martes, 31 de marzo de 2015

DE VÍCTIMAS Y DE TERRORISTAS ( EL PAIS, 30 DE MARZO DE 2015 )

DE VÍCTIMAS Y DE TERRORISTAS
¿Hay alguien, residente en Euskadi o en España, que no haya sido víctima de ETA mientras ETA ha estado matando? ¿Hay alguien, viajero que haya venido por estas tierras, que no haya sido víctima mientras ha permanecido en ellas, aunque lo fuera de forma accidental? Las huellas que ha dejado marcadas el terrorismo de ETA, y los comportamientos inhumaanos de quienes la apoyaron durante tanto tiempo, son indelebles, de modo que polemizar en torno al concepto “víctima” es una perversión propia de la Política interesada y poco exigente que se ha hecho a este respecto en Euskadi en los últimos tiempos. Es verdad que en Euskadi todos hemos sido víctimas pero unos lo han sido más que otros, y es esa disquisición en torno a categorías en la consideración de víctimas la que convierte la Historia en una marioneta que manejan a su antojo los osados e interesados, que suelen ser los mismos.
Mientras escribo esto se estará poniendo la primera piedra del Centro Memorial de Víctimas del Terrorismo en Vitoria. Y ya se ha producido una interferencia, porque el PNV ha pedido que se incluya en él a las víctimas de abusos policiales. Resulta curiosa la explicación del PNV: “No se entendería que este centro honrara a las víctimas del terrorismo de ETA y dejara fuera a otros damnificados, como los cinco trabajadores que murieron en Vitoria por disparos de la policía en 1976, o las víctimas del GAL, o de abusos policiales”. ¿Viene todo esto a cuento ahora? ¿No se trata de un debate innecesario y más propio de trileros que de otra cosa? El PNV es un partido democrático que expulsó de sus filas a quienes montaron el terrorismo etarra en el principio de la década de los sesenta, ¿para qué les sirven estos esfuerzos tan propios de “bienquedas”, de estar poniendo una vela a Dios y otra al diablo?
Lo cierto es que los vascos, que asistimos a estas discusiones que resultan ya estridentes, tenemos claro quiénes fueron los terroristas, a qué encomiendas obedecían, quienes les amparaban y abrían las puertas de sus casas a los que llegaban huyendo con sus pistolas aún calientes y humeantes, quienes les alentaban con gritos de “¡ETA, mátalos!”, quienes se redimían a sí mismos con veladas imputaciones a las víctimas (“algo habrán hecho”) que pretendían suavizar la “culpabilización”… Sabemos todo eso, y además sabemos que el terrorismo de Estado (GAL, Batallón Vasco Español, etc…) fue una práctica abominable; y sabemos que los muertos de Vitoria en el 76 lo fueron de forma tan brutal como ilegal e improcedente, pero Franco (o su estela) aún seguía presente. Sabemos, sobre todo, que cuando alguien habla de terrorismo en Euskadi está hablando de ETA, y de nada más, salvo quien aún sigue sumergido en sus efluvios, en la resaca bárbara que le ha dejado aquella borrachera tan desafortunada como miserable.
Es lógico que se homenajee a las víctimas, pero sólo han pasado cuatro años desde que ETA dejó de matar, desde que los vascos nos hemos ido acostumbrando a la paz. No sé cómo se podría dar por consumado este debate, quizás eligiendo un nombre para este Centro que no contuviera la palabra “víctima”, quizás posponiendo su apertura, quizás evitando añadir fuego a esa hoguera que aún arde, quizás diciéndole a ETA que es imprescindible que se disuelva antes de Instalar Memoriales y Monumentos que pretenden dar a entender (“memorial”) que el terrorismo sólo está en la memoria y no en la realidad.
Que nuestros hijos y nietos no encuentren razones para repetir los versos de Juaristi: “¿Te preguntas, viajero, por qué hemos muerto jóvenes, y por qué hemos matado tan estúpidamente? Nuestros padres mintieron: eso es todo”.

