martes, 28 de enero de 2014

LOS RESTOS DEL NAUFRAGIO

LOS  RESTOS  DEL  NAUFRAGIO
“Cerca ya del final de este viaje ¿habremos aprendido las dulces canciones del abordaje, los puños apretados y las miradas de esperanza que quizás nos pertenecen?” (del Poema “Un último homenaje”, incluido en el libro LOS RESTOS DEL NAUFRAGIO de Ricardo Franco).
Parece que estamos en ese punto ahora mismo, en ese instante en que todo son preguntas y casi ninguna es respuesta. Los vascos nos homenajeamos constantemente pero no sabemos por qué. En realidad, hemos asistido a un naufragio colectivo, y ahora que hemos alcanzado la costa, que estamos a salvo después de tantas vicisitudes y adversidades acaecidas tras la interminable travesía, miramos frente a nosotros y no vemos otra cosa que los restos del naufragio. Ante ellos todo triunfalismo, venga de donde venga, es una muestra de fatua soberbia. Porque este amasijo de pertrechos y despojos que tenemos ante nosotros nos deben dar a entender la miseria moral que hemos ido almacenando auspiciados por la brutal coartada de la libertad mal entendida.
Mi gran aportación al momento actual es la sencillez con que acepto, sin aires de revancha ni deseos de venganza, este nuevo tiempo, después de haber dejado en el fondo del océano llamado Euskadi un montón de cadáveres, no muertos sino asesinados. Se nos pide a los más discretos que guardemos silencio mientras los antiguos asesinos muestran en público sus rostros amparados por una Justicia que les facilita de nuevo la vida en libertad. Les miro a los ojos con toda mi buena voluntad y me obligo a no dudar cuando pienso que ya son como yo, ciudadanos libres de toda culpa y dispuestos aa convivir en paz. Pero leo los diarios y tiro de hemeroteca y aparecen de nuevo las incertidumbres porque ellos, que también forman parte de los restos del naufragio, no son suficientemente valientes. Su valentía actual bien poco tiene que ver con aquel arrojo miserable que les llevó a matar incluso a sus compañeros de fatigas y de militancia apenas sentían en más mínimo cargo de conciencia y le expresaban en público.
Hay quienes creen, y quieren creerlo a pie juntillas, que el edificio del futuro puede hacerse poniendo en su base estos restos del naufragio. Los sacan a las calles, los defienden como a abnegados héroes, los ensalzan como si se tratara de artífices de las excelencias de la raza vasca: ellos son los vascos por antonomasia, los que arriesgaron sus vidas, mientras segaban las ajenas, para mantener la llama ardiente frente a un Estado “brutal y nada democrático” llamado España. Constantemente necesitan convencerse a sí mismos de que existe alguna “sinrazón” razonable.
Escribe Caro Baroja en “El Laberinto Vasco” que “hace algo más de 40 años aquí no se oía hablar más que de buenos y de malos españoles (…) Uno no tenía más remedio que reconocer que estaba entre los segundos, porque su genio y figura o casaba con la de los primeros, pero ¡ay! Ahora estamos con los nietos, que nos hablan de los buenos y los malos vascos…”. Y parece ser que exigir a los ex terroristas que se arrepientan y pidan perdón de modo público y ostensible, puede llegar a convertirme en un “mal vasco”, si es que en algún momento he sido catalogado como “buen vasco”.
La accidentada travesía nos ha agotado. Solo queremos descansar. Ahora que no tenemos que estar alerta más que por los rigores de nuestras vidas, porque la amenaza de una muerte violenta y a destiempo no nos atemoriza, queremos descansar, y ilusionarnos con un futuro sereno, y soñar con una Arcadia posible frente a la imposible con la que nos engañaron. Y de pronto, cuando nuestros semblantes empiezan a esbozar una sonrisa de esperanza, se nos aparecen los rostros herméticos de quienes convirtieron la travesía en un brutal infierno. Ellos también son los restos del naufragio. Inservibles restos en tanto no pasen por algún centro de restauración en el que los restauradores no sean interesados conspiradores. Al fin, todos somos restos de ese naufragio colectivo aunque algunos lo seamos en contra de nuestra voluntad y otros lo sean a costa de la suya. ¿Y el futuro? ¿Cómo construir un futuro razonable que se cimente sobre tierra y rocas degradadas por la miseria de este tiempo aún reciente?
Cuestión de tiempo. Esperar con esperanza, avanzar con diligencia y compartir sin mezquindad: la nueva travesía ha de renunciar a los instrumentos que nos llevaron al naufragio. Porque tenemos que aceptar que Ítaca tal vez no existe y, si existiera, tal vez no es la que habíamos imaginado. Desde luego no la que quisieron pintar quienes llevaban el timón de nuestra gran nave de escollo en escollo; desde luego que no la que nos ofrecían quienes introducían la nave de todos en el corazón de las tormentas para poner a prueba incluso nuestra resistencia; desde luego que no la que nos mostraban quienes sembraban el fondo de la tierra de muertos ensangrentados  cuya única culpa era dudar de que el rumbo de la nave fuera el idóneo. Es verdad que el naufragio había sido anunciado: la sangre derramada no salo hace resbaladizos de tierra sino que los tiñe de ese color entre rojo y purpura que impide dar pasos sobre él. Nadie, bien nacido, quiere dar pasos sobre la tierra ensangrentada, porque tampoco los quiere dar sobre los cuerpos de los asesinados y, al fin y al cabo, la sangre forma parte del ser humano del mismo modo que la carne, que las manos, que los ojos.
Es preciso enterrar los restos del naufragio. Que no se vean, pero que no se olviden. No se trata de cobrar deudas que hayan sido pagadas del único modo que pueden ser pagadas desde que la Ley de Talión perdió toda vigencia, es decir, con la cárcel. Tampoco se trata de cerrar todas las vías de la reconciliación. Solamente las conciencias, -una por una, individualmente-, tienen derecho a la intransigencia, incluso a la venganza, pero hemos sido convocados a un nuevo tiempo que se ha de sustentar en el viejo, porque el viejo tiempo ha sido abominado por los decentes. ¡Allá los indecentes con su necrosada conciencia! Eso sí, deberemos seguir combatiendo a los indecentes que no renuncien a su indecencia estéril. Pero quiero dejar aquí, al final de este artículo, como exclamación, o pregunta, o sugerencia, o exhortación, dedicado y dirigido a quienes mataron sin ninguna piedad a tantos inocentes, y nos condenaron a todos los vascos a este brutal naufragio: ¿¡Tanto os cuesta mostrar públicamente vuestro arrepentimiento y pedir perdón!? ¿Acaso creéis que no tenéis nada de lo que arrepentiros, nada que perdonar?
Queridos Amigos, tal vez no existe Ítaca. Pero debéis seguir el texto de Kavafis: “No apresuréis el viaje y no esperéis que Ítaca os enriquezca. Ítaca os regaló el viaje y sin ella no hubierais emprendido la travesía… Ricos en saber y en vida, comprenderéis lo que significan las Ítacas”. Es preciso enterrar los restos del naufragio. Y si alguien os pregunta, como en el poema de Salvador Espriu, “¿Por qué os quedáis aquí, / en este país áspero y seco, / lleno de sangre?”. Y os incita con frases despreciativas a la desconfianza: “No es ciertamente ésta / la mejor tierra que encontrabais / a lo largo del ancho / tiempo de prueba / de la Golah”, responded con una leve sonrisa: “En nuestro sueño, sí”.
*Golah: término hebreo que se utiliza para referirse a la comunidad de la diáspora judía.
Fdo. JOSU MONTALBAN                 

