jueves, 21 de mayo de 2015

EL TUNEL Y LA LUZ ( DEIA, 21 DE MAYO DE 2015 )

EL TÚNEL Y LA LUZ
Habrá pensado el responsable de esta página del periódico que me estaría pasando algo porque no he enviado con la debida puntualidad mi colaboración. Y debo reconocer que me han pasado, al menos, dos cosas. No entiendo el modo como se comportan los líderes políticos acuciados por la crisis, por la terrible dificultad para responder a ella, y por la proximidad de las elecciones municipales. Alguien debería cuidar para que la tentación electoralista no estuviera presente de forma constante. Pero hay otra razón para almacenar incertidumbres como es la facilidad con que los líderes políticos mienten recurriendo al socorrido método de decir medias verdades. Dado que este artículo pretende, entre otras cosas, denunciar el oportunismo electoralista, intentaré leer los labios de los vocingleros que pregonan una bonanza económica que, poco o nada repercute en los bolsillos de los ciudadanos y, por tanto, tampoco en sus vidas.
Con tanta ligereza como frecuencia utilizan los líderes una imagen que se resume en “ver la luz al final del túnel”. Es cierto que a quien vive atribulado y atemorizado por la oscuridad y la largura del túnel ver un punto de luz le parece una esperanza porque, al menos, sabe cuál es la dirección que debe seguir. Pero si no ve agrandarse la luz, ni ve objetos iluminados por ella que le permitan augurar que hay vida más allá de la luz, la desesperación se apoderará de él. Tal sucede cuando el Gobierno del PP se empeña en proclamar el crecimiento de la Economía española mientras no cambian casi nada las condiciones en que viven los españoles.
En los últimos tiempos se ha desatado un optimismo inusitado, tal vez porque ha llegado un periodo atiborrado de procesos electorales. Hace pocos días el Ministro De Guindos ha dicho que “lo primero fue salir de la recesión, lo segundo tiene que ser salir de la crisis”. Sí, es verdad, “recesión” es un término propio de la Ciencia económica mientras que “crisis” es otra cosa, porque su dimensión es vital. Este tipo de declaraciones, pronunciadas por un prócer de la Economía, vienen a intentar esperanzar a quienes asisten, desesperados, a su propio fracaso. De repente el mismo De Guindos soltó otra boutade que enfrió el ambiente: “Se dirá que es un mensaje electoral, pero el mayor riesgo para el crecimiento sería deshacer las reformas”. Un jarro de agua fría. Porque las reformas trajeron consigo que el empleo cayese hasta niveles peligrosos, que la calidad del empleo fuese ínfima, extremando las condiciones económicas y poniendo en riesgo la seguridad de los propios trabajadores.
Cuando en la celebración del Primero de Mayo los líderes sindicales han puesto en solfa los datos económicos que tanto han ufanado al Gobierno de Rajoy, muchos se han esmerado en desacreditar a los sindicatos acusándolos de haber protagonizado situaciones corruptas o de haber facilitado favoritismos y clientelismos por encima de la preservación de los empleos dignos y de la integridad de los trabajadores. Sin embargo, los slogans han sido muy sencillos para ser interpretados. Decían unos que “así no salimos de la crisis” (UGT, CCOO…). Otros se han mostrado más violentos y contundentes, sosteniendo que solo el “conflicto social” será eficaz para cambiar las políticas injustas que padecemos (ELA). Y, por fin, también se ha oído el grito de quienes creen que la posible recuperación económica que se viene pregonando está basada en la “explotación” (LAB).
Todos tienen razón, porque es preciso provocar algún tipo de conflicto social, siquiera de modo dialéctico, para denunciar las diversas formas de explotación en el ámbito laboral, porque si no es de ese modo no podremos salir de la crisis. Los gurús que dirigen nuestra economía, con De Guindos a la cabeza, pretenden inocularnos el virus de la templanza, pero resulta imposible templar el ánimo exaltado de quienes son “gratificados” por el Estado con pensiones y subsidios de miseria, de quienes pasean en nuestras ciudades ofreciendo currículos para encontrar un empleo, de quienes son agraciados con empleos en los que el número de horas trabajadas es casi mayor que el de los euros percibidos. La realidad también se expresa mediante titulares tan agresivos como sangrantes. El mismo De Guindos ha anunciado previsiones desequilibradas, porque aunque la Economía vaya a crecer, según los estudios de los Organismos supranacionales más del 2,5%, los salarios sólo subirán de media el 1,5% de 2016 a 2018.
