martes, 24 de septiembre de 2013

ETA: ¿QUIÉN  PORTARÁ  EL  TESTIGO  DEL  DESARME?

Cuando los vascos nos ponemos a opinar sobre la violencia nos encontramos con un hándicap importante: el apasionamiento. ETA, que tiene a sus espaldas 829 asesinatos después de muerto el dictador Franco, ya recibe el rechazo casi unánime de la sociedad vasca, pero no ha sido repudiada formalmente. Y ello a pesar de que 343 de sus asesinados fueran personas civiles. Aún son demasiados los que se sienten plenamente complacidos con el anuncio del mes de Octubre del 2011 en que los encapuchados de ETA anunciaron el cese definitivo de las muertes. Pero quienes ejercieron de embajadores suyos, en las Instituciones y en la calle, la Izquierda Abertzale (IA), se consideran plenamente rehabilitados tras el anuncio de los etarras. Sin embargo, en medio de esta especie de calma, todo sigue pendiente. Es verdad que no hay nadie que preconice la vuelta al terrorismo de la banda, ni siquiera que la atisbe a muchísima distancia, pero tampoco se insiste con contundencia en la idea de que ETA aún existe, porque sigue emitiendo comunicados dirigidos a sus presos y, por elevación, a la opinión pública, y debiera disolverse de una vez por todas para dedicar todos sus esfuerzos a liquidar el “negocio” y ayudar a sus presos en ese trayecto final que pudiera traer consigo las excarcelaciones a corto o medio plazo de buena parte de ellos. El entramado abertzale (IA), formado por las múltiples fórmulas y denominaciones de la ya vieja HB ha parido organizaciones bien diversas, que ahora compiten entre sí para adueñarse del éxito final.
Desde su creación en 1959 ETA ha protagonizado épocas muy diferentes. Si encontró grandes dosis de complicidad mientras Franco fue dueño y señor de España, a partir de la celebración de las primeras Elecciones Generales, en el año 1977, comenzó a germinar un escepticismo en la sociedad vasca que, como la española en general, ansiaba la democracia. Que la Democracia constituía ya un empeño irremplazable estaba más que demostrado en aquellas Elecciones a las que concurrían todos los partidos que retornaban de la clandestinidad, con figuras tan emblemáticas como Dolores Ibarruri “la Pasionaria”, Santiago Carrillo, Ramón Rubial, etc… Allí estuvieron las fuerzas nacionalistas vascas, también las de la izquierda política, si bien que lo hicieron con todo tipo de reservas, hasta tal punto que negaron su presencia en el Parlamento español si no se daban algunos pasos previos como la amnistía.
Quizás pueda parecer reduccionista pero como lo que este artículo pretende abordar es el momento actual bueno es sintetizar los muchos pasos que han tenido lugar. Desde la Mesa de Alsasua (1978) en que surgió Herri Batasuna (HB), con el apoyo de KAS (que aglutinaba a toda la IA) y ETA-militar, hasta nuestros días, la inestabilidad ha estado presente de forma continuada en ese espectro socio-político vasco en el que el poder de las asociaciones y formaciones de carácter civil han estado constantemente supeditadas al control y el dominio de la organización “militar” y terrorista ETA. Pero la presencia tan peligrosa como agobiante de ETA empezó a provocar reacciones. Los atentados se sucedían con frecuencia, las extorsiones continuas acabaron por conformar una especie de red para la financiación del grupo terrorista mediante el llamado “impuesto revolucionario”. Fueron asesinados concejales y miembros de los partidos políticos no nacionalistas, miembros de las Instituciones del Estado, jueces, empresarios y personas de la más variada condición, pertenecientes al estamento militar y a los Cuerpos de Seguridad del Estado. Curiosamente ETA no atacó a la Iglesia en la que convivían quienes eran capaces de proteger a etarras en las sacristías y quienes actuaban como chivatos.
