viernes, 27 de diciembre de 2013

EL DISCURSO HUECO DEL REY




EL DICURSO HUECO DEL REY


He dejado para hoy, dos días después, la lectura del mensaje que el Rey leyó para todos los españoles en la noche de Navidad. Lo hago, por tanto, tras conocer las opiniones de varios responsables políticos, así como el parecer de algunos comentaristas y tertulianos, empeñados en que sus opiniones no resulten estridentes.

Son los aires de la Navidad, tan abiertos e indiscriminados que nos llevan a felicitar las fiestas con el mismo énfasis a quien cena angulas como al que cena pollo asado e, incluso, a quien cena un bocadillo servido por una asociación solidaria. Por eso se analiza el discurso del Rey con tan escasa exigencia como el escaso rigor de quien, o quienes, se lo redactaron. Por eso, antes de comentar las palabras reales, conviene restar importancia a las opiniones cuya finalidad, lejos de analizar el texto con minuciosidad, se queda en no violentar a nadie, ni siquiera acercarse moramente a quienes, a buen seguro, solo podrían reaccionar ante las palabras del Rey blasfemando.


 Sí, es verdad que dijo algo de “los casos de falta de ejemplaridad en la vida pública que han afectado al prestigio de la política y de las instituciones”, pero esa ejemplaridad necesaria hubiera precisado de una coletilla que se refiriera a su propia institución monárquica. Y hubiera sido muy pertinente que su alusión a “una actualización de los acuerdos de convivencia” pasara por un acto de contrición, pues si alguien ha defraudado la confianza de la ciudadanía ha sido la Corona como institución.

También ha contenido el discurso alusiones a la crisis, pero ¿a qué crisis? Porque la crisis que nos afecta no es solo económica sino moral e ideológica. No es verdad que “la crisis empezará a resolverse cuando los parados tengan la oportunidad de trabajar”, porque esta crisis ya ha descapitalizado moralmente a la sociedad española, ha generado desigualdades flagrantes, ha multiplicado el número de pobres y hambrientos, ha dejado sin techo a demasiadas personas y ha convertido la pobreza en un riesgo cercano para muchos. Esto no puede ignorarlo el Rey. ¿De qué sirve subrayar que “los pensionistas están siendo el soporte de muchas economías familiares y agradecerles la ayuda”, sin haber adelantado que sus condiciones económicas han sido cercenadas mediante “reformas” excesivas en el sistema de pensiones y reducciones en sus jubilaciones? ¿En qué medida la Corona ha hecho esfuerzos parecidos?


Es verdad que “España es una gran Nación que vale la pena vivir y querer y por la que merece la pena luchar”, como dijo atribuyendo la frase a su hijo el Príncipe heredero. Pero no se trata de una frase memorable, cualquier español lo habrá dicho alguna vez, aunque bien se puede decir lo contrario en boca de alguien a quien las contrariedades le aflijan. Por lo que merece la pena luchar es por los españoles que viven en ella, y sufren en ella, y mueren en ella.


La invitación a las fuerzas políticas a que “sin renunciar a sus ideas, superen sus diferencias para llegar a acuerdos para afrontar el futuro”, no sirve para nada, y bien se ve que ha pasado el cedazo de los asesores del Presidente del Gobierno. En suma, un discurso huero que a nadie debió esperanzar, por lo menos a nadie de los parias o españoles sencillos que, ya faltos de fe, lugar de reclamar acciones firmes a favor de la igualdad real de todos los españoles, se han quedado en la mendicación de “oportunidades” para los desempleados y los pobres.


Esto era lo esencial, y no ha sido abordado con firmeza. Lo demás sirve para poco. Vacío.



FDO.  JOSU  MONTALBAN      

domingo, 22 de diciembre de 2013

REFERENDUM DE CATALUÑA: SER O ESTAR



REFERENDUM EN CATALUÑA: SER O ESTAR

A los nacionalistas catalanes no les basta con “ser”, quieren “estar”. Se trata de dos conceptos que a veces se confunden, o se usan indistintamente, pero que no deben ser equiparados. No les basta con ser catalanes, con sentirse y saberse a sí mismos catalanes; no les bastan sus modos íntimos de pensar, ni el amor y entrega a sus lugares o hábitats, ni esa especie de ensimismamiento que les embarga cuando hablan de un modo determinado, -su idioma-, incluso en lugares donde ese idioma no es oficial, ni el recurso a su propia Historia, previamente pasada por el tamiz que la libera de influencias foráneas, ajenas y perversas.

Ahora quieren “estar”: quieren tener un “estado”, para pertenecer a él y para que les pertenezca a ellos. Bien saben que el “Estado” que reclaman es otra cosa pero, al fin y al cabo, quieren “estar”, porque los nacionalistas, como humanos que son, también sufren carencias importantes, la más importante es que no están  muy seguros de que son, de qué son, de por qué son lo que son y, al final, de que su forma de ser sea inmejorable. No importa que haya señales inequívocas de que no son perfectos porque de lo que se trata es de ser independientes, de ser dueños de su destino aún admitiendo que su camino lleva a un abismo. A última hora siempre será “su” abismo, caerán  en él y morirán en el fondo del abismo, pero serán “su” fondo y “su” abismo los que se conviertan en “su” cementerio.

