miércoles, 21 de noviembre de 2012

OBAMA  Y  LA  ESPERANZA
Recién conocidos los primeros resultados, prácticamente definitivos, de las Elecciones de EEUU, Obama pronunció un bellísimo discurso que deseo encadenar con otros dos discursos suyos memorables que pronunció cuatro años antes: el que pronunció cuando sólo era candidato a Presidente, en la famosa Puerta de Brandeburgo, aunque tuviera que ubicarse frente a ella por mandato de Angela Merkel, que le prohibió usar la misma ubicación que había utilizado el insigne Kennedy; y el que pronunció poco tiempo después, tras resultar elegido Presidente.
La frase que ha dado título en todos los periódicos al discurso de Obama ha sido “Lo mejor está por llegar”. Si algo ha caracterizado a Obama ha sido el modo como ha ido sembrando esperanza, la manera de abrir las ventanas para que, a su través, entre un paisaje bello y fructífero que ofrezca alicientes para afrontar el futuro que, casi siempre, se nos muestra menos halagüeño que el presente. Esto, dicho hoy, en medio de la brutal crisis mundial, alcanza un importante significado, porque si lo mejor está por llegar y aún no hemos conquistado lo bueno, el futuro va a ser una progresión harto satisfactoria. En medio de la fatal moda de pesimismo con que algunos gurúes de la Política y la Economía nos amenazan, es bueno escuchar palabras de esperanza.
Desde que inició su carrera hacia la Casa Blanca todo han sido mensajes aleccionadores que han provocado entusiasmo en todos los ciudadanos. En Brandeburgo se declaró “ciudadano del Mundo”, lo cual eclipsó a aquella frase tan convencional de Kennedy cuando afirmó  que él “también era berlinés”. Allí fue donde, y cuando, puso tierra sobre el toque imperialista que había caracterizado a los “emperadores” de EEUU. Allí estuvo presente una humildad que luego ha caracterizado el proceder de Obama durante su primer mandato. “Es el momento en que podemos unirnos para salvar el planeta (…) Ninguna nación, no importa cuán grande y poderosa sea, puede vencer sola todas las amenazas (…) Rehagamos el mundo otra vez”. Y prometió “un nuevo amanecer para el mundo”, como si se tratara de un preámbulo para conseguir ese “mejor que está por llegar”. Nadie puede negar que esta esperanza es hija de aquella sembrada en Brandeburgo, cuando pidió que se derribaran “los muros entre los países que tienen más y los que tienen menos, los muros entre razas, entre tribus, entre credos, entre inmigrantes y nacionales”. Con estas palabras rememoró una frase lapidaria pronunciada en el mismo lugar por Reagan once años antes: “Señor Gorbachov, derribe ese muro (de Berlín)”, había voceado en alusión al famoso Muro que marcó el pasado de bloques herméticos y de Guerra Fría.
Cuando Obama llegó a la Casa Blanca, hace cuatro años, de aquella casa comenzaron a salir consignas diferentes. Hasta entonces solo los más enterados conocían como era la vida de los estadounidenses. El Ejército era la institución más conocida, siempre dispuesto a ir de un lugar a otro, a veces provocaban los conflictos para mostrar al Mundo el casi ilimitado poder de sus armas y la brutalidad de sus soldados. No se puede ahora decir que eso ha cambiado demasiado, -“el ejército más poderoso de la Tierra, y las mejores tropas que ha conocido el Mundo”, pronunció en ese último discurso Obama-, pero han sido muchas las oportunidades en que EEUU ha mostrado otros modos de actuar. Sin embargo, han aflorado matices y posiciones ideológicas inspiradas por Obama o por su equipo de colaboradores más cercanos. De cuanto entonces decía es bastante lo que ha transmitido en su discurso, aunque ahora lo haya hecho después de cuatro años en los que ha transformado el sistema sanitario y ha propiciado la legalización de tantos inmigrantes como viven, y vivían, en EEUU sin poder disfrutar de los derechos más básicos.
