jueves, 20 de septiembre de 2012

QUERIDOS  LECTORES:  NO  ENTIENDO  NADA
Como aún estamos (cuando escribo este artículo) a primeros de Septiembre, me voy a permitir escribir un artículo algo extraño. Queridos lectores, no entiendo nada. Conforme pasa el tiempo esta cacareada crisis se va enrevesando cada vez más, de modo que por cada embrollo que se desenreda aparecen tres o cuatro nuevos líos, tan difíciles de interpretar como los anteriores. Aún no sé bien de qué se trata realmente. De pronto, han aparecido en nuestra vidas bastantes conceptos cuyo significado nos es, y nos ha sido, casi desconocido. La Prima de Riesgo nos ha martirizado: ha subido y bajado a su antojo sin que tales ascensos y descensos nos hayan aligerado la tremenda carga que pesaba sobre nosotros en forma de amenaza. Nuestros socios europeos nos han abandonado, a pesar de que nos vigilan constantemente a través de unos hombres vestidos de negro que tienen comunicación directa con el Gobierno de Rajoy  mediante ese hombre de rostro hermético que es Luis de Guindos. Europa fue un señuelo de incalculable valor para vencer los cuarenta años de dictadura franquista y de aislamiento, pero ha resultado que Europa se ha convertido en un gran monumento apoyado sobre cimientos escasos. Nos hicimos europeos para pertenecer a la única economía libre y solvente, pero ahora nuestra economía es neoliberal en grado sumo y escasamente solvente, de modo que el monumento se está yendo al suelo, y está perdiendo su misión protectora de los europeos.
Los españoles empezamos a creer en todo lo que nos contaban. La frase del chino Den Xiaoping, -“que más da que el gato sea blanco o negro, lo importante es que cace ratones”-, que fue repetida por un presidente español en los años ochenta, fue un preámbulo de cuanto iba a suceder: la izquierda se “enseñoritó” y abandonó su ideología clásica para abrazar estrategias que fueran eficaces para atraer votos de gentes nada desinteresadas. Así ha sido como la Política ha sucumbido en manos de economistas de escasa sensibilidad que creen en la riqueza (a través del acopio desmesurado de unos pocos) sin detenerse a pensar que sus éxitos solo son posibles si a la vez se genera pobreza en la misma proporción. Las crisis se han venido sucediendo, hasta la actual, que ya amenaza con hacernos sus rehenes para bastantes años. Los dirigentes políticos europeos, desde los gobiernos de los diferentes países, viven presos y supeditados a Organismos Económicos, -BCE, FMI, OCDE, etc-, y a las Instituciones europeas, cuyos timoneles no han sido elegidos de forma democrática por todos los europeos. Los veredictos de tales Organismos no han sido debatidos por todos los responsables europeos y, por tanto, las decisiones no pesan del  mismo modo a unos o a otros. Europa, ahora mismo, es un mosaico en el que la tesela alemana y la francesa sobresalen de tal modo que ensombrecen a todas las demás, sobre todo a los famosos PIGS (Portugal, Italia, Grecia y Spain), que se las ven y se las desean para sobrevivir en tal batiburrillo.