Fdo.  JOSU  MONTALBAN     

viernes, 27 de marzo de 2015

LA ESCASA AUDACIA DE LOS POLÍTICOS FRENTE A ETA (EL CONFIDENCIAL DIGITAL, 26,03,2015)

LA ESCASA AUDACIA DE LOS POLÍTICOS FRENTE A ETA

¿Para qué sirven los Informes realizados por profesionales de las más variadas procedencias en el proceso de pacificación y reconciliación de Euskadi y de los vascos? Creo que para bien poco. De momento lo único evidente es que ETA continua inactiva, que no mata ni extorsiona. Como consecuencia de este detalle la población vasca permanece tranquila, cada cual en sus labores y obligaciones cotidianas, ajena a los debates que ahora mismo protagonizan los partidos políticos y sus líderes. Recientemente se ha hecho público un Informe  elaborado por un grupo de historiadores que fueron requeridos por el Gobierno Vasco, sobre el terrorismo de ETA. El resultado ha sido descorazonador para quienes quieren seguir alimentando la hoguera de que ETA era uno de los bandos del “conflicto” existente entre Euskadi y España. Los historiadores han dicho que el terrorismo de ETA solo ha respondido a su intento, de la mano de la llamada Izquierda Abertzale, de imponer un proyecto totalitario. La verdad es que no hubiera sido necesario recurrir a historiadores para sacar esta conclusión, porque el terrorismo de ETA es aún demasiado reciente y porque las víctimas, sus familiares y los vascos y vascas (también los españoles) en general, no tenemos nuestras memorias tan olvidadizas.
Un buen número de Asociaciones pacíficas y pacifistas o de víctimas, van echando la persina, incluidas por ejemplo Gesto por la Paz o Lokarri, cuyo protagonismo fue crucial en los tiempos más sangrientos como concienciadoras ante los asesinatos y las masacres. Pero las páginas de los diarios y las pantallas de las televisiones continúan sumergidas en un debate que, por viejo, deberían soslayar en buena medida. ¿Quién es el que alimenta la llama? No tengo dudas: el anuncio del alto el fuego de ETA anuló buena parte del debate que venían sosteniendo los partidos políticos en el País Vasco. De un modo u otro los cuatro partidos con mayor presencia en Euskadi (PNV, Sortu, PSE y PP) han venido alimentando un debate que tenía que haber finalizado hace tiempo, al menos en los términos en que se viene desarrollando.
En los últimos días han tenido lugar una serie de acontecimientos en esa dirección. Brian Currin, que fue seleccionado por la IA como mediador en conflictos, ha afirmado que entre ETA y los responsables políticos de las Instituciones apenas hay coincidencias en la diagnosis del asunto, ni siquiera en el lenguaje que cada cual usa. La interpretación jurídica en torno a las condenas que cumplen los etarras en los diferentes penales europeos ha hecho reingresar a algunos (Santi Potros) y huir a otros (Plazaola), a la espera de que otras interpretaciones igualmente jurídicas pero de rango superior acudan en su ayuda. El PNV y Sortu se echan los trastos a sus cabezas en base al concepto de “suelo ético”, que es un término que todos sabemos lo que quiere decir  aunque se preste a las más variopintas interpretaciones cuando se trata de arrimar el ascua a la sardina propia o ajena. Y por fin en la cárcel de El Dueso, en Santoña, la dirección del penal suspendió un encuentro entre el Secretario de Paz del Gobierno Vasco, Jonan Fernández, y el preso Díez Usabiaga amparándose en que ambos hablaban, con un soporte documental, de política. El círculo se ha cerrado con la petición por parte de PSE, PP y UPyD de que se expliquen los hechos en el Parlamento Vasco. ¿Cómo es posible que andemos en estas pesquisas después de más de cuatro años de inactividad terrorista?
A quienes observamos el triste espectáculo desde la grada sólo nos surgen preguntas que no somos capaces de responder. Los protagonistas del teatro en que se ha convertido todo esto, están mucho más pendientes del papel que quiere jugar individualmente cada uno que del éxito de la obra. Todos viven entregados a sacar algún provecho de este final. Los hay irreductibles (IA), como los galos de la aldea de Asterix, que aún creen que los terroristas obraban desde sentimientos “humanos” y en pos de un objetivo deseable; ellos también fueron “asesinos” aunque sin bombas ni pistolas, con un suelo ético tan sumergido en el barro que les es muy difícil superar sus quimeras. Los hay que no fueron suficientemente valientes (PNV) para denunciar de forma incondicional a los terroristas, utilizando “peros” (condenamos, pero…) que invalidaban sus denuncias. Los hay que hicieron cuanto pudieron (PSE) condenando y denunciando sin paliativos los atentados, incluso forzando negociaciones fundamentadas en la necesidad irrenunciable de una paz que acabara con tantos asesinatos. Y los hay, por fin, (PP) convencidos de que su intransigencia e implacabilidad les dan votos suculentos , sobre todo allí donde el terrorismo de ETA se ha mostrado menos activo. (El territorio en que ETA ha estado implantada con fuerza y ha ejecutado la mayor parte de sus atentados es inferior en extensión y número de habitantes al 10% del territorio nacional español).
Si aceptamos este lectura tendremos que convenir en que al éxito en la acción policial contra ETA le ha sucedido una especie de inoperancia en el ámbito político, porque llamarlo fracaso me parece excederse en demasía. No es comprensible que el Gobierno de España se muestre impasible ante cuanto viene ocurriendo, cediendo el protagonismo a mesas y mesillas, a foros y forillos, a cualquier tipo de asociación y a demás contubernios cuya eficacia no pasa de aportar una visión parcial en la opinión de los ciudadanos. Jesús Eguiguren, que es sin duda el vasco que más ha comprometido su vida en aras a la paz frente a ETA decía recientemente que si el terrorismo de ETA fue durante bastante tiempo en las encuestas la más importante preocupación de los vascos y de los españoles, no comprendía la impasibilidad del Gobierno de Rajoy ante el final de ETA, y no comprendía la rigidez a la hora de calibrar qué sería necesario para, de una vez por todas, desarmar también dialécticamente a quienes se obstinan en seguir aprovechándose del mal llamado “conflicto”.
¿Tanto cuesta laborar un plan que aborde ese eterno problema, que alimenta gratuitamente al falso “conflicto”, de los presos, y su acercamiento a las cárceles más cercanas a sus casas? Porque su condena era la cárcel, y no la lejanía. E inactiva ETA, ¿a qué viene obstinarse en la distancia? Si los contactos con una ETA activa se produjeron con gobiernos tan diferentes, -desde el de Franco hasta el de Zapatero-, ¿a qué viene empecinarse ahora en la cerrazón de fomentar la incomunicación de los presos? Los españoles tienen que saber ya de qué modo ha abordado cada cual el problema de ETA. Todos los presidentes de gobierno han soñado con ser ellos los que la derrotaran y presentaran su claudicación públicamente. Pues bien, ya está. Ahora ya está derrotada. Ya no estamos, realmente, en la lucha contra el terrorismo de ETA, sino que estamos en la construcción de una paz consistente y de una convivencia feliz, sin rencor y sobre todo sin olvido.
Que los líderes políticos se empeñen en sacar provecho de algo que ya no está vigente, desacredita a la Política y a los políticos.
Fdo.
JOSU MONTALBAN
                  

