miércoles, 26 de marzo de 2014

LO QUE DEJO EL FORO GLOBAL DE BILBAO

LO  QUE  NOS  DEJÓ  EL  FORO  GLOBAL  DE  BILBAO
“Quince días después”
Ya han pasado más de quince días desde que se reunieron en Bilbao todos los grandes artífices de la Economía mundial con los Presidentes de las grandes Empresas españolas y los gobernantes de España y de las Instituciones Vascas. Fue en el marco grandioso y modernista del Museo Guggenheim y tuvo un título también modernista, “Foro Global España 2014”. Mientras se estaba produciendo el evento ocurrieron cosas tan graves como espeluznantes, dependiendo de quién sea el que juzgue cada cosa. Pero es que aquel acto llamado Foro, cuyo aforo limitado solo podía ser llenado por los ostentadores del poder político y por los poderosos artífices de los horrores con que la Economía “global” castiga a los pobres y humildes ciudadanos, dejó claro que una cosa es la riqueza y otra cosa es su distribución entre los ciudadanos, una cosa es la Ciencia económica y otra bien diferente es la economía doméstica que somete a tantas familias y personas a vivir en la escasez. Durante el Foro Global lo más ostensible fue el distanciamiento entre quienes hablaban en el Museo, de millones y millones de euros, sabiendo que sus éxitos o fracasos estaban bien cubiertos por sus sueldos multimillonarios, y quienes voceaban su descontento en las calles porque apenas les llegan sus escuetos salarios o sus subsidios de desempleo para poder vivir. En medio de ambos la Ertzantza pertrechada y el Puppy, ese perro de pelaje floreado que anunciaba el surrealismo que contenía el Museo durante ese día, ya tan memorable.
Nada de lo escrito ahora podría haber sido escrito apenas un par de días antes del evento, pero ahora se puede hacer un balance y contundentemente sobre lo acontecido y sobre las reflexiones que suscitaron cada uno de los hechos sucedidos ese día.
“Tres frases notables”
De Guindos (Domingo, 2 de Marzo): “En la cumbre de hoy esperamos analizar la situación económica en España y en Europa y la salida de la crisis para la que, por supuesto, encontraremos soluciones”
Esta especie de optimismo demencial contrastó con los silencios mantenidos por Lagarde (FMI) y Dijsselbloem (Eurogrupo) que liquidaron sus respuestas con un “muy interesante”, sin duda refiriéndose a lo que se iba a producir allí.
¿A qué viene, por tanto, el optimismo de De Guindos? Solo responde al gran desprecio con que la plutocracia que ejerce el Gobierno del PP trata a los españoles, a los que considera súbditos en lugar de considerarles ciudadanos. ¿Qué es para De Guindos una solución? Aún peor, ¿qué problema de la Economía es el que pretende solucionar? Que se sepa, un Gobierno está para resolver los problemas de los ciudadanos, es decir, lograr que sus ciudadanos vivan mejor, de modo que todos los conocimientos económicos del tal ministro deberán ponerse a servicio de mejorar los salarios, suavizar en todo lo posible las condiciones laborales, facilitar los empleos y garantizar la suficiencia económica de todos. Pero, desde su hermetismo, el ministro pronunció una frase realmente ridícula (“por supuesto, encontraremos soluciones”) después de demasiado tiempo sin encontrar ninguna en las direcciones mencionadas.
Ángel Gurría (OCDE, Lunes 3 de Marzo): “Entiendo la frustración de los jóvenes, les prometimos un empleo y no hemos cumplido…El Estado de Bienestar debe cambiar para ser sostenible en el tiempo y poder financiarlo…”         
Es curioso que, entendiendo que los jóvenes estén frustrados por sus incumplimientos no hablara en el Foro ningún joven de esos problemas graves que les afectan y condicionan su futuro. Los organizadores podrían haber llevado a algún líder estudiantil que les reclamara alguna atención, pero la media de quienes hablaron en el Foro está bastante más cerca de los sesenta que de los cincuenta.
Resulta sobrecogedor el escaso alcance de las reflexiones de los prebostes de la Economía mundial. Porque afirmar, como hizo, que en cuestión de salarios “no es cuestión de subirlos o bajarlos, sólo pueden elevarse si aumenta la productividad”, resulta ser una patochada. Es verdad que la productividad puede influir, pero también lo es que influyen igualmente el reparto más equitativo de los beneficios empresariales (que tienen que ver con las empresas y no exclusivamente con los empresarios), y el hecho de que un reparto más generoso de esos beneficios, compartidos con los trabajadores, también mejoraría la productividad.
