viernes, 30 de enero de 2015

SEGURIDAD Y LIBERTAD. SEGURIDAD O LIBERTAD (DEIA, 30 DE ENERO DE 2015)

SEGURIDAD Y LIBERTAD. SEGURIDAD O LIBERTAD
Empecé a escribir este artículo en el día en que se produjeron los hechos, cuando los hermanos Kouachi entraron en la redacción del diario satírico “Charlie Hebdo” y mataron a 12 personas entre los que se contaba el Director y buena parte de sus dibujantes. ¿Cómo interpretar esta matanza? Casi a la vez otro secuestrador se encerró en un supermercado con varias decenas de rehenes, de los cuales murieron al menos cinco cuando las fuerzas del orden francesas entraron al establecimiento y mataron al secuestrador Coulibaly. Quienes asaltaron las oficinas del diario satírico, los hermanos Kouachi, pudieron huir y se refugiaron en la región de Picardia, donde fueron rodeados y abatidos por la Policía francesa. Entonces empecé a escribir este artículo, pero desde entonces hasta hoy el asunto ha dado múltiples vueltas, de manera que lo que ha quedado en la superficie ha sido el debate en torno a la seguridad y la libertad: ¿el exceso de celo en garantizar la seguridad pone en riesgo nuestra libertad?, o lo que es lo mismo, ¿la libertad completa y bien entendida supone un riesgo añadido para nuestra seguridad?
Varias han sido las reacciones ante el atentado de París que ha sido imputado al yihadismo, -rama violenta y radical del Islam-, y posteriormente reivindicado por la rama yemení de Al Qaeda. Los diarios recogieron todas las reacciones de las que algunas, lejos de obedecer a un ejercicio de reflexión obedecieron a la más tosca inclinación a la venganza.
No tengo dudas de que la reacción de las autoridades francesas fue la apropiada, porque fue rápida y contundente, aún cuando la eficacia no fuera la mayor teniendo en cuenta que murieron algunos inocentes, pero se pueden, y se deben, sacar muchas conclusiones de todo ello. Una primera y muy elemental: Europa ha fracasado en su estrategia de integración de quienes han emigrado hasta ella, pertenecientes a etnias, costumbres y credos religiosos ajenos a los suyos. Probablemente no tanto por algunos gestos de intransigencia hacia sus costumbres diferentes, que implican incluso formas de vestir y alimentación diversas, sino porque Europa no se ha preocupado de introducir en los sistemas educativos prácticas de acogida y de divulgación de una laicidad que nos convierta a todos los que vivimos en ella, nativos e inmigrantes, en ciudadanos capaces de convivir y respetarse.
Cuando unos días después del atentado el primer ministro francés Vallas dijo que “Francia está en guerra contra el yihadismo y el islamismo radical”, estableciendo de este modo una triple clasificación en el islamismo, -yihadismo e islamismos radical y moderado-, la canciller alemana Merkel encabezaba una concentración en la Puerta de Brandeburgo contra la islamofobia. Y casi a la vez el Presidente turco Erdogan acusaba a Europa de hipocresía por no haber hecho nada para frenar el odio hacia los musulmanes. En Alemania se ha constituido la Plataforma Pegida, que ha amenazado con constituir un movimiento contra la “islamización de Occidente”. Nadie, o casi nadie, se ha quedado quieto. Las medidas excepcionales van a ser aplicadas con todo el rigor, y no solo van afectar a aquellos cuya relación con el yihadismo esté probada, sino a todos en general, pues solo de ese modo la seguridad completa puede estar garantizada.
Todos sabemos que el 99% de los musulmanes que habitan entre nosotros no tienen nada que ver con el terrorismo islamista, pero cualquier atrevido se aventura a afirmar, sin rubor alguno, que una túnica o un pañuelo en la cabeza de un musulmán pueden ocultar armas o identidades, como si nosotros los occidentales no pudiéramos hacerlo recurriendo a cirugías estéticas u otras artes. ¿Por qué aplicar medidas tan excepcionales cuando lo acontecido debería haberse combatido con métodos convencionales? ¿Acaso si la matanza en Charlie Hebdo hubiese sido perpetrada por un francés perturbado mental habría actuado la Policía francesa con más miramientos?