ETA y la IA tensaron la cuerda hasta el límite sin medir las consecuencias. El Estado respondió y lo hizo con contundencia. Primero fue la persecución policial, tras algunos episodios de guerra sucia y parapolicial no admisibles, mediante un despliegue de fuerzas y cuerpos de seguridad bien coordinados, en el que la Ertzantza se involucró con profesionalidad y medios, no en vano también había aportado muertos al devaneo de los terroristas. Después fue la persecución legal: aprobación de una legislación antiterrorista específica que culminó en una controvertida pero eficaz Ley de Partidos. Aprobada en Junio de 2002 ha devenido en una ley necesaria para terminar con el descaro y la impunidad con que ETA usaba los resortes legales de la sociedad civil para su pervivencia y buena parte de su financiación. Es cierto que la Ley de Partidos generó inquietud, en un principio en quienes se sentían más directamente afectados y concernidos, pero después también se pronunciaron organismos internacionales como Amnistía Internacional o el Consejo de DDHH de Naciones Unidad, entre otros. Ambos mostraron inquietud pero en ningún caso propusieron medidas derogatorias. La IA, ejerciendo de forma encomiable su condición servil a ETA, no dudó en formular críticas y recurrir los contenidos de la Ley ante Organismos Internacionales que, en prácticamente todos los casos, nunca les dieron la razón.
Las actuaciones del Estado frente a la IA siempre fueron controvertidas porque la IA no era una formación entusiasta sin más, ni la formaban vascos/as románticos/as que quisieran ser independientes. Quizás sus creadores así lo pensaran, sin embargo, terminó por ser una amalgama potente en que cabían ideólogos meticulosos y brutos desahuciados de todos los parajes intelectuales pero, eso sí, sometidos a una dirección hermética e inamovible en la que avezados jurídicos y profesionales de gran valía intelectual han sido capaces de provocar justamente hasta evitar venganzas, de agitar a sus masas sin que se les cayeran por los bordes atribuladas por el cansancio excesivo. Aunque muy pocos lo remarquen resulta esclarecedor que la dirección actual de la IA aún esté integrada por quienes ya figuraban en ella hace más de doce años. Algunos pocos han sido incorporados para dar muestra de cierta renovación, pero los Permach, Moreno, Barrena, Rufi, y sobre todo Arnaldo Otegi (en la cárcel, aunque conservado por la IA como un icono de infinito y reconocido valor) están aún en la vanguardia, amparando al habilísimo abogado Iñigo Iruin que es el encargado de dar forma jurídica a cuanto surge de la IA, e incluso de los aledaños de ETA. Es cierto que niegan este punto porque los miembros de la IA se cuidan mucho de pronunciar el término “ETA” para evitar cualquier tentación de quienes les acechan para inculparles si fuera necesario.
La situación actual, con la IA en las Instituciones de la mano de BILDU y de SORTU, y ETA afectada por el anuncio de cese definitivo de la violencia, sigue siendo complicada. Las encuestas realizadas entre los ciudadanos, vascos y españoles en general, por las empresas de prospección son contundentes. El terrorismo de ETA, que constituyó el problema más acuciante para los ciudadanos, ya no aparece en toda la lista. En su lugar no ha aparecido ningún otro epígrafe nuevo que tenga que ver con las razones que ETA y la IA esgrimían para explicar la existencia y la acción de los terroristas. La conclusión ha de ser que el problema vasco ha sido, exclusivamente, la existencia de ETA. ¿Cabe hablar a partir de ahora de “conflicto vasco”? No, salvo que se explique muy bien a qué nos estemos refiriendo. Y ello a pesar de que la sociedad vasca haya sido amenazada, intranquilizada, degradada y difamada por mantener y proteger a tantos desalmados que miraron para otro lado cuando algunos cadáveres se desangraban en sus calles.
La evolución ha demostrado que el “conflicto vasco” que se ha solido poner sobre la mesa ha sido ficticio, aunque los grupos políticos, -y las organizaciones sociales generadas por ellos para su servicio-, se empeñen en sacar provecho del final de ETA. ¿Quién puede arrogarse el final del terrorismo? La respuesta a esta pregunta da para muchos escritos, para infinidad de artículos de opinión, para un tratado que enfoque la respuesta desde los dictados de la Historia, pero la política exige respuestas rápidas mucho más eficaces para servir al oportunismo electoral que a la Verdad.