sábado, 25 de enero de 2014

¡VIVA LA ANARQUIA!


¡VIVA  LA  ANARQUÍA!
Esta pasando en este país nuestro que los informes “confidenciales” saltan a los medios de comunicación y generan el efecto contrario al que pretendían. O no, quizás generan un efecto diferente pero no el contrario.
La Policía ha hecho un Informe “confidencial” sobre las movilizaciones vecinales que están teniendo lugar en el barrio Gamonal, en Burgos, pero ya está en las páginas de los periódicos. No conozco todo el contenido del Informa pero los datos que han sido filtrados tienen muy poco que ver con el quid del problema que ha provocado los desórdenes, lo cual me hace pensar que tras la filtración hay una artera intención y la finalidad concreta de desacreditar a los vecinos del lugar, que son los que han tomado las calles en contra del proyecto que ha querido imponer el Ayuntamiento.
Pero el Informe policial no parece ajustarse a lo que han visto mis ojos, que no ha sido otra cosa que lo que han retransmitido las televisiones a todas horas, porque la gente que se ha manifestado en Gamonal ha sido la gente de Gamonal, sin uniformes, sin capuchas en su inmensísima mayoría, portando pancartas con textos muy sencillos, -como “Boulevard No”-, que en nada han incitado a provocar desórdenes ni actos violentos. En todo caso habrá que achacar también los actos violentos al empecinamiento del Ayuntamiento burgalés, por no escuchar a su debido tiempo a quienes todos los días han desafiado al frío de la meseta para sacar adelante la reivindicación del barrio.
Volvamos al Informe “confidencial” con una pregunta inicial: ¿Quién ha ordenado elaborar un informe de estas características que analiza. Aunque sea someramente, si las movilizaciones tienen algún vestigio “revolucionario exportable al resto del territorio nacional”? ¿Alguien está temiendo que la situación actual de Gamonal pudiera desembocar en una “revolución” en toda España? Me siento realmente reconfortado, porque yo sí creo que hay razones para emprender una revolución… Y no soy ni anarquista ni comunista, como dice el Informe.
Según afirma el Informe no se trata de un ensayo revolucionario, en todo caso, los actos violentos han sido provocados por integrantes del “colectivo anarquista burgalés”. También alude el Informe  a personas vinculadas al 15-M de Gamonal. Pero el Informe contiene otros datos que también deben ser interpretados, sobre todo por parte de tantos tertulianos de la recalcitrante derecha española a los que solo les importa los episodios de quema de contenedores y no las condiciones de vida de los residentes en Gamonal. Por ejemplo, a la primera reunión preparatoria de las protestas, celebrada en la Casa de Cultura, acudieron alrededor de 800 personas: ¿todas anarquistas o comunistas? Conforme llegaba la fecha de ejecución de las obras las asambleas de vecinos se convocaron en la Iglesia de la Inmaculada de Gamonal: ¿anarquistas en la Iglesia, y aún la iglesia en pie? Por fin, el Informe subraya que si entre los arrestados había “algunas personas no originarias del barrio” se debe a “la propia extracción del barrio con fuerte presencia de personas de otros países”: ¿anarquistas o inmigrantes?
En resumen, que la Policía no solo ha cumplido su función preventiva y represora ante los posibles actos violentos, sino que ha analizado y elaborado un diagnóstico, eso sí, parcial y desatinado. Porque el Sr. Alonso, que ha solido actuar de portavoz de los vecinos en algunos reportajes, no tiene pinta de nada de todas esas cosas, sino de ciudadano “normal”, y muy juicioso en cuanto dice ante las cámaras y micrófonos.
Nunca he temido a la Anarquía. Menos aún en estos tiempos en que existen tan pocos capaces de nombrarse a sí mismos con esa palabra. A lo largo de los tiempos los anarquistas han sido culpados de todo aquello que fuera abominable y no tuviera un artífice o causante claro. Ahora ocurre lo mismo, de modo que lejos de analizar las condiciones de vida de los vecinos de Gamonal, y de investigar las tramas corruptas y fraudulentas que se esconden en el proyecto rechazado por los vecinos, se culpa a los residentes de movilizarse siguiendo los mandatos de los perversos anarquistas.
Por tanto, ante el Informe “secreto y reservado” (confidencial) de la Policía yo respondo con un clásico “¡Albricias! ¡Viva la Anarquía!”