En este último discurso ha valorizado la Política, algo tan necesario en estos tiempos de absurdo descrédito hacia ella: “Sé que las campañas políticas pueden parecer poco importantes, incluso tontas. Y son carne de cañón para los cínicos que dicen que la política no es más que un enfrentamiento de egos o un territorio en que disputan grupos de intereses. Pero si habéis tenido la oportunidad de hablar con las personas que han acudido a nuestros mítines, o si habéis visto a los voluntarios que trabajaban hasta altas horas de la noche en una oficina de campaña en algún rincón remoto, habréis descubierto otra cosa”. Cínicos les llama, por tanto, a quienes la vilipendian. Y tira de la Política para pergeñar un futuro mejor para nuestros hijos: “Queremos que nuestros hijos vivan en un país que no esté acosado por la deuda, que no esté debilitado por las desigualdades, que no esté amenazado por la capacidad destructiva de un planeta que se calienta. Queremos transmitir un país seguro, respetado y admirado en todo el mundo, un país que avance con confianza más allá de esta época de guerra para construir una paz basada en la promesa de libertad y dignidad para todos los seres humanos”.
No renuncia a unos EEUU poderosos, pero incorpora palabras de importante significado humano: “Creemos en un EEUU generoso, un EEUU compasivo, un EEUU tolerante”. Se trata de un discurso nada exento de estética: “Este país tiene más riqueza que ningún otro, pero no es eso lo que nos hace ricos. Tenemos el ejército más poderoso de la historia, pero no es eso lo que nos hace fuertes. Nuestras universidades y nuestra cultura son la envidia del mundo entero, pero no es eso lo que hace que el mundo venga sin cesar hasta aquí. Lo que hace que EEUU sea excepcional es la convicción de que tenemos un destino común, la libertad por la que tantos estadounidenses han luchado que acarrea responsabilidades además de derechos. Y entre esas responsabilidades están el amor, la generosidad, el deber y el patriotismo”.
La palabra “esperanza” está presente en muchas partes del discurso, precisamente para subrayar que la sociedad que pretende construir será una sociedad que ofrecerá oportunidades para todos: “Creo que podemos cumplir la promesa de nuestros fundadores, la idea de que, si una persona está dispuesta a trabajar duro, no importa de donde venga ni qué aspecto tenga ni donde ame. No importa que sea negro, blanco, hispano, asiático, indio americano, joven, viejo, pobre, rico, capacitado, discapacitado, gay o heterosexual; en EEUU, si está dispuesto a esforzarse, puede conseguir lo que sea”. Es en ese futuro mejor en el que fundamenta su llamada a un patriotismo que está por encima de la suma de las ambiciones individuales y por encima de los designios y empeños de sus diferentes estados: “Somos, y siempre seremos, los EEUU de América”.
Un somero análisis de los resultados distribuidos por grupos sociales o de edad es suficiente para constatar la división ideológica ante las ofertas de los dos contendientes Obama y Romney. Nunca como ahora los votantes han respondido de modo tan diferente según su procedencia social y sus características. El conservadurismo de Romney ha atraído a los grupos más acomodados social y económicamente. A Obama le han votado en mayor medida las mujeres, y en mucha mayor medida los negros (93%), los hispanos (71%), y los asiáticos (73%). Le han votado en mayor medida también los más jóvenes (el 60% de los comprendidos entre 16 y 26 años), sobre los que recaen las carencias y amenazas más importantes: acceso al empleo, acceso a la Educación y a la Formación. “Lo mejor está por llegar”, ha dicho Obama a quienes le han votado, y también a quienes no le han votado. Sabe que el futuro se conquista con esfuerzo pero, sobre todo, armándose de optimismo para que la lucha y los impulsos individuales se conviertan en un infinito impulso colectivo.