Un inciso: les aseguro que entre el último punto y este nuevo párrafo han mediado tres días. De pronto comprendí que iban a tener lugar varios hechos trascendentales. El Presidente del BCE, Mario Draghi, se iba a pronunciar sobre la posible compra de bonos a España, y coincidiendo con eso Angela Merkel iba a tener un encuentro con Mariano Rajoy en la Moncloa. Todo ello ha tenido ya lugar y, por si fuera poco, también ha tenido lugar un encuentro entre grandes empresarios alemanes y españoles en el que participaron, a los postres, Rajoy y Merkel. Nada demasiado novedoso se ha desprendido de todo ello, pero cabe sacar alguna conclusión tras estudiar o, al menos, interpretar las palabras de los protagonistas. Si me preguntan cómo han evolucionado mis viejas dudas les diré que continúan tal como estaban, porque los actos han resultado ser solamente regalos para la galería. Salvo las palabras de Draghi nada de lo aportado por los otros ha servido para casi nada, salvo para engrandecer y dar algunas dosis de boato al Presidente español. Solo su propuesta es contundente: con la mirada puesta en la salvación del euro, su programa abre la puerta a la compra ilimitada de deuda pública de los países con más problemas para desenvolverse en los ocultos Mercados, entre los cuales España es uno de los más señalados. Eso sí, “con estrictas condiciones”. Pongámonos a temblar, porque nada se ha especificado sobre esas condiciones que, a buen seguro, no las va a dictar él sino los mismos  que en anteriores ocasiones han dictado las “reformas” que Rajoy ha infligido a la ciudadanía española en forma de hachazos.
La Prima de Riesgo bajó tras el anuncio, y las Bolsas se alocaron al alza. Al mismo tiempo Merkel y Rajoy comparecieron en las escaleras de la Moncloa para halagarse. Pero hablaron en claves bien diferentes. Rajoy puso todo el énfasis en justificar las medidas impuestas por su Gobierno, mientras Merkel hablaba de Europa. Ella no escatimó loas al Gobierno de Rajoy, pero dejó sentadas sus premisas: “No he venido a decir qué reformas se tienen que hacer en España, tengo confianza en el Gobierno español, estoy impresionada con las medidas que está tomando”. No obstante también subrayó: “Se trata de que Europa sea un continente que el mundo toma en serio”. Y amenazó: “Si durante años se gasta más de lo que se crece, uno depende de terceros que dictan condiciones que no nos gustan”. Este es el quid al que Rajoy solo sabe responder con una sumisión calculada. Dispuesto a todo lo que le ordenen, Rajoy afirmó que “hace falta explicar bien las medidas tomadas, que son muy difíciles de explicar, pero en la situación en la que estamos es lo que tenemos que hacer”. Si son difíciles de explicar es porque, sencillamente, es inexplicable que se proponga aligerar la deuda escatimando 400 euros a los parados o subiendo el IVA a los productos básicos de consumo, a la vez que se facilita el blanqueo del dinero negro a los más ricos aflorándolo a un tipo del 10%. Es inexplicable que se renuncie a imponer un tributo a las grandes fortunas, y a la vez se refloten entidades financieras arruinadas a manos de sus multimillonarios directivos y gestores.
Con su más enaltecido descaro Rajoy aseguró: “La Agenda reformista es nuestro sello de identidad”. Y no, su Agenda no contiene “reformas” sino auténticos hachazos, siempre dirigidos a los más humildes y a las clases medias. Ni una sola de sus decisiones ha afectado negativamente a los más adinerados, para aplicar esos resultados a favor de los más desfavorecidos.
Y ocurrió algo más: hubo una comida en que compartieron pan y mantel grandes empresarios alemanes y españoles. Casi seguro que la comida favorecería esperanzadores intercambios de documentos y suculentos negocios, pero yo saco tres importantes conclusiones, siempre basadas en las aportaciones de quienes allí estuvieron. El Presidente de Iberdrola denunció que “se está produciendo una fuga de inversiones a otras zonas”, pero le faltó un toque de audacia para denunciar la importante fuga de capitales que también se está produciendo. Francisco González, el Presidente del BBVA, espetó a Merkel: “Le pido que reconozca las reformas emprendidas en España, que los mercados no reconocen”. La frase merece una interpretación porque al fin, ¿alguien puede presentarme a alguien que tenga algo que ver con “los mercados”, para que explique todo esto? ¿Ni Angela Merkel, ni Francisco González tienen que ver con esos “mercados”? Y por fin, como el tiempo fuera insuficiente para desarrollar todo el programa de la visita, tuvo que ser suspendida la reunión que Angela Merkel tenía previsto hacer con los líderes de UGT y CCOO, Méndez y Fernández Toxo. ¡Quién, si no, iba a pagar el retraso acumulado por la discusión de los negocios!
