jueves, 27 de junio de 2013

¡VAYASE,  SEÑOR  RAJOY!
Aún no he escuchado ninguna voz que pida a Rajoy que dimita. Crudamente. Y yo lo voy a hacer. No estoy diciendo que presente su dimisión en la Cámara de los Diputados, lo que traería aparejado que, una vez más, su mayoría absoluta le aclamase, le vitorease y le sacase a hombros por los pasillos forrados de mármoles vistosos del Congreso, sorteando los bustos de antecesores suyos, iluminado por los flashes, sonriente, haciendo con sus dedos la V de la victoria, seguido por detrás por sus fervorosos partidarios entusiasmados. No digo esto: digo que tiene que dimitir. Sin preámbulos de ningún tipo. Recuerdo al ensoberbecido Aznar, que nunca se expresó ante el Presidente Felipe González con el académico y educado término “dimisión”, sino que le pidió reiteradamente que se fuera como si fuera un proscrito: ¡Váyase Señor González! Es decir, abandone su puesto en el puente de mando, desaparezca, tírese por la borda, escóndase en la profundidad del negro océano, o muérase si fuera necesario. En una ocasión, cuando Zapatero y su Gobierno mostraron síntomas de gran debilidad, también Rajoy se atrevió  a conminarle por el mismo camino. “Usted es el problema”, llegó a decirle,… y tronaron los aplausos procedentes de los bancos de la derecha.
¿Y ahora qué? Pues bien, es verdad que los tiempos son difíciles, que administrar la cosa pública no es nada sencillo, que gobernar con responsabilidad exige mucha discreción y bastantes dosis de humildad. Toda euforia es gratuita, pero ya lo era cuando el Rajoy triunfador de las últimas Elecciones Generales salió a saludar al balcón más elevado de la sede del PP en la calle Génova. Aquella desbordada alegría, acrecentada por lo abultado de la victoria, fue el prólogo del libro que está escribiendo el Presidente Rajoy en el Gobierno y en su propio partido, el PP, del que es Presidente. Después de casi dos años de legislatura ni un solo logro puede apuntar en su Haber, aunque en su Debe se agolpa una lista bien nutrida de fracasos. Este hecho, que todos los españoles podríamos soportar e incluso admitir dadas las dificultades en que la crisis nos tiene inmersos, se convierte en una potente acusación precisamente por la soberbia con la que tanto Rajoy como su equipo se han comportado.
Nunca se ha administrado en España una mayoría absoluta con la rotundidad con que Rajoy lo viene haciendo. La democracia constituye un buen sistema para que las grandes mayorías muestren su ilimitado poder con buenas maneras. En manos de Rajoy el Congreso de los Diputados se ha convertido en un palmero de cuanto el Gobierno ha ido aprobando a golpe de Decreto-Ley. De algún modo esta práctica innecesaria ha hurtado a la Cámara del que es, quizás, el más importante de sus métodos: el parlamento. Como si se avergonzara de sus propias decisiones, Rajoy ha decidido por sí mismo lo que podría haber decidido con el beneplácito de su mayoría parlamentaria y, con algún mínimo esfuerzo de comprensión y condescendencia, también podría haber compartido alguno de sus éxitos con las demás fuerzas políticas minoritarias. Ha utilizado esta estrategia porque la mayoría de sus decisiones no han obedecido ni a cuanto dijo en su campaña electoral ni a lo que estaba contenido en el Programa que enarboló ante los ciudadanos. Ha basado su defensa en un sistemático ataque al PSOE, recurriendo a la socorrida táctica de culparle tanto de la crisis como de sus consecuencias.
Rajoy partió con un slogan poco creativo pero eficaz: “Lo que España necesita”. Esta frase, repetida hasta la saciedad a personas atribuladas por la crisis y sus dos consecuencias más inmediatas, el alto desempleo y el riesgo de pobreza y de exclusión social, cumplió con creces, pero pasado el tiempo el paro ha crecido hasta los seis millones (de los que dos millones de personas pertenecen a hogares con todos los miembros en paro), el riesgo de pobreza está ya por encima del 22%, es decir, que las amenazas se muestran ahora con mayor severidad y todas las frases que pudieron incitar a la esperanza se han quedado en una mezcla de melancolía y desconsuelo. En plena Campaña Electoral Arenas dijo que “el Programa del PP es el que creó cinco millones de empleos y está claro como el agua”, refiriéndose al periodo del Gobierno de Aznar. Puede afirmarse que el aumento del paro hasta los seis millones de personas es el gran fracaso, no en vano fue Rajoy quien afirmó en uno de los mítines más concurridos que “el Empleo es el motor de la Economía, pilar del Bienestar y clave de la Igualdad”. Fracasadas las políticas de creación de empleo impulsadas por el PP, la Economía vive momentos de recesión peligrosos, las políticas de Bienestar están sufriendo los más bárbaros hachazos, y la desigualdad campa a sus anchas, habiéndose abierto una grieta abismal entre la minoría más acaudalada y los pobres, que cada vez son más.