Fdo.  JOSU  MONTALBAN      

miércoles, 22 de enero de 2014

LA  DIFICIL  ENCRUCIJADA  DE  LA  IZQUIERDA  VASCA
La importante influencia que ejerce el nacionalismo sobre la ciudadanía vasca impide que la izquierda pueda consolidarse en Euskadi formando las diferentes izquierdas un bloque capaz de destronar al conservadurismo nacionalista. El Gobierno Vasco que ha presidido el socialista Patxi López hasta hace un año aproximadamente, valiéndose del apoyo del PP, en ningún momento se comportó como un gobierno de izquierda, porque sus valedores más significativos eran el PP y un solitario parlamentario de UPyD, porque en el Parlamento no estaba representada la Izquierda Abertzale que podría acompañar al PSE en algunas medidas sociales avanzadas, y porque el PNV vivió la legislatura sumido en el rencor que le produjo la pérdida del Gobierno Vasco como consecuencia de un Pacto entre fuerzas políticas del ámbito nacional español. De este modo al Gobierno de Patxi López le quedaba asumir una estrategia tímidamente de izquierdas, que pusiera todo el interés en la solución del problema terrorista, en la consecución de la paz y en la consolidación de la convivencia, que estaban seriamente amenazadas en Euskadi.
La labor fue ardua y difícil. El éxito fue posible por la discreción que acompañó al Gobierno y al propio Lehendakari, por otra parte imprescindible para que el proceso del fin de ETA culminase con la debida decencia. El equipo de Gobierno incorporó a profesionales de cierto prestigio en algunas carteras importantes, algunos de ellos de marcada tendencia liberal, que se dedicaron a gestionar sus áreas pensando en clave de mera eficacia, sin enfatizar ninguna línea ideológica. Bien poco podían hacer maniatados por un Parlamento Vasco en el que, si fuera necesario, los conservadores del PNV y la derecha del PP frenarían cualquier muestra de progresismo.
Las Elecciones posteriores no fueron justas con Patxi López y el PSE. Diezmado ya por la deriva descendente que se había hecho notar en las Elecciones Generales y Municipales, el PSE volvió a caer, más si cabe porque en esta ocasión la llamada Izquierda Abertzale participó en las Elecciones Autonómicas formando parte de una coalición nacionalista-independentista cuyo programa electoral estaba lleno de propuestas  de corte soberanista, -derecho a decidir, referéndum de autodeterminación, etc-, que dejaban en segundo término sus propuestas sociales. Como quiera que su vinculación a una ETA que había anunciado el abandono del terrorismo, pero que no anunció su disolución, les convirtió en rehenes de la formación armada, las posibilidades de llegar a articular una izquierda vasca útil en el ámbito social se hicieron imperceptibles.
Más aún, IU (EB en Euskadi) fue rompiéndose como un terrón de azúcar en un vaso de agua. Primero salió huyendo una de sus porciones (ALTERNATIBA), dirigida por uno de los prebostes (Oscar Matute) que se integró en la coalición BILDU, junto a EA (del ex lehendakari Garaikoetxea) y a la IA. Y posteriormente se rompió en dos partes, como consecuencia de desavenencias internas, cuya endeblez dejó a ambas sin representación en las Instituciones vascas. ¿Qué futuro tendrán ambas formaciones? Es un misterio que dependerá de la evolución, ideológica y electoral, que siga el PSE. Sólo una integración, formal o por puro trasvase de votos, de los militantes y votantes de IU-EB en el PSE puede ayudar a que la izquierda vasca útil pueda rehacerse.