Fdo.   JOSU  MONTALBAN

OBJETIVO: ZAPATERO
(Este artículo fue escrito y publicado en Marzo del año 2010, cuando El Presidente Zapatero estaba siendo atacado tan duramente por el PP y sus poderes mediáticos. Por eso le traigo aquí, sobre todo por los dos párrafos finales que cobran plena vigencia actualmente, para deshonra del PP y del actual Presidente Rajoy) 

Empieza a ser preocupante el ensañamiento de la derecha española con el Presidente del Gobierno. No tanto lo es el que mantiene el PP con el PSOE. Da igual qué tipo de problema se plantee y da igual si el ámbito de afección del problema es público o privado, al final siempre encuentran un resquicio por el que las críticas, y descalificaciones desembocan en Zapatero. La obstinación recuerda a aquella de mediados de los noventa cuando Aznar puso de moda la famosa frase “váyase señor González”. Los tiempos no son iguales, ni lo son las circunstancias, pero la estrategia de los populares sí lo es porque, habiéndoles salido bien en aquella ocasión, creen que en ésta van a obtener un éxito equiparable. Lo cierto es que la evolución social y política desde que Zapatero gobierna permite hacer un balance positivo a su favor, aunque sus detractores carguen a sus espaldas todo el mal que nos aqueja.