Lo cierto es que Hollande ha recuperado buena parte de la consideración de los votantes franceses, que había perdido, mediante pronunciamientos patrióticos que parecen más declaraciones de guerra: “Si Francia está de pie, es porque hay policías que han caído. Han muerto para que podamos ser libres. Francia no se rompe jamás, no cede jamás, no se somete jamás”. Sin embargo, las autoridades francesas que así se pronunciaron excluyeron del “consenso nacional patriótico” a Marine Le Pen, cuyo “patriotismo”, rayano al patrioterismo, siempre se ha mostrado como el más contundente.    
La realidad nos dibuja un panorama complejo. En Europa residen 20 millones de europeos que son musulmanes, mientras el 70% de la UE los rechaza, a pesar de que ya haya musulmanes con tanta responsabilidad como, por ejemplo, la alcaldía de Rotterdam; a pesar de que haya barrios y áreas en algunas ciudades donde el 80% de la población es islamista. Igualmente, en Euskadi, donde la inmigración de carácter islamista es tan importante, el grado de aceptación es escaso. A los ciudadanos se les ha imbuido un concepto de seguridad fundamentado exclusivamente en la represión.
El atentado de París ha despertado muchos instintos y ha ofrecido algunas oportunidades para que las ideologías más intransigentes disculpen sus propios excesos: “El yihadismo endurece el discurso del PP” (titular de periódico español). Y ya, incluso el lenguaje se convierte en hosco y agrio, pronunciado en tono mayor, como cuando Rajoy ha afirmado en Francia: “Lucha sin cuartel al yihadismo… Los terroristas han podido asesinar cobardemente a uno de los nuestros, pero nunca lograrán acabar con nuestras ideas, principios y valores”. Ante esta afirmación cabe una pregunta: ¿Cuáles son esos principios y valores que les permiten proclamar declaraciones de guerra? ¿En qué principio o valor sustenta el PP su nueva pena de prisión permanente revocable, que ha aprobado con el voto contrario de toda la oposición? ¿En qué principio o valor sustenta el PP las famosas “devoluciones en caliente” de inmigrantes en las alambradas de Ceuta y Melilla? Desde luego que como principios parecen surgidos de la más profunda inhumanidad; y como valor sirve para muy poco en ese empeño por construir una sociedad más justa e integrada.
Matar por razones religiosas constituye una aberración y una ignominia. La Inquisición fue una forma de yihadismo cristiano, no fue nada más leve. El pensador Castiello escribió en “Contra el libelo de Calvino”: “No se afirma la propia fe quemando a un hombre, sino más bien haciéndose quemar por ella… Matar a un hombre no es defender a una doctrina; es matar a un hombre. Cuando los ginebrinos mataron a Servet no defendieron una doctrina: mataron a un hombre”. El terror que los hermanos Kouachi pretendieron sembrar al arremeter contra la revista satírica, no ha servido para fortalecer a su Islam, ni siquiera para prevenirle de ningún riesgo exterior. Tampoco servirán de mucho las bravatas lanzadas por los líderes europeos, a pesar de que en la manifestación de protesta ante el atentado por las calles de París marcharán tomados sus brazos férreamente como si fueran un solo elemento poderosísimo. Pero no, no era real aquella demostración de fuerza, pero no de razón ni de credibilidad. Europa, como espacio de civilización y como lugar de acogida, ha de extremar su comprensión para que quienes lleguen hasta aquí se sientan también europeos. El Mundo es grande, casi infinito, Oriente y Occidente son zonas de la esfera terráquea que cuando giran intercambian sus espacios.
Cuando el acogedor impone condiciones drásticas al acogido está pareciéndose más a un carcelero que a un ciudadano. Seguridad y libertad no se completan sino que se complementan, de modo que no hay seguridad sin libertad ni hay libertad sin seguridad.
Fdo.  JOSU MONTALBAN   