lunes, 23 de marzo de 2015

CAPITAL Y TRABAJO ( DEIA, 24 de Marzo de 2015 )

CAPITAL Y TRABAJO
Desde que fuimos condenados al trabajo, siguiendo aquel veredicto divino de “ganarás el pan con el sudor de tu frente”, los Hombres venimos soportando la terrible obligación de tener que alimentarnos para poder soportar los esfuerzos, de tener que formarnos y educarnos para que el trabajo que elijamos sea el más aproximado a nuestros deseos y cualidades, de tener que buscar aquí y allá en busca del lugar en que haya un hueco en el que trabajar, porque muchos de esos huecos han venido siendo ocupados por las máquinas, de tener que competir con el trabajador de al lado porque cada jornada de trabajo se convierte en un empeño en el que gana el que produce más pero al más bajo coste, de tener, en suma, que supeditarnos a unas condiciones no siempre lógicas que nos convierten en auténticos esclavos de esa obligación. Nos regalan el oído con frases halagüeñas y bien sonantes, pero a la postre el trabajo es una condena que convierte nuestras vidas, en muchos casos, en auténticos infiernos.
Al trabajo le acompañan muchas frases hechas: que se trata de un bien escaso, que el trabajo ennoblece, que el ocio es el padre de todos los vicios, que… Sin embargo el trabajo, y las circunstancias que le rodean y acompañan, apenas tiene utilidades: si es por cuenta propia el trabajo surge de una ilusión y, al desarrollarlo, no se calculan ni los riesgos ni los rigores ni los costos, pero si es por cuenta ajena todo es tenido en cuenta porque, dado que se trabaja para percibir un salario, la cuantía del sueldo debe calcularse de modo que lo producido por el trabajo y lo percibido por el trabajador sean cantidades compatibles entre sí y dejen a su vez beneficios al dueño del capital. Ya sé que esto que acabo de escribir es tan elemental que muy bien pudiera haberlo omitido, pero soy de la opinión de que el trabajo no pertenece realmente a la condición humana sino que se trata de un apósito que tiene que ver más con el inhumano sistema capitalista –sí, he dicho inhumano- que valora a las personas en la medida que ayudan a que los capitales económicos perduren y crezcan.
Tal es así que relataré una vivencia de mi niñez que corría de boca en boca por las calles de mi pueblo. En Aranguren había una fábrica de papel que daba trabajo a más de quinientas personas, de las que la mayoría vivían en los alrededores de la fábrica. Dado que en aquellos alrededores siempre hubo grandes huertas y praderas en las que las gentes cultivaban y criaban ganados de las diferentes categorías, en las épocas de cosecha el tiempo y las fuerzas debían ser repartidos para que el esfuerzo en la fábrica no impidiera que las labores en sus haciendas pudieran realizarse, y así ocurría que en ese tiempo la producción en la fábrica disminuyese porque los trabajadores debían salir de ella en buenas condiciones para cultivar y sacar provecho a sus posesiones. Quienes no poseían hacienda dejaban su esfuerzo y sudor fabricando papel, pero los que tenían tierras y ganado en cantidades considerables escatimaban esfuerzo y sudor precisamente allí donde su trabajo era por cuenta ajena.
En realidad el trabajo siempre ha estado supeditado a los caprichos del capital, de modo que si no sirve para que el capital aumente y se muestre cada vez más vigoroso, se prescinde de él (del trabajo, claro está) dejando a los trabajadores en la estacada. A veces se escuchan alabanzas desmesuradas dirigidas a quienes se han enriquecido mediante prácticas de dumping y explotación laboral, basadas en el hecho de que están “dando” trabajo a miles, incluso millones, de trabajadores de todo el mundo. Más que como empresarios se les trata como filántropos, como personas que están ayudando a quienes trabajan para ellos, y da la impresión de que lo hacen de forma desinteresada. Esa visión resulta no solo absurda sino sobre todo perversa. La lista Forbes, que clasifica a quienes ostentan las mayores fortunas del Mundo, está llena de este tipo de personas, de ricos epulones que, con sus migajas, alimentan y mantienen a tantos y tantos obreros y parias de la Tierra, mal pagados en muchos casos, que quizás están convencidos de que el trabajo, lejos de ser un castigo, es un ejercicio que ennoblece.