Se nos dice que será en este próximo otoño  cuando ETA entregue las armas, y se especula  con que ese desarme obedezca a un tributo pagado por la dirección terrorista, de forma unilateral, a la IA o al Lehendakari Urkullu. Todos están en la línea de salida dispuestos a recibir el testigo que ETA entregará a uno solo de cuantos le esperan. ETA se lo entregará a quien ella quiera. Quisiera hacerlo a quien garantizara de forma gratuita la liberación de todos sus presos pero eso, hoy por hoy, resulta imposible. ETA, en esta tesitura, no desea acabar como una proscrita , pero la utilidad de entregar el testigo de su desarme a la IA o a Urkullu  es parecida, pero no es igual. Lo lógico será que anuncie su desarme en nombre de las víctimas que ha producido, lo cual pudiera suceder si se ofrece al Gobierno Vasco (no a Urkullu) como Institución Pública que representa a todos los vascos, ya que no lo hará ante la Institución que representa a todos los españoles, ya que sus víctimas lo fueron y muchas de ellas fueron asesinadas allende el País Vasco. Será absurdo que recurran a sus alentadores de la IA, ahora bien acomodados en alcaldías, concejalías y diputaciones forales. Y más absurdo aún que se convoque nuevamente a “sabios” internacionales (de sabiduría muy poco contrastada, por cierto) para anunciar algo tan sencillo.
La respuesta está en el viento. Es tiempo de espera en el que toda especulación parece gratuita. Constatado que la paz parece ya definitiva, solo nos queda la pregunta: ¿Quién portará el testigo del desarme cuando llegue a la meta?
Fdo.  JOSU  MONTALBAN                 
EL  HOMBRE  CABIZBAJO
En mi pueblo vive un hombre cabizbajo. Su cerviz se ha ido encorvando hacia delante conforme sus ilusiones han ido decayendo y sus esperanzas han perdido la confianza. Nunca fue cabizbajo. Tampoco fue altivo ni altanero. Como tantos otros salía a la calle a comentar con los más cercanos las noticias de los telediarios, pero entonces las noticias no eran tan impactantes, no inquietaban. Ahora ya apenas habla de fútbol, ni de toros, ni siquiera de esas noticias de la prensa del corazón que llenan los programas de las tardes. El opio del pueblo no va con él ahora que le falta lo más básico.
Hace solo ocho años era un trabajador cotizado y optimista del que decían que en materia de instalación de aparatos de climatización y aire acondicionado para las viviendas, no había otro como él. En aquel tiempo trabajaba de sol a sol, según lo precisaran los muchos compromisos que en los tiempos del boom inmobiliario de la construcción hacían que los trabajos siempre tuvieran que realizarse de hoy para mañana. Ganaba más que lo suficiente y, además, la larga lista de trabajos pendientes, hacía que nunca le preocupara en exceso el futuro que se mostraba halagüeño, lleno de buenos presagios y felices esperanzas. Ni siquiera atisbó la nueva situación que le esperaba cuando empezó a tachar renglones de aquel listado de trabajos pendientes que siempre llevaba en su bolsillo.
Sí, por las calles de mi pueblo pasea un hombre cabizbajo. Su mentón se apoya en el pecho como si de ese modo soportara todos los impulsos que anidan en su corazón afligido. Ya son casi dos años de resignación ante la tozuda realidad que le impone vivir sin esperanzas. En las oficinas del paro, -desempleo, prefiere decir él-, la atenta chica que le atiende solo le habla del tiempo que hace, como si de ese modo estuviera señalando que la climatología, buena o mala, es lo único de lo que puede gozar ahora que está siendo considerado un “parado (desempleado) de larga duración”. Cuando le dijo que sólo le quedaba la posibilidad de cobrar el “subsidio”, sintió una rara sensación porque algunos días antes había visto un programa de televisión que entre los sinónimos de la palabra “subsidio”, uno de ellos es “socorro”, así que las palabras de la chica retumbaron en su interior. Salió de la oficina más abatido de cómo había entrado. Su camino de regreso a casa se le hizo eterno, la cabeza le pesaba en exceso y su mirada araba surcos de impaciencia sobre las baldosas de las aceras. En casa le esperaba un sillón amplio de mimbre, tapizado con dos cojines, que aún quedaba reservado exclusivamente para él, reminiscencia del tiempo en que llegaba a la casa contento aunque terriblemente cansado.