lunes, 12 de enero de 2015

LA CANDIDATURA DE PEDRO SANCHEZ ( EL PAIS, 12-01-2015 )

LA CANDIDATURA DE PEDRO SANCHEZ

¿Cree alguien que el próximo candidato a Presidente del Gobierno Español por parte del PSOE pueda ser otro que Pedro Sánchez? Quien así lo crea está errado, o bien está siendo zarandeado por una opinión pública, y publicada, que busca constantemente novedades que provoquen discusiones, aunque tales debates no parezcan ni siquiera verosímiles.
El PSOE aúna dos características que, aunque conviven, se compaginan con excesivo esfuerzo, cuando no se contrarrestan. Se trata de un partido presidencialista, en el que la figura del Secretario General (SG) ha coincidido con el candidato a Presidente del Gobierno en las sucesivas Elecciones. Y se trata también del partido político que con mayor entusiasmo ha venido proponiendo cambios en su organización y funcionamiento internos, para acrecentar la democracia interna conforme os tiempos y las nuevas formas de sociedad lo han demandado. La incorporación de mujeres, mediante reglas estatutarias, a los órganos directivos, cuando la participación de la Mujer en la política activa era testimonial, fue un hito importante. Como lo ha sido la provisión de candidatos mediante elecciones primarias en las que pueden participar militantes y no militantes. Aún más, la incorporación de personas notables en los sucesivos gobiernos socialistas, sin que tales fueran afiliados al PSOE, ha sido mucho más numerosa que en otras formaciones.
Sin embargo el candidato para ganar las Elecciones en España por parte del PSOE siempre ha sido el SG del Partido. Salvo en una ocasión, en que el resultado de las Primarias impuso a Borrell por delante del entonces SG Almunia, nunca se han producido sobresaltos, y en aquella ocasión, -aún inexpertos en el sistema de Primarias-, surgieron contratiempos que amilanaron al triunfador Borrell más de lo debido y le llevaron a renunciar como candidato. Posteriormente nunca se ha producido combate similar, porque aquel se produjo en un tiempo de convulsión interna en el PSOE entre felipistas y guerristas, justo cuando el PSOE salía de un encadenamiento de cuatro periodos de gobierno tras los que su debilitamiento era notorio.
Si nos atenemos a la situación actual cabe establecer similitudes, porque el PSOE acarrea una carga de preocupaciones que debilitan la figura de Pedro Sánchez, quien se ve obligado a tomar decisiones arriesgadas que pueden ser contestadas desde fuera y desde dentro: el PSOE se tiene que resituar, eso lo hemos de tener en cuenta los militantes, los simpatizantes y los ciudadanos en general, por el bien de todos y además en consideración al gran papel jugado por el PSOE durante la Transición y en la construcción del Estado de Bienestar que actualmente opera en España (aunque debilitado por la acción del PP en el gobierno actual). Por todo esto los líderes socialistas deben dedicarse ahora a fortalecer a su SG Pedro Sánchez que, por otra parte, está siendo un buen dirigente socialista.
Las decisiones tomadas hasta ahora han sido atinadas. Han virado con delicadeza la dirección que llevaba la nave socialista y le han situado en el frontispicio de la política española, en el que el avasallamiento de impostores, advenedizos y mercaderes del voto y del poder había hecho desprenderse a los líderes socialistas. Pedro Sánchez ha avanzado, con pies de plomo pero responsables, alejado de la banalidad. Nadie tiene aún razones fundamentadas para achacarle errores de bulto. Ahora solo falta que se aposente en las mentes que piensan y dilucidan el voto, lo demás vendrá por añadidura.
Y con esta base y vocación, a modo de aleccionamiento, le traslado este texto de Paul Krugman en el que analiza el comportamiento de los líderes socialistas europeos, a los que incita a reaccionar en una dirección en la que academicismo y populismo útil se complementen y no se opongan: “Se podría haber esperado que los partidos convencionales de izquierdas adoptasen una actitud populista en nombre de las clases trabajadoras de sus países. Pero en cambio lo que hemos visto es un torpe balbuceo. Yo diría que el problema con estos líderes convencionales es que no se atreven a desafiar las prioridades de las élites, en particular su obsesión por los déficits públicos, por miedo a que se les considere irresponsables. Y eso deja el campo libre a los líderes no convencionales –algunos de ellos seriamente alarmantes-, que están dispuestos a dar solución a la indignación y la desesperación de los ciudadanos de a pie.”
Bien creo que Pedro Sánchez va aclarando cada vez más su voz certera. ¡Dejadle hacer!