Y por fin, requeriría una explicación que no dio lo del cambio del concepto de “Estado de Bienestar”. ¿Qué significa “hacerlo sostenible”, que mantenga su intensidad y alcance o que los rebaje? Bien me temo que, cada vez que se cuestiona el Estado de Bienestar desde instituciones puramente economicistas se hace para poner en solfa su existencia, rebajar sus prestaciones y tachar de carga social e impedimento para el progreso económico a quienes más necesitan del Bienestar. En suma, para rebajar dichas prestaciones.
Mariano Rajoy (Gobierno Español, Lunes 3 de Marzo): Tras dos años de intensas reformas España ha superado la peor recesión de la historia reciente… Ganar competitividad sin recurrir al tipo de cambio, a la devaluación… (Agradezco) a los agentes sociales cuyo notable esfuerzo ha propiciado la moderación salarial y la reducción de costes…”
No se acordó para nada de los seis millones de parados, ni de los más de dos millones de españoles que no perciben ni un solo euro y viven a costa de sus familiares, de las ONGs o de la solidaridad vecinal. Es cierto que esas gentes de economías tan escasas suelen pasar desapercibidas, en primer lugar porque son poco visibles en las calles y se ocultan por rubor o vergüenza propios, y en segundo lugar porque previamente han sido desacreditadas por los aparatos propagandísticos de la derecha más insolidaria que no duda en tildarlos de holgazanes, o de someterles al rigor de economías sumergidas y cajas B negras, con percepciones (que no salarios) miserables.
Sí, es posible que se haya ganado competitividad, pero no porque los españoles seamos más competitivos en términos generales, sino porque nuestras vidas se han convertido en competiciones brutales en las que el pez grande se come al chico aunque éste sea más hábil y más inteligente, porque lo que marca el signo de los tiempos es el poder del dinero, al que solo acceden los que ya lo tenían y unos pocos a los que selecciona el sistema socioeconómico en base a algunos “valores” individuales entre los cuales suele ser el más valorado la ductilidad con que cada cual acepta su sometimiento al poder.
¿Qué más nos dejó el Foro Global?
El Foro Global, además, nos dejó otro montón de contradicciones y nos hizo quedar muy mal ante la opinión mundial que, lejos de puntualizar que quienes se reunieron en el Guggenheim son culpables de que el Mundo sea bastante inhumano, cargaron las tintas sobre los que rompían escaparates en las calles después de que se dieran cuenta de que llamarles mercachifles, avasalladores o desalmados no les servía para gran cosa.
Las manifestaciones habían sido convocadas para llamar a atención de los poderosos, pero ellos estaban encerrados en su bunker, donde les rendían pleitesía los poderes públicos y democráticos. En realidad las voces de la calle, que no llegaban a sus oídos, les declaraban culpables del desaguisado socioeconómico mundial con toda la razón pero ellos, erre que erre, proponiendo ajustes y recortes, cercenaduras y negaciones de derechos a todo quisque para que sus cuentas cuadrasen. Sus cuentas les adjudicaban beneficios multimillonarios a sus empresas, y sueldos de varios millones (siempre cantidades de seis cifras o más) para ellos. Los que habían acudido para “no quedar mal”, es decir el poder político e institucional, tan defenestrado, gana la décima parte (o menos aún) que aquellos ricachos a los que protegen mediante normas y leyes que garantizan el desaforado margen de sus beneficios.
Pero fueron ellos los que afearon las acciones violentas sin haber afeado lo más mínimo las actitudes de los reunidos en el Museo. Las frases más juiciosas salieron de las bocas de quienes se pronunciaron en la calle: de los obreros cabreados, de los sindicalistas reivindicativos e, incluso, de los trabajadores y trabajadoras que sintieron en sus propios comercios la violencia absurda y miserable de los manifestantes bárbaros (que solo eran excepciones) , tan escasamente respondidos por la Ertzantza tan afectada de “cavaquitis” aguda. Ocurrió, sí, ocurrió que los salvapatrias de otro tiempo se habían acoplado en las manifestaciones para convertirlas en lo que nunca quisieron ser. Las manifestaciones son para manifestar y no para ladrar, aunque quienes escuchen sean sordos.
Erkoreka, el portavoz del Gobierno Vasco, dijo: “Rechazo a los movimientos violentos porque constituyen una agresión contra la sociedad vasca”. Y dijo que el Ejecutivo enmarcaba lo ocurrido en un tipo de “violencia antisistema”. Un comerciante de la Gran Vía bilbaína había dicho: “Pasaron como el caballo de Atila”. Es verdad, y por ello el más rotundo desprecio a los violentos de ese día…
… Y el más rotundo desprecio a los “Atilas” de la Economía Mundial, a todos aquellos desalmados que estaban reunidos en el Museo. ¡Lástima que el Poopy no se enrabietara! El Museo Guggenheim se convirtió ese lunes 3 de Marzo en un refugio para mercaderes tramposos y censurables.
FDO.  JOSU  MONTALBAN            