La legislatura actual inició su andadura en un tiempo que estaba marcado por una crisis mundial que se expresó en España con cierto retraso, a la que el Presidente, con su optimismo llamó recesión. Los líderes del PP cargaron las tintas en ello forzando que dijera la palabra “crisis”, porque de ese modo se hacía más responsable (culpable) de haber colaborado en su provocación. Utilizaron el tremendismo, negándose a aceptar que la crisis (o recesión) acontecía por causas ajenas a España, y negándose a admitir que las consecuencias iban a afectar a nuestro país de modo diferente, porque nuestra economía se había mantenido próspera con la estrategia del ladrillo y la burbuja inmobiliaria, más inestable que las otras economías. Lo siguiente fue proclamar a los vientos que, ante tal situación crítica, Zapatero permanecía impasible, echando tierra sobre las innumerables medidas tomadas y aprobadas por el Parlamento tras debates repetitivos en los que Zapatero y el PSOE ponían la voluntad para resolver los problemas reales, y Rajoy y el PP ponían el empeño en acrecentar el alcance de la crisis para generar en los ciudadanos la atmósfera y el inconformismo más adversos posibles contra Zapatero.

Esta estrategia del PP se desvirtúa en dos hechos importantes. Jamás fueron presentadas propuestas reales por parte del PP. Cabe la posibilidad de que ninguna de las medidas les satisficieran, lo cual les debía haber llevado a presentar programas y propuestas alternativas. No lo han hecho. Y cabe la posibilidad de que alguna de las medidas promovidas les valieran, lo que debería haberles llevado a admitir la idoneidad, dando lugar a consensos que, ahora mismo, tan de moda están en el debate político. El segundo hecho es que actualmente ya se habla de forma generalizada de la aparición de brotes verdes que anuncian el comienzo del final de la crisis (o recesión). Si aceptamos la tesis primera del PP por la que censura que el Gobierno no ha hecho nada para resolver la crisis habrá que convenir que la crisis no era tan grave, y quizás tenía razón Zapatero cuando la llamaba recesión. O admitir que las medidas adoptadas no han resultado tan desacertadas como denunció el PP que eran cuando fueron presentadas. Y habrá que aceptar que la raíz de la crisis y su ámbito trascendieron siempre a los Estados e incluso a la Política en general.

¿Dónde desembocaremos tras esta crisis? No lo vamos a hacer en el lugar en que le gustaría a la derecha. La crisis comienza a mostrarse a la vez que disminuyen los índices de crecimiento de la Economía, pero tiene su consecuencia más dramática en el crecimiento del desempleo, el repunte de la pobreza, el riesgo de exclusión de los más vulnerables y la tensión social derivada de una percepción nociva y errónea (alimentada por el conservadurismo de la derecha) de hechos como la inmigración o la seguridad ciudadana. La derecha siempre ha sacado provecho de estas tensiones. Si en esta ocasión hubiera dispuesto del instrumento que es el Gobierno, o la mayoría parlamentaria, también lo hubiera hecho flexibilizando la legislación laboral, privando de derechos a los más débiles, culpabilizando a los excluidos de su propia exclusión, impermeabilizando las fronteras, o atemorizando a los ciudadanos para que les den el OK a medidas que ampararán a los más ricos ante la amenaza de los parias de la Tierra. Si la derecha no lo ha hecho ha sido porque Zapatero, siempre que ha podido, se ha preocupado de repetir que la crisis (o recesión) se tenía que resolver sin que produjera ninguna merma de derechos ni dignidades a los más desfavorecidos. Y lo ha cumplido. Ese es su gran valor como dirigente y como político. Es también lo que ha ensañado a esta derecha española mucho más aficionada al sable que impone que a la palabra que convence, mucho más proclive a la caridad privada (optativa) que a la solidaridad pública (obligatoria).