La evolución del Trabajo muestra bien a las claras que se ha convertido en un instrumento al servicio de la Economía. No hay ningún concepto de significado más “económico” que “capital”. Puede ser estable o especulativo, pero seguirá siendo capital. Tal es la importancia que tiene el “capital” en nuestras vidas que la propia palabra (“capital”) forma parte ya del lenguaje humano en casi todos los ámbitos. Lo “capital” es lo fundamental y más importante, tal como reza el diccionario. La pena más definitiva que se aplicaba a los reos, la pena de muerte, era la pena capital. La cabeza o ciudad principal de un Estado, donde tiene su sede el Gobierno, es la capital del Estado. El pueblo más céntrico y principal de una zona en que se produce una materia determinada, suele nombrarse como la capital de dicha producción o materia. El patrimonio, cuyo término procede de algo tan noble como son los padres, también se conoce como capital. Incluso entre los cristianos, aquellos pecados que son origen de otros, considerados más graves, son llamados capitales. No es extraño por tanto que lo noble se supedite a lo fundamental, que el trabajo se supedite al capital, y sea el capital el que marque las reglas a sus esclavos. La palabra “capital” inflige miedo de tal manera que convierte a los ciudadanos en súbditos a su servicio.
Volvamos al ejemplo de antes. El comportamiento de una parte importante de los trabajadores de la fábrica de papel de mi pueblo, de los que poseían o explotaban tierras, es igualmente esclarecedor, porque ellos eran obreros en la fábrica pero eran los dueños del capital cuando regresaban a sus casas y a sus haciendas, aunque en ellas no tuvieran obreros a los que administrar. Pero en la fábrica percibían un salario más o menos abundante mientras que en sus haciendas eran los dueños del patrimonio o capital, y serían dueños también de los bienes producidos en él. ¿Dónde escatimaban el esfuerzo? La elección para ellos estaba bien clara, es decir allí donde la percepción del dinero –el salario- era fija e invariable, es decir en la fábrica. En sus haciendas, más o menos grandes y productivas, todo debía ser extremado. Bien caben aquí como cita los atinados versos de las Coplas del Payador Perseguido, de Atahualpa Yupanqui: “El trabajo es cosa buena, es lo mejor de la vida, pero la vida es perdida trabajando en campo ajeno: unos trabajan de trueno y es para otros la llovida. El estanciero presume de gauchismo y arrogancia, él cree que es extravagancia que su peón viva mejor, mas no sabe ese señor que por su peón tiene estancia. El que tenga sus reales hace muy bien en cuidarlos, pero si quiere aumentarlos que a la ley no se haga el sordo, que en todo puchero gordo los choclos* se vuelven marlos**”.
Ciertamente, capital y trabajo no van de la mano, es decir, no congenian demasiado bien. El capital crece más y más conforme el trabajo es más escaso o se ejerce en peores condiciones para el obrero. La máquina ha irrumpido en nuestra sociedad a favor del capital, y no solo ocupa el lugar que ocupaban antes los obreros sin dejarles a ellos la más mínima plusvalía económica, sino que les ha condenado a mayores cotas de inactividad y, por ende, de miseria. Los casi cinco millones de españoles desempleados se defienden como gato panza arriba entre trabajos en negro, economías sumergidas, ayudas sociales cada vez más escasas y limosnas caritativas. El sistema capitalista no da más de sí. El capital crece más conforme el trabajo menos ennoblece al trabajador. Los obreros son el último eslabón de la Economía, para la que solo cuentan como consumidores, pero ¿qué han de consumir si previamente sus salarios ya han sido consumidos por los patronos?
*”choclos”: espigas de maíz.
**”marlos”: espigas de maíz ya desgranadas.
Fdo.  JOSU  MONTALBAN      