Los nacionalistas catalanes quieren preguntar a todos los catalanes, nacionalistas o no nacionalistas, si quieren pasar a la fase del “estar” en lugar del “ser”. Ellos saben que hay muchas formas de “ser” catalán, todas válidas y admisibles, como ha quedado demostrado a lo largo de los tiempos. Sin embargo, hay muy pocas formas de “estar”, en el caso catalán solo han encontrado dos: Estado y Estado independiente. Se puede ser catalán, y muy auténtico, sin grandes aspavientos, sin esfuerzos desmesurados e incluso sin tener que alardear a todas las horas. Pero el nacionalismo exacerbado que ha anidado en los líderes catalanes de ese sector nacional-ista les lleva más allá, a la delimitación del territorio y a la regulación exclusiva de las formas de vivir de quienes compartirán ese territorio.

En realidad, detrás de la imagen de los patrocinadores de la consulta soberanista hay mucha inseguridad, que influirá en sus vidas, como humanos que son. Sí, puede ser que algunos de ellos pregonen que a sus ideologías les mueven impulsos humanistas, pero les falta impulso humano, que es parecido pero no es igual. Necesitan “estar” porque no están seguros de que son. Necesitan marcar el terreno que les pertenece porque se sienten más seguros en un territorio de su propiedad. Sí, es un asunto de propiedad suya, que no están dispuestos a compartir por demasiados. Una vez que ostenten su título de propiedad y conformen el “estado”, cuando ya no necesiten esforzarse para “ser” porque “sean todos los que están”, entonces volverán a transfigurarse en las “fieras humanas” que compiten entre sí, que sobreviven, que dejan de ser a los ojos de los otros conforme empiezan a insinuarles a sus vecinos que sufren y que necesitan ayuda, es decir, que dependen unos de los otros.

Y entonces, precisamente entonces, ese “estado” dejará de ser una institución protectora de los más necesitados. Entonces las autoridades “estarán” en sus posesiones pero ya habrán dejado todo en manos del “mercado”, siempre dependiente, siempre interdependiente. ¿Qué extraño virus hace que izquierdas y derechas, capitalistas a ultranza y socialistas teóricos, coincidan en la búsqueda y seguimiento de una misma estrella, y les produce amnesia ideológica, y les aletarga su razón y condición humanas?

Fdo.  JOSU  MONTALBAN      

viernes, 20 de diciembre de 2013

DE MEMORIAS Y OLVIDOS





DE  MEMORIAS  Y  OLVIDOS


Se ha generalizado la costumbre de que quienes han presidido o formado parte de gobiernos e instituciones importantes escriban sus Memorias después de que abandonan sus cargos. Esto es posible porque hay importantes editoriales que han visto en ello a la gallina de los huevos de oro. Principalmente son los protagonistas de tales Memorias los que más se benefician de los huevos de oro, al menos según las noticias de los periódicos que informan de cantidades casi millonarias de euros, que traducidas a la moneda española más moderna se convertirían en cantidades multimillonarias de pesetas.


Se produce un hecho curioso en buena parte de los casos, pues algunos de los que escriben unos tochos abultados como Memorias, jamás se mostraron prolíficos en escribir artículos de opinión para explicar sus propuestas y decisiones mientras estaban en sus despachos institucionales. Peor aún, porque sus nuevas ocupaciones suelen someterles a obligaciones mucho más regladas y herméticas que precisan más tiempo para el trabajo y, por tanto, menos para lo accesorio. Y por fin, ocurre que cuando ocupan sus puestos en gobiernos e instituciones aún no han firmado sus contratos con las editoriales y mucho me temo que, por tal motivo, no cumplan su cometido a la vez que almacenan los documentos, de forma cronológica, pensando en sus futuros libros de Memorias. Estos tres factores negativos, que en algunos casos han llevado a pensar que muchas Memorias han sido escritas por “negros” a sueldo, solo pueden ser contrarrestados por lo suculento del montante de dinero que las editoriales pagan a los “memorables”.


¿Para qué sirven los libros de Memorias? Para bien poco cuando lo que se relata es lo que cada cual hizo cuando estuvo ocupando el cargo oficial. Porque en el tiempo ese su acción fue pública y, por tanto, suficientemente conocida para quien lee y escucha los diarios de noticias de forma habitual, y porque los secretos seguirán siendo tal a pesar del paso del tiempo, por lo que no aparecerán en las Memorias. Vean, por ejemplo, esta frase del ex Ministro Solbes, que ha publicado recientemente sus Memorias: “He intentado siempre no mentir,… y creo que lo he logrado en general”. “No mentir” no significa lo mismo que “decir la verdad”, porque quien dice una media verdad no está mintiendo, pero está omitiendo o añadiendo detalles que tergiversan las expresiones. Además cabe la posibilidad de que lograr no mentir “en general”, -como ha expresado el ex Ministro-, no suministre como información ni el más mínimo atisbo de verdad. Curiosamente su libro se titula “Recuerdos”. Es una pena que nunca podamos leer un segundo tomo que se titule “Olvidos”. ¿Cuál de los dos tomos resultaría más interesante? No tengo ninguna duda de que lo sería el de “olvidos”. Siempre se muestra como más halagüeño lo que no se llega a conocer completamente.