lunes, 24 de marzo de 2014

EL ALIENTO DEL PUEBLO

“EL  ALIENTO  DEL  PUEBLO”
No sé qué quisieron decir los antiguos etarras que se reunieron en Alsasua el sábado para escenificar el regreso al País Vasco después de sus largas o cortas estancias alejados de aquí. Sería interesante saber si todos ellos tenían los mismos sentimientos o había sentimientos diferentes, dispares o incluso contradictorios. Se trata de la segunda fotografía de etarras, o de ex etarras, reunidos en grupo, visualizando una “unidad” indefinida cuya identidad solo responde a lo que fueron, pero no a lo que son. Dado que los etarras (o ex etarras) son muchísimos más que esos cien reunidos en Alsasua, cabe elucubrar sobre la razón por la que no están en la fotografía todos los que son. Da la impresión de que los que faltan quizás no sientan lo que pregonaba el slogan de la convocatoria: “Tenemos el aliento del pueblo”, (Herria dugu arnas).
Un día antes de dicha concentración se dieron a conocer los resultados del último Sociómetro Vasco: ocho de cada diez vascos consideran que ETA debe reconocer la injusticia del daño causado mientras estuvo actuando. Nada nuevo, porque la proporción corresponde a la realidad: dos de cada diez, -la Izquierda Abertzale (IA)-, aún creen que lo que ETA hizo no fue injusto y, por tanto, reconocer su daño sería un acto fatuo y absurdo. Esos dos de cada diez son los mismos que abogan porque la paz llegue tras un armisticio firmado entre los bandos en litigio, como si de una guerra se hubiera tratado, y no tras una reflexión profunda y humana que llevara a los infractores a asumir la culpa favoreciendo la generosidad de los agredidos en la administración de su condescendencia y del perdón posterior.
La sociedad vasca ha renunciado a practicar la excesiva severidad propia de los justicieros. Estoy convencido de que ni siquiera desea ser “justa”, a cambio de la paz. Pero esto no lo quieren ver ni los viejos etarras ni la IA que siguen apretando las clavijas sin medida, forzando la celebración de actos públicos innecesarios cuyo reflejo en la prensa diaria resulta algo provocador. Este modo de obrar constituye una afrenta para muchos vascos que han sufrido el azote asesino y el miedo. Lo bueno y aconsejable sería que el Gobierno Vasco y el Español tuvieran una sola voz para encarar este asunto, porque la paz solo puede ser una.
En este tema solo cabe pensar ya en la paz definitiva. ¿Por qué no empeñarnos en ello? ¿Para qué discutir sobre vencedores y vencidos, sobre galgos o podencos? Sin embargo, no es de recibo que los demócratas discutamos entre nosotros mientras ETA y la IA exhiben una unidad ficticia e irreal, mostrándose en grandes murales y fotografías  formando grupos de adocenados que, cobardemente, aplauden al final de las lecturas de los comunicados respectivos como si estuvieran totalmente de acuerdo con lo expresado. Sí, también a ellos les afecta el miedo a decir que los asesinatos y demás barbaridades cometidas les produce vergüenza y asco, porque conocen como se las gasta cualquier dirección de un grupo terrorista. Desde luego que yo me resisto a admitir que haya tantos malos, de corazón tan duro.
Mientras tanto, hay ocho de cada diez vascos que piden a ETA que reconozca la injusticia del daño causado. Pero a esa reclamación tan sencilla de los vascos de bien la IA y los etarras (o ex etarras) de Alsasua han respondido con una falsa ensoñación: “Tenemos el aliento del pueblo”.
Fdo.  JOSU MONTALBAN   