En medio de los casos de corrupción los ciudadanos humildes que sufren y se esmeran para poder llegar al final del mes, ven como las empresas siguen obteniendo desmesurados beneficios que, en gran cantidad, van a parar a los bolsillos de los directivos que cobran salarios multimillonarios y, además, se aseguran más si cabe la vejez cotizando en planes financieros y participaciones en la economía de sus propias empresas, que siguen especulando con avidez. Los desahucios se suceden sin que las entidades bancarias que los provocan hagan nada por evitarlos. Mientras esto ocurre el Gobierno se salta esas líneas de la Constitución que subrayan el derecho de todos los españoles a la vivienda. E igual que la realidad es sangrante lo es la desigualdad rampante que está haciendo una sociedad desequilibrada en la que las clases inferiores ya no tienen acceso libre ni garantizado a la Educación ni a la Sanidad, toda vez que han ido perdiendo su condición de “públicas”, siendo además víctimas de las disminuciones presupuestarias.
El Estado de Bienestar ha ido perdiendo su consistencia. El hecho de que cueste dinero al erario público hace que el Estado tenga que recaudar en cantidad suficiente para asegurar su mantenimiento. Sin embargo las tesis neoliberales, que en mayor o menor grado han impregnado los programas de gobierno tanto de la izquierda como de la derecha, marcan una pauta errabunda y peligrosa. La desigualdad se presenta como inevitable, y los presupuestos públicos no son como el chicle porque los “deguindos” de turno consideran que para hacer crecer la Economía es imprescindible mantener unos impuestos moderados y, por ende, escasos. El contraste está servido: “los sueldos de los directivos subieron más del 10% en 2014 y los de los empleados cayeron un 0,6%”. La brecha salarial se abre, y amenaza con padecer una gangrena social de consecuencias imprevisibles. “Los mejor pagados ganaron 104 veces más que su plantilla”, advierte un titular. Con eso basta porque si uno lee la letra pequeña cae en una depresión difícil de superar.
Deberían ser prudentes los que anuncian el tiempo nuevo como un tiempo de dicha. ¿Hay luz al final del túnel? De momento la mayoría de los españoles continuamos en el túnel, y la luz que se atisba al fondo, de tan lejana, es casi imperceptible. En Kuala Lumpur hay una Plaza de 200 metros de larga, -Merdeka-, en la que se celebra un mercado mundial de imitaciones de artículos de marcas de gran fama internacional, a la que acuden los turistas para adquirir pieles y, sobre todo, relojes. Curiosamente, por el subsuelo de la plaza discurre un pasadizo, un túnel que la atraviesa. Dicen que hay que ser muy valiente para cruzarla a través del pasadizo, porque no está iluminado, de modo que al iniciar la aventura solo se ve la oscuridad más absoluta y, al fondo, un punto de luz: es la luz al final del túnel. Yo quise ser valiente y la atravesé. A los cuarenta metros empiezan a oírse voces y gritos de los parias que “viven” en el túnel, tendidos en los lados. Los más fuertes se acercaban a pedirme algo. En algunos lugares se oían maullidos de gatos y el trajinar de las ratas que proliferan allí. En la oscuridad tan profunda sólo la lástima y la miseria hablaban. También había muertos en los lados. Al final alcancé la luz al final del túnel porque yo era un beneficiado por la fortuna, al lado de aquellos que la fortuna, ¡sí, la fortuna!, había condenado a morir en el túnel antes de que alcanzaran la luz.
Y bien Sr. De Guindos, usted ve la luz al final del túnel. La ve usted y la ve el Sr. Rajoy pero, ¿recuperarán ustedes para la vida a quienes se han quedado en las cloacas que festonean el túnel?

