jueves, 19 de abril de 2012



AJUSTES QUE SON HACHAZOS

Hasta ahora todas las medidas que ha tomado el gobierno de Mariano Rajoy han sido calificadas de inevitables e imprescindibles por parte de quienes las han tomado. Uno tras otros los golpes del hacha han acertado al incidir constantemente en la misma grieta, aumentando la hondura, con esa disculpa tan eficaz que es la necesaria austeridad. Es bueno para la salud política que esto haya acontecido, porque la Política necesita ser recuperada y las ideologías deben alimentarse de nuevo después de que se hayan sentido tan desposeídas que apenas consiguen diferenciarse unas de otras. Y no es así, como queda demostrado, porque la izquierda y la derecha no solo se diferencian en los medios sino también en los objetivos y en los fines: mientras la izquierda actúa llamada por la necesidad de crear riqueza para distribuirla, la derecha actúa movida únicamente por la generación de riqueza y si para que la generación sea más copiosa necesita renunciar o incluso imposibilitar la distribución natural e instantánea de tal riqueza, lo hace sin más miramientos.

Fue inevitable el primer hachazo fiscal, según Rajoy, y lo ha sido igualmente el laboral a través de la Reforma, curiosamente aprobada mediante Decreto Lay mientras se demoraba la presentación de los Presupuestos Generales del Estado (PGE), para evitar interferencias en el proceso electoral de Andalucía, convencido como estaba de que la previsible victoria por mayoría absoluta volvería a traducirse en fuerza y legitimidad para aplicar las brutales medidas de reducción de derechos contenidas en el guión. Pero la realidad no se ha ajustado a la previsión, y Merkel no ha cedido lo suficiente como para dar un respiro al Gobierno; es decir, que la austeridad se ha impuesto, el déficit controladísimo también se ha impuesto a otras teorías, y las tesis de Montoro y De Guindos han convertido el Presupuesto en un dogma controlado por la rigidez de las cifras y por la interpretación unidireccional de los conceptos: se trata de unos presupuestos inevitables e imprescindibles.

Sin entrar en detalles minuciosos, parece que les ha resultado inevitable rebajar muy por encima de la media las políticas sociales, lo cual constituye no solo un desatino sino una inmoralidad flagrante, en estos tiempos de crisis en que las personas que viven en el borde de la exclusión social es cada vez más numeroso. Pero les ha resultado igualmente inevitable que el presupuesto destinado a la Casa del Rey solo disminuya un 2% mientras, por ejemplo, el gasto social para acceso a la vivienda y fomento de la edificación se ha rebajado en un 31,7%. Ha resultado inevitable mantener el presupuesto de Defensa con una reducción de la mitad de la media de los ministerios, solo un 8,8%, mientras el Ministerio de Educación se ha reducido en más del 21%. Y por si fuera poco el hachazo en Educación, algo que tiene alguna relación con ello como es la Investigación y el Desarrollo se ha reducido en un 25%. No sé si será porque preven que la inseguridad ciudadana pueda dispararse que el presupuesto de Interior solo disminuye en un 1,5%; y el presupuesto destinado en su conjunto para velar por la Seguridad Ciudadana y las Instituciones Penitenciarias solo baja un 0,6%. Todo, al parecer, ha sido inevitable e imprescindible. No cabían otras opciones. No es extraño en mentes tan rígidamente conservadoras como la de Montoro: “El primer objetivo es el déficit; el segundo, el déficit; y el tercero, el déficit”. Curioso objetivo y curiosa coartada: culpar de todo al anterior Gobierno (“Si el Gobierno anterior hubiese cumplido su plan de déficit del 6%, este año habríamos tenido que recortar menos, y menos el año próximo”, Rajoy dixit). Otra vez la inevitabilidad, otra vez la intransigencia de quien se considera y muestra infalible.

Pues no. El actual Gobierno es un ejecutivo de derechas, dispuesto a administrar los números sin tener en cuenta que la responsabilidad suya es también, y sobre todo, hacer dignas las vidas de todos, proteger a los más débiles y articular una sociedad más igualitaria y equilibrada para que no afloren ni la avaricia ni la envidia. Cuando no se tiene en cuenta esto se corre el riesgo de, complaciéndose en el equilibrio de los números y cuadrando cuentas, no tener en cuenta que cada vez más gente es más pobre y menos gente es más rica. Cuando no se sopesan las consecuencias de las vergonzosas desigualdades económicas que imperan en nuestra sociedad, se corre el riesgo de asistir a un aumento de la inseguridad ciudadana por la proliferación de la delincuencia y los delitos contra la propiedad.