lunes, 16 de marzo de 2015

LA IMPOSTURA EN LAS CAMPAÑAS ELECTORALES (El DIARIO NORTE, 16 de Marzo)

LA IMPOSTURA EN LAS CAMPAÑAS ELECTORALES
Desde la llegada de la democracia que ahora disfrutamos pocas veces el ocaso de las ideologías ha estado tan patente. Las dos grandes vertientes o tendencias ideológicas (izquierda y derecha) están hoy desdibujadas y revueltas en esa “casta” que hoy constituye el término más utilizado por quienes, de ese modo, solo dan pábulo al impulso publicitario y oportunista puesto en marcha por los emergentes de Podemos. La “gente”, -igualmente un término despectivo con que llaman a la ciudadanía en general-, es una masa informe que acude a sus llamadas y se mueve en oleadas. “¡Fuera la casta!”, gritan en tropel quienes pertenecen a otra casta desde hace algún tiempo. Claro que se trata de “gente” y no de “ciudadanos”, porque un atrevido catalán también se adelantó a ellos y patentó el nombre “Ciudadanos” como partido político. Los asesores de imagen ya han aleccionado tanto a uno como a otro: ni Pablo Iglesias debe usar el término “ciudadano” ni Albert Rivera debe usar la palabra “podemos” en sus comparecencias. Eso les lleva a comportarse como auténticos impostores.
Si Pablo Iglesias advirtió que a pesar de considerarse de izquierdas su partido Podemos no es de izquierdas ni de derechas, Albert Rivera le ha copiado en buena medida al proclamar que “somos un partido laico, progresista y librepensador”. Si Pablo Iglesias propone que la división no se marque en el punto medio, entre la izquierda y la derecha, sino entre los de arriba y los de abajo, Albert Rivera pone la línea divisoria entre lo viejo y lo nuevo, lo caduco y lo innovador. Pero es en las campañas electorales cuando todos muestran sus caras, sus preocupaciones, sus intenciones y sus semblantes.
Bien debemos saber que estas imposturas proceden de cálculos minuciosos cuyo objetivo no es otro que la consecución de los votos. Aún sin pensar en perversas intenciones o en estrategias arteras tanto unos como otros necesitan el mayor número de votos sin mirar la procedencia, así que aprovechando la crispación de los ciudadanos atribulados por la escasez y las carencias, todos echan el anzuelo para captar a los enfadados y a los ocasionales oportunistas, que siempre están esperando. Sin embargo una campaña dura quince días, que nunca son suficientes, porque los mítines de unos han de servir para contrarrestar a los de los otros, y las consignas han de ser tan embaucadoras como concretas para llegar a lograr el objetivo.
Durante esos quince días los que no eran “casta” se comportan como los encastados. En la campaña andaluza que actualmente se está celebrando el candidato del PP ha dicho que “somos lo que somos y no cosas raras”. En esta apreciación ha estado certero. Pero Pablo Iglesias, a su vez, ha largado que “los abuelos y las abuelas son decisivos en estas elecciones” y se ha quedado tan ancho. También él ha sido certero. La verdad es que ambos podían haberse intercambiado los papeles, los mítines y los atriles, y ambos hubieran seguido tan campantes. Es el tiempo de la cosecha, tiempo para aplicar aquella canción publicitaria que hizo célebre una marca de cognac gaditana: “Por fin llegó la cosecha. Llegó la cosecha hermanos, que ya parieron sus frutos regadíos y secanos; por fin llegó la cosecha, venga alegría, venga la fiesta”. Y así es, que llegada la hora de la cosecha hay que infundir alegría, porque también premian los satisfechos con su voto a quienes les embaucan con una sonrisa; e igualmente premian con sus votos los enrabietados a quienes les acrecientan la rabia con sus consignas. Sin embargo, ni las sonrisas ni los desmanes han de ser impostados. La gente no es un rebaño, ni los ciudadanos son una formación de hombres y mujeres que marchan en fila india.
Dado que nuestra sociedad se mueve hoy siguiendo parámetros diferentes a los de las ideologías clásicas, conviene preguntar a los líderes de aquellas por qué han dejado que la sociedad las ningunee y las cambie por un plato de lentejas. Pero la impostura que vive latente en las nuevas formaciones debería ser también explicada (o negada) por quienes dicen haber acudido a remediar el naufragio cuando la tempestad amenaza ya bonanza, y las naves viejas están casi descuartizadas. Con los restos del naufragio ellos dicen estar dispuestos a construir sus naves. Veremos si se trata de chalupas o yates a su servicio.
Fdo.  JOSU  MONTALBAN  