Fdo.  JOSU  MONTALBAN

jueves, 8 de enero de 2015

LOS MERCADERES DEL VOTO ( DEIA, 8 DE ENERO DE 2015)

LOS MERCADERES DEL VOTO
Fukuyama proclamó “el fin de la historia”, lo cual no era otra cosa que adelantar el ocaso de las ideologías (de izquierdas, claro está), porque las derechas siempre se han fundado más en intereses, en unos casos de clase y en otros de intereses territoriales. Ahora asistimos a ese ocaso, pero disfrazado de redención populista. La actual democracia liberal tiene mucho más de “liberal” que de “democrática”, no desde un punto de vista formal, pero parece lógico que la actual desigualdad, entre continentes, entre países y entre personas impide que todos y todas podamos desarrollarnos y prosperar con las mismas posibilidades. Fukuyama proclamó que el fin de la historia ”es el término de la historia ideológica e ideologizada, la universalización de la democracia liberal como fórmula final de gobierno humano”. Las clases sociales han desaparecido, por tanto, de la faz de la Tierra. También, al parecer, han desaparecido en España. El socialismo, -real o menos real-, ha dejado paso a la socialdemocracia, pero ésta también se ha orillado para dejar paso a un “social-liberalismo”, a cuyos defensores solo les obliga a ser entre caritativos y solidarios. El actual debate político así lo certifica.
En España se está produciendo ahora mismo un debate ideológico en el que las aguas de la corrupción y las perversas consecuencias de la crisis han provocado una desafección de los ciudadanos ante la Política y los políticos que puede llevarse por delante al propio sistema, e incluso a la democracia. ¿Hacia dónde va ese mal llamado “bipartidismo”, que está siendo considerado el causante de todos los males que nos afectan? Probablemente hacia otro bipartidismo o tripartidismo del que desaparecerá, en su nomenclatura, cualquier alusión a las antiguas ideologías. Desaparecidas las clases sociales (¿) los mercaderes del voto, obsesionados con el adueñamiento del poder, han inventado un nuevo término, -“casta”-, en el que engloban a todos los que en uno u otro ámbito han ostentado poder institucional, al margen de su condición ideológica.
No pretendo eludir en este análisis ningún detalle. La izquierda ha sido debilitada por el poder y por los poderosos. Gobernar a más de cuarenta millones de españoles, de los que solo te votan un 30% de ellos, y no lo hacen incondicionalmente, exige esfuerzos importantes y somete al partido gobernante a riesgos evidentes. Habida cuenta de que España no es una realidad aislada en el Mundo son varios los condicionantes que afectan a la realidad política cada día. Si a esto añadimos la crisis ideológica que atribula a las izquierdas, mucho más obsesionadas por gobernar “sin compromiso social concreto” que por transformar la sociedad desigual en una sociedad igualitaria, la debacle populista que nos acecha resulta inevitable. Las nuevas formaciones políticas ofrecen diferentes versiones de “bálsamo de fierabrás”, pero no dibujan paisajes de futuro porque cuando hablan lo hacen, ora dirigiéndose a unos ora dirigiéndose a los otros, según convenga pero el nuevo paisaje tiene más de mosaico que de conjunto armónico.
Lo primero que han hecho ha sido desvirtuar la Política, privarla de legitimidad subrayando que quienes la han venido ejerciendo y desarrollando han adolecido de una falta de ética y moralidad vertiginosa. Primera falsedad, porque proporcionalmente el gremio (si así pudiera ser considerado) de los políticos está compuesto por tantos abnegados hombres y mujeres llamados al ejercicio político por el anhelo de servir a la sociedad o el compromiso de construir un nuevo Mundo mejor… Por eso, cuando afloran los casos de corrupción que llenan las páginas de los diarios, quienes consideramos que los partidos políticos y las ideologías son nobles, y surgieron para servir y ser útiles, sentimos la misma aversión por los corruptos que por quienes, aprovechándose de la corrupción de los otros, pretenden impulsarse al “asalto del cielo”, es decir a la degustación de las mieles del poder.