¿Por qué se empeñan en explicar hoy, lo cual solo sirve para alimentar el buche de las curiosidades, en buena medida arteras, lo que no se atrevieron a explicar cuando sus actuaciones eran trascendentales para la vida de los ciudadanos? ¿Les dio vergüenza entonces? ¿No estaban suficientemente convencidos de lo que hacían? Admito que la acción pública de los gobernantes es harto complicada, y que a lo largo de una legislatura son muchas las ocasiones en que un trabajo, una nota de aviso o una reflexión escrita en un folio, se quedan en el cesto de los papeles arrugados porque de entre varias ideas posibles solo hay una que culmina su misión, pero el cesto de los papeles es un sumidero tan definitivo que de nada sirve reverdecer esas ideas si sucumbieron a la reflexión de quien tenía que usarlas (por su mayor responsabilidad), y quien las aportó no tomó medidas drásticas cuando fueron aportadas y rechazadas.


Siento que este artículo está incidiendo más en un pasaje concreto de la Historia más reciente que en el hecho de que la promiscuidad excesiva de los “memorables” esté convirtiendo el género en una especie de patio de vecindad en el que cada cual dice aquello que le deja en mejor lugar ante sus vecinos, pero espero que sirva precisamente de ejemplo esclarecedor. Hasta tal punto es bueno el ejemplo que debe ser completado tras interpretar, desde los mismos criterios, las Memorias del Presidente que ya se anuncian, en las que no aparece ese pasaje según el cual Solbes anunció la crisis y sus fatales consecuencias para los españoles con la suficiente antelación. El Presidente Zapatero declinó tales consejos.


En todo caso las grandes librerías han habilitado ya estanterías específicas en las que exhiben todos los libros de Memorias, desde cuyas pastas los protagonistas nos miran con su mejor semblante. En las escuetas y arrinconadas secciones de librería de las grandes superficies comerciales también hay hueco para estos libros de Memorias, al lado de alguna novela de moda y de otros libros biográficos de personajes a los que la Historia les ha hecho un espacio imperecedero. Se trata de Memorias expuestas que no se pueden sumar para conformar una Memoria compartida, porque han sido escritas con cierto afán divulgativo, pero sobre todo con intención redentora. Siguiendo a Machado bien cabe concluir que cada libro contiene una verdad, la de su autor y protagonista, porque la Verdad sobrevuela las estanterías y se va formando conforme cada uno de nosotros disecciona y analiza las anatomías de los libros.


Sin embargo no seré yo quien defenestre al género. Los libros de Memorias han llegado a constituir un género literario con personalidad propia mediante el cual el lector se ha inmiscuido en la vida del autor, que ha hecho de cicerone a lo largo de las páginas del libro. Leído con espíritu constructivo mueven a reflexiones bien productivas; leídos con espíritu crítico suscitan debates difíciles de controlar pero, en todo caso, útiles; leídos desde la anuencia incondicional se convierten en lo que haya querido su autor: si sólo se trata de un relato, el lector se sentirá escuetamente informado, pero si se trata de un texto panfletario el lector no pasará de convertirse en un adepto (y adicto incluso) a la causa del autor.


Cuando las Memorias se circunscriben a un periodo concreto y limitado de la vida del autor, que haya estado marcado por una misión o trabajo concretos, la tentación de convertir el libro en un pliego de descargo sobre los hechos relatados suele ser muy alta. Por eso, cuando surgen a la vez dos libros de Memorias que relatan lo acontecido en el mismo tiempo, con dos protagonistas que compartieron espacios, misiones y objetivos, pueden surgir contradicciones como las que se vienen aireando tras comparar lo escrito por Solbes y Zapatero en sus respectivas Memorias. ¿Con qué versión tenemos que quedarnos, con el dato redentor publicado por Solbes o con la omisión de Zapatero? Yo me quedo con el sencillo hecho de que Solbes y Zapatero porfiaran por algo concreto. ¿Alguien cree que Solbes y Zapatero eran iguales en sus matices ideológicos y en las responsabilidades que pesaban sobre cada uno de ellos? Las diferencias que pudieron mantener en aquel momento constituyen, en sí mismas, una riqueza para el socialismo español.


Lo ya dicho, queridos lectores, pero conviene añadir mi convicción personal de que lo que convertiría a las Memorias (a cualquier Memoria) en documentos valiosísimos serían precisamente los olvidos que, por pudor o por vergüenza, no aparecen en ellas. Y si son los olvidos (que si son voluntarios son omisiones) los que aportan la mayoría de su valor a las Memorias, justo es decir que las añadiduras no aportan ningún valor si su única intención es buscar la redención del protagonista. Más bien, creo que una añadidura únicamente redentora devalúa a cualquier texto de Memorias.