Y mira que fueron altaneros y soberbios los del PP cada vez que se referían al Gobierno socialista… En su Programa rezaba, nunca mejor dicho, que era “un Programa contra la resignación, para garantizar la educación, la sanidad y el bienestar de todos sin excepción”, pero llegados al poder se han comportado como siempre lo ha hecho la derecha: adueñándose de él y poniéndole al servicio de sus intereses. Sin embargo, los españoles solo pueden soportar tantos incumplimientos y estrecheces a base de resignación y de ir agotando sus ahorros quienes aún los conservaban. Es cierto que los Programas Electorales son un gran listado de buenas intenciones, cuyo cumplimiento suele chocar con la realidad, pero la mayoría electoral absoluta, obtenida por medio de añagazas y promesas que sabían incumplibles, les debería obligar a cumplir lo prometido. “Queremos una España en que los ciudadanos sean protagonistas de su propio futuro”, dijeron, pero exhortan a los jóvenes (aunque suficientemente preparados) españoles a que busquen sus empleos y orienten sus vidas en Alemania u otros lugares de Europa, o si pueden quedarse aquí, ganando sueldos de miseria en puestos de trabajo inseguros, y les dejan indefensos ante los patronos más desalmados. “Tenemos que asegurar la protección social para que nadie quede excluido”, dijeron, pero amenazan sin piedad con la insostenibilidad de las pensiones para disculpar sus disminución, implantan un copago farmacéutico también a los mayores que son quienes más medicamentos consumen, paralizan el desarrollo de la Ley de Dependencia y reducen las prestaciones derivadas de la Ley de Violencia de Género, reducen las partidas destinadas a las becas de Educación y Universitarias, impidiendo que muchos jóvenes de familias humildes se beneficien del objetivo igualador de la Educación.
El artículo da para bastante más, pero quiero enfatizar solo cuatro aspectos importantes en los que las contradicciones en que incurre el Gobierno de Rajoy son insoportables. “Fortaleceremos la independencia del Tribunal Constitucional como órgano, y la de sus miembros, mejorando los procedimientos de selección”, dijeron, pero su soberbia al imponer al Juez Enrique López, en contra de la opinión de buena parte de sus miembros demuestra que hablaban de mentirijillas. “Potenciaremos los programas de ayuda al desarrollo”, para que los ciudadanos del Tercer Mundo se desarrollen en sus países de origen, pero las Ayudas al Desarrollo se han reducido a bastante menos de la mitad. “Queremos ser influyentes (en Europa); para ello seremos socios leales y consecuentes, y promoveremos la estabilidad económica e institucional”, pero han convertido a España y a los españoles en súbditos europeos, acatando todas las órdenes sin sopesar sus consecuencias, siguiendo odas las líneas que les han marcado y aceptando todos los rigores que nos han ido imponiendo por infundados que pudieran parecer. Y dijeron: “Queremos lograr una España que sea respetada y admirada, que hará de la transparencia y la responsabilidad sus señas de identidad”, pero los periódicos, españoles y extranjeros, no paran de criticar a España, a su Gobierno y al partido –PP- en que se sustenta, porque la corrupción se ha instalado de tal modo que nadie escapa a esa costumbre, vicio o miseria de cobrar sobresueldos obtenidos mediante cambalaches y donaciones procedentes de donaciones corruptas.
De modo que Rajoy, como máximo responsable del Gobierno y del PP, ha engañado a España y a los españoles. O fue un frívolo y un timador cuando hizo su Programa Electoral, que sabía que no podría cumplir, o es un incapaz que no puede llevar a buen término su programa, tan plagado de buenas intenciones. Fue un galanteador y ahora es ya una especie de chantajista que repite como un papagayo que lo que está haciendo es “lo que España necesita” (slogan electoral). Mientras tanto España padece una anemia preocupante, y los españoles se están desangrando. Por lo uno y por lo otro: ¡Váyase Señor Rajoy!