Aquel día le dijo a su mujer que aquel sillón preeminente ya no le correspondía a él, que ya se había convertido en una carga molesta para aquella familia, que el sillón debía ser ocupado por cualquiera de los niños que eran los que mantenían la ilusión de la casa. Se sentó sobre el sofá de tres plazas, mucho más acostumbrado a las estrechas posaderas de los pequeños, que a aquellas horas estaban en el colegio. La mujer le miró desde el centro del salón con un toque de conmiseración y una gran sonrisa. Se subió a horcajadas sobre sus piernas y le dijo al oído que le quería mucho más que cuando estaba trabajando y se sentía útil. Permanecieron durante bastante tiempo en aquella posición, mirándose a los ojos, contándose el cuento de dos cómplices pobres sumidos en una melancolía pasajera que, a pesar de todo, eran capaces de sentir la felicidad. Fue el día en que el hombre cabizbajo contó a su mujer un buen ramillete de secretos. Primero se complacieron el uno al otro, y luego fue desgranando aquella batería de secretos que tenía confinados en los escondrijos de la memoria. De ese modo descubrieron que había algo más que las benignidades de la climatología para hacerles felices: el placer que les conferían sus cuerpos y el amor que sentían el uno por el otro.
Había trabajado mientras estaba cobrando el paro: “Aquellos 600 euros que aparecieron bajo las ropas, ¿recuerdas?, que no sabías como habían ido a parar a aquel armario, -le dijo-, los cobré en aquellas tres mañanas que estuve pintando el taller de Germán”. “¡Tanto, en solo tres mañanas!”, le dijo la mujer quitando toda importancia a aquella transgresión. Los libros de los niños también procedían de una chapuza bien pagada, y no de una donación recibida de un amigo suyo. Pero había llegado un tiempo en que no salía ninguna chapuza que le proveyese algún dinero con el que engordar el subsidio. Desde entonces el subsidio se había convertido en un escueto socorro, como aquella sopa boba de la que le hablaba su padre que, cuando era muy niño, administraban los frailes a los más miserables del pueblo. Todos estos secretos apenas alertaron a la mujer que recomponía su vestido y ordenaba sus cabellos negros usando sus dedos como si fueran las púas de un peine. Como ocurría en casi todas las casas, en la casa del hombre cabizbajo también había una mujer sufriente y silente que hacía equilibrios sobre la tensa cuerda de la vida.
Sí, por las calles de mi pueblo deambula un hombre cabizbajo. De vez en cuando levanta la mirada y la posa sobre las paredes. En alguna de ellas distingue el número de su teléfono. Como no se ha atrevido a decírselo a su mujer puede que haya perdido alguna oportunidad de trabajar, porque ha puesto varios papeles anunciándose con su teléfono como reclamo: se pintan lonjas, se vacían desvanes, todo sin IVA… Seguro que alguien habrá llamado a casa cuan do él no ha estado, y habrá sido contestado con cajas destempladas. Recuerda que en una ocasión vació un desván y llevó lo que encontró en él a un anticuario que le amenazó con denunciar a las autoridades aquel intento de venta “fraudulenta”. Todo se mostraba adverso para aquel hombre al que la legalidad le cerraba todas las puertas y la ilegalidad se las abría, aunque con el factor añadido de poner un guardia ante su puerta. En otra ocasión tuvo que arrojarse desde un primer piso para que el inspector de trabajo no le descubriera. Se torció uno de los tobillos pero evitó acudir a la consulta del médico de la sanidad pública para no decir dónde se había producido la avería: los servicios de una masajista-curandera que le administró varios emplastos de nuez se llevaron el dinero que tenía pensado ganar en el empeño.