Fdo.  JOSU  MONTALBAN       

sábado, 7 de diciembre de 2013

¿Y  SI  HICIERAN  HUELGA  LAS  ONGs?
Durante varios días el Banco de Alimentos de Bizkaia, a la vez que otros Bancos de otros lugares de España, ha volcado más esfuerzos de los habituales para hacer acopio de alimentos de todo tipo para distribuirlos por toda Bizkaia. El botín (ya sé que “botín” no es la palabra más apropiada) ha sido importante. Las cajas en que se han recogido los artículos se han llenado y vaciado varias veces, las furgonetas habilitadas para estos días han hecho kilómetros y kilómetros para almacenar el material acopiado, pero ha habido más, mucho más, porque el espíritu solidario se ha puesto en candelero de un modo muy especial. En las grandes tiendas o superficies era raro que alguien saliera sin llevar una bolsa, más o menos llena, destinada al Banco de Alimentos. Del mismo modo ha resultado sorprendente la efusión de los voluntarios que han acudido en ayuda del Banco de Alimentos. Como si de este modo, voluntarios al servicio de una ONG y consumidores obedientes al dictado de sus conciencias, quisieran demostrar en la práctica que lo que habían divulgado los medios informativos es cierto. Habían dicho, justamente el día anterior, siguiendo la línea expuesta por la Cátedra de Prevención y Responsabilidad Social Corporativa de la Universidad de Málaga, que la solidaridad crece significativamente en tiempo de crisis.
Así lo refleja el estudio citado. El responsable de la Cátedra ha dicho que “se hacen más actos de solidaridad que antes por puro sentido común, ya que la gente necesita más”. Lo ha dicho en unas jornadas sobre Responsabilidad Social Corporativa (RSC) de las empresas, e hizo una clara diferenciación entre las acciones de las grandes empresas, que les sirven a la vez para publicitarse, y las más pequeñas, que sufren lo indecible para poder cumplir escuetamente sus deberes sociales, así y todo, la crisis resulta un buen acicate para convertir en dadivosos a los mezquinos. El caso es que cuando se hizo público el dato el Banco de Alimentos ya había lanzado su encomiable campaña que atosigaba a las conciencias de los más poderosos que, ¡ay!, como no son precisamente ellos los que ejecutan sus compras, no tuvieron que depositar sus bolsas en las cajas petitorias.
¿A qué ha respondido cada uno de los donantes? Unos a la llamada de la generosidad, que empuja a ayudar al que vive en inferioridad desde el convencimiento de que todos tenemos los mismos derechos porque todos somos iguales. Otros a la llamada de la caridad que mueve la compasión hacia quienes sufren carencias de lo que a otros les sobra. A los primeros se les aparece un diablillo juguetón después de haber sido generosos; a los segundos les embarga la complacencia de haber ayudado al que no tiene o tiene menos, siguiendo la obra de misericordia que aprendieron, junto a otras, en su catequesis infantil, como una obligación dictada por su correspondiente religión para acceder al Paraíso. A estas dos acciones se las confunde con la solidaridad. Desde luego que detrás del hecho de adquirir unos productos con intención de donarlos a quienes tienen menos hay un impulso solidario, pero la solidaridad en tiempo de crisis no puede quedar al libre albedrío de la gente, a su capricho. La solidaridad ha de ser impuesta por el Estado, aunque entonces ya no pueda ser llamada del mismo modo; ha de ser más una consecuencia de la acción social y política que la derivación del comportamiento más o menos generoso y caritativo de la gente. Cuando cada cual ha depositado su bolsa de alimentos se ha producido un gesto digno de admiración, pero incluso esa admiración es mensurable y, con toda seguridad, habrá habido quien ha hecho ostentación al hacer entrega de la bolsa de plástico, aunque en su interior no hubiera un contenido acorde con su poder económico.
Son bastantes las campañas “caritativas y generosas” que tienen lugar en las vísperas de la Navidad. Los corazones se reblandecen, las miradas se amansan, las manos e abren con mayor facilidad y todos abogamos porque en cada casa no falte un mazapán, un pedazo de turrón y una botella, aunque sea la más pequeña, de sidra achampanada. Y claro, si la crisis nos aprieta esos productos se convierten en prohibitivos, ya sea porque no es necesaria, ya sea por su precio o quizás porque la sociedad ejerce de cancerbero que ladra en la conciencia de los más pobres cuando cometen algún dispendio. El Banco de Alimentos es una Institución ejemplar por la labor que desarrolla, pero sobre todo es ejemplar por la labor de denuncia que lleva implícita. Que exista, solamente que tenga que existir, constituye un grito de dolor de quienes no tienen alimento suficiente y, por tanto, tienen hambre. Es una voz despiadada que reclama a los poderes públicos que cumplan con su obligación, que quizás no sea que todos lleguemos a ser ricos, pero lo que es seguro que no es es que algunos sean tan pobres que tengan que reclamar lo más básico: la comida. La existencia del Banco de Alimentos en España constituye una solemne denuncia del incumplimiento del Artículo 39 y siguientes de la Constitución Española, sobre los principios que han de regir la política social y económica. Por cierto, vulneración de la misma Constitución que con soberbia enarbolan algunos en defensa de la propiedad privada y el derecho a heredar.
El acopio de alimentos obedece a un gran y noble impulso, pero responde a la constatación de que la sociedad que resulta de la Política desarrollada por el Gobierno español (y por otros Gobiernos) es desequilibrada, inequitativa e injusta. Las injusticias se resuelven con justicia; la solidaridad ejercida individualmente sirve para que la injusticia se note algo menos. ¿Y si un día hacen huelga indefinida las ONGs, qué será de los parias de la Tierra?
Fdo. JOSU  MONTALBAN  