Fdo.  JOSU  MONTALBAN                 

lunes, 3 de junio de 2013

TENSIONES, PRESIONES Y PENSIONES
Primero tensionan, después presionan, y por fin imponen sus medidas y consiguen los objetivos que se han propuesto. El Gobierno español está respondiendo, conforme a un programa preestablecido, a las presiones y mandatos de los Mercados, fielmente representados por Bruselas y la OCDE. El descrédito al que han sometido a España, junto a los demás países del Sur de Europa, constituyó un buen punto de partida. No solo los interesados sabuesos, defensores del Capital, porque a partir de los primeros ataques el Gobierno de Mariano Rajoy ha asumido todas las críticas, ha culpabilizado a todos los españoles, a partes iguales, de lo ocurrido, y ha mostrado un propósito de enmienda basado en la obediencia a todos los dictados procedentes de Europa.
Tensiones  
La crisis  y su tratamiento han tensionado la opinión pública hasta tal punto que todos nos mostramos dispuestos a flagelarnos, incluso resarciendo de todo culpa a quienes, con sus excesos y tocomochos, provocaron la incertidumbre y la ruina de muchas personas de las clases medias y a todas las de las clases más humildes. El Estado se ha encargado de asumir como si se tratara de deuda pública, lo que era deuda provocada desde las entidades financieras privadas. La tensión creció hasta llevarse consigo al Gobierno socialista de Zapatero, víctima de sus propias reservas y cobardías, y también de las falsedades esgrimidas en el programa electoral del PP, consistentes en un buen número de promesas que no estaba dispuesto a cumplir.
Presiones
Una vez conseguido el primer objetivo, que era dar el poder a la derecha, las instituciones europeas forzaron el ritmo de las denuncias y de las exigencias. Amenazaron con un rescate financiero  que llegó a producirse, aunque no con la estridencia con que aconteció dicho rescate en Portugal o en Grecia. Fue la coartada mejor para que Rajoy justificara ajustes y reformas que han incidido de modo brutal en las capas medias y en las franjas más vulnerables de la sociedad. Los hachazos que el Gobierno ha venido propinando a las personas que más requieren de la protección del Estado, han ido acompañados del descrédito de las propias estructuras sociales públicas (los sindicatos entre otros), la privatización de servicios básicos y el enflaquecimiento del Estado.
El último hato de presiones que Europa ha desplegado ante España han sido administradas estratégicamente. Haciéndose cargo de la difícil situación que atraviesa España, en buena parte provocada por la política de austeridad practicada a petición suya, la Comisión Europea ha concedido una prórroga al tiempo anteriormente marcado para la reducción del déficit. Pero a la vez le ha dictado una serie de reformas para cuya consecución ha impuesto fechas y plazos. Por dos años de prórroga en la remisión de los objetivos del déficit, -de una previsión del 2,8% en el 2016, se pasará al equilibrio en el 2018-, España deberá revisar su sistema tributario para marzo  del 2014 (aumento o imposición de IVA), evaluar críticamente los efectos de la Reforma Laboral para julio del 2013 (modificándola si fuera preciso para septiembre del 2013), mejorar la eficiencia del gasto público examinando las principales partidas para marzo del 2014, reducir los atrasos pendientes de la Administración, aumentar la relación coste-eficacia del sector sanitario, aprobar una Ley de Unidad de Mercado y abordar el déficit de la tarifa eléctrica para el final del año 2013. Este listado de deberes, que son obligaciones, lo completa otra de extraordinaria importancia como es revisar el Sistema Público de Pensiones, estableciendo que la edad de jubilación aumente en base a la esperanza de vida, y regulando el “factor de sostenibilidad” de las pensiones que estará basado mucho más en el equilibrio presupuestario del Sistema, tal como está concebido ahora, que en la dignidad de las cuantías.