domingo, 23 de marzo de 2014

EXPERTOS

“EXPERTOS”
Si tuviera ante mí, ahora mismo, un joven al que asesorar sobre su futuro, lo primero que le sugeriría es que al finalizar su formación, cuando llegara el momento de elaborar sus tarjetas de presentación, pusiera en ellas el término “experto”. ¿De qué, en qué? No sé, pero “experto”. Cuyo significado es “hábil o con mucha experiencia”, también “especialista en alguna materia”. El experto también es “experimentado”, es decir, que ha hecho experimentos sobre alguna materia, y añado yo, “y ha sacado conclusiones”.
¿Por qué digo esto? Acabo de ver un programa de debate en el que un grupo de tertulianos han convenido en que España necesita un pacto de Estado sobre alguna cuestión, y que la elaboración y consecución de dicho pacto tendrá lugar después de que los expertos actúen ante una comisión de Diputados que escucharán cuanto digan para sacar una serie de conclusiones, previamente esbozadas por los propios expertos.
Los expertos, al parecer, esperan agazapados en sus oficinas a que alguien vaya y les diga “necesitamos que nos aconsejes o asesores…”. En esas oficinas se asesora sobre cualquier asunto, porque los expertos están empapados de los temas más variados, pero sobre todo de temas intangibles en los que el asesor es capaz de concluir una cosa u otra en base a las apetencias que muestre el demandante. Cuando se trata de consultas sobre cuestiones relacionadas con Ciencias diversas no se acude a consultorías ni a asesorías. Pero, acabemos, ¿a qué viene esta introducción tan alargada?
El Gobierno Español ha presentado un informe sobre la posible reforma de nuestros impuestos. Y resulta que ahora ha desplegado a sus voceros para decir que el contenido de dicho informe no debe ser seguido de pe a pa por el momento. Los expertos han señalado una dirección que no coincide con lo que sufre y demanda la ciudadanía, y el Gobierno teme que se subleven los votantes. ¿Para qué sirven, entonces, los expertos? Pues solamente para justificar las decisiones duras, para poder descargar la responsabilidad propia en los hombros ajenos.
Ahora mismo hay varios frentes abiertos, que reclaman la presencia de expertos. Ya están los expertos dispuestos a ir al Congreso de los Diputados para asesorar sobre impuestos, ayudas sociales, desempleo, inmigración, pensiones, vivienda, sobre… Yo estoy convencido de que si las comparecencias se hicieran con el rostro tapado bastaría con un único experto compareciente. Salvo el argot utilizado en cada caso, el experto solo debe cuidar un detalle que consiste en plegarse a lo que desea que diga quien le ha convocado allí. Conozco bien el asunto, de modo que el número de expertos presentado ante sus señorías siempre se corresponde con las mayorías y minorías que les llaman a comparecer. Por tanto, acudirán los expertos vinculados al PP en mayor cantidad que todos los demás.
Pero seamos serios antes que expertos. Seamos dignos y buenas personas antes que expertos. Quienes aceptan las actuales desigualdades económicas, que se traducen en diferencias sociales flagrantes, ¿son acaso expertos, o son algo más que tal? En todo caso la “experiencia” de quienes vienen a justificar los hechos que se consumarán después desde los gobiernos e instituciones públicas, solo es una coartada que, debidamente usada, permitirá incluso las mayores atrocidades. ¿Han aconsejado los expertos que el abanico salarial en las empresas multinacionales abarque proporciones de 20 ó 30 a 1? Si así ha sido, se tratará de expertos en injusticias. ¿Han concluido los expertos que la pensión mínima, con que viven muchos ancianos en España, sea de 600 euros al mes? En ese caso se trata de expertos muy malvados. ¿Qué podrán decir los expertos en el asunto de la inmigración subsahariana: que debe ser permitida o que debe ser impedida del modo más expeditivo posible? Nadie duda de que la mayoría de expertos serán convocados por el PP y, por tanto, dirán lo que quieren oír el Ministro Fernández y el Presidente Rajoy.
Así que menos engañar a todos con la añagaza de que se trata de expertos. En todo caso búsquense “expertos” para llenar las bancadas del Congreso si se cree que los actuales diputados no sirven para reflexionar y discutir con suficientes garantías. Yo creo que lo realmente necesario es que unos y otros sepamos, y tengamos en cuenta, que la Humanidad solo puede y debe ser gobernada por humanos. Por humanos buenos que crean en la dignidad humana como propiedad y atributo de todos…Por humanos, que no por humanoides.   