jueves, 28 de noviembre de 2013

OPORTUNISMO  DEL  PP

No se pueden negar las importantes dosis de oportunismo y de cinismo que le asisten al PP cada vez que se pronuncian sobre el terrorismo. Ya son dos años desde que ETA anunció que no se producirían más acciones terroristas pero ¿ha observado usted, querido lector, muchas diferencias  en los pronunciamientos de los señores del PP respecto a tal asunto a lo largo de los tiempos? Yo no tengo dudas de que la Izquierda Abertzale (IA) está siendo demasiado mezquina en sus valoraciones sobre el hecho terrorista ya finiquitado, al menos en teoría, pero la sociedad ha dado sobradas muestras de que quiere rubricar el final anunciado por ETA, con planes de convivencia que convierten el futuro en una época de concordia y paz evidentes. Sin embargo el PP continúa, erre que erre, poniendo sobre la mesa interpretaciones de cuanto acontece que no se corresponden con la realidad.
Mientras no se demuestre lo contrario ETA permanece en el letargo anunciado, que fue adelantado como definitivo. Como tal permanece, a pesar de que nunca falten intervenciones inoportunas, como la de Hasier Arraiz, que se negó a rechazar el pasado de la IA, que fue la ilegalizada Herri Batasuna. La inoportunidad del presidente de SORTU llamó al oportunismo del resto de las formaciones vascas cuyos líderes posaron ante los medios informativos subrayando lo evidente, por cierto, una evidencia que ya comparten buena parte de los partidarios de la IA que se han convencido, por fin, de que ETA y la Democracia en que vivimos desde la muerte del Caudillo Franco siempre fueron incompatibles. Pero el oportunismo del PP siempre ha ido un poco más lejos, sin duda para aprovecharse de las circunstancias.
En los dos últimos episodios relacionados con ETA y la IA el PP se ha lanzado al ruedo como si se tratara de espontáneos taurinos en busca del beneficio de la posteridad. Cuando el Tribunal de Defensa de los Derechos Humanos de Estrasburgo ha ordenado intervenir sobre la Doctrina Parot, el PP ha mostrado tantas dosis de cinismo como de cobardía: en lugar de aceptar el veredicto prefirió cuestionarlo aunque sin esgrimir razón alguna, pero no tuvo arrestos para ignorarlo y combatirlo. No podía hacer otra cosa, ni podía ni debía, pero entonces ¿a qué responden los pronunciamientos en contra si nunca tuvo en su mente combatir la resolución por la vía práctica? El PP alimentó una vorágine incontrolable de asociaciones de víctimas que, salvo honrosas excepciones, nunca tuvieron otro objetivo que hacer de punta de lanza para abrirles el paso, por eso las agitó para protestar contra Estrasburgo, y sus líderes acudieron a las manifestaciones públicas convocadas por ellos, arriesgándose incluso a recoger voces de protesta e insultos como fruto de sus presencias en tales actos.
Aquí, en Euskadi, Hasier Arraiz les ha facilitado una nueva coartada. No son pocas las iniciativas y los proyectos que van tomando forma y fondo en Euskadi. Sin embargo, el PP ha encontrado una nueva oportunidad y ahora propone un nuevo lugar de encuentro con el PNV y el PSE “para desmentir a quienes hoy avalan a ETA”. ¿Quién avala hoy, públicamente, a ETA? Incluso Hasier Arraiz se ha desdicho de su insensatez. En todo caso, están sentadas las bases para una convivencia en paz, y bien que se preocupan los líderes de la IA en no trasgredir dichas bases.
Por eso la propuesta del PP vasco solo está basada en el oportunismo y contiene buenas dosis de cinismo. Todos los fundamentos de su propuesta han sido ya debatidos y conseguidos: la deslegitimación del terrorismo, la inexistente razón de ser de ETA, la legitimidad de las instituciones democráticas, la preocupación de la sociedad superada por el comportamiento de las formaciones políticas democráticas o democratizadas, el prestigio de los principios éticos, el rechazo social,…, todo ha sido conseguido. ¿Para qué insistir en remarcar protagonismos? ¿No es mejor que las iniciativas y proyectos empezados culminen con toda su fuerza y credibilidad, aupadas por todos? ¿Por qué no intenta el PP que se integre en todos los proyectos del futuro, también, la IA? La Historia más reciente no ofrece dudas, pero la construcción del futuro exige menos oportunismo y menos cinismo.
Resulta curioso, y chocante, que quienes tanto empeño ponen en apuntalar la memoria inmediata, muestren tantos remilgos en aceptar los contenidos de la Ley de la Memoria Histórica, que hace alusión a hechos suficientemente graves y, aún recientes, que provocaron más de un millón de muertos en España. ¿No encierra demasiado cinismo esta actitud?
¡Cuidado, que nadie deslice su imaginación por falsos derroteros! Franco y ETA, berdin da.
FDO.  JOSU  MONTALBAN      