Lo que casi nadie ve como posible, de momento, es que la izquierda “nacional” (PSE) y la izquierda abertzale (SORTU) puedan llegar a un acuerdo potente que permita desarrollar en Euskadi ambiciosas políticas de izquierda. Incluso el asunto es más complicado, porque el nacionalismo del PNV flota sobre una ambigüedad perfectamente calculada como para que en sus aguas puedan sobrevivir y solazarse autonomistas tenues e independentistas acomodados, cristianos y agnósticos, herederos del viejo carlismo y acomodaticios que en la dictadura engordaron su libreta bancaria y ya han comprobado que el PP vasco tiene su techo demasiado limitado, humanistas poco dispuestos a sobresaltos y socialdemócratas que desean pasar desapercibidos. Es verdad que a algunos de ellos les sobresaltó el hecho de que el ex lehendakari Ibarretxe les embarcara en un Plan casi diabólico que hacía temblar los cimientos de la sociedad vasca, pero incluso aquello fue soportado porque, más allá, amenazaban los vascos irredentos e irreductibles, armados de metralla y de miseria. El lapsus que supuso el Gobierno de Patxi López  la derrota de ETA (que aconteció en dicho lapsus) sirvieron también en provecho del PNV, que solo tuvo que pagar el débil coste de orillar a su líder más carismático durante algún tiempo (Josu Jon Imaz) para enjuagar la llaga que supuso el abandono de Ibarretxe y sus vacaciones voluntarias en América.
Sí, en Euskadi hay gente de izquierdas, socialistas convencidos que creen en la igualdad y ansían una sociedad en la que los derechos no dependan del origen de cada cual, ni de la lengua que cada cual hable de modo preferente, ni de que su nombre se escriba en euskera o en castellano, pero se adscriben a una u otra tendencia o formación política siguiendo otros dictados. Olvidan su procedencia poco a poco, conforme sus hijos cambian las costumbres y aficiones, conforme se cruzan y entablan parentesco con nativos o gentes con las que no comparten su procedencia. Es normal que así sea. Lo que no resulta tan normal es que arraiguen de ese modo quienes debieran discernir fácilmente que todas las tierras son iguales y que todas las personas también debemos serlo, incluso quienes viven en lugares distantes unos de otros. Es esto lo que deja en condiciones de inferioridad a aquellas ideologías de la izquierda, puras, para las que sus posicionamientos sociales no dependen de su condición autonomista, nacionalista o independentista.
Porque cada vez que una fuerza de izquierdas se para a discutir en el bucle perverso del nacionalismo, rebaja sus exigencias y, sobre todo, se amedrenta ante las consignas absolutas con que el nacionalismo se apuntala a una sociedad tan pacata como la vasca. Cuando la Izquierda Abertzale se dispone a enardecer a sus bases no les habla de socialismo ni de igualdad, prefiere calentar sus ánimos esgrimiendo discriminaciones inventadas, subrayando comparaciones tramposas y pidiendo por todo ello soberanía y libertad,… pero ¿de qué libertad hablan? Como en el caso catalán, aunque con más tino y moderación, -Urkullu no es Más-, buscan siempre que pueden juntar sus votos con el nacionalismo del PNV para reivindicar esa independencia que siempre está coronando el horizonte como si se tratara el cortante filo de una espada de Damocles. En Euskadi, a las formaciones no nacionalistas les pesa la consideración de España en los términos que aún arrastra desde los tiempos del franquismo. Aunque los años de democracia han demostrado con creces que todo ha cambiado, el nacionalismo ha seguido cultivando la semilla del miedo en muchos de los vascos que se atreven a afirmar que “en España no nos tratan bien”.
Mientras tanto el Estatuto de Autonomía Vasco confiere a los vascos una libertad máxima después de que la Constitución Española escribiera una alusión a los Derechos Históricos de los vascos como si se tratara de una orla condecorativa de gran valor. Esta consideración fue posible por el empeño de los socialistas españoles y vascos, no precisamente por los nacionalistas, y mucho menos por los independentistas de la Izquierda Abertzale. Sin embargo, ahora mismo, la izquierda vasca sólo está compuesta por el PSE y esos pequeños grupos resultantes de la fractura de IU-EB. Demasiado poco. La Izquierda Abertzale podrá integrarse en ella, pero eso solo podrá ser después de que resuelva sus dudas respecto de la cuestión nacional vasca.
FDO.  JOSU  MONTALBAN        