No podía hacer otra cosa que ser ilegal una vez que todo lo legal le había dado la espalda. Allí donde veía una excavadora se quedaba plantado para solicitar trabajo. Soñaba con un trabajo de especialista en climatización y aire acondicionado, pero estaba dispuesto a todo. Las excavadoras abrían zanjas pero no para cimentar y levantar edificios. Acudía con aire cabizbajo y se iba más cabizbajo aún después de que el encargado de la obra le dijera un “no” ladeando la cabeza. Una y otra vez obtenía la misma respuesta. Y siempre se decía en silencio “hay que seguir”, a la vez que apretaba los puños para que se aparecieran, como dibujados en el interior de su frente, los rostros de los niños y la sonrisa de la mujer que se sentaba a horcajadas sobre sus piernas cuando su abatimiento era excesivo. Conversaba con los teóricos que exponían previsiones de futuro en la televisión. Insultaba a los políticos, de cualquier tendencia, que prometían un nuevo paraíso. Arreciaba contra  quienes mostraban signos de compasión hacia su situación. Y hubiera escupido a cualquiera de cuantos se atrevían a decir  que la mayoría de los parados no querían trabajar porque estaban cobrando un montón de dinero sin madrugar, sentados en los sillones de sus casas. Menos mal que cuando los gritos del hombre cabizbajo retumbaban en exceso, aquella mujer capaz de cubrir su preocupación con una sonrisa acudía en su auxilio y le suministraba ese sencillo placer de evitarle el sufrimiento en soledad.
Cuando veo al hombre cabizbajo de mi pueblo, paseando o deambulando, aflora en mí el compañerismo hacia él. Más aún, siento que mi fraternidad hacia él me exige detenerme ante él para escuchar lo que quiere decirme, para compartir sus inquietudes y sus preocupaciones, para colaborar en que sus cuitas apenas le asedien. Va siendo tiempo de que toda competición entre humanos empiece a convertirse en colaboración mutua. Los abatidos parados, los cabizbajos desempleados y desesperanzados también tienen derecho a la luz, a levantar la cerviz para ver la claridad de los cielos en lugar de seguir doblegados viendo la oscuridad de los suelos. Los altivos gobernantes y los soberbios adinerados que, según pregonan ellos mismos, son los que crean empleos y trabajos, tienen el deber y la obligación de hacerlo para que los cabizbajos enderecen la cerviz y no se avergüencen de su situación. Si no lo hacen, por ineptitud o por codicia, merecen ser desposeídos de su poder y de sus bienes para que sean puestos al servicio de todos.
Se lo he planteado al hombre cabizbajo de mi pueblo. Me ha dicho que tengo razón. Incluso ha enderezado un poco la cerviz.
FDO.  JOSU  MONTALBAN        

sábado, 14 de septiembre de 2013

“¿POR  QUÉ  NO  YO?”
Tomo prestado el título del artículo de unas palabras dichas por mi Secretario General del PSE de Bizkaia que en una reciente entrevista subrayaba el sentido “tremendamente democrático” del PSOE al referirse a las Elecciones Primarias que tiene pendiente de realizar. Decía: “Eso (las primarias) provoca ilusión y habrá muchos compañeros, conocidos o desconocidos, que digan “por qué no yo”, ya me gustaría que esto lo hiciera el resto de los partidos”. Tiene razón, aunque estoy seguro que él no negará la mía si le digo que las elecciones primarias, siendo ya un procedimiento de elección interna vigente durante más de doce años, y contenido en los Estatutos del PSOE desde entonces, siempre han provocado convulsiones, luchas intestinas e incertidumbres que, como poco, deben ser calificadas como “extrañas”. Las sucesivas Direcciones, nacionales o regionales, siempre han mirado con ojos resentidos a quien ha optado por presentar su candidatura sin haber pedido permiso o haber contado con su aquiescencia. Siempre se ha usado el peregrino argumento de que quiebra la unidad y divide a la militancia.
Ahora estamos los socialistas españoles en un momento delicado por esa causa. La derrota del PSOE, que devino junto a la consecución de la mayoría absoluta por parte del PP, y la persistencia del Secretario General en permanecer al frente del Partido sin fijar un marco temporal en el cual dar la palabra a los militantes para que certifiquen su idoneidad, son las dos razones más consistentes para explicar la desbandada que aflige, no solo a los socialistas sino a los españoles en general, que saben que el PSOE es imprescindible para la buena marcha de nuestra democracia. No solo un PSOE que disponga de respuestas ante los problemas que acechan a todos, también un PSOE debidamente organizado que fundamente su fuerza y su credibilidad ante la sociedad en esa organización. Las respuestas a los problemas vendrán del debate anunciado para la Conferencia Política anunciada para dentro de algo más de un año. Lo mejor será que a ella acudamos los socialistas sin la merma que supone estar supeditados a los deseos de las Direcciones regionales, que en tantas ocasiones consideran sus ámbitos como reinos de Taifas, y como tal los gobiernan.