Así que casi todo está igual. La crisis permanece y nadie se muestra como habilitado para atajarla. En un Mundo en constante movimiento y transformación, cada vez importan menos los ciudadanos que lo habitan. El nuevo Orden Mundial no está basado en la focalización y el equilibrio de fuerzas que caracterizó al anterior. La caída del Muro de Berlín no abrió las puertas a la libertad sino a un nuevo reequilibrio de las fuerzas económicas basado en el desorden. G-5, G-6, G-8 y G-20 son muestras inequívocas de cómo la voracidad de la Economía ha creado centros financieros y económicos por doquier, que han aumentado la competencia de unas potencias con otras, convirtiendo tal competencia en una reyerta sin reglas cuyas consecuencias pueden ser brutales para el género humano. Hay países emergentes que tienen asumido que su éxito en el reparto de la Economía mundial puede ir parejo con el hecho de que buena parte de sus habitantes sean pobres, e incluso mueran de hambre.
Europa siempre fue bastante más que un continente, y debe seguir siéndolo. Fue una idea sublime surgida de una mente lúcida y liberada de codicias y extrañas rivalidades. En lo político, teniendo un modo de concebir la Democracia como base y garantía del desarrollo económico y humano. En lo filosófico, sentando las bases de lo que debe ser un comportamiento ético a la hora de superar las dificultades de la vida. En lo social, haciendo confluir al Capital y al Trabajo, -derecha e izquierda-, en lo que se ha llamado el Estado de Bienestar, que favorece la convivencia de clases sociales tan dispares y enfrentadas como los capitalistas y los proletarios. En lo estructural, dotando al Estado de autoridad suprema y obligándole a responsabilizarse de la protección y del bienestar de sus ciudadanos. Europa fue eso: esa idea.
Pero Europa se tambalea. Hay quien cree que no es a Europa y a los europeos a quienes hay que salvar. Hay quien cree que al que hay que salvar es al euro, sin más, aunque para ello caigan los países europeos más menesterosos y pobres. Quienes están en esta absurda estrategia no dudan en llamar estados fallidos a esos países en apuros, como paso previo a su abandono. Pero si hay estados fallidos, también puede haber continentes fallidos. ¿O no?
Fdo.  JOSU MONTALBAN          
COMPASIÓN Y GENEROSIDAD ANTE LA CRISIS
Hace unos días alguna de las muchas cadenas de televisión emitió un programa que recogía diferentes situaciones de personas y familias afectadas por la crisis, de diferentes partes de España. Había casos variopintos, pero unos y otros mostraban las extraordinarias dificultades para llegar al final de mes, o para hacer frente a las hipotecas de de viviendas humildes, o para hacer frente a los gastos más básicos (luz, agua, comunidad de vecinos, material escolar, alimentos, etc). Algunos recibían ayudar sociales que estaban a punto de caducar, y bastantes habían abandonado sus casas para regresar al hogar de sus padres y servirse de ellos, al menos en el aspecto económico. Algunos tenían su prole, más o menos numerosa. Iban mostrando a la cámara a sus hijos: los más pequeños se mostraban juguetones, como si la pobreza que se iba aposentando en sus casas no fuera una circunstancia dolorosa; los jóvenes mostraban sonrisas bastante más comedidas, como si se dieran cuenta de la difícil situación pero intentaran ignorarla u ocultarla a los demás; y quienes ya estaban en edad laboral, esos sí, mostraban la clara intención de “trabajar en lo que sea”, en cualquier faena por penosa que pueda llegar a ser. Los padres mostraban la circunspección en sus rostros, la desesperanza del que espera con escasa convicción de que llegue aquello que aguarda. Además, por si fueran pocas las desgracias, a mochos de ellos les adeudaban sueldos los patronos que les habían enviado al paro, por cierto, cantidades que ellos adeudaban a su vez a sus caseros o a familiares y amigos que les habían prestado para salvar algún trance difícil que no podía esperar.