Aquí no acaban las penas porque después del verano pueden llegar nuevos “ajustes”. Y yo me pregunto, ¿por qué se llama “ajustes” a lo que lleva a eliminar partidas completas destinadas a desarrollar políticas y servicios dirigidos a los más necesitados? A partir de ahora los niños no podrán acogerse al plan de salud buco-dental que Zapatero puso en marcha en el 2007 porque el presupuesto elimina por completo la partida de 17 millones de euros que existía. Y se elimina más de la mitad del dinero destinado al Plan contra el SIDA. Estarán conmigo en que los beneficiarios de tal plan no son precisamente los más desahogados económicamente. El capítulo de prestaciones por desempleo también baja un 5,5% a pesar del repunte del paro. Es cierto que dichas prestaciones son obligatorias y que, si fuera necesario, deberán ser complementadas, pero esto me lleva a una prevención: ¿tendrán pensado en las próximas fechas “ajustar” las condiciones para acceder a ellas, claro está para hacerlas más difíciles y rebajar sus cuantías?

La lucha contra la violencia machista, al igual que las políticas para la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, disminuyen casi un 20%. Igualmente los PGE apuñalan a la Ley de la Dependencia, como si los beneficiarios de tal Ley estuvieran en situación y disposición de superar sus circunstancias desfavorables. ¿Y qué decir del recorte importante en el capitulo de las becas por primera vez desde hace diez años, cuya partida se reduce en casi un 12%? De modo que los hijos de los más humildes tendrán, claro está, menos oportunidades que los hijos de los ricos, al margen de sus coeficientes intelectuales y de los conspicuos méritos que tanto gusta realzar al insigne Wert. De un plumazo la ayuda al desarrollo cae a los niveles del año 2005, con una bajada del 71,2%, lo esperado en estas gentes tan patrióticas como ultranacionalistas, que solo conciben el “más allá” de sus fronteras para hacer negocios, preferentemente destinados a los suyos. Eso sí, la partida destinada a la Iglesia permanece inalterable.

Hay que añadir a todo esto las medidas y efectos colaterales de algunas decisiones que acompañan a los PGE. Nombraré tres. Una de ellas, la de desarrollar un plan de lucha contra el fraude en el desempleo y las prestaciones de él derivadas, que no debería haber sido subrayado por el Gobierno. ¿Acaso hasta ahora no ha sido controlado? ¿Acaso el fraude en el desempleo no exige controlar el fraude en que incurre el empleador? Yo tengo muy claro que el castigo, en caso de que se descubra un fraude de ese tipo, ha de ser mucho más severo para el empleador que para el empleado. Claro está que esta medida se ha hecho pública para contrarrestar los efectos de la anunciada amnistía fiscal que, por la puerta de atrás, pone en funcionamiento un nuevo “tipo fiscal Reducido”, entre el 8 y el 10%, para los ladrones al fisco. La medida resulta un agravio a los contribuyentes normales y una añagaza para que nunca deje de serlo. Y la última medida destacable es la subida del recibo de la luz y del gas, que son bienes de uso doméstico generalizado y llevarán a los hogares a reducir su tiempo de uso si quieren mantener los gastos en el hogar. Se trata, pues, de otra medida que perjudica notablemente a los hogares más humildes.

Aunque estos PGE pudieran derivar en lo que pretenden, inciden en algo inaceptable. Montoro repitió como un lorito las palabras de Rajoy: “Es prioritario recuperar la credibilidad de España y la confianza, especialmente ante nuestros socios europeos y nuestros acreedores”. Dudo mucho que lo prioritario sea eso, mientras se esquilman los derechos de los españoles y se deteriora la dignidad de los ciudadanos y la convivencia entre ellos. Una vez más tengo que repetirlo antes de poner fin a este artículo: a esta derecha española le falta sensibilidad y ética; tanta le falta como le sobra soberbia. Lo más mezquino es que creen a pie juntillas en su infalibilidad, que es una característica más propia de totalitarios que de demócratas.