En su intervención del Pleno de Investidura Zapatero expresó su idea de España utilizando un término al que nos tiene poco acostumbrados el argot político: “un país próspero y a la vez decente”. La derecha española no digiere la contundente reflexión de Zapatero en aquel debate:”Es sabido que ante coyunturas económicas adversas existen dos caminos: uno busca la salida en los recortes sociales, otro en la solidaridad. Creo resueltamente en el segundo camino, el de la solidaridad. No, señorías, no habrá recortes en derechos sociales”. Por eso la derecha ha abierto la veda contra Zapatero.

Fdo. JOSU MONTALBAN
Diputado en Cortes por Vizcaya (PSE-PSOE)

lunes, 19 de noviembre de 2012

POR  UNA  IZQUIERDA  DIDÁCTICA
El castigo que el Gobierno del PP está infligiendo a la sociedad española es muy doloroso. Amparándose en la situación económica, a la que califica de catastrófica, todo recorte presupuestario les parece escaso. La opción de la austeridad ha sido la elegida. Sin ofrecer ninguna alternativa a la debilitada oposición en el Congreso de los Diputados, hace valer su mayoría absoluta como si se tratase de una apisonadora, desoyendo las demás propuestas procedentes tanto de las izquierdas como de los nacionalismos, cuya adscripción ideológica es la conservadora. A las constantes alusiones de la oposición que reclama otras fórmulas para vencer o atenuar la crisis, basadas en la reactivación de la economía, Rajoy responde como un papagayo que lo prioritario es alcanzar el déficit cero y rebajar la Deuda Pública. De poco sirve que le adviertan que la Deuda más peligrosa y abultada es la deuda privada porque para cuando alguien osa decírselo en tono elevado él ya no está presente.
Ahora mismo son muchos más los economistas e intelectuales que pregonan y se posicionan en la opción de reactivar la Economía sin descuidar la disminución de la Deuda, para lo cual es preciso evitar los déficits abultados, pero el Gobierno no está dispuesto a escuchar a quienes hablan pensando en todos los ciudadanos y en su bienestar, sino que lo está para escuchar y repetir lo que le dicta el oráculo de Ángela Merkel. Quienes tienen en cuenta a la colectividad tienen presentes las estadísticas del empleo (crecimiento del paro), las mediciones de los índices de pobreza (en aumento) y los análisis meticulosos que los especialistas dedican a las políticas necesarias para desarrollar el Estado de Bienestar. Si el Gobierno no recorre las mismas sendas es porque todos los parámetros negativos juegan a favor de sus intereses ideológicos o partidistas.
Recientemente he leído las aportaciones de dos intelectuales griegos, -Costa Gavras y Petros Markaris-, como respuesta o reacción a los ajustes y calamidades que vienen sufriendo sus paisanos. Uno es director de cine y el otro es escritor; ambos han hecho suficientes méritos como para ser tenidos en cuenta de modo preferente, sin embargo sus reflexiones sirven mucho para el diagnóstico pero menos para la terapia a aplicar. Por ejemplo Costa Gavras afirma que “es nuestra civilización la que está en crisis, no solo la economía. Es necesario rehacerlo todo, empezar de cero, la economía, el medioambiente, la sociedad en general…No es aceptable que haya personas riquísimas mientras millones de ellas mueren de hambre o duermen en la calle”. Por su parte, Markaris ha subrayado: “Ahora llega, o quieren que llegue una nueva clase proletaria con personas formadas que, sin embargo, ganan 400 euros al mes (…) Viene ahora la troika y nos dice que la jornada laboral tiene que aumentar dos horas. Lo exigen en un país donde un tipo se tira ocho horas diarias detrás del mostrador de su tienda y entran dos clientes al día (…) ¿Qué sentido tiene? Quieren que las condiciones laborales bajen tanto que aceptemos cualquier cosa, y lo lograrán caiga quien caiga”. ¿Se puede objetar algo a ambas apreciaciones? ¿No son suficientemente sintomáticas de la  escasa dimensión humana que aplican los economistas y políticos de derechas actualmente?
Estaría dispuesto a admitir la ineficacia de la Política para resolver o atenuar la crisis si previamente los economistas y los responsables financieros fueran capaces de aceptar que sus intenciones ocultas son, por medio de especulaciones diversas, convertir la Economía en un potente instrumento para revertir en un nuevo marco u orden social que acabe con el actual modelo de Estado de Bienestar, e imponga un nuevo orden ultracapitalista, en el que unos pocos acumulen la riqueza y el poder mientras la inmensa mayoría sufre las consecuencias de los desequilibrios, percibiendo salarios escuetos y escasos. Claro está que quienes obran de ese modo no se comportan como meros economistas sino que se sirven de la Política  para apuntalar sus teorías. Por eso deberían las izquierdas políticas redoblar el esfuerzo en el plano del didacticismo. La lucha política partidista se empeña en procurar los adeptos de cada cual mediante el descrédito de los otros. Para ello todo vale, recurriendo a hechos oscuros, a posibles corruptelas cometidas por los otros, que son contrarrestadas con denuncias de otras corruptelas o irregularidades en el bando denunciante.
Sin embargo, ejercer un didacticismo serio evitaría que los ciudadanos asumiesen y aceptasen las medidas tomadas por el Gobierno español como inevitables e imprescindibles. ¿Puede ser tal un desahucio que deja a una familia en la calle, puede serlo dejar a una familia abandonada a su suerte, retirándola de toda ayuda económica? ¿Puede ser considerada como inevitable la retirada de la tarjeta sanitaria a una persona jubilada sólo porque se trate de una persona inmigrante? No cabe duda de que las Leyes fijan las condiciones que han de ser cumplidas para recibir una atención convencional en cualquier disciplina, pero los derechos humanos básicos, amparados por la Declaración de los DDHH antes que por la Constitución, deben convertirse en inalienables de la persona, es decir preeminentes ante las Leyes.
Es tiempo de ejercer el didacticismo por parte de los progresistas. Los líderes de las izquierdas españolas tienen que asumir  ese didacticismo como una urgencia, y desarrollarlo con el máximo rigor. El desempleo desmedido, los índices de pobreza crecientes y el deterioro de las políticas del Estado de Bienestar, que apenas significan nada para el PP y la derecha española, deberán espolear a las izquierdas para desarmar ideológica y moralmente a quienes amparados en la inevitabilidad espuria de lo que hacen , solo desean sojuzgar y convertir en súbditos a quienes tienen derecho a ser y a vivir como ciudadanos con dignidad.
FDO.  JOSU  MONTALBAN            