lunes, 10 de marzo de 2014

QUE HACEMOS CON LOS JÓVENES. QUE HACEN LOS JOVENES

QUÉ  HACEMOS  CON  LOS  JÓVENES.  QUÉ  HACEN  LOS  JÓVENES
Ahora mismo, lo mejor que tienen los jóvenes como colectivo es que su juventud responde a un estado pasajero que termina cuando los años se van subiendo a sus espaldas. También tienen algunas otras cosas buenas, incluso algunas propiedades que deberán servirles para que los rigores de sus vidas sean más llevaderos.
Según la Oficina europea EUROSTAT el paro de los jóvenes de menos de 25 años en España alcanza el 57,7%. Esta cifra asusta porque además se produce en un país en el que el paro total ya es demasiado alto (26,5%). Las cifras contrastan con las de las medias europeas: la tasa de paro juvenil en la zona euro alcanza el 12,1%, mientras que el paro general registrado en Europa a finales del 2013 era del 10,9%. De todas las conclusiones a las que llega el Informe del EUROSTAT hay uno escalofriante: casi el tercio de los parados de la zona euro  están en España, y de todos esos parados españoles más de 980.000 son jóvenes.
Sin embargo las calles aún no arden porque la fogosidad propia de la juventud vive larvada en infundadas esperanzas de que el tiempo nos depare nuevas etapas de esplendor. Pero no, todo hace presagiar que ese nuevo tiempo, si llega a producirse, no vendrá sin que sea empujado. Nuestros jóvenes dejarán de serlo sin que los siguientes hayan aprendido  casi nada de ellos, porque son hijos de una abundancia de mentirijillas, basada en la especulación más atroz practicada por sus antecesores, que creyeron que el dinero y su acopio no tenían límite, y que aquella falsa prosperidad iba a seguir “per secula seculorum”. Este paisaje, tan generalizado hace unos años, desarmó éticamente a la juventud que venía por detrás, mucho más preocupada por sus diversiones particulares que por construir una sociedad cohesionada y solidaria.
Justamente unos años después de que los mayores se empaparan de cuanto los eufóricos gobernantes divulgaban en su provecho, ha devenido esta debacle tan difícil de diagnosticar y, aún peor, tan difícil de remediar. Cada día aparecía algún notable con acceso a los medios de comunicación que metía en nuestros hogares un término, -JASP-, que incluía las iniciales de un mensaje que, como se ha visto, siempre tuvo más de propaganda triunfalista que de realidad. Aunque fuera verdad aquello de “Jóvenes Aunque Suficientemente Preparados”, aún los informes PISA que auditaban nuestro sistema educativo nos mostraban carencias muy importantes, siempre medidas con respecto a las medias europeas. Sin embargo, durante la primera década del siglo XXI han sido muchos los jóvenes que, atraídos por la posibilidad de ganar dinero fácil y rápido, principalmente en el sector inmobiliario y de la construcción, abandonaron su formación antes de consolidarla, huyeron de las aulas para llegar a nuestros días como generación “nini”, es decir, generación juvenil que Ni estudia NI trabaja.
Puestos a poner nombres la generación de nuestros jóvenes actuales constituye una “generación pobre”, que es la formada por aquellos cuyas vidas van a ser peores que las de sus padres. Así será, y menos mal que está el soporte familiar y el impagable papel que cumplen los padres en el desarrollo de la vida de nuestros jóvenes en todos los ámbitos. Son legión los jóvenes que cuelgan a sus espaldas hipotecas bien costosas, o deudas procedentes de bienes que adquirieron cuando las entidades financieras se comportaban como si fueran tómbolas. Es verdad que nadie usó la violencia para hacer que muchos jóvenes, y no tan jóvenes, se comprometieran con créditos que ahora les ahogan, pero aquel desparpajo con el que los dirigentes de los bancos metían cédulas en los bolsillos de los clientes debe ser tenido en cuenta a la hora de pedir responsabilidades. Lo cierto es que nuestros jóvenes actuales vagabundean por las calle de nuestros pueblos y ciudades, sentándose aquí o allá con su teléfono móvil en las manos, divirtiéndose con las ocurrencias de las redes sociales, pero ausentes del gran problema que les acucia.