FDO.  JOSU MONTALBAN    

miércoles, 18 de abril de 2012

LA IRRITABILIDAD DEL PP VASCO


LA  IRRITABILIDAD  DEL  PP  VASCO

Según un titular de prensa de los últimos días “López ha irritado de nuevo a sus socios”, por eso Basagoiti ha anunciado que pedirá la comparecencia  del Lehendakari en el Parlamento Vasco para que explique las críticas dirigidas a Rajoy y la postura favorable a la liberación de Otegi, todo ello dicho con las expresiones usadas por el líder del PP. La entrevista a Patxi López, publicada en este periódico, contenía al parecer dos frases que hicieron despertar a Basagoiti de su merecido letargo vacacional de Semana Santa. Decía el Lehendakari que “es casi obsceno ver a Rajoy como alumno aplicado de esos políticos europeos que vienen a jalearle sus recortes y a pedir más madera”. Y decía, respecto a la posible liberación de Otegi que “hay gente en la cárcel por cosas que ya no tienen sentido”. ¿Cabe más discreción que la mostrada?

Sin embargo tampoco cabe mayor indiscreción que la mostrada por Basagoiti cuando ha criticado a Patxi López. Puede considerarse hasta lógico que no compartiera las opiniones de López, pero de ahí a decir que el Lehendakari “se ha pasado de la raya” es precisamente eso, pasarse de la raya de la altanería. Ha intentado justificar su irritación afirmando que “López es el Lehendakari y tiene que tener más prudencia y estar por encima de toda la dinámica partidista”. No solo lo ha intentado justificar de ese modo sino que lo ha explicado recurriendo a una expresión castiza que ya ha utilizado en otra ocasión: “no debe tocar las narices a quien le apoya parlamentariamente. Hasta aquí el relato de la reyerta. A mi modo de ver, incomprensible, porque las opiniones de Patxi López entran dentro de lo que cualquiera espera escuchar después de los tres años de legislatura que se han caracterizado: por la beligerancia  del PNV en su labor de oposición; por la labor de oposición del PP al Gobierno socialista de Zapatero, más beligerante incluso que la del PNV a López; por la victoria aplastante del PP en las Elecciones Generales, a partir de una estrategia de descrédito brutal al PSOE y a Rubalcaba, como sucesor de Zapatero; y por la acción del Gobierno de Rajoy durante estos primeros meses, mucho más supeditada a los dictados de Europa y los Mercados que a las necesidades reales de los españoles.

Se equivoca Basagoiti cuando piensa que el lehendakari tiene que estar “siempre” por encima de la dinámica partidaria. El ejercicio de la Presidencia del Gobierno Vasco en modo alguno debe convertir a quien ostenta tal honor en una persona sin opinión ni ideología. Si así fuera no tendría ningún sentido que los partidos pugnaran por gobernar toda vez que quien gana se va a ver obligado a actuar como si no fuera de una parcialidad concreta. Pero, le basta a Basagoiti con estar al loro de los comportamientos de sus compañeros del PP en el Estado para que se convenza: todas las medidas que Rajoy ha tomado, cuando han sido explicadas a los españoles, han ido acompañadas de críticas tan gratuitas como despiadadas al PSOE y a los gobernantes anteriores, incluido claro el Señor Zapatero. ¿Es eso estar por encima de la dinámica partidista? Da la impresión de que lo que ha irritado a Basagoiti ha podido ser el calificativo “obsceno”, pero ninguno es tan atinado como él para mostrar la impudicia de quienes propugnaron en la campaña electoral justamente lo contrario de lo que posteriormente han hecho; por cierto, una impudicia que se convierte en flagrante deshonestidad cuando se pone más énfasis en atender los deseos y órdenes llegados de fuera, aunque vayan en perjuicio directo de aquellos a los que se les requirió el voto.

Así que en lo que respecta a los ataques a Rajoy no creo que sean desmedidos. Su actuación bien puede equipararse, al menos en la forma, a las del propio Rajoy. Resulta curioso que introdujera su crítica a Patxi López del modo como lo hizo: “debe tener un poco el respeto institucional, porque no es Urkullu ni Basagoiti”. Es cierto que representa a la Institución superior, pero en Democracia cualquier líder político debe tener el mismo respeto a las Instituciones democráticas, es decir, que Patxi López y Basagoiti, cuando se trata de mostrar sus opiniones o de responder a las preguntas de un informador, están en el mismo lugar de salida.