lunes, 13 de enero de 2014

SOBRECOGEDOR  RAJOY
Sobrecogedoras han resultado las palabras del Presidente de Gobierno en la rueda de prensa en que ha hecho balance del año 2013, al que ha puesto el apelativo de “año de las reformas” y ha situado entre el “año del ajuste” (2012) y el “año de la recuperación” (2014). Lo más sobrecogedor de todo ha sido la frase redonda que nos ha regalado: “Tenemos un fundado derecho a la esperanza”. Cabe concluir que los españoles, una vez perdida la fe y cada vez más convencidos de que sólo la caridad podrá sacar de sus miserias y problemas a los más humildes, aún tenemos derecho a la esperanza. Pero la esperanza se define en base a lo que se espera y nunca ha sido un derecho sino un estado, incluso una virtud, teologal para más señas. Y, ¿qué es lo que define a esta esperanza que Rajoy ha anunciado?
Antes de hacernos partícipes a todos de “su” esperanza ha dicho otras frases que hay que interpretar. “Lo peor ha quedado atrás”, ha dicho el Presidente, es decir que aún puede quedar lo malo, y que esa esperanza no debe ser depositada en un tiempo y una vida irremediablemente halagüeños. Produce miedo esta frase, porque habiendo sido “lo peor” tan terriblemente malo, el espacio que media entre lo peor y lo normal aún nos puede deparar cosas bastante malas, y nuestra capacidad para resistir las adversidades se va debilitando y deteriorando.
También se dio la razón a sí mismo: “…dije que 2013 iba a ser muy duro, pero dije que mejoraría en la segunda mitad”. ¿Alguien es capaz de atestiguar que realmente fue así? Pero es verdad que el 2013, “año de las reformas”, ha sido muy duro para muchos españoles. No solo para los millones de desempleados que han padecido al escasez con el estoicismo de los patriotas más responsables, sino también para los trabajadores en activo a los que primero se les ha atemorizado convenciéndoles interesadamente de que estábamos en u túnel negro sin orificio luminoso al fondo, para después cambiarles sus condiciones laborales a peores y disminuirles sus salarios, con la coartada de que tal medida era imprescindible para mantener los empleos. Estas artimañas solo serían exitosas si el Gobierno echaba una mano opresora, y así fue que la Reforma Laboral vino a amedrentar a tantos trabajadores a los que se dejó pendientes de un hilo, y dependientes de unos sindicatos a los que no solo se desacreditó como parásitos e inservibles, sino que se les alejó de la intermediación entre los obreros y sus empresas.
Si los “ajustes” del 2012 cercenaron derechos y convirtieron el Estado de Bienestar en un leve capítulo para los libros de Historia, las “reformas” de 2013 siguieron incidiendo en lo mismo, pero para prevenir las inevitables protestas de los afectados en las calles y espacios públicos (que son de todos), el Gobierno legisló en contra de la libertad ciudadana con un objetivo: acallar las voces, ahogar los gemidos y evitar que se viera de manera ostensible el caos que ellos mismos han provocado con sus “reformas”. A tenor de tales reformas las calles se han ido llenando de reatas de españoles desempleados, de funcionarios congelados en sus salarios, de estudiantes desprovistos de sus becas, de pensionistas con sus pensiones esquilmadas por copagos farmacéuticos y demás descuentos, de intelectuales amparados por sus musas pero desamparados por el Estado al que desean servir, de profesores arrinconados en el rincón de sus aulas, de pobres y menesterosos a los que se les desarma el techo de sus casas sin el más mínimo pudor, de discapacitados a los que se les acrecienta la discapacidad retirándoles las ayudas a la Dependencia. Por eso se ha hecho una Ley de Seguridad Ciudadana que confunde interesadamente al cuitado con el violento y al cabreado con el delincuente común.
El nexo que une, según Rajoy, este “año de las reformas” con el “año de la recuperación” parece estar conformado por una mezcla de obediencia y buena voluntad. En realidad, la actitud del Presidente debería ser más comedida porque si “el plan para evitar el hundimiento y el rescate se han cumplido”, ha sido porque lo han dicho los famosos “hombres de negro” que estuvieron por España hace poco más de un mes, que no porque Rajoy y su Gobierno tengan autonomía para decirlo. Y lo de que “el 2014 será un año mucho mejor, con más actividad y crecimiento”, está por ver, porque esos mismos señores tétricos del traje negro, que no representan realmente a los europeos sino a determinadas instituciones de marcado cariz capitalista muy influyentes, ya han propuesto que deberán continuar algunas reformas, exactamente cinco, entre las que se cuentan una reforma fiscal, un nuevo empellón a la reforma laboral y alguna otra, que pueden incidir directa y negativamente en la vida de los ciudadanos.
Poco más queda para comentar de cuanto ha adelantado Rajoy, pero hay dos frases especialmente dolorosas. Una de ellas, -“el año que viene dejaremos atrás el miedo”-, exige una explicación. ¿Qué miedo? ¿Miedo, a qué o a quién? ¿Quién tiene miedo? No parece que el Gobierno haya tomado sus decisiones empujado por ningún miedo, más bien le han movido la soberbia y la altanería derivados de su mayoría absoluta muy mal entendida. A quien temen los españoles es, precisamente, al Gobierno que debiera representarles dignamente y velar pos sus derechos. A quien temen los españoles es al Gobierno que ha conseguido, sin sonrojarse, que los pobres se hayan duplicado, que el hambre haya reaparecido a pesar de que estamos en el siglo XXI. A quien temen los españoles es a este Gobierno intransigente que pone sordina a los que piden justicia e igualdad de trato en las calles de las ciudades españolas. A quien temen los españoles es a este Gobierno desmemoriado que ha hecho que el confort y el bienestar de sus ciudadanos haya llevado sus vidas a los tiempos de la Transición, solo que entonces todos estábamos por la labor de superar aquella situación, mientras que ahora el Gobierno parece dispuesto a llevarnos incluso a tiempos anteriores, más cerrados y antidemocráticos.
Y por fin la frase lapidaria: “Tenemos un fundado derecho a la esperanza”. Bella frase que contrasta con el rostro hermético de De Guindos, o con el semblante irrespetuoso de Montoro, o con el autosuficiente rostro de Wert, o con el hierático rictus de Gallardón, o con la anodinia que muestra la ministra Báñez cuando anuncia reformas contra los obreros, o con la atmósfera de intransigencia que sobrevuela el Consejo de Ministros. En este tiempo en que los derechos de las personas han sido cercenados sin un mínimo de generosidad, reivindicar el derecho a la esperanza para todos los españoles es propio de osados: siempre quedan algunas migajas en la mesa de los epulones para que las cojan los pobres que merodean por los alrededores.
FDO.  JOSU  MONTALBAN