Fdo.  JOSU  MONTALBAN
         

miércoles, 13 de mayo de 2015

LOS GLOBOS SE DESINFLAN. LA GENTE SE RESISTE (El Confidencial Digital, 13 de Mayo de 2015)

LOS GLOBOS SE DESINFLAN. LA GENTE SE RESISTE
En aquellos tiempos de mi niñez ocurrían cosas sorprendentes. Por ejemplo los jueves, que era el día de la semana en que los niños no acudíamos a la escuela en horario de tarde, las tiendas de ropa y calzado de Bilbao regalaban un globo a los niños que, acompañados de sus padres, -sobre todo madres, en aquel tiempo-, compraban alguno de los artículos. No era un globo cualquiera, porque había sido hinchado con gas, de modo que parecía un globo aerostático, de tal manera que volvíamos a nuestras casas con el globo enarbolado, sujeto mediante un hilo delgado a nuestras manos. Al menor descuido el globo se elevaba hacia lo más alto y nuestra ilusión se quedaba en casi nada, porque no podíamos seguirle, salvo con la vista, hasta que se convertía en un punto diminuto en el cielo infinito. Pero los globos que, cuidadosamente, llegaban a casa, también sufrían el paso del tiempo e iban desinflándose poco a poco, encaramados en el techo de la habitación que hacía de confín, hasta que caían al suelo y se quedaban en un despojo más.
Este recuerdo me ha surgido como una metáfora de lo que viene aconteciendo con los partidos políticos denominados “emergentes”, -principalmente Podemos y Ciudadanos, además de las plataformas y grupos de todo tipo como proliferan a su alrededor-, que desean alcanzar los cielos pero ya empiezan a añorar la tierra. Por s fuera poco, recién empezaron a subir hacia las alturas, las manos que los gobiernan desde el suelo han empezado a sufrir las consecuencias del hecho de haber soltado demasiado hilo para que el globo pareciera más majestuoso en su travesía para conquistar el cielo. Quienes creían, -los líderes emergentes-, que ese modo de administrar su imagen tenía más seguridades que riesgos, han visto que sus globos, como los globos que me sorprendieron en mi época infantil, han padecido todas las vicisitudes propias de la lucha política: inexactitudes, populismo a raudales, corruptelas diversas acontecidas en sus vidas personales, inexperiencias, intereses casi inconfesables… Total, que los globos se han ido desinflando, los líderes que parecían inmaculados se han visto salpicados por los propios avatares de sus vidas, de los que ellos solos son protagonistas.
Es decir que los globos se desinflan, aunque no solo por el mero hecho de que pase el tiempo, como ocurría con los globos de mi niñez, sino porque a quienes los manipulan les fallan los cálculos, y se les quedan cortas las estrategias. Pero hay algo aún más decisivo, porque esos señores y señoras han venido encaramándose sobre la “basura” del sistema imperante pera negar a dicho sistema lo que puede tener de aceptable: han generalizado lo malo para decir con arrogancia que ellos son los únicos buenos, es decir, los mesías que nos sacarán de todas las miserias. Como no se someten a ninguna ideología, esa especie de eclecticismo político que profesan les ha llevado a convertir sus sedes en agencias de publicidad, y a convertirse ellos mismos en vendedores ambulantes.
Habrá quien me diga que se sustentan en el fracaso de las ideologías y partidos tradicionales, -otra vez la “casta”-, pero de pronto el líder emergente de Ciudadanos ha dicho que “es posible pactar con el PSOE y el PP, incluso con Podemos”, aunque ha afirmado en la misma entrevista que “no cree en la formación de Gobiernos de coalición porque no dan estabilidad”. Más atrevido aún uno de los líderes de Podemos (Echenique), se permite asegurar que “no descartamos a nadie para hacer frente al PP”, para puntualizar después que “nuestras condiciones serán de sentido común”. Es preocupante que las decisiones políticas respondan únicamente al sentido común, porque éste se muestra de maneras muy diferentes dependiendo del lugar en que nos encontremos. Un ejemplo: el sentido común exige medidas muy diferentes para ser aplicadas en las urbanizaciones de La Moraleja, o en el Pozo del Tío Raimundo, a pesar de tratarse de dos lugares separados por no demasiada distancia. Incluso no es de sentido común admitir que puedan existir dos lugares tan opuestos separados por tan escaso espacio.
Los globos de Podemos y de Ciudadanos se van desinflando porque la “gente”, -que es el término acuñado por ellos para convertir a las personas en objetos-, se resiste a aceptar a ciegas sus prácticas de seducción. Las crisis no se combaten con eclosiones desmesuradas, sino con mucho esfuerzo y ejercicios responsables que realcen, a la vez, la lealtad y la credibilidad. De momento los emergentes tienen bastante con flotar en este atribulado país en el que todos los mesías han fracasado. Lo demás sólo será complejo de inferioridad o altanería.

Fdo.  JOSU  MONTALBAN           

jueves, 7 de mayo de 2015

PODEMOS CONTRA CIUDADANOS ( 1 de Mayo de 2015 )