Peor aún me parece que acuse al Lehendakari de “desprestigiar a los tribunales y legitimar a quienes piden la salida de la cárcel de Otegi”. Reclamar ante una revisión de condena pendiente que se tengan en cuenta los cambios acontecidos solo es constatar lo evidente, por cierto, una evidencia que ya está siendo asumida por muchos militantes del PP, tan ansiosos de paz, tranquilidad y convivencia en libertad como los del PSOE. Aquí no se está hablando de ETA sino de Otegi, ni siquiera de él en concreto porque López solo dice que “hay gente en la cárcel…”. Pero no hay peor ciego queel que no quiere ver y Basagoiti, al parecer, no leyó algunas frases de las aportadas por el Lehendakari a la entrevista: “Nunca espero nada de ETA, siempre le hemos arrancado las cosas, nunca ha hecho una concesión graciosa a los demócratas…, le hemos obligado con las políticas de firmeza, tolerancia cero, de eficacia del Estado de Derecho, a llegar a la situación actual…, solo espero que se disuelva”. ¿Dónde ve Basagoiti legitimaciones ni desacreditaciones extrañas? En todo caso a esta derecha española le cuesta reconocer que la apuesta del Presidente Zapatero fue tan arriesgada como acertada, que la paz ha sido posible porque en el crisol se han entremezclado la firmeza y la delicadeza propias del sistema democrático.

El alarde de control al Lehendakari mostrado por Basagoiti  ni es necesario ni sirve para nada que no sea oscurecer el escaso futuro que le queda al acuerdo PSE-PP en Euskadi. Fue un acuerdo inmejorable para reducir la cresta enardecida del PNV de Ibarretxe, que se mostraba como un factor desestabilizador de la política vasca, armado con su proyecto soberanista y su Estatuto reciente, tan nuevo como inconstitucional. Ha servido incluso para que, como efecto colateral, el PNV haya ordenado us filas y su ideario. Pero ahora que el PP tiene mayoría absoluta en España, y que almacena la mayor reserva de poder institucional que nunca haya tenido nadie en el Estado desde los tiempos de Franco, el acuerdo vasco debe continuar sin altanerías, sin soberbia, hasta que cumpla su cometido completamente, que no es otro que ayudar a que la legislatura finalice sin sobresaltos. Luego, Dios (o yo que sé quién) dirá. Rememorar este acuerdo nuevamente se me antoja una quimera. Euskadi necesita un acuerdo que estabilice todos los niveles institucionales, tranquilice aún más nuestras calles y garantice la convivencia. Espero que entremos en razón, sobre todo quienes deberíamos sentirnos comprometidos con ese propósito y con ese acuerdo que todos esperamos.

Fdo.  JOSU MONTALBAN       

miércoles, 4 de abril de 2012

ANDALUCIA Y ASTURIAS AL RESCATE DE LA CORDURA


Nunca he sido partidario del término “cambio”, sin más aditamentos, ni en Política ni en ninguna otra disciplina. El cambio, cualquier cambio, siempre supone un tránsito con un punto de salida u origen y un punto de llegada o destino. El PP eligió como slogan para las elecciones andaluzas una frase tan ambigua como “El cambio andaluz”, como si hubiera diferencias en la interpretación del término según la comunidad autónoma española que se tratase. Lo mismo debió pensar en Asturias, donde el cambio no se presentaba tan fácil de conseguir. Lo cierto es que en ninguno de los dos lugares ha tenido lugar el cambio. En Andalucía han ganado las izquierdas, y en Asturias no se sabe quién porque ese famoso Foro creado por Álvarez Cascos más parece una asociación de resentidos que un grupo compacto dispuesto a gobernar; lo parece tanto que Cascos no dudó en provocar estas nuevas elecciones en cuanto el Gobierno asturiano, por él presidido, dio el primer traspié. Por eso, a la hora de interpretar los resultados del 25-M, lo acontecido en Andalucía tiene una dimensión tan esencial que trasciende su propio ámbito y permite interpretarlo relacionándolo con lo ocurrido en el Estado en las Elecciones Generales de Noviembre de 2011.