sábado, 11 de enero de 2014

EL PAPEL DEL PSE EN LA POLITICA VASCA
Empiezo por el final: el PSE es fundamental en la Política vasca. La posición que, históricamente, ha venido ocupando en el abanico de opciones que la Política ofrece a los ciudadanos vascos para su elección, solo él la puede ocupar, dado su origen, su trayectoria contrastada, su evolución a lo largo de la épocas tan diversas y su bagaje ideológico. Puede esgrimir en su favor que es el partido político más antiguo de cuantos ofrecen sus servicios políticos e ideológicos en Euskadi pero, sobre todo, puede enseñar suficientes muestras de su responsabilidad desde que en los últimos años del siglo XIX el enviado por Pablo Iglesias, -Perezagua-, llegó a nuestras tierras para completar con otros socialistas vascos la misión de humanizar las relaciones entre unos empresarios (de la minería, metalurgia, banca, ferrocarriles, etc) insaciables y una clase trabajadora explotada y desprotegida que, procedente en gran medida de todos los lugares de España, se aposentó en los hábitats más difíciles y miserables, y fue esquilmada de tal modo que veía como, inevitablemente, sus exiguos salarios volvían a revertir en los hospedajes y ultramarinos que pertenecían a los mismos patronos de sus tajos de trabajo.
No con sigilo el nacionalismo llegó más tarde, pero no lo hizo espoleado por la misma causa, la injusticia reinante, sino por el recelo provocado por el aluvión de emigrantes llegados que, de algún modo, fueron sentidos como una amenaza al sentimiento de raza que algunos vascos empezaron a exaltar. Hubo más ingredientes, -una oligarquía vasca poderosa, liberales acomodados y dispuestos a poner cordura en la convivencia, intransigentes de todas las tendencias, y aquella famosa “Piña” que juntó los intereses de unos cuantos para hacer prevalecer sus supremacías-, pero socialismo y nacionalismo fueron las dos caras más evidentes de aquella moneda.
Pasado el tiempo, y ya en democracia, el papel del socialismo del PSE se ha hecho más fundamental aún en un mosaico de formaciones políticas en que la derecha españolista se viene posicionando en los terrenos de la intransigencia, y el abertzalismo independentista actúa como una ganzúa que arrastra al nacionalismo moderado a posiciones ambiguas y poco constructivas que generan importantes niveles de inestabilidad. En este paisaje político-social solo el PSE ha venido manteniendo una continuidad en sus comportamientos. Con altibajos, es verdad, pero ¿hubiera servido para algo la rigidez en el mantenimiento de los posicionamientos y los principios? Sólo los gobiernos de Euskadi donde ha estado presente el PSE han dotado de la suficiente estabilidad a la sociedad vasca como para atenuar las dos pulsiones que la han venido inquietando y perjudicando en exceso: la pulsión secesionista y la centralista a ultranza.
Ahora mismo los vascos asistimos a un momento crucial que necesita las aportaciones del PSE, pero bien creo que el PSE está mucho más ocupado en sus luchas intestinas que en aportar ideas consistentes al ambiente social y político que vivimos. Necesita, hoy más que nunca, un liderazgo firme para que el PSE entero actúe sin fisuras, pero la inestabilidad y la debilidad del PSE le están afectando negativamente. El PSE cuenta con quien puede y debe aportar ese liderazgo, Patxi López, y debe apostar precisamente por consolidar el liderazgo del Lehendakari, también ahora que no está en Ajuria Enea. Mandarle ahora a combatir en la lucha casi desalmada que está teniendo lugar en la arena española, es un arriesgado error, porque su derrota allí le invalidará para ejercer su liderazgo aquí, donde es tan necesario.
Además, ¿quién puede sustituir a Patxi con las suficientes garantías para afrontar el momento actual, -debate sobre pacificación, final de ETA, tratamiento a las víctimas del terrorismo, discusión del “nuevo status”, crisis económica y social, etc- ? “Muchos”, me responderá alguno de mis compañeros. “Todos”, le respondo yo, pero el PSE pasa por un trance complicado. Que la búsqueda del sustituto ponga de nuevo sobre la mesa la perversa endogamia que afecta tanto a la formación puede debilitar en exceso al PSE ahora que, nuevamente, su aportación a la Política y la Sociedad vascas es fundamental.
Cada vez resulta más evidente cuál ha de ser el papel que juegue cada cual: el del PSE es fundamental, históricamente fundamental para los vascos.
FDO.  JOSU MONTALBAN       