No sé qué se puede hacer para resolver el problema de los jóvenes, pero sé que la sociedad y el sistema socio-económico que la gobierna ha engañado a los jóvenes, porque están mejor formados y preparados que las generaciones anteriores, pero el sistema se ha apuntalado con otras premisas. Por muy formados que estén el sistema solo les tiene reservados sueldos de miseria: ya, ni siquiera son mileuristas porque a quien se atreve a reclamar mil euros para todo el mes, le liquidan con bastante menos su trabajo, pues siempre queda algún resquicio para usar cajas B o economías sumergidas. Ahora los jóvenes españoles emigran, en muchos casos como lo hicieron sus padres y abuelos. Una vez llegados a su destino, atiborrados de títulos y resguardos que atestiguan los cursillos que han culminado, son explotados sin piedad, del mismo modo que hacemos en España con quienes han venido de allende nuestras fronteras. Lo que el sistema educativo y formativo español gastó en los jóvenes revierte en otros lugares: los “españoles en el Mundo” que las televisiones nos muestran con rostros alegres y esperanzados, no se atreven a decir que, en la mayoría de los casos, se fueron a regañadientes como si hubieran sido despachados por las circunstancias adversas.
¿Qué hacemos con nuestros jóvenes? No sé qué se puede hacer realmente, porque en un Mundo en que la Economía lleva la voz cantante sobre la Política, la juventud no es un divino tesoro, en todo caso es más “divina” que “tesoro”, y de la divinidad suelen obtenerse divisas más bien escasas. Pero sí sé que han de hacer los jóvenes si aún les queda decencia. Vivimos junto a unos jóvenes apáticos, entregados a un hedonismo muy costoso que se aferran al placer de los instantes sin darse cuenta de que todo trance de ese tipo es muy efímero. No acabo de comprender que nuestras calles no estén llenas de jóvenes protestando por sus problemas, más aún, protestando por las injusticias, por las desigualdades sociales, por los recortes públicos, por los bajos salarios y pensiones, por la osadía con que los patronos expulsas a sus obreros, por la cercenación constante de todo tipo de derechos… Sí, es verdad que muchas de estas afrentas no les afectan directamente, pero ellos tienen que constituirse en la punta de la lanza que combata y agujeree las conciencias de los desalmados. Ellos se tienen que erigir en la vanguardia de la lucha.
Los jóvenes, estudiantes o trabajadores, como decía Violeta Parra de los primeros, “son aves que no se asustan de animal ni policía, y no le asustan las balas ni el ladrar de la jauría”. ¿Será así, o les habremos educado con tanta insolidaridad como para que les asuste casi todo? Sí, “que vivan los jóvenes (estudiantes) que rugen como los vientos cuando les meten al oído sotanas o regimientos”. Se pregunta Violeta Parra en su canción: “¿hasta cuándo nos dura señores la penitencia?”. Lo mismo deberíamos preguntar nosotros y todos los jóvenes “porque levantan el pecho cuando les dicen harina sabiéndose que es afrecho, y no hacen el sordomudo cuando se presenta el hecho”. Pues bien, el hecho ya está aquí, y los jóvenes deben levantar el pecho al son de Violeta…
… Como lo levantaron los jóvenes de Mayo del 68 en Francia al grito de “seamos realistas, pidamos lo imposible”, frente a las chabolas cubiertas de latas (bidonvilles) de Nanterre. O como lo levantaron, coincidiendo con ellos en el tiempo, los jóvenes de Méjico, aunque les costaran más de 200 muertos en la Matanza de la Plaza de las Tres Culturas. O, más reciente aún, como lo levantó Mohamed Bouazizi cuando se quemó a lo bonzo en Túnez e inició las revueltas estudiantiles que iniciaron la famosa Primavera Árabe. O como lo levantaron los jóvenes Indignados del 15-M en la Puerta del Sol de Madrid, y en otras plazas de España y del Mundo. Igual que voceaban entonces han de hacerlo ahora: “No somos marionetas en manos de políticos y banqueros”. Sí, los jóvenes deben llenar las calles de utopía y de rebeldía. Un joven insolidario y falto de compromiso social no merece el calificativo de “joven”. La juventud no debe expresarse mediante poses remisas, sino con ademanes y hechos valientes.
FDO.  JOSU  MONTALBAN         