miércoles, 4 de marzo de 2015

GRECIA Y EUROPA, ¿LO QUE CADA UNO QUIERE? (Deia, 3 de Marzo de 2015)

GRECIA Y EUROPA: ¿QUÉ BUSCA CADA CUAL?
Por fin voy a escribir sobre Grecia. Sobre Grecia y los griegos. Y también sobre Europa y los europeos. Lo hago después de que Europa – y esa troika que la “inhabilitada” Grecia ha querido invalidar- haya aceptado prorrogar durante unos meses el rescate (el segundo), a cambio del anuncio por parte del Gobierno griego de Syriza de una serie de medidas que pondrá en vigor a partir de ahora, que no se diferencian en nada de las que dicha troika le impuso al anterior gobierno griego.
Si no he escrito antes sobre este asunto ha sido por dos razones: porque las noticias al respecto han revoloteado tanto y han cambiado con tanta ligereza y frecuencia que todas mis conclusiones al respecto iban tornándose inservibles conforme las noticias nuevas iban apareciendo; pero la segunda razón es aún más contundente: porque me ha costado mucho llegar a entender las razones que cada cual aducía para mantener sus inflexibles posturas. De pronto Europa me ha parecido un cancerbero – nunca mejor empleada la palabra en atención a su significado: perro de tres cabezas (¿troika?), guardián de los Infiernos -, mientras que en el Gobierno griego se dejaba ver la taimada influencia de algún sigiloso trilero, hábil manipulador de las cifras y las palabras, para hacer ver a tantos europeos humildes y de buena voluntad que eran ellos los atropellados por el rigor y la austeridad en lugar de admitir que habían sido ellos mismos, en buena medida, responsables de su estrecha y difícil situación.
Conocido el provisional desenlace cabe analizar lo acontecido desde distintos puntos de vista, porque han ocurrido cosas curiosas que han sido interpretadas desde diferentes posiciones: desde el rincón de la austeridad o desde el de los partidarios del crecimiento económico, el expansionismo y el fomento del consumo; desde la izquierda o desde la derecha; desde el europeísmo entregado y servil o desde el euroescepticismo; desde el conocimiento minucioso del problema o desde la ignorancia, aunque voluntarista; desde el realismo riguroso o desde un idealismo servil y populista. Pero de todo lo ocurrido lo más notable ha sido el cambio de gobierno en Grecia: de un gobierno conservador y acrítico con Angela Merkel (y la troika), a otro mucho más populista, de izquierdas, como es el de Syriza, que ha basado su estrategia en subrayar que cuanto fue firmado por sus compatriotas de los anteriores gobiernos griegos –Papandreu o Samaras, tanto da-, ya no sirve. Por eso su Ministro Varoufakis no ha parado de viajar, de un lado para otro, con una consigna de su superior Tsipras: “¡Consigue algo diferente a lo que había, cambia las palabras y los términos!”. Y cuando Varoufakis le ha preguntado: “¿Mejor o peor?”, Tsipras no ha dudado al responder: “¡Qué más nos da, que sea diferente!”.
Y así ha sido. No podía terminar el conflicto de otro modo. El acuerdo era imposible, por la intransigencia alemana y por la tozudez griega. Pero el acuerdo ya se ha producido, a través de un cambalache que permite a cada cual decir que ha triunfado. Grecia ha conseguido unas condiciones, -una prórroga del rescate que le llevará en volandas hasta su tercer rescate-, que le permiten decir a Tsipras que ha tenido éxito. (Curiosamente también Pablo Iglesias (Podemos, España) lo voceó desmesuradamente en una entrevista televisiva en Tele 5). El Eurogrupo, es decir Europa, con la troika incluida, también ha tenido éxito, porque no ha sido doblegada por las propuestas griegas. Pero el conflicto no ha concluido; lejos de demostrar que el futuro será esperanzador nos muestra que Europa no es una madre condescendiente sino un juez muy inflexible en el que los hijos pródigos y rebeldes no van a encontrar comprensión sino implacabilidad. No cabe otra actitud, porque Europa está formada por Estados que se han asociado movidos por su propia voluntad, pero aceptando unas reglas, tratados y estatutos cuya inviolabilidad constituye una garantía para su idóneo funcionamiento.