PODEMOS CONTRA CIUDADANOS, Y VICEVERSA
Hoy, el discurso político tiene que ser redondo para que sea eficaz. Los líderes buscan mucho más impresionar que convencer, porque lo impresionante queda marcado mientras que el convencimiento casi siempre está supeditado a posibles convencimientos posteriores en diferente dirección. La palabra “cambio” ha sido usada en muchas ocasiones por los líderes políticos a pesar de que su significado apenas sirva para profundizar en dimensiones ideológicas. Sin embargo el líder de Podemos, Pablo Iglesias Turrión, la ha usado con cierta maestría y alguna artera intención hace apenas un mes. Preguntado por el importante impacto del partido Ciudadanos, que es el otro partido emergente junto a Podemos, dijo que “no es lo mismo el cambio que el recambio”. Lógicamente quería decir que Podemos es el cambio y Ciudadanos el recambio, adjudicando a este segundo término un significado despectivo.
El domingo 26 de Abril publicó EL PAIS un artículo firmado por Pablo Iglesias (“¿Qué es el cambio?”) con la única pretensión de subrayar que el cambio necesario en España es votar a Podemos, mientras que votar a Ciudadanos no pasa de ser un simple recambio que no servirá para casi nada. Analizar el contenido del artículo no requiere mucho esfuerzo, porque es tan poco consistente su objetivo que el relato se queda en la enumeración de los efectos que la crisis lleva aparejados, y que están produciendo dolor y estrechez en las vidas de los ciudadanos. En resumen, se trata de un ejercicio de fe ante un ideario que podría confundirse con la socialdemocracia, hasta tal punto que lo apoya en una reunión suya con EFC (Economistas Frente a la Crisis) y un recordatorio del asesinado Olof Palme, del que dice que decía que “los derechos de la democracia no pueden estar reservados a un grupo selecto de la sociedad, sino que corresponden a todas las personas”. Se trata de un sencillo axioma, pero esgrimido por un líder político como él se convierte en poco más que una perogrullada, máxime teniendo en cuenta que lo usa alguien que se declara de izquierdas a título individual.
La caída del bipartidismo, según se ve, dará pie a un nuevo bipartidismo. Al dúo PP-PSOE le quiere reemplazar otro dúo, Ciudadanos-Podemos. Pero la prisa puesta en el empeño de subir a los cielos, que tanto ocupa a Pablo Iglesias como a Albert Rivera, exige que ambos peleen entre sí, porque con el PP  con el PSOE no van a acabar tan fácilmente, peor aún, sabe muy bien el líder de Podemos que, llegado el momento, las derechas se pondrán de acuerdo en caso de necesidad; y sabe también que Ciudadanos viene protegido por una pátina de modernidad que Podemos no tiene. Es decir, que el PSOE en caso de necesidad podría alcanzar acuerdos con Ciudadanos sin que chirriaran los engranajes de la Democracia. Del mismo modo que la vieja UCD de Adolfo Suárez no era exactamente la “derechona” postfranquista de AP, Ciudadanos no es tampoco el PP de Aznar y Rajoy.
Así que Pablo Iglesias se empeña en distinguir entre cambio y recambio, pero al final todo se queda en un rosario de lamentos que parecen recogidos de cualquier reunión de vecinos atribulados por los efectos de la crisis en sus familias y en sus vidas. Ni una sola propuesta contundente y, eso sí, nadar y guardar la ropa, porque ni una sola vez nombra a Ciudadanos ni a Albert Rivera, quizás para no provocar debates que, a buen seguro, considerará estériles y perjudiciales para sus previsiones. A Ciudadanos les llama en una ocasión “Abanderados del recambio”, justamente para tacharles de ser insensatos por proponer una subida del IVA a los productos de primera necesidad. Bien dicho. Pero, ¿por qué le cuesta tanto pronunciar las fatídicas palabras: ciudadanos y Rivera?
No seré yo quien establezca en este artículo ninguna prioridad entre Ciudadanos y Podemos, aunque la tengo muy clara, pero el debate político exige entereza y responsabilidad a quienes la intentan protagonizar. Porque tanto unos como otros han abandonado los términos “izquierda” y “derecha”, y prefieren denominarse “transversales”. Sus formaciones, surgidas casi de la noche a la mañana, tras desarrollar una estrategia de descrédito y degradación de las ideologías clásicas, parecen dispuestas a conquistar los cielos sin tener suficientemente en cuenta que quienes les van a votar y requieren sus servicios son personas que viven en la tierra.
“¿Qué es el cambio?”, se pregunta Pablo Iglesias desde el título del artículo. Si el texto llegara a responder con minuciosidad a la pregunta deberíamos convenir que Podemos puede ser un buen instrumento para cambiar las cosas, pero la retahíla de lamentos apenas sirve para complacer a los descontentos, que son muchos, pero no sirve para ponerles contentos o devolverles la alegría. Ahí, en esos espacios comunes hay tantas reflexiones almacenadas, pertenecientes a todas las opciones políticas, incluidas algunas de la famosa “casta”, que empiezo a estar convencido de que lo que necesitamos no es tanto mejorar la realidad presente como pergeñar el modelo de sociedad para el futuro.
Quien, como ha llegado a afirmar Pablo Iglesias, no cree en la distinción entre derecha e izquierda, mientras lidera un partido que desea gobernar a una sociedad sumida en una profunda crisis, necesita como mínimo un plan “renove” en sus propias filas. Al menos, que algo o alguien le baje los humos.

Fdo.  JOSU  MONTALBAN