domingo, 2 de marzo de 2014

LA ESTRELLA DEL SOCIALISMO VASCO

LA  ESTRELLA  DEL  SOCIALISMO  VASCO
No solo el socialismo español anda algo desnortado. Tampoco el socialismo vasco encuentra la estrella a la que deberá seguir para recuperar la credibilidad perdida. En la última reunión importante celebrada por el PSE reclamé a la Dirección del Partido un acercamiento a las organizaciones sindicales, a todas, aunque preferentemente a los sindicatos de clase, que han sido desacreditados con alevosía por la derecha española que no ha dudado en divulgar dos imágenes falsas: la de la corrupción que ha afectado a la UGT andaluza como si se tratara de algo consustancial a cualquier organización sindical, y esa otra imagen que pretende generalizar la idea de los sindicalistas como vagos y desidiosos, que aprovechan sus horas sindicales para divertirse y holgazanear, en lugar de emplearlas en reivindicar mejoras para los trabajadores. Di algunos datos, por ejemplo que los sindicatos surgieron para combatir formas de explotación de los trabajadores que rayaban con el esclavismo en el ámbito laboral, y con la esclavitud en la calle.
Otro dato que ofrecí fue que mientras el porcentaje de afiliados a los sindicatos solo llega al 12% de los trabajadores, tres de cada cuatro empresarios están afiliados a alguna organización empresarial. Y concluí que, para los socialistas, los trabajadores y los empresarios no deben ser lo mismo. Es cierto que a ambos colectivos se les incluye en una denominación común, -agentes sociales-, cada vez que hacemos alusiones a nuestro sistema productivo, como si ambos estuvieran en la misma altura, pero solo mentes desideologizadas e interesadas pueden aceptar que el empresario y el trabajador gozan de las mismas condiciones en el proceso productivo, pues mientras el empresario se dedica a recoger los beneficios generados sin límite claro preestablecido, el trabajador produce a cambio de un salario prefijado. En tal sentido hay que recordar que el egoísmo de los empresarios, capaz de aceptar la explotación de los trabajadores, solo ha encontrado freno y límite en la acción de los sindicatos. Por eso me permití asegurar que para los socialistas la clase empresarial podía ser considerada adversaria, cuando no enemiga.
La respuesta de uno de los más importantes dirigentes del PSE fue desalentadora, pues consideró  “trasnochada” mi afirmación. Es decir que, siguiendo el Diccionario oficial yo sostenía “una cosa que por haber pasado una noche por ella, no valía nada”. Para el líder de mi Partido mi afirmación era “macilenta, desmedrada, pálida y descolorida”. En aquel momento pensé que el socialismo vasco no solo estaba desnortado, sino también profundamente despistado y desarmado ideológicamente.
La última propuesta enviada por Rossell, el Presidente de la CEOE, al Gobierno es muy esclarecedora: bajar las cotizaciones sociales de los empresarios un 2%; disminuir el IRPF; disminuir el 30% el Impuesto de Sociedades de las grandes empresas, y del 25% en las PYMES; eliminación del Impuesto de Patrimonio; y elevación del mínimo exento del Impuesto de Sucesiones. Pero el descaro del Presidente de los empresarios se produjo cuando explicó que la mejora de los ingresos para atender las necesidades del Estado deberá salir del incierto crecimiento de la Economía y de la lucha contra el fraude fiscal. Pero le cupo más desvergüenza aún cuando afirmó: “tenemos la ventaja de que podemos decir cosas y no las tenemos que poner en práctica”. Descarado el tío, como para pedir rebajas fiscales tan copiosas en España, donde la presión fiscal está ocho puntos por debajo de la media europea. Y desvergonzado por plantear una subida del IVA, que afecta al consumo de todos sin distinguir a los ricos y a los pobres.
Por eso creo que el socialismo está desorientado. La Dirección del PSE, utilizando su preeminencia, no duda en considerar anticuado y tachar de carca a quien pide que se retomen estrategias y comportamientos que demostraron su eficacia cuando estuvieron vigentes. El socialismo vasco (y el español) debe volver a seguir la venturosa estrella de los sindicatos para combatir el resplandor deslumbrante de la patronal, mucho más preocupada por la obtención de beneficios sin límite que por coadyuvar al equilibrio y la cohesión sociales.
Lo que es trasnochado y malvado es, siendo socialista, poner a sindicatos y organizaciones empresariales a la misma altura.
Fdo.  JOSU  MONTALBAN