Syriza, primero, y un importante grupo de formaciones políticas en diferentes países europeos, algunas de ellas claramente posicionadas en contra de la Unión Europea, y otras formaciones de corte ultranacionalista, están muy reconfortadas con el posible fracaso europeo. En España es Podemos el partido con mayor euroescepticismo, no porque lo declare de forma explícita sino porque su cuestionamiento de la UE, tal como está concebida, incita a pensar que así es.
Desde que Varoufakis emprendió su singladura europea, los diarios han concedido a Grecia un espacio que nunca antes le habían reservado. Estratégicamente Grecia nunca inquietó a nadie, a pesar de su situación geográfica fronteriza con Asia, con África, con el Oriente, con el Mediterráneo, pero su posible salida del euro y la incidencia e influencia que los cambios políticos experimentados allí pudieran tener en otros procesos electorales, la han convertido en esencial. Pasaron desapercibidas las primeras decisiones de Tsipras, de modo que importó muy poco a la opinión pública que no incluyera ni una sola mujer en su equipo de gobierno, o que completara tal equipo con un acuerdo con ultranacionalistas de derechas, pero el espectáculo se ha iniciado después, precisamente ha tenido lugar en un escenario bien alejado de las fronteras griegas. El resultado que se dio en las elecciones griegas levantaba el telón en el gran escenario europeo.
Veamos algunas aportaciones de los protagonistas durante este tiempo. El alemán Schauble advirtió a Varoufakis que “las promesas electorales a costa de terceros no son realistas”, en alusión a las promesas hechas a los griegos para de ese modo ganar las elecciones. Varoufakis, osado, apeló al pasado nazi de Alemania para pedirle comprensión, compensaciones y dinero que remediara el mal hecho a Grecia en la Guerra Mundial. Los capitalistas griegos han anunciado, con la huida de su dinero, que una gran debacle económica sería la consecuencia de su obstinación euroescéptica. A las primeras y débiles propuestas adelantadas por Grecia respondieron Francia e Italia desde una serena esperanza de acuerdo, pero la intransigencia alemana se impuso con contundencia. En ese marco Varoufakis ha oscilado entre unas exigencias cada vez más débiles y unas concesiones cada vez más fuertes. No cabía otra evolución. Daba la impresión de que el triunfo de Grecia sería la disolución de la troika, sí, pero los tres organismos que la forman se han pronunciado individualmente con la misma firmeza que si lo hubieran hecho al unísono. Sin embargo Alemania es, por ahora, mucho más fuerte que la troika, incluso es la que se impuso y decidió que la troika siguiese en sus trece por más que Grecia propusiera su disolución.
Tsipras ganó las elecciones griegas y, apresuradamente, anunció las primeras medidas. Al populismo esgrimido durante su campaña electoral le sumó más populismo: abrir una t revisión pública que había sido cerrada por caer en una profunda quiebra, elevar el salario mínimo poniéndolo casi un 20% por encima del español, lo cual sería contrarrestado con una escueta rebaja en gastos institucionales y una mayor vigilancia en la evasión de capitales y el fraude fiscal… Tsipras sabía que su batalla tendría lugar en Europa y para ella nada mejor que un gladiador como Varoufakis quien, sin ocultar ni una brizna el hieratismo de su rostro y carácter, ha insistido ante los líderes alemanes.
El desenlace final ha sido el esperado porque “si hay algo que descompone a la mentalidad sajona es la presunta picaresca latina o mediterránea, el digo y no hago, la trampa sibilina, la cosmética maliciosa, el juego de palabras, la semántica para sostener una posición en público y otra antagónica en privado” (Manfred Nolte). Tsipras no engañó a Europa ni a los europeos, pero sí ha engañado a los griegos, tratándolos como combatientes en una batalla –inexistente pero real- en lugar de tratarles como ciudadanos. Quien quiera seguir siendo “europeo”, con cuanto ello supone, tiene que cumplir las normas establecidas…
… Lo cual no es óbice para afirmar que el capitalismo neoliberal del que se impregnan las normas y decisiones de los dirigentes europeos, incluida esa troika implacable, puede acabar con el humanismo, la generosidad y la solidaridad que, según nos dijeron, inspiraban a la Unión Europea cuando nos llamaron a formar parte de ella.