miércoles, 20 de noviembre de 2013

GENERACIÓN  Y  REDISTRIBUCIÓN  DE  LA  RIQUEZA
Me Encuentro un tanto deprimido y asombrado porque cuanta más información se almacena en mi disco duro más contradicciones me asaltan. A mí, que soy un tipo que lee todos los periódicos y revistas que caen en emi mano, que son muchos, que escucho las noticias de todas las radios y televisiones y las paso por la planta depuradora de mi conciencia para hacer potables sus contenidos, que me paro ante los escaparates para ver la fluctuación de los precios como si me dedicara a calcular IPCs, que analizo a mi manera las añagazas con que nos intentan atraer los folletos publicitarios, me asombra la ligereza con que el sistema convierte las situaciones en euforias y amenazas, según convenga. Total, que quienes no tienen tanta información, porque no han querido recabarla o porque no tienen tiempo para hacerlo, viven en un “ay” porque sufren como hechos consumados las decisiones del Gobierno desalmado que nos está tocando soportar.
El capitalismo tiene estas cosas tan contradictorias: mientras la pobreza aumenta y los miserables se van multiplicando, los opulentos engordan sus andorgas, añaden ceros a la derecha de sus saldos bancarios y amplían los garajes en los que guardan sus suntuosos automóviles. La media, -que es esa cantidad que convierte en cincuenta y uno el salario promedio entre uno que gana cien y otro que gana dos-, es favorable en las previsiones y resultados que enarbolan quienes, desde los ministerios económicos, pregonan que “se ha parado la caída de la economía”. Recientemente el Banco de España ya ha anunciado por la boca de su máximo responsable que España ha salido de la recesión. ¿Cómo se mide la recesión? También en esto hay truco, porque aunque es necesario que en dos trimestres consecutivos haya tasas negativas de crecimiento económico para que un país entre en recesión técnica, basta con un solo mes en positivo para abandonar la recesión. Por eso las autoridades económicas hinchan el pecho para anunciar que hay luz al final del túnel. Pero los ciudadanos no paran de sufrir porque la señora Merkel sigue amenazando con controles y disciplinas que los más humildes saben que serán una buena tunda de golpes en sus costillas. Mucho más cerca todos anuncian reformas. (¡Atención, “reformas” es sinónimo de “recortes”!). Todavía no he escuchado una sola vez la palabra “reformas” para etiquetar a la implantación de algún provecho para las clases más bajas.
En pleno delirio de declaraciones, como las que hizo Botín cuando afirmó que a España están llegando inversiones y dineros en aluvión y desde todas las procedencias, la Ministra Báñez “da una vuelta de tuerca a la reforma laboral”. ¿Para qué? Si ya ha dejado a los trabajadores, que son mayoría aplastante en España (porque los desempleados deben ser contabilizados como tal), desamparados con la primera aplicación de la Reforma laboral, debemos esperar en nuevo mazazo, pues los expertos que se reúnen periódicamente para asesorarla son tan afines al neoliberalismo capitalista como ella y el Gobierno del PP al que pertenece.
No solo dará una vuelta de tuerca a la reforma laboral sino que la llave inglesa también apretará la tuerca de las pensiones, a las que con anterioridad ha sometido a una poda inverosímil e injustificada. También en este asunto la están asesorando gentes a las que el asunto les trae bastante sin cuidado, porque su poder adquisitivo desmesurado les permite adquirir planes de pensiones privados cuantiosos. Quienes están llamados a aconsejar en este ámbito  apenas sufrirán mermas importantes en sus pensiones cuando cumplan los años correspondientes. La condición de “expertos” de las personas que asesoran bien poco tiene que ver con la “experiencia” que tengan. Puede que sean conocedores de los entresijos y vericuetos en los que se mueve la Economía, pero no conocen demasiado bien el mundo del trabajo, ni las limitaciones que va imponiendo la edad a la mano de obra y la productividad, bueno, no estoy tan seguro de que no lo sepan, pero sí de que no lo tienen en cuenta pues para ellos el trabajador de diferencia muy poco de un tornillo o de una máquina: cuando no sirve va a parar al mismo lugar, es decir, al desguace. Esa es la brutal verdad que guía al capitalismo. Los expertos que viene usando el PP para justificar sus decisiones son, salvo muy pocas y  honrosas excepciones, fieles partidarios de la brutalidad insolidaria del sistema capitalista.