Sin que haya llegado aún ese instante se ha desencadenado un guirigay en lo que respecta a las elecciones primarias que serán llamadas a elegir al Secretario General. ¿Para cuándo serán convocadas? ¿Quiénes se presentarán a la elección? ¿A qué intereses internos obedecerán? ¿Qué dirección e ideas imprimirán al futuro o, al menos, prometerán imprimir? Yendo más lejos aún: ¿socialismo o socialdemocracia?, ¿socialdemocracia o social-liberalismo?, ¿o quizás sólo pragmatismo? Sin embargo, a tenor de cuanto viene aconteciendo en el debate de la calle, importan los nombres, pero no todos, porque el catálogo se limita, de momento, a cuatro personas: Patxi López, Eduardo Madina, Carme Chacón y el mismo Alfredo Rubalcaba. Ya han quedado en casi nada buena parte de los socialistas “emergentes” que han dejado de sonar conforme el engranaje del “aparato” ha empezado a girar. Ninguno de los cuatro ha anunciado su disposición definitiva, ¿será porque no lo han decidido en su fuero interno, o será porque el vértigo les coarta? Salvo Carme Chacón que, tras quedar fuera de la dirección y los órganos decisorios actuales ha anunciado que va a Miami a cumplir un corto periplo universitario, pero “mantiene su apuesta por liderar el PSOE”, los demás han esquivado las preguntas de los periodistas con un “ahora no toca, cuando se convoquen las primarias será el momento”. Tampoco ella se ha comprometido en serio pero de momento su actitud ha sido la más valiente y arriesgada.
De lo dicho por unos y otros solo cabe sacar una conclusión: los intereses están por delante de las ideas, los riesgos y las incertidumbres pesan más en ellos que las certezas y las seguridades. Es decir, que en tiempos en que la izquierda y los socialistas más tenemos que mostrar nuestra fuerza e intenciones desfilando de frente y con el mentón levantado, lo hacemos de perfil y mirando de soslayo hacia todos los lados. ¿Habrá más socialistas capaces de coger este bravo toro, -de la crisis, de la desigualdad, de la pérdida de derechos, de la pobreza rampante, de la falta de libertades, de la indignidad y de la libertad vigilada-, por los cuernos, y doblegarle? Sería bueno que hubiera, que no nos amilanáramos tan fácilmente ante la adversidad. Sí, han de ser personas preparadas, personas con ciertas dotes de liderazgo, pero sobre todo han de ser personas bien intencionadas, decentes y buenas. Sólo eso. Todas las condiciones extraordinarias que algunos exigen a sus futuros representantes públicos dan pie, la mayoría de las veces, a posturas autoritarias, decisiones arbitrarias y, en no pocos casos, prácticas corruptas que, por compañerismo, hemos transigido en demasiadas ocasiones.
El PSOE tiene que reflexionar, pero lo hará torpemente y con laxitud si no elige rápidamente a su futuro Secretario General mediante un proceso libre y muy abierto que no muestre tantos recelos y amedrente a tantos y tantos socialistas honrados como formamos el PSOE y la sociedad en general. Siguiendo a mi Secretario General de Bizkaia, lo mejor será que la actual Dirección, -el aparato, vamos-, facilite que cualquier afiliado con ganas y pundonor, honrado y diligente, se atreva a decir en alta voz “por qué no yo”… Y obre en consecuencia.
FDO.  JOSU  MONTALBAN    

martes, 3 de septiembre de 2013

SUMAK  KAWSAY:  BUEN  VIVIR
¿De qué hablamos cuando nombramos el término “sistema”? Cada vez que recurrimos a él nos sentimos liberados de gran parte de nuestras responsabilidades. El sistema que impera en el Mundo, -salvo en algunos rarísimos países-, es el capitalismo. Hay varios capitalismos sin embargo, aunque algunos sean administrados por gobiernos socialdemócratas, teóricamente de izquierdas. La verdadera denuncia de este sistema imperante, que ahora mismo ha sido invadido por las ideas más neoliberales, parte de proyectos ambiciosos que, sin salirse de él, pretenden atenuar sus consecuencias negativas para la Humanidad. La coartada es eso que se llama “progreso”, que en los últimos tiempos constituye en buena parte de sus facetas una amenaza constante para aquellas regiones en las que la Naturaleza y quienes la habitan comparten la mayor armonía.