Pensiones    
Las pensiones que cobran nuestros mayores y las personas que han quedado incapacitadas para el trabajo constituyen el pilar más importante del Estado de Bienestar, máxime ahora que muchos de nuestros mayores, con sus exiguas pensiones, constituyen el auténtico sostén y soporte de unidades familiares con importantes cargas derivadas del azote del alto desempleo que nos afecta. Cabe la posibilidad de que nos hallemos ante el más brutal ataque a nuestro Sistema Público de Pensiones, porque hace poco más de un mes el Gobierno decidió constituir un grupo de doce expertos (sabios) que elaborarán un documento que va a servir de base a la próxima reforma que el PP ha venido anunciando. Entre los “sabios” proliferan los que, en anteriores ocasiones, se han pronunciado a favor de los seguros privados: exactamente nueve de los doce han participado activamente en trabajos encargados por empresas aseguradoras o han trabajado directamente en ellas.
Este Comité de Sabios dinamita el famoso Pacto de Toledo, suscrito en 1995 con la práctica unanimidad de todos los grupos políticos que coincidieron en “la necesidad de excluir de la lucha partidista al sistema de protección social (de las pensiones) para encauzarlo dentro de un debate político sosegado que permitiera alcanzar el máximo nivel de acuerdo”. Por tanto los doce “sabios” podrían haber aportado sus experiencias en la Comisión correspondiente al citado Pacto para que fueran los representantes del pueblo, -el Parlamento-, los que decidieran democráticamente tras analizar sus aportaciones. Pero el Gobierno ha optado por este recurso, ladino y tramposo, de anteponer los criterios de estos “sabios” a la sabiduría derivada del debate parlamentario. “Los expertos son la coartada tecnocrática para arrebatar a la ciudadanía la capacidad para tomar las decisiones”, ha dicho con razón el diputado Joan Coscubiela. De tal modo han obrado en las últimas semanas, suplantando al Pacto de Toledo, hábilmente manejados por los servidores mediáticos del Gobierno y del PP.
¿Qué va a ocurrir con las pensiones del futuro? ¿Qué va a pasar a los futuros pensionistas, trabajadores aún activos hoy, que tras leer en la prensa los “rumores” previos intentan acelerar sus jubilaciones aunque sea a costa de disminuir sus cuantías? Cada mañana los periódicos nos ofrecen alguna nueva previsión que, a pesar de parecer simples especulaciones, termina por ser cierta. De entrada, el llamado “factor de sostenibilidad”, que debería entrar en acción dentro de dieciocho años (2032, tiempo en el que estaba previsto que la sostenibilidad del Sistema está asegurada), puede empezar a actuar ya, y no porque la sostenibilidad  esté peligrando ya, sino porque la compleja fórmula que se viene barajando para su aplicación plantea al Gobierno una doble vía de ajuste que supone en ambos casos cuantías inferiores  en las pensiones futuras. Ya no se va a tener en cuenta el IPC (coste de la vida), sino solo la evolución de ingresos y gastos del propio Sistema, peor aún puede ser para los futuros jubilados para los que se ligará la cuantía a la esperanza de vida en cada momento. De modo que lo que es un logro científico y social encomiable  (la alta esperanza de vida, quizás la más alta de Europa), pasa a ser un hándicap de cara al bienestar de los mayores en el futuro.
Otro montón de dudas se ciernen sobre la edad de jubilación. Cuando el Gobierno de Zapatero modificó la edad de jubilación para elevarla a los 67 años, de forma progresiva, después del año 2027, toda Europa debatía en este sentido, porque es verdad que el equilibrio cotizante-perceptor se tambalea como consecuencia de la esperanza de vida elevada y el también elevado desempleo, pero entonces había un espíritu mucho más constructivo entre quienes debatíamos en la Comisión del Pacto de Toledo y nadie, fuera de derechas o de izquierdas, se atrevió a proponer medidas drásticas porque también estaba presente la inquietud de todos porque las pensiones fueran suficientes y se fueran aproximando a las pensiones de los europeos. Ahora no se ve el mismo espíritu: el grupo de “sabios” tiene muy claro a qué patrón sirve. Les importa muy poco que España dedique actualmente 2,6 puntos menos de su riqueza que la Eurozona al pago de sus pensiones. Ante las críticas recibidas en relación a la vinculación de la gran mayoría de los “sabios” a las entidades aseguradoras privadas el Secretario de Estado de la Seguridad Social, Tomás Burgos, no ha dudado en subrayar que “el Pacto de Toledo es firme defensor de la complementariedad público y privada desde su fundación”.