Quienes a eso se dedican, muchos de ellos siguiendo las viejísimas teorías de Joly, recogidas en su “El arte de medrar. Manual del Trepador” (1867), pronunciaron en su momento con delectación los términos más propios de las izquierdas, -socialismo, comunismo, anarquismo, etc…-, pero han renunciado a ellos, han adoptado el penitencial color morado y, tras desacreditar a tales conceptos, han dado la espalda a la Historia, y exhortan a sus cohortes, previamente desideologizadas, a “poder, a “ser”, a “ganar”. Seguidos por legiones de descontentos vocean “sí se puede”, o “sí somos”, o “¡ganemos!”, antes de definir el futuro. Quizás el futuro será la conquista del cielo, al asalto o como sea menester.
Todos contra la “casta”. ¿A qué acepción de la palabra “casta” se refieren? Elijo la menos favorable al término: “cada una de las clases cerradas en que se divide una sociedad”. Ciertamente, yo también creo que las clases se crean alrededor de condiciones o intereses que pueden ser innobles, pero también creo que en muchos casos las clases van configurándose de modo circunstancial y sin que respondan a intereses espurios. Lo realmente curioso, y abominable, es el empeño de los mercaderes del voto por engordar esa “casta” con todos los que pudieran constituir un impedimento a su recolección de votos para asaltar el cielo.
Nadie dudaba de que les molestaran el PP y el PSOE, pero no se han detenido ahí porque el cielo que quieren asaltar está en todos los lados. Van de enfado en enfado, mostrando a su rostro acre a quienes pudieran servirles para sumar mayorías pero les ofrecen sus votos y colaboración condicionados a hacer patentes sus presencias. IU no les sirve del todo a pesar de Alberto Garzón y a pesar de las influencias autodestructivas de la formación “excomunista” que ya han pergeñado en Madrid, como capital de “su cielo” que es. También se han tirado los trastos con Ciudadanos, cuyo líder Rivera se ha mostrado contundente: “Podemos es venganza”. Nada en Cataluña les halaga lo suficiente: CIU pertenece a la casta, el rebelde socialista Maragall compartió abucheos con el “esquerra” Tardá cuando ambos acudieron a un acto público de Podemos, y David Fernández, de la CUP catalana también fue reprochado por abrazarse a Mas, que es el gran jefe de la casta en su versión catalana.
Más acá Monedero no se aplacó ni en el paisaje donostiarra de La Concha donde incorporó al PNV a la famosa casta, de la mano del PP y del PSOE: a los tres les acusó, a partes iguales, por llevar al país a la resignación. De modo que la casta parece haberse convertido en una casa de acogida a la que acceden cuantos no se muestran dispuestos a decir “sí bwana” a sus pretensiones. Sin embargo su discurso llega en cómodas dosis, siguiendo las más viejas costumbres del mitin tradicional y enfervorizante que ellos critican cuando es ejercitado por los líderes pertenecientes a la casta.
Los mercaderes del voto han seguido las pautas que el manual de la antipolítica aconseja. Nada de recuperar lo deteriorado: destruirlo, arrasarlo y edificar sobre el solar subsiguiente donde han quedado enterrados los antiguos moradores, de modo que los escombros no sirvan ni siquiera para relleno. UPyD o Ciudadans en Cataluña ya emprendieron esta estrategia que ahora, ya sin rubor, está ejecutando Podemos. Porque el descaro de su líder Pablo I. Turrión le ha llevado a pronunciar frases realmente desafortunadas y contradictorias, máxime después de haber pregonado que su partido no es ni de izquierdas ni de derechas. Analizad esta frase pronunciada en Cataluña: “El derecho a decidir es que la ley no persiga a quien no puede pagar una hipoteca y que la ley persiga a los evasores fiscales”. ¿Y si abierta una consulta pública al respecto los ciudadanos aceptaran la evasión fiscal como algo lógico en las clases pudientes, qué harían ellos? ¿La permitirían?
No hay duda de que los partidos depositarios de las ideologías clásicas no han hecho las cosas como debían; ni de que en el erial producido por la crisis económica han proliferado cardos y ortigas, pero de eso también han de hacerse responsables quienes mercadean con el voto poniendo en el anzuelo cebos sintéticos que se asemejan a suculentos manjares. De momento ya han caído en manos de esos sucios “ignominiadores” que les han acusado de ciertas corruptelas inherentes a sus propias vidas. ¡Pobres! ¡Ellos que han venido a redimirnos! Eso sí, redimirnos a todos menos a Pablo Echenique, que se atrevió a proponer algo diferente a lo que proponían Iglesias y Monedero (aunque más democrático): ¡A los leones!
Nada. Han resultado ser iguales a los demás. Igual es que los demás no son tan deplorables. Igual es que Fukuyama estaba en lo cierto.
Fdo.  JOSU MONTALBAN             