Lógico. Tanto que el propio PP afrontó las elecciones andaluzas como si fueran una réplica de las Generales: el PP conseguiría la mayoría absoluta, Arenas sería el nuevo Presidente andaluz y el PSOE se vería, de nuevo, desposeído de una parte importante del escaso poder que aún le queda. Pero la sencillez y escasa consistencia de tal razonamiento les ha llevado, primero a la sobreactuación y la desidia, y después al fracaso. La ansiedad con que el PP abordó estas Elecciones le han llevado a menospreciar a los andaluces, interfiriendo el proceso electoral con acusaciones de todo tipo, -presuntamente ciertas, aunque engordadas y reiteradas en exceso-, esperando un nuevo y flagrante castigo al PSOE, rememorando el triunfo de Noviembre. Sin embargo, sumergidos en la euforia, olvidaron medir las consecuencias que podrían llegar a tener las primeras medidas tomadas por el Gobierno de Rajoy: hachazo fiscal, recortes sociales, reforma laboral, y ese silencio tan delatador en torno al Presupuesto para este año ya iniciado. En suma, han minusvalorado a los andaluces, a quienes han considerado fácilmente comprables a cambio de un plato de lentejas.

Los andaluces han sabido actuar. Los resultados son esclarecedores, porque tanto han castigado las corrupciones y corruptelas del PSOE, aireadas durante las campañas electorales, como han castigado las falsas expectativas del Gobierno del PP que, si a alguien amenazan es precisamente a las clases más humildes, a las gentes más sencillas y a quienes sufren el azote del brutal desempleo con mayor rotundidad.  ¿Quién mejor que los jornaleros andaluces ( y por proximidad a ellos sus familiares y amigos) sabe lo que es la precariedad y el rigor de la pobreza? ¿Quién mejor que ellos sabe lo que ha representado históricamente el señorito andaluz subido a un caballo de pelaje brillante, que ha sido y aún es prototipo en la sociedad andaluza? Me perdonará el lector que recurra a estas figuras que algunos consideran tópicos pasados de moda, pero la comparación no es baladí, porque estas gentes existen y tienen a gala mostrarse de esas maneras tan agresivas en medio de una sociedad atribulada por más de un 30% de paro y unos salarios y ayudas económicas claramente insuficientes. Quizás sea por eso, -y por la rabia acumulada tras leer los resultados-, que un periodista de la caverna derechota ha calificado a Andalucía de “estercolero”: vamos, como cuando un miembro del actual gobierno se atrevió a tildar de “poco preparados” a los andaluces, en general.

La lección que explican muy bien estos resultados es que los ciudadanos quieren ser tenidos en cuenta, precisamente ahora que la mayoría de las decisiones las dictan dioses sin rostro a los que se les llama Mercados. La lección que desprenden estos resultados es que la Política ha de ser ejercida por personas comprometidas socialmente, que no sucumban ante las tentaciones del dinero fácil y el poder todopoderoso del Capital. La lección derivada de la escasa participación alerta ante la perversidad de una mal llamada clase política que se muestra mucho más dispuesta a la holganza que al trabajo. La lección que ha surgido de los resultados es que la izquierda ha de estar al servicio de los ciudadanos, y dentro de la amplia ciudadanía, volcarse con quienes más dificultades encuentran para proveer dignidad a sus vidas. De tal modo han encarnado la lección los andaluces que han hecho retroceder a los socialistas (de 56 a 47 diputados), y han dejado a la derecha del PP lejos de su enfermizo sueño que era la mayoría absoluta.

¡Qué nos va a deparar el futuro? Que el resto de los españoles se disponga a reflexionar con rigor ante el aluvión de medidas antisociales con que nos agasajará el Gobierno de Rajoy. Que el PSOE acabe de convencerse a sí mismo de que es un partido de izquierdas y, por serlo, ha de huir de las políticas conformistas de la derecha. Que se ha perdido demasiado tiempo en la izquierda en oponer a las políticas conservadoras las necesarias medidas tendentes a conseguir el objetivo inalienable e irrenunciable de la izquierda: la igualdad. Que las personas quieren armarse de dignidad y no de dinero, porque saben que el dinero es principalmente el sustrato material que sustenta la avaricia de los codiciosos e insolidarios. Que la vida de TODOS merece ser protegida y alimentada con suficiencia y decencia. Que un jornalero andaluz constituye un voto igual que el del señorito: traducido al ámbito de España entera, que la democracia tiene instrumentos para favorecer la igualdad y la libertad de todos, de quienes acuden a colaborar con los suyos, y solamente con los suyos, y de quienes ni siquiera acuden a votar porque los “suyos” se han corrompido en exceso.

Tras estas Elecciones el PP y el PSOE deben aprender a rectificar: los unos por altaneros y soberbios, y los otros por haber ejercido durante algún tiempo de impostores. ¡Albricias, la Izquierda ha comenzado a resucitar!.

Fdo.  JOSU  MONTALBAN