En el año 2007 el Presidente de Ecuador expuso ante la Asamblea General de Naciones Unidas un importante proyecto para preservar una amplia región de la Amazonia, en el Parque Yasuní, en tres términos (Ishpingo, Tambococha y Tiputini). En esa región se ubica un importante tesoro escondido bajo el suelo: alrededor de 846 millones de barriles de petróleo. El Presidente propuso ante Naciones Unidas que ese petróleo no fuera explotado, evitando de ese modo que la hipotética explotación provocara una emisión de 407 millones de Toneladas de CO2, con el consabido deterioro medioambiental, a sabiendas de que el CO2 es un claro provocador del cambio climático. A cambio, para compensar económicamente tal renuncia Ecuador debería percibir una compensación de 2.710 millones de euros en los próximos trece años, que apenas llegarían al 40% de los recursos que obtendría el Estado en caso de que decidiera la explotación de la reserva petrolífera. Este proceso se canalizaría a través del Plan para el Desarrollo de las Naciones Unidas (PNUD).
Y ha ocurrido que, pasado tanto tiempo, el PNUD solo ha recaudado poco más de 10 millones de euros, lo cual ha llevado al Gobierno ecuatoriano a dejar vía libre a las compañías petrolíferas para que exploten el yacimiento. Ciertamente, hay multinacionales y multimillonarios que se están frotando las manos alborozados porque están viendo en medio del excelso Parque de Yasuní a la gallina de los huevos de oro. Ellos, que podrían haber preservado el Parque aportando fondos al PNUD con esa finalidad han preferido cargarse el Parque natural para que se convierta el el hábitat de una sola especie: la gallina de los huevos de oro.
Cuando invadan Yasuní las primeras máquinas huirán despavoridas las 100.000 especies de insectos, las 150 especies de anfibios, las 121 de reptiles y las 200 especies de mamíferos que allí viven; alzarán el vuelo a la búsqueda de nuevos paraísos las 596 especies de aves que merodean por allí; las aguas de los cinco afluentes del Napo que cruzan el Parque  irán viendo como sucumben las 500 especies de peces que pueblan sus aguas; e irán, poco a poco, desapareciendo las más de 4000 especies de plantas contabilizadas allí. Y algo aún peor, porque el Yasuní viven dos de los escasos pueblos indígenas que viven en aislamiento voluntario en la Amazonia: los tagaeri y los taromenane. El fracaso de la propuesta ha llevado al Presidente ecuatoriano Rafael Correa a incorporar tal explotación petrolífera a su Plan del Buen Vivir (Sumak Kawsay) que inspiró, entre otras ideas, buena parte de la Constitución ecuatoriana del año 2008.
Por tanto, tiene razón Correa al afirmar que “el Mundo nos ha fallado”. Es verdad, ahí como en otros lados el mundo ha fallado y “el factor más fundamental en el fracaso ha sido que el mundo es una hipocresía y la lógica que prevalece no es la de la justicia sino la del poder (económico)”. El Plan de Buen Vivir, para los ecuatorianos, precisa fondos, pero el Gobierno nunca miró hacia ese subsuelo tan rico con las lentes del dólar, sin embargo, producido el fracaso de Naciones Unidas, se ha pronunciado con contundencia: “No me gusta la minería, no me gusta el petróleo, pero mucho menos me gusta la pobreza y la miseria”. Una vez más el sistema se impone brutalmente. Siempre se imponen las implacables reglas del sistema imperante, que llama desarrollo a lo que solo es productivismo a ultranza para dar cobertura al consumismo en que se fundamenta la economía.