Mi asombro se acrecienta al leer otros titulares de prensa: Por ejemplo, que los beneficios del Banco de Santander han subido un 77% y los del BBVA un 85%. Que Caixa Bank ha aumentado sus beneficios un 164%, y el Banco de Sabadell ha duplicado sus ganancias, a la vez que Bankinter ha aumentado su beneficio en un 115%. Las páginas de color sepia de los diarios no paran de sobresaltarnos y, al menos a mí, de encolerizarme, porque al lado de tanto exceso de ganancias se recogen otros datos muy chocantes, por ejemplo, que el empleo público se ha reducido en 161.000 puestos en el último año, y que el gasto de la prestación por desempleo evoluciona a la baja a pesar de que el número de desempleados permanece constante. Sí, los peones del Gobierno, con las señoras Báñez y Sáenz de Santamaría a la cabeza hacen su labor, tanto más fructíferas para sus intenciones arteras como sus falsedades y medias verdades se lo permiten. La última fechoría consistió en adelantar en rueda de prensa que más de medio millón de parados “hacían fraude” en la percepción del subsidio de paro. Sí, rectificaron después y aminoraron la cifra hasta niveles puramente testimoniales pero su intención estaba clara: se trataba de desacreditar a los parados “por tramposos y por vagos”, pues no en vano subrayaron la escasa disponibilidad de los parados para aceptar todo tipo de trabajos.
Y bien, ¿quieren más contradicciones? Las hay de muy diferentes tipos. Mientras desde el extranjero se empecinan en invertir en España (Botín dixi) y el mismísimo Bill Gates invierte en una empresa tan española como FCC de la presidenta Esther Alcocer Koplowitz haciéndose con un 6%. Mientras las exportaciones se sitúan en un máximo histórico tras crecer un 6,6%, y una empresa española (como otras muchas) se adjudica contratos en América Latina por 441 millones de euros, sorprendiendo incluso a Francia y Alemania que han visto caer el crecimiento interanual de sus exportaciones en un 2% y 1,1% respectivamente. Mientras todo esto ocurre hay un titular que nos administra un jarro de agua helada: “El crédito a las familias y empresas cae a niveles del año 2007”. Las familias han recibido casi un 5% menos en préstamos, y las empresas no financieras, es decir, las más pequeñas y buena parte de ellas de carácter familiar, han sufrido un recorte del 6%. ¿Para qué más? Contradicción tras contradicción porque el capitalismo constituye en sí mismo una dolorosa contradicción cuando se le valora e interpreta a la luz de los valores humanos.
El capitalismo genera riqueza que no reparte. Los neoliberales aseguran con absoluta desvergüenza que tiene un efecto distribuidor porque tanto sirve para proveer beneficios a los dueños del capital como salarios a los trabajadores, en muchos casos de miseria para favorecer la productividad, pero esta distribución ni es equitativa ni es igualitaria. El socialismo niega esa cualidad distribuidora que los capitalistas adjudican al libre mercado. La socialdemocracia, en el limbo intermedio, propone un proceso “re-distribuidor” que, tras aceptar ese libre mercado  que desean los neoliberales, implementa mediante las políticas fiscales y las medidas sociales que forman el llamado Estado de Bienestar. ¿Qué está ocurriendo ahora mismo en España? Algo tan sencillo como que el actual Gobierno del PP, empeñado en llevar a sus últimos extremos su fidelidad al capitalismo brutal en que se inspira, ha olvidado cualquier impulso redistribuidor. Y pasa también que la alternativa, el PSOE, debate si es socialista o socialdemócrata, sin tener en cuenta que las medidas tomadas por Rajoy en sólo dos años de gobierno, aprovechando el socorrido recurso a una crisis que nadie se ha parado a medir y estudiar realmente, han trasladado a los españoles un materia de derechos sociales a los últimos años del franquismo. Ahora mismo, por tanto, es más eficaz el socialismo que la socialdemocracia en España.
Si a la pérdida de derechos sociales sumamos la pérdida de derechos ciudadanos y la restrictiva lectura del uso que ha de hacerse de los espacios públicos, con que nos amenazan los gobiernos del PP en todos los niveles territoriales en los que gobierna, esto se parece bastante a un franquismo, pero sin Franco.
Fdo.  JOSU  MONTALBAN            

