó estas Elecciones le han llevado a menospreciar
a los andaluces, interfiriendo el proceso electoral con acusaciones de todo
tipo, -presuntamente ciertas, aunque engordadas y reiteradas en exceso-,
esperando un nuevo y flagrante castigo al PSOE, rememorando el triunfo de
Noviembre. Sin embargo, sumergidos en la euforia, olvidaron medir las
consecuencias que podrían llegar a tener las primeras medidas tomadas por el
Gobierno de Rajoy: hachazo fiscal, recortes sociales, reforma laboral, y ese
silencio tan delatador en torno al Presupuesto para este año ya iniciado. En
suma, han minusvalorado a los andaluces, a quienes han considerado fácilmente
comprables a cambio de un plato de lentejas.
Los andaluces han sabido actuar.
Los resultados son esclarecedores, porque tanto han castigado las corrupciones
y corruptelas del PSOE, aireadas durante las campañas electorales, como han
castigado las falsas expectativas del Gobierno del PP que, si a alguien
amenazan es precisamente a las clases más humildes, a las gentes más sencillas
y a quienes sufren el azote del brutal desempleo con mayor rotundidad. ¿Quién mejor que los jornaleros andaluces ( y
por proximidad a ellos sus familiares y amigos) sabe lo que es la precariedad y
el rigor de la pobreza? ¿Quién mejor que ellos sabe lo que ha representado
históricamente el señorito andaluz subido a un caballo de pelaje brillante, que
ha sido y aún es prototipo en la sociedad andaluza? Me perdonará el lector que
recurra a estas figuras que algunos consideran tópicos pasados de moda, pero la
comparación no es baladí, porque estas gentes existen y tienen a gala mostrarse
de esas maneras tan agresivas en medio de una sociedad atribulada por más de un
30% de paro y unos salarios y ayudas económicas claramente insuficientes.
Quizás sea por eso, -y por la rabia acumulada tras leer los resultados-, que un
periodista de la caverna derechota ha calificado a Andalucía de “estercolero”:
vamos, como cuando un miembro del actual gobierno se atrevió a tildar de “poco
preparados” a los andaluces, en general.
La lección que explican muy bien
estos resultados es que los ciudadanos quieren ser tenidos en cuenta,
precisamente ahora que la mayoría de las decisiones las dictan dioses sin
rostro a los que se les llama Mercados. La lección que desprenden estos
resultados es que la Política ha de ser ejercida por personas comprometidas
socialmente, que no sucumban ante las tentaciones del dinero fácil y el poder
todopoderoso del Capital. La lección derivada de la escasa participación alerta
ante la perversidad de una mal llamada clase política que se muestra mucho más
dispuesta a la holganza que al trabajo. La lección que ha surgido de los
resultados es que la izquierda ha de estar al servicio de los ciudadanos, y
dentro de la amplia ciudadanía, volcarse con quienes más dificultades
encuentran para proveer dignidad a sus vidas. De tal modo han encarnado la
lección los andaluces que han hecho retroceder a los socialistas (de 56 a 47 diputados), y han
dejado a la derecha del PP lejos de su enfermizo sueño que era la mayoría
absoluta.
¡Qué nos va a deparar el futuro?
Que el resto de los españoles se disponga a reflexionar con rigor ante el
aluvión de medidas antisociales con que nos agasajará el Gobierno de Rajoy. Que
el PSOE acabe de convencerse a sí mismo de que es un partido de izquierdas y,
por serlo, ha de huir de las políticas conformistas de la derecha. Que se ha
perdido demasiado tiempo en la izquierda en oponer a las políticas
conservadoras las necesarias medidas tendentes a conseguir el objetivo
inalienable e irrenunciable de la izquierda: la igualdad. Que las personas
quieren armarse de dignidad y no de dinero, porque saben que el dinero es
principalmente el sustrato material que sustenta la avaricia de los codiciosos
e insolidarios. Que la vida de TODOS merece ser protegida y alimentada con suficiencia
y decencia. Que un jornalero andaluz constituye un voto igual que el del
señorito: traducido al ámbito de España entera, que la democracia tiene
instrumentos para favorecer la igualdad y la libertad de todos, de quienes
acuden a colaborar con los suyos, y solamente con los suyos, y de quienes ni
siquiera acuden a votar porque los “suyos” se han corrompido en exceso.
Tras estas Elecciones el PP y el
PSOE deben aprender a rectificar: los unos por altaneros y soberbios, y los
otros por haber ejercido durante algún tiempo de impostores. ¡Albricias, la
Izquierda ha comenzado a resucitar!.
Fdo. JOSU
MONTALBAN
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