domingo, 18 de noviembre de 2012

GOBIERNO  PROVISIONAL
¿Estaremos ante la configuración de un gobierno provisional en Euskadi? Todos los síntomas denotan que de eso se trata. Tras la primera lectura de los resultados electorales del 21-O, todo hace presagiar que la brillante victoria del PNV ha resultado demasiado escueta, dejando al próximo Lehendakari y a su Partido en una encrucijada con dos únicos caminos posibles para garantizar al próximo Gobierno las condiciones idóneas y las virtudes que debe tener un Gobierno, máxime cuando va a gobernar en medio de una crisis económica y social de gran envergadura. Y no solo eso, porque ha de apechugar con el proceso de pacificación y el final definitivo del terrorismo, aún no consumado, y ha de administrar la pulsión nacionalista y secesionista que, iniciada en Cataluña, extiende sus intenciones y tentáculos por nuestra Comunidad Autónoma Vasca.
¿Puede gobernarse en minoría esta situación? Yo estoy convencido de que no es posible, porque aunque es evidente la dificultad para que los grupos que conformarán la oposición se ponga de acuerdo para elaborar leyes o proyectos alternativos a los que impulse el gobierno en minoría, será muy fácil que coincidan, por razones diferentes, en el rechazo a las propuestas que presente el PNV. Más aún, el enmarañado entramado institucional vasco pondrá todo de su parte para entorpecer la acción del gobierno. Las Diputaciones, en manos de tres partidos diferentes, y los Ayuntamientos más importantes, igualmente distribuidos de forma poco homogénea, malamente remarán en la misma dirección que el gobierno si no media un Pacto superior que lo determine. De modo que este Gobierno partirá con la debilidad de estar apoyado por muy poquito más que la tercera parte del Parlamento, y con la inestabilidad propia de los gobiernos débiles que, -como va a ocurrir en la Cámara Vasca-, tendrá en la oposición grupos tan diferentes, antagónicos e irreconciliables como son EHBildu, PSE o PP.
A falta de un liderazgo consistente el Lehendakari y su Gobierno se verán tan respaldados en público como censurados en lo privado por quien ha dirigido al principal grupo opositor suyo en el seno del PNV. Egibar actuará públicamente con la máxima lealtad, pero nada estará suficientemente garantizado dentro de Sabin Etxea. Sería bueno saber cuál ha sido el papel y la posición mostrada por Egibar en las negociaciones y en sus prolegómenos, pero no siempre una persona disciplinada en su proyección externa es condescendiente y acomodaticia en los avatares internos. De cualquier modo, estas reflexiones que yo traslado al texto solo están avaladas por las observaciones de la realidad y por las interpretaciones personales mías. Será mejor que, a partir de ahora, fundamente mis reflexiones en dichos y hechos constatables.
Las palabras del burukide Koldo Mediavilla en la rueda de prensa en la que anunció que el PNV había decidido gobernar en minoría fueron demasiado escuetas, y en todo momento supeditadas a acuerdos o coaliciones en el futuro. Si en el futuro aparecen tan nítidas, ¿por qué ahora se muestran tan difusas? ¿Qué se espera de esta legislatura para que se abra un nuevo tiempo que permita alianzas firmes? Las palabras de Mediavilla fueron contundentes: “no se dan las condiciones para conformar un Gobierno de coalición coherente y sólido”. Si bien, “se puede hablar de todo y llegar a acuerdos con todos con tiempo”. O sea, que las circunstancias son más importantes que lo esencial en este momento. Luego será prioritario hacer frente a esas circunstancias indefinidas que impiden ahora cualquier tipo de pacto. Ahora , lo más urgente para el PNV ha sido justificar su decisión. “Es preferibles acelerar la formación de un Gobierno de trabajo que dé respuesta a las urgencias económicas y presupuestarias del país, a pactar una alianza estable en unas condiciones que no son las idóneas para responder a los retos del país”, ha dicho Koldo Mediavilla.
Ahí está la auténtica clave de este asunto, en la definición de los retos del país, y en el riesgo que está cada cual dispuesto a asumir tras decidirse por un reto o por otro. El burukide admitió que “hay una demanda social de acuerdos, y rápidos”, pero todo quedó en remitir al futuro la consumación de tales acuerdos. Si el PNV quiere atender y dar respuesta a la demanda social a la que se ha referido, le caben dos posibilidades: o satisface la demanda soberanista de la mano de EHBildu, con el consiguiente riesgo de abandonar el marco constitucional y empujar a buena parte de sus votantes y simpatizantes al ámbito de la Izquierda Abertzale; o satisface la demanda de ámbito económico y social de la mano del PSE, dejando para tiempos mejores sus intenciones de modificar el status de Euskadi en su relación con España.
Esta disyuntiva produce vértigo en el PNV, porque le aleja de los cómodos caminos que siempre ha transitado. Porque salvo en las declaraciones más solemnes, repetidas en sus grandes celebraciones, la reivindicación del PNV no ha pasado del autonomismo, aunque basado en Derechos Históricos que, hábilmente, ha convertido en privilegios respecto a otras comunidades autónomas y regiones españolas.  Todas las propuestas de revisión del status, desde el Plan Ibarretxe hasta este otro que Urkullu ha esgrimido en la última campaña electoral, no han pasado de ser añagazas para obtener sufragios. Por cierto Añagazas inútiles y de escasa credibilidad.
En todo caso, ha de ser Urkullu el que resuelva sus dudas, supere su propio vértigo y elija el camino que mejor le parezca. Lo cierto es que la provisionalidad no es aconsejable para ningún gobierno, salvo porque no se sepa qué camino tomar. También cabe que sea la división que impera en el seno del PNV la que esté impidiendo a Urkullu tomar una decisión tan complicada o condicionadora del futuro. El resultado final va a ser que, en tanto se resuelva la provisionalidad, el Gobierno Vasco va a ser más débil y menos apoyado parlamentariamente que el anterior de Patxi López (27 apoyos a Urkullu, frente a los 38 –PSE y PP- que apoyaron a López. Y va a ser también menos estable como consecuencia de esa debilidad. Sobre su eficacia aún no hay nada escrito, pero la provisionalidad juega en su contra.
Fdo.  JOSU MONTALBAN      