Hay que admitir que es así, pero yerra al ser tan categórico al afirmarlo, porque únicamente aparece como una posibilidad admitida tal complementariedad. Es más, el Informe de Evaluación y Reforma del Pacto de Toledo recoge en tal sentido que “la Comisión sigue valorando positivamente que la protección social voluntaria, además de orientarse específicamente a un horizonte de ahorro a medio y largo plazo, sirva de complemento y mejora a las prestaciones de la Seguridad Social, salvaguardándose siempre el principio y las bases del sistema público de pensiones, y reafirmando que dichos sistemas complementarios tienen como objetivo el complementar y no el sustituir a las pensiones públicas”. Pero lo que resulta mucho más esclarecedor del espíritu de aquella Comisión es la inclusión de una Recomendación previa y fundamental que contó con la unanimidad de todos los grupos: “La Comisión defiende el mantenimiento y mejora del sistema público de pensiones, basado en el reparto y en la solidaridad”.
La futura Reforma de las pensiones ya está servida. Será importante que el Gobierno piense en todos los mayores que quieren conservar su dignidad, que saben que una pensión, aunque se trate de la máxima, no sirve para convertir en rico a quien no lo sea ya. Si piensa así, deberá lo primero de todo tranquilizar a quienes han escuchado rumores infundados de agoreros que creen, y anuncian a los cuatro vientos, que llegará un día en que no lleguen las pensiones para todos. Puede ser que lo que quiero aportar ahora a esta reflexión, alguno lo considere una verdad de Perogrullo, pero no me resisto a mostraros la aportación sencilla y sincera del Catedrático de la UPV Ignacio Zubiri en la Comisión del Pacto de Toledo: “El Sistema actual de pensiones es sostenible siempre que se acepte que parte de las pensiones se pueden pagar con ingresos generales del Estado… Esto implica que es necesario instrumentar un conjunto de medidas y compromisos que expliciten que, en caso de necesidad, se aportarán estos recursos y qué recursos se aportarán…Al mismo tiempo es preciso mejorar la equidad del sistema y la garantía que tienen los ciudadanos acerca del cobro de las pensiones futuras”. La intervención del Catedrático vasco aportó otras muchas esperanzas, como dando a entender que lo que hay que perseguir es un sistema que garantice la dignidad de los mayores, y hacer sostenibles las vidas, mucho más que hacer sostenible solamente el Sistema tal como fue concebido hace más de medio siglo. No debemos olvidar que las pensiones no son ajenas al Estado y a sus obligaciones protectoras de los ciudadanos, sobre todo de los más vulnerables.
Fdo  JOSU  MONTALBAN           
EL  LEGADO  DE  ZAPATERO.  EL  LEGADO  DEL  PSOE
Aznar abrió el frasco de las esencias. Los medios de comunicación se hicieron eco del modo más escandaloso: “¡Aznar puede volver!”. Y como casi ningún español de buena voluntad lo desea, han comenzado todo tipo de elucubraciones. Borja Sémper, el diputado popular guipuzkoano, se apresuró a publicar una ocurrencia: “Zapatero se consolida como el mejor ex-presidente de Gobierno”. Poco después, recriminado por algún compañero de su partido, puntualizó que Zapatero ha sido además “el peor presidente”. Este juego de hablar por medio de las Redes sociales, que no facilitan explicaciones extensas, es propio de mentes poco serias.
Hace pocos días escuché al Diputado de UPyD Toni Cantó responder a las preguntas de un comentarista televisivo que le pedía definiciones escuetas sobre diferentes personas del ámbito político, que Zapatero es “el peor Presidente español del periodo democrático”. Es curioso que, en el mismo espacio, calificara a su jefa Rosa Díez con una sola palabra: “magenta” que es el color de la sangre derramada en la batalla de Magenta, acontecida en Italia en el mes de Junio del año 1859. Esta ocurrencia sirvió para mostrar el afán de Toni por complacer a su jefa, que compitió con Zapatero en las Elecciones y en el Congreso en que Zapatero fue nombrado Secretario General del PSOE.
Me sorprende la inquina con que algunos opinan sobre Zapatero, pero me sorprende más la desidia de los líderes socialistas que no salen en su defensa. La razón de este artículo es precisamente defenderle de tales ataques gratuitos y ensalzar su gestión al frente de la Presidencia del Gobierno. Lo hago yo que no le voté para que fuera Secretario General del PSOE, pero que le vi actuar como Presidente en su 2ª legislatura. Y parto de una afirmación contundente: Zapatero ha sido un Presidente comprometido con la Democracia y con la paz;  partidario de una convivencia basada en la solidaridad; sabedor de que su periplo apenas iba a suponer un eslabón en la cadena de la Historia de España, pero un eslabón concatenante del pasado y del futuro, y a ambos supeditado; conocedor de que el socialismo al que servía le obligaba a luchar por la igualdad y le impedía doblegarse tan fácilmente ante las desigualdades, en defensa de los más desfavorecidos.