lunes, 6 de enero de 2014

INDIGESTIÓN  EN  EL  PSE
Los socialistas en general, pero los socialistas vascos en particular, vamos de sorpresa en sorpresa. Los periódicos no paran de sobresaltarnos con conjeturas diversas, pero los afiliados y los militantes como yo nos vamos enterando de lo que se cuece conforme los periodistas nos informan, utilizando en muchas ocasiones bulos y rumores a los que conceden una credibilidad excesiva. En otras ocasiones  cabe que estén usando filtraciones interesadas, fieles al dicho popular “cuando el río suena agua lleva” que, como la mayoría de tales dichos buscan intervenir no solo en la opinión sino en la realidad.
Un importante comentarista me sorprende esta mañana de domingo con toda una página que destaca en negrillas que “la portavoz del PSE (Idoia Mendía) es la mejor colocada para coger el testigo de Patxi López al frente del socialismo vasco”. Y lo apuntala destacando esta otra frase: “El líder del partido en Bizkaia, José Antonio Pastor, parece no encontrar los apoyos necesarios”. Créanme: solo he leído esos dos titulares y ya tengo bastante.
Ahora mismo estoy en la base del PSE, solo soy concejal en el Ayuntamiento de Zalla, donde el PSE tiene un solo representante de trece posibles. Hace muy poco tiempo han sido publicados los resultados de una encuesta sobre previsión de voto en Euskadi que auguraba una nueva caída del PSE que se quedaría en doce parlamentarios. Ni Patxi López ni nadie que haya actuado en su nombre ha anunciado que va a abandonar Euskadi para ocuparse de España. Pues bien, resulta que también está Pastor buscando apoyos para suplir a Patxi López y, si no los encuentra en cantidad suficiente es porque otros también porfían por tales apoyos, es decir, que el monolitismo que se pretende mostrar ante militantes y ciudadanos, como garantía de unidad y eficacia, no existe. El socialismo vasco está, de nuevo, partido en dos. Una vez comprobado que la ubre de la vaca está seca vuelven las disensiones, precisamente cuando la vaca precisa más cuidados y necesita más manos que tiren del ronzal en una misma dirección.
A las debilitadas afiliación y militancia del PSE no les convienen las especulaciones. Tanto no les convienen que, a poco que nos esmeremos, vemos que hay demasiado silencio en lo que toca al debate social, ideológico y político en Euskadi. Los socialistas vascos parecemos conformes y satisfechos con solo despotricar del Gobierno Rajoy, como si lo que aquí ocurre no tuviera la misma envergadura que lo que ocurre en el resto. Sin embargo, el Gobierno Vasco podría desarrollar políticas que mitigasen el rigor de las reformas y recortes de Rajoy, pero no solo de modo testimonial sino con la más firme contundencia. Si pareció pacato y remiso el acuerdo PSE-PNV que dejó resquicios para que se adosara el PP vasco al acuerdo, ahora lo son más, si cabe, las débiles propuestas del PSE que no se muestran decididas a derruir las columnas del templo del PP del Gobierno Central. ¿Por qué pasa esto? En buena medida porque el PSE permanece encadenado a varias expectativas: a las de Rubalcaba, que no quiere soltar el timón de la nave que, como poco, zozobra; a las de Patxi López, que aún no se ha pronunciado sobre su continuidad en el PSE; y a las de quienes se mantienen aferrados a las rocas de la indecisión esperando que la tormenta amaine o que los patrones den la voz de inicio.
Y bien, ¿qué necesita el PSE? Necesita saber qué quiere hacer consigo mismo en Euskadi, dónde situarse realmente, si en una izquierda bronca, contestataria y alejada del poder en tanto no lo conquiste, o en un pragmatismo útil que le permita ocupar puentes de mando compartidos. Ambas posiciones pueden ser armonizadas siempre y cuando el PSE se procure un liderazgo alejado de endogamias, de familias, de intereses grupales reducidos y de viejos tics. No tiene sentido que la dirección actual del PSE se dedique a alimentar las especulaciones. Lo mismo que las ideas conformadas en la Conferencia del PSOE se muestran débiles y fútiles en tanto Rubalcaba no propicie su relevo, las propuestas que pueda generar el PSE para Euskadi  también lo serán si no hay una voz que las impulse, pero una voz que responda a un liderazgo consumado, y no a uno improvisado que responde a intereses discutidos en la sala de estar de un domicilio privado o en el espacio reservado y oculto de un bar-restaurante.
Fdo.  JOSU  MONTALBAN        