domingo, 4 de noviembre de 2012

LA MEJOR RESPUESTA
La misma noche de las Elecciones participé en una emisora de radio en una tertulia cuya misión era comentar, analizar y sacar conclusiones de los resultados electorales. Compartí mesa con el moderador, un técnico avezado en interpretar resultados electorales y prever los resultados definitivos a mitad de escrutinio, y cuatro tertulianos que reflexionábamos conforme los resultados se iban convirtiendo en definitivos. Cada uno de nosotros pertenecía a uno de los cuatro partidos que han resultado ser los más votados. Mi impresión de aquel día no ha variado ni un ápice en el momento actual: los resultados no sacaban a nadie de la incertidumbre, porque ninguna victoria era suficiente y ninguno de los éxitos cosechados era definitivamente eficaz a tenor de las previsiones de futuro. Incluso las derrotas y fracasos tampoco cerraban todas las puertas del futuro ni eclipsaban todas las esperanzas. Ahora, una semana después, todo continúa del mismo modo y ya, apagadas las euforias, el magín de los líderes que concurrieron a los comicios anda deambulando por la senda de las especulaciones buscando el camino más expedito para garantizar la estabilidad y la eficacia que han de concurrir en el nuevo Gobierno para el nuevo tiempo.
Mi escueto resumen de aquel día afirmaba claramente la victoria del PNV; subrayaba que EHBildu no había cubierto todas sus expectativas porque seguiría mirando al nacionalismo desde demasiado atrás; arrumbaba el debate político y la política de acuerdos y alianzas hacia una encrucijada cuya elección requería valentía y claridad de ideas; y pretendí hacer una sencilla síntesis final definiendo el momento como “supeditado a una importante pregunta que, a mi modo de entender, sólo tenía una respuesta posible”. Como nadie me preguntó por la pregunta, ni por la respuesta, allí quedó mi reflexión y yo me llevé conmigo la respuesta.
Pudiera ser que el paso del tiempo, o los pasos dados por los líderes durante esta semana me hubieran bajado del burro, hubieran diluido la pregunta y hubieran clarificado la respuesta. Pero no, nada de eso. La pregunta permanece, implacable: ¿cuál será la composición del nuevo Gobierno Vasco? Y la respuesta mía tampoco ha variado nada: el único gobierno fuerte, estable y con garantía para solucionar problemas y pergeñar planes de futuro es el formado por los nacionalistas y los socialistas. La pacatería de unos y otros lleva a proposiciones extrañas. Hay quien propone un frente “independentista”, -que no abertzale ni nacionalista-, entre el PNV y EHBildu, sin pararse a interpretar que buena parte de los votos cosechados por el PNV (y procedentes de otras militancias y simpatías partidistas) lo han sido sólo para derrotar los delirios de EHBildu. Y hay quienes hablan de “geometría variable”, sin darse cuenta de que ambas palabras no resultan compatibles entre sí.
Es tiempo de liderazgos consistentes y de alianzas vocacionalmente firmes e inquebrantables. Los liderazgos son más consistentes cuando afrontan riesgos, mucho más que cuando ocultan la cabeza bajo el ala para no ver las dificultades. Las alianzas son más firmes e irrompibles cuando resultan comprensibles y fijan debidamente sus objetivos reales y últimos. PNV y PSE tienen razones consistentes para pactar con solo leer e interpretar algunas de sus andanzas más recientes. El PNV debe recordar los derroteros a los que se fue “condenando” tras echarse al monte con un Plan de cote soberanista (Plan Ibarretxe) que nació abocado a la derrota y al abandono. El PSE aún debe tener más reciente su error, tras firmar un acuerdo con el PP vasco, no solo rencoroso con todo lo vasco, sino proclive a la “españolización” (versión Wert), diseñada en las más oscuras cuevas del viejo régimen. Por si fuera poco, un acuerdo tan burdo como inconsistente que no solo ignoraba la victoria electoral del 2009 tal como se había producido, sino que estaba obligado a la ruptura prematura en base a la escasa lealtad mostrada por el PP durante su periodo de vigencia.
Así que, a falta de otros datos, dejándome llevar por mi intuición y mis reflexiones me permito proponer un acuerdo PNV-PSE como la mejor garantía de que el futuro nos pueda ofrecer seguridades y no incertidumbres.
Fdo.  JOSU  MONTALBAN