No se comprende que el legado del Presidente Zapatero esté pasando desapercibido, porque es tan consustancial para el PSOE como el correspondiente a las cuatro Legislaturas del presidente González. El Gobierno de Rajoy ha combatido, y destruido, todas las iniciativas impulsadas por Zapatero. Las legislaturas de Zapatero han sido fértiles en el logro de derechos para quienes los tenían más cuestionados. Algunos pensaban que tras apuntalar las bases del Estado de Bienestar, no quedaban otros derechos que lograr, pero España aún vive una democracia inexperta, que Zapatero diagnosticó convenientemente, llamando a los españoles a ser “decentes”. La palabra “decencia”, que repitió de modo incansable, marcó sus comportamientos y los de su familia. La honestidad y la modestia le hicieron cercano, y la discreción que de él se alaba ahora, que no es Presidente, fue también una virtud que ostentó cuando era Presidente.
Dijo que sacaría las tropas de la guerra oprobiosa de Irak, y obró en consecuencia. (El futuro le dio la razón). Le preocupó el choque entre diferentes civilizaciones que se trataban como enemigas, para buscar la concordia entre ellas y aminorar el riesgo de conflictos armados peligrosos: convocó a una Alianza de las Civilizaciones que Rajoy ha preferido olvidar. Convirtió el amor en el único ingrediente para consagrar los matrimonios regulando las uniones entre personas del mismo sexo. Dio razones a las mujeres que querían ser dueñas de su cuerpo cuando estaban embarazadas, regulando la Interrupción Voluntaria del Embarazo. Quiso hacer de las escuelas centros de formación en lugar de centros de adoctrinamiento, sustituyendo la asignatura de Religión por la Educación para la Ciudadanía: la Ley Wert ha vuelto a reclinar a todos los españoles ante la Conferencia Episcopal convirtiendo la laicidad en un mal deseo. Se empeñó en desarrollar el cuarto pilar del Estado de Bienestar, haciendo de las políticas sociales disciplinas principales para el Gobierno, en lugar de que fueran prácticas residuales, o encomiendas adjudicadas a las ONGs: su Ley de Dependencia, en manos del PP, se ha quedado en una reliquia de valor testimonial.
¿Alguien cree que estas propuestas, aprobadas por Zapatero y despreciadas por Rajoy, no son un buen bagaje para llenar un legado apreciable? Zapatero ha sido el primer Presidente español que se sentó en lugar preferente, en los grupos más poderosos del Mundo, esos que se han denominando G-… Durante su mandato ETA anunció una tregua, traicionada, que acabó algunos años después en un cese definitivo de la violencia. Fue la constancia de Zapatero la que empujó el sol de la paz y el final del terrorismo hasta nuestras vidas. Relacionada con este empeño, su pretensión de recorrer la Memoria Histórica y convertir en una Ley del mismo nombre la restitución del franquismo al lugar que debe ocupar, el del desprecio más absoluto. La Ley de la Memoria Histórica no tiene que ver con el revanchismo, sino con devolver la dignidad a los españoles enterrados en las cunetas, devolviéndoles a los cementerios, y borrar cualquier huella que recuerde aquel borrón de nuestra historia.
Defender el legado de Zapatero es tan legítimo como hablar de suarismo, de felipismo o de aznarismo. Todo personalismo acaba resultando inútil porque se lo lleva el tiempo, pero resulta una falta de respeto, además de una injusticia, lo dicho por Cantó y por Sémper. Son fruto de su intransigencia. Algo está denotando el hecho de que el Gobierno del PP haya relegado todas las iniciativas emprendidas por Zapatero. El PSOE debe hacer suyo el importante legado que constituyen las dos Legislaturas en que Zapatero  fue Presidente del Gobierno. Porque es un gran legado para cualquier socialista y para cualquier ciudadano decente. La decencia fue su principal virtud, es decir, la honestidad y la sencillez  que le acompañaron mientras gobernó, -con sus aciertos y sus errores-, y también ahora que ya es ex-presidente.
Fdo. JOSU  MONTALBAN