jueves, 2 de enero de 2014

COLOR  SALMÓN: PROHIBIDO A LOS HUMILDES
Si usted es una persona normal y corriente, un ciudadano de esa extensísima clase media que engloba a las rentas intermedias y a quienes perciben un salario cercano por arriba al sueldo medio, evite el color “salmón” cuando se informe. Las páginas de los periódicos, especializadas en Economía, cada vez resultan más incomprensibles para los normales. Curiosamente, salvo la información diaria, las páginas económicas tienen ese color “salmón” desde que, allá por el año 1893 el Financial Times decidiera hacerlo como estrategia para competir con el Financial News, con el que compartió el mercado hasta que en 1943 adquirió a su periódico competidor.
Los periódicos económicos españoles se escriben sobre papel de color salmón, incluso los de información general editan  suplementos semanales en papel de ese tono. Pues bien, si es usted un probo ciudadano que cobra el salario medio y paga sus impuestos religiosamente, evite ese color porque contiene noticias peligrosas que quizás serán verdad pero producirán en usted cabreo y le llenarán de contradicciones. Probablemente usted cree que las cosas funcionan de único modo que pueden funcionar, porque es usted una persona obediente y responsable que cumple sus preceptos, que abona sus deudas, que acude a su trabajo a la hora estipulada, que rinde cuanto puede, que respeta las leyes escritas y también esas otras no escritas, las costumbres, que asumidas por la gran mayoría conforman nuestras formas de convivencia. Usted lee los periódicos convencionales y se sienta ante el televisor a la hora de los noticiarios. Usted acude a su trabajo en su coche, escuchando la radio, a veces santiguándose como señal de asombro ante lo que escucha, pero siempre más atento a los riesgos de la carretera que al contenido de las informaciones. Y si se dirige al tajo en tren, metro o autobús, casi seguro que lleva incorporado a su oreja un aparatito que le chivatea la actualidad. Así que todo funciona conforme a lo previsto, porque usted también es una persona previsible.
Y no quisiera sobresaltarle pero debe usted saber que toda la información que usted recibe  choca ostentosamente con cuanto contienen las páginas color salmón. Da la impresión de que hay una información de cariz económico más escueta, para andar por casa, y hay otra para quienes usan la economía para hacer negocios constantemente. En la información diaria y escueta proliferan las amenazas: las previsiones que amenazan, las dudas que amenazan e incluso las constataciones archidemostradas que amenazan. Y los ciudadanos se sienten preocupados porque en las cantidades en que ellos se mueven y se desenvuelven cualquier disminución comporta unas consecuencias terribles. Si estos ciudadanos preocupados por sus bolsillos leen las páginas salmón sus mentes huyen despavoridas y atosigadas por la interminable hilera de ceros (a la derecha) con que se escriben las fortunas de los ricos.
Hace apenas unas semanas los periódicos se empeñaron en divulgar que vienen tiempos mejores, que hay luz al final del túnel, que el consumo en alza expresa que está mejorando la situación, que las exportaciones repuntan, en suma, que la crisis afloja la opresión que ha venido ejerciendo sobre todos los ciudadanos pero, sobre todo, sobre los más humildes. No, no han sido simples embaucadores los que nos han venido con estas monsergas, sino que han sido nuestros dirigentes, -Presidente del Gobierno incluido-, los que lo han dicho, probablemente para mostrar rostros algo más amables que los de los sufridores que les han escuchado desde sus casas. Por un lado se han pregonado las loas de las instituciones europeas a los avances de España tras su último examen antes del fin del rescate. Pusieron a disposición de España una importante cantidad de euros para “rescatar(nos)”, sobre todo a los Bancos, a todo tipo de entidades financieras que, en asquerosa complicidad con especuladores económicos, llevaron a tantos españoles a la miseria después de que perdieran sus trabajos y se vieran atosigados hasta la extenuación por sus deudas hipotecarias, en buena medida provocadas por agentes desalmados que vendían créditos como quien vende golosinas a gentes que, de antemano, sabían que acumulaban grandísimas posibilidades de ser insolventes. Pero este dinero que la “troika” (CE, BCE y FMI) ha venido controlando mediante una cohorte de cobradores del frac, que se han hecho famosos con el sobrenombre de “los hombres de negro”, no era a fondo perdido ni sin condiciones. Curiosamente unas condiciones que han afectado a los ciudadanos más humildes.
Justamente al mismo tiempo que se ha hecho público el análisis de los hombres de negro, que estuvieron en España en la primera quincena de Diciembre, según el cual la situación ha mejorado, la frase triunfalista con que Rajoy inició una de sus comparecencias, -“lo peor ya ha pasado”-, se ha visto empañada por un “sin embargo la situación económica sigue sujeta a riesgos”. La relatividad de las frases y el ambiguo significado de las palabras siempre suele ser utilizado por quienes las pronuncian para su provecho, mientras en cada ocasión dan largas a la recuperación definitiva, a esa nueva época que tranquilice a los atribulados ciudadanos y ponga en sus manos algo más de poder adquisitivo. Porque cada “pero” esgrimido ha traído consigo nuevas peticiones, nuevas amenazas, en esta ocasión las inspectores europeos han reclamado cinco reformas que volverán a golpear las espaldas de los ciudadanos: reforma de la Administración local, eliminación del déficit de tarifa en el sector eléctrico que subirá el precio del recibo de la luz, reforma de la ley de servicios profesionales, reforma fiscal y una nueva vuelta de tuerca a la reforma laboral.
Todo esto será acometido ineludiblemente, mientras las páginas de color salmón siguen recogiendo noticias halagüeñas para quienes no saben cuánto dinero tienen de tanto como es. En esas páginas no caben ni la sencillez ni el pesimismo. No cabe la sencillez porque las cantidades que se trajinan no caben en cabeza normal. Y no cabe el pesimismo porque, incluso en tiempo de crisis, la especulación es posible. Las fronteras, a las que se les ponen cuchillas y concertinas para hacerlas más herméticas y “disuadir” a quienes buscan la “tierra prometida” saltando sobre ellas, no ponen freno a los grandes capitales, que burlan la crisis de aquí acudiendo a especular en la abundancia de allá. Las páginas salmón están llenas de cantidades astronómicas que van y vienen, que aquí compran y allí venden mientras sus dueños se divierten. Y en medio de las crónicas que relatan las cifras de la abundancia, aún queda espacio para alguna salpicadura, que puede parecer pesimista, pero que a los ojos de los especuladores pasa desapercibida.
Para acabar traslado tres noticias que he seleccionado, publicadas en el mismo periódico color “salmón”. El Vicepresidente de la Comisión Europea ha afirmado, a la vez que ha pedido a Rajoy una nueva reforma fiscal que rebaje impuestos, preferentemente a los más ricos, que en España “ya no vivimos por encima de nuestras posibilidades”. Ortega, el multimillonario español que tiene un capital estimado de 47.600 millones de euros, ha adquirido un edificio en Nueva York por 70 millones de euros, sin especificar para qué lo quiere. Y una tercera noticia “salmón”: La ministra de Empleo del Gobierno español del PP plantea reformar las mutuas para frenar el absentismo laboral. Sintetizando, nuestras posibilidades son escasas y solamente nos permiten vivir pobremente, los ricos y especuladores siguen a sus anchas a lo largo y ancho del Universo, y los obreros se inventan enfermedades y lesiones para trabajar menos y peor.
Menos mal que los más humildes no leen las páginas de color salmón.

Fdo  JOSU  MONTALBAN