Me deprimió ver a aquellos matrimonios de personas aún jóvenes, que deberían sentirse ilusionados porque su juventud aún les permitía soñar con pasajes dichosos de sus vidas futuras, mostrando talantes inciertos y, sobre todo, derrotados. Hombres y mujeres que, a buen seguro, sentirán que la quietud oscura de la noche no les permite imaginar paisajes idílicos, sino que les sume en la más profunda congoja ante un futuro que se muestra más negro que la misma noche. Tal es el ambiente en que se desarrolla buena parte de la obra teatral realista en que la crisis representa sus rigores. Los involuntarios actores salen dubitativos al escenario para dirigirse a quienes, desde cómodas butacas, les escucharán por un tiempo limitado. Y luego, cuando el patio de butacas se haya vaciado, ellos estarán llorando entre las bambalinas. Por todo esto, quienes desde lugares preeminentes proponen medidas para administrar la crisis, o reflexionan en torno a sus características, debieran hacerlo con la  debida discreción, a sabiendas de que pueden llegar a escucharles estos sufridores.
Porque casi a la vez que este programa el zapping me permitió escuchar un noticiero en el que autoridades políticas del más alto nivel, gobernantes de magnas instituciones, hablaban también de la crisis. Se oyeron las frases ya acuñadas durante el pesado trayecto de esta situación: que no se puede gastar más de lo que se tiene, que no se debe pedir prestado lo que no se sabe si se va a poder pagar, que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, que nos hemos comportado como pobres ricos (¿qué es eso?). El Presidente de la Diputación de Bizkaia dijo en su solemne Declaración Anual que “ha llegado el momento de decir claramente que vamos a pagar o mantener los servicios y el nivel de prestaciones que se pueden pagar”. La verdad que encierra esta frase es de Perogrullo, pero a su vez constituye una amenaza innecesaria. Menos mal que posteriormente mostró su disposición a elevar los impuestos para acrecentar las posibilidades de pagar. No obstante la frase no es la más afortunada. Peor fue la afirmación del Ministro De Guindos: “Si no se consiguen el crecimiento económico y del empleo no se podrán mantener las prestaciones sociales”. También esta afirmación es una perogrullada pero como no expuso ninguna medida nueva en ninguna dirección la amenaza ha sido un nuevo hachazo dado a los españoles.
¿Acaso no hay en España multimillonarios que se han enriquecido a costa de los pobres que ahora sufren dolores y penurias? ¿Por qué ser tan remilgosos a la hora de hacerles tributar más? Si todos fuéramos más iguales; si nuestras carteras apilaran fortunas parecidas, estas amenazas no serían necesarias, incluso no serían tal, porque yendo todos en el mismo barco, todos pondríamos el mismo ahínco para evitar que hubiera zozobras excesivas que nos llevaran al naufragio. Pero no, unos van en el potente trasatlántico mientras son muchos más los que han sido acomodados en botes salvavidas. Y no faltan los que vagabundean por los enmarañados caminos de este océano que es la vida, en rústicas pateras buscando una miserable isla con un cocotero.
Hay que pedir a los Gobiernos las soluciones, pero hay que pedir a los gobernantes que doten de espíritu y alma a la Política. Ahora mismo la mayor eficacia de un gobernante, y su gran responsabilidad, ha de ser “no amedrentar”. El gobernante debe conmoverse y sentir compasión ante quienes sufren. Y debe ser generoso como paso previo e indiscutible para poder ejercer e implantar la solidaridad que nos haga a todos más iguales. Es una maldad propia de irresponsables amenazar a los más pobres, con la posible supresión de las ayudas sociales, cuando hay tantos ricos y multimillonarios que viven en la opulencia.