domingo, 17 de noviembre de 2013

NI  MENOS  MEMORIA  NI  MÁS  OLVIDO
Desde que el TEDH de Estrasburgo se ha pronunciado sobre la Doctrina Parot todo han sido sobresaltos, de tal modo que los dos años que hemos pasado sin terrorismo y sin ETA apenas han liberado de carga emotiva a quienes, desde el fuego asesino o desde las trincheras, vivimos tal tragedia. Puede que sea lógico pero la construcción de un futuro que supere el brutal y doloroso pasado exige que el presente no sea ni fláccido ni rencoroso. La Memoria, que se ha ido escribiendo en páginas indelebles, no es la suma de las memorias tan llenas de recuerdos de quienes vivimos y sufrimos aquellos tiempos. Si el anuncio de los encapuchados liberó nuestras conciencias de ciertos preceptos y ataduras, y nos dejó salir a la calle olvidándonos de peligros y guardaespaldas, debemos liberar nuestras conciencias de las ansias de venganza que con tanta frecuencia nos atenazan y nos mueven a opinar y actuar sin la más mínima generosidad.
Es verdad que tal vez no la merezcan los asesinos, pero ser generosos responde más al deseo de quienes lo sean que a la obediencia a un guión preestablecido. Es cierto que no han pedido perdón los etarras, y es cierto también que cuando, individualmente, han reconocido el dolor causado lo han hecho utilizando subterfugios que han pretendido justificar o atenuar sus responsabilidades como matones al servicio del terror, pero si aceptamos que vivimos un tiempo nuevo hemos de hacerle que parezca nuevo también en nuestros comportamientos y valoraciones. Si durante tantos años brutales y miserables los demócratas nos hemos echado en cara la utilización de la violencia etarra, -y de los sentimientos que ha suscitado en los ciudadanos-, para ganar adeptos en la lucha política y partidista, es evidente que ya ha llegado el tiempo de eliminar esa estrategia y dejar de enconar las relaciones entre las gentes regando las plantas de la venganza por un lado y las plantas del olvido por el otro.
Las Instituciones, que han de gestionar las leyes y reglas que dirigen nuestra convivencia, no paran de inventar. Ahora que el I+D+i sufre los embates de la crisis económica mediante una rebaja de los fondos destinados a ello, el tratamiento del “post-terrorismo” no para de inventar, desarrollar foros, lanzar iniciativas e incluso celebrar fiestas, pero en cada uno de los eventos resultan mucho más ostentosas las posiciones irreconciliables entre los grupos políticos y humanos que los acuerdos. La celebración del Día de la Memoria ha insistido en ese esquema. Se ha celebrado en cuatro o cinco sitios diferentes, y en cada uno de ellos ha habido presencias y ausencias de responsable políticos y sociales que han alimentado la controversia.
Del mismo modo, la salida de las cárceles de los presos de ETA a los que afecta la Doctrina Parot y el veredicto de Estrasburgo está generando ríos de tinta en los diarios, muestrarios de fotos, aludes de interpretaciones y, por si fuera poco, manifestaciones públicas en las que se profieren consignas claramente enfrentadas al respeto de los Derechos Humanos. La politización interesada de los colectivos de Víctimas, auspiciada por la fracción más reaccionaria de la derecha española, ha traído consigo este batiburrillo tan contradictorio que ha llevado a que los compañeros de su mismo partido hayan insultado a Arantza Quiroga (líder de la derecha vasca) que siempre se ha pronunciado en contra de ETA. Quienes, militando en el PP, han acudido a protestar contra el veredicto de Estrasburgo sobre la aplicación de la Doctrina Parot, se han apresurado a subrayar que su presencia en las manifestaciones ha obedecido a una muestra de solidaridad con las víctimas, exclusivamente. De no haberlo puntualizado cabe concluir que al PP, al menos a una de sus versiones, no le preocupan demasiado los Derechos Humanos, y se muestra dispuesto a criticar y despreciar las posiciones del Tribunal de Defensa de los Derechos Humanos (TEDH), que tiene por objeto preservarlos en Europa.
Se trata de reclamar a cada cual las dosis de decencia que cada cual debe aportar. Quienes salen de las cárceles deben guardar el regocijo en su interior, porque han sido terroristas y asesinos, y cualquier demostración ostensible de alegría es una agresión para las víctimas y para sus familias. Quienes sufren ausencias también han de superar sus traumas, pero siempre con el apoyo y la comprensión de quienes hemos aborrecido y rechazado el terrorismo aunque no hayamos sufrido sus consecuencias de modo directo. Los líderes de los partidos políticos, si se tienen por tal, deben preocuparse por construir el futuro y no por recrearse en la constante revisión del pasado. El Tribunal Europeo de Defensa de los Derechos Humanos, con sede en Estrasburgo, se ha expresado con la debida contundencia … Y con el debido rigor, con el rigor que le cabe en base al sistema político y social imperante. A nosotros nos toca hacer un esfuerzo de interpretación de lo acontecido huyendo de conceptos como victoria y derrota, que siempre están sujetos a interpretaciones caprichosas e interesadas.
El Profesor de la Universidad Rey Juan Carlos, Fernández de Casadevante, ha dicho: “Si no se acepta que hay víctimas y verdugos, y que no se les puede poner en el mismo plano, el problema no se resolverá”. Y ha dicho también que “no es posible una memoria compartida”. Verdades de Perogrullo que no admiten discusión, pero si el terrorismo se ha acabado, ¿para qué atrincherarse en sus aledaños? Busquemos la Verdad, no la verdad de cada cual. ¿Existe una Verdad que sirve para todos?
Fdo.  JOSU  MONTALBAN