jueves, 1 de enero de 2015

HAY QUE ABOLIR EL DISCURSO DEL REY POR NAVIDAD

HAY QUE ABOLIR EL DISCURSO DEL REY POR NAVIDAD
Ahora que ya han pasado casi tres días completos desde que el nuevo Rey Felipe VI nos dedicó su discurso de Navidad, hago la sencilla propuesta de que se prescinda del discurso navideño en años sucesivos. ¿Para qué sirve? Únicamente para que los tertulianos llenen unas cuantas horas de radio o televisión; y para que los opinadores ocasionales, como lo soy yo en este caso, estén a la que salta y la emprendan contra ese monarca convertido en un pimpampum porque, siga lo que diga, cosechará más detractores que aduladores.
Yo no escuché en directo al Rey en su último discurso, pero le he escuchado en las infinitas repeticiones retransmitidas, y he escuchado y leído críticas y comentarios a tutiplén. Y, ¡qué quieren que les diga!, soy republicano y no me interesan mucho los discursos del Rey pero, fue correcto. Habló de lo actual, de lo que tenía que hablar, -ningún presidente de república hubiera hablado de otro modo-, y habló para todos. No lo hizo en exclusiva para sus admiradores ni para sus detractores, de modo que no sé por qué le han llovido las críticas de forma tan despiadada.
Que si gesticulaba demasiado, que no se veía ninguna bandera (se vio solamente una), que se veía una sola bandera y no todas las que deberían haberse visto teniendo en cuenta que España es un país de países, que no habló de Euskadi lo suficiente, que habló de Cataluña pero no abordó su conflicto con la profundidad debida, que pasó de puntillas sobre las consecuencias de la crisis, que el marco elegido (un rincón de su vivienda) era demasiado pobre y escueto en adornos y símbolos, que habló de la corrupción sin llamar “corrupta” a su hermana… Cada cual se ha expresado arrimando el ascua a su sardina, pero algunos la han arrimado tanto que se han chamuscado los dedos.
El asunto auspiciaba en esta ocasión un morbo añadido: la imputación y acusaciones recientes de su hermana Cristina. Y las gentes solo esperaban al momento en que el rey Felipe VI dijera que la Infanta había robado o ayudado a robar a su esposo, así de crudamente, sin embargo solo dijo que “hay que cortar la corrupción de raíz, sin contemplaciones”, y esto pareció poco rotundo. Hubiera bastado que se hubiera desatado con un pícaro “¡ay, Cristina Cristina!”, sin más, para que la interpretación hubiera sido más favorable.
Pero las informaciones del día siguiente han incidido en una reata de opiniones interesadas, que no interesantes. Incluso con este anodino acontecimiento los líderes políticos se desgañitan, como si no se supiera ya qué partidos son monárquicos, o condescendientes con la Monarquía, y quienes no lo son. No son consultados los ciudadanos, uno por uno y al margen de sus ideologías, porque todos sabemos que en España hay socialistas y comunistas partidarios o condescendientes con la familia real, del mismo modo que hay devotos del PP a los que el Rey no les hace ninguna gracia. Por eso se pregunta solo a los líderes que, como hacen en otros asuntos, se empeñan en aplicar el manual electoralista a sus opiniones. ¿A alguien le han extrañado las opiniones vertidas por los líderes? A un lado los partidarios, al otro los detractores, y en medio los condescendientes. Y los nuevos en el evento, -Podemos-, sumidos en su calculada ambigüedad: “Comparto aspectos del diagnóstico del jefe del Estado pero se equivoca si piensa que los responsables de la crisis nos sacarán de ella” (Pablo I. Turrión). ¡Otra vez con la casta! ¡El Rey está con la casta! ¿Abolirán el discurso navideño de Su Majestad cuando accedan al Gobierno?
Si me dicen que sí soy capaz hasta de votarles, pero sólo si me dicen que sí, lo demás que digan me da igual… Por mi parte espero que sea la propia Casa Real la que decida acabar con esta pantomima que solo sirve para que las adulaciones y las críticas se reproduzcan cada año, por Navidad, sin el menor fuste.
Fdo.  JOSU MONTALBAN