El “Buen Vivir” constituye la respuesta al modelo desarrollista propio de las civilizaciones capitalistas europeas y yanquis, basadas en el “vivir mejor”. El Buen Vivir está basado en “tomar solo lo necesario” para que la riqueza que la Naturaleza nos provee llegue para cuantos más. Frente a la constante superación a cualquier precio, frente al desarrollo sin límites que exige el “vivir mejor”, el Buen Vivir tiene en cuenta la sostenibilidad constante para que el desarrollo sea más justo, más sustentable, más ecológico y más humano. Los recursos naturales son finitos, por eso el Buen Vivir mide la riqueza de su población no por posesiones sino por los servicios básicos atendidos, poniendo el mayor énfasis en los derechos. El Buen Vivir que la Constitución ecuatoriana promulga refuerza la solidaridad y considera el desarrollo desmesurado como una amenaza para la armonía que debe imperar entre el Hombre y la Naturaleza, entre el habitante y el hábitat.
Se trata de procurar una vida buena para todos desde el convencimiento irrenunciable de que si no alcanza a todos no es buena para nadie. Este empeño no es posible si el sistema capitalista imperante esquilma y deteriora el medio natural, si no es capaz de advertir que el consumo sin medida termina por dejar en la estacada a quienes no tienen suficiente, al mismo tiempo que consume todos los recursos, tan imprescindibles como incuantificables. El desarrollismo capitalista requiera, como mínimo, de un socialismo que tense las bridas para que no se desboque el caballo del productivismo. El mundo más desarrollado es el que vive supeditado al mayor número de riesgos, porque no hay riqueza para todos, peor aún, la riqueza de los pocos ricos se sustenta en la pobreza de los muchos pobres.
Lo acontecido en Ecuador, en el Parque Yasuní, no es un relato de ficción. Sí, es verdad que parece de ficción esa región de la Amazonia tan bella y tan rica en recursos naturales. Lo allí acontecido es la versión más primaria del atroz capitalismo que no aspira a ese concepto solidario del Buen Vivir contenido en aquella Constitución. Tal vez buena parte de dicho Plan del Buen Vivir quede sin ser cumplido pero la propuesta (fracasada) de preservar Yasuní, es una buena muestra de que las buenas ideas e intenciones de la izquierda suelen estrellarse contra el muro del insaciable capital de la derecha.
La Naturaleza también tiene su catálogo de derechos. En la medida que constituye el hábitat de la humanidad, su hogar infinito y compartido, ha de ser cuidada porque de ese modo el planeta Tierra protege y ampara a sus hijos. Los ecuatorianos, y sus vecinos peruanos y bolivianos, llaman a la Tierra con un término al que conceden una amplia dimensión: Pachamama. Realmente la Naturaleza de que hablamos los españoles, como europeos y occidentales, es la Pachamama suya, que significa el lugar “donde se reproduce y realiza la vida”. La vida, como concepto más amplio, “se reproduce” constantemente en ese divino concepto y nombre que es Pachamama. Y es precisamente ahí, en esa reproducción constante de la vida, “tanto en una perspectiva ecológica como en otra evolutiva, donde debe ser respetada, y constituye un derecho en sí misma”, como apunta Eduardo Gudyaus, del Centro Latino Americano de Ecología Social. Deberíamos aprender nosotros, los que habitamos el mundo más desarrollado (¿?), de los indígenas tagaeri y de los taromenane, que se aposentaron en Yasuní para evitar su eliminación  a cambio de dólares y euros. Y deberíamos aprender del Gobierno de Ecuador (y también del de Bolivia) que introdujo los Derechos de la Tierra en su Constitución, al lado de los derechos de sus ciudadanos ecuatorianos, para que la Pachamama fuera como un útero complaciente e infinito para ellos.
No se trata del término “buena vida” con que los “desarrollados” nombramos a la que llevan los adinerados que no precisan poner coto a su desenfrenado consumo. Se trata del Buen Vivir que irrumpe para contradecir la lógica capitalista, su individualismo inherente, la monetarización de la vida en todas sus esferas, su deshumanización. El mensaje institucional que se muestra tras el slogan “Salva al Yasuní” es bello: “Despertar entre los árboles, recorrer el suelo húmedo de la Amazonia, alzar la mirada y ver cintos de árboles, cientos de colores. Sentirse vivo entre aquel ambiente nuevo y diferente es como hacer realidad un sueño natural que evoca la paz que todos necesitamos, tranquilidad de una rutina que nos encierra día a día y aprender a vivir entre cientos de seres que cuidan con celo de su entorno”. Con él acabo.

FDO.  JOSU  MONTALBAN