Fdo.  JOSU  MONTALBAN      

domingo, 1 de marzo de 2015

¡TRANQUILO, COMPAÑERO PABLO...! (EL PAIS DIGITAL, 1 de Marzo de 2015)

¡TRANQUILO, COMPAÑERO PABLO…!
Pablo Iglesias tiene una prisa endiablada. Quiere hacerse con España, y con los españoles, antes hoy que mañana. Le falta la paciencia, que da serenidad, y empeñado en conquistar el poder a cualquier precio se muestra dispuesto a todo. Tiene una acreditación que le permite acceder al Parlamento Europeo, pero aún no ha tenido tiempo para hacerse con una acreditación para acceder al Parlamento Español. Le urge en exceso hacerse con ella, pero ya se considera el líder de la oposición en ese Parlamento: “Hacía falta que la oposición respondiera al Gobierno… Por eso estamos aquí… (Podemos) es la fuerza política que más posibilidades tiene de ganarle las elecciones… Ojalá debatamos pronto en televisión”.
¿Dónde dijo esto el ínclito Pablo? Pues fue en un Foro alquilado por él mismo, como si fuera una réplica para contrarrestar el efecto del Debate sobre el Estado de la Nación que estaba teniendo lugar en el Congreso de los Diputados. Su perorata se tituló “El Otro Estado de la Nación”, como queriendo dar a entender que lo que estaba aconteciendo en el Congreso era una pantomima. Sin embargo, su ridículo arrojo sólo pretender hacerse un lugar, aunque sea a codazos, en ese Congreso de las pantomimas. Como si fuera su eco el líder de Ciudadanos le coreó en su absurdo pregón para cacarear que “el debate está en la calle”, y no en el Congreso. Sólo el exceso de prisa puede hacer tan estúpido a alguien que, posiblemente, no lo es tanto.
El debate, en abstracto, siempre ha estado en la calle, pero Pablo I. Turrión se presentó a las elecciones europeas porque quería debatir en un edificio grandioso y cerrado, no en la calle. ¿Qué dirá cuando suba a la Tribuna de oradores del Congreso? ¿Acaso, lo primero de todo, que no es allí donde se practica un debate legítimo, sino que tal se produce en la calle? No, no lo dirá. En ese momento, que va a llegar, hurtará el debate a la calle para apropiársele como un auténtico padre de la patria. Cabe que quisiera cuestionar las palabras de algunos de los que platicaban en el Congreso, pero en el elenco del Congreso hay grupos de izquierdas y de derechas, los hay “encastados” y desarraigados, sin embargo intentó cargarse la legitimidad de todos de un plumazo porque de los dos Estados de la Nación, el que tenía lugar en el Congreso o en el Círculo de Bellas Artes, sólo importaba el “otro”, el que tenía lugar en el salón alquilado.
A él y a Albert Rivera (Ciudadanos) les agobia la prisa… y a la vez les descalifica, porque la urgencia es enemiga de la reflexión responsable, y no digamos nada si tal reflexión se supedita a la consecución del poder. ¿A qué teme, acaso al rearme ideológico de los demás, acaso a que una mejora en la economía devuelva a las ideologías clásicas la credibilidad perdida, acaso a que sus prisas y urgencias terminen por mostrar sus carencias y sus perversas intenciones? Lo que Pablo I. Turrión organizó en el Círculo de Bellas Artes, con intención de desacreditar al auténtico debate del estado de la nación, protagonizado por quienes el pueblo español eligió democráticamente, solo fue una farsa, propia de quienes creen (y quieren llegar a creerse), como en los tiempos del absolutismo francés que “el Estado soy Yo”.

Fdo.  JOSU  MONTALBAN