martes, 29 de noviembre de 2016

¿QUIÉN VA A PAGAR LA CRISIS DEL SOCIALISMO? ( LaInformacion.com, 29 - 11 - 2016)




¿QUIÉN VA A PAGAR LA CRISIS DEL SOCIALISMO?

Esta pregunta no es meramente retórica. Responde a la constatación de que lo que está moviendo a las partes en litigio en la crisis del PSOE no es tanto resolver las diferencias que han traído la situación actual hasta el quiasma en que se encuentra, sino imponer al otro, no ya un criterio razonable, sino un derrotero inevitable.

La crisis actual del PSOE no obedece al mero hecho de que haya quienes piensan de modo diferente en cómo debe comportarse el socialismo ante los graves problemas que acucian a la sociedad actual. Más bien debate quién deberá ocupar en el futuro la silla máxima de Ferraz, y muy pocas cosas más. El combate, -que no debate-, en que se ha visto complicada la clientela socialista sólo obedece a eso: a una lucha por el poder. Porque las dos posiciones que parecieron estar en el principio de la crisis, -la de los partidarios del “no es no”, y la de los abstencionistas para facilitar que hubiera un Gobierno en lugar de que se repitieran las elecciones en España-, ya resolvieron sus dudas y problemas de forma reglamentaria, de modo que solo quedan pos resolver los pasos que deben darse para que, de nuevo, el PSOE vuelva a ser el partido que ha sido históricamente, con sus riesgos y defectos, pero sobre todo con sus grandes virtudes.

No es la primera crisis del PSOE a lo largo de su larga Historia, pero sí es la primera de la modernidad más actual, que pone al servicio de la gente armas e instrumentos tan arriesgados y despiadados como las Redes Sociales, que están jugando un papel tan enrarecedor y poco edificante en la crisis socialista. Parece que quienes han convertido las Redes en el destino de sus improperios, también debieran utilizarlas para alabar las virtudes del socialismo, pero no es así, en todo caso las loas no pasan casi nunca de ser “alusiones positivas”, mientras las críticas se administran como “diatribas brutales”. Da la impresión de que no se entiende el socialismo como una fuerza transformadora de la sociedad, sino como una simple reivindicación social. Quienes lo entienden de ese modo no han entendido su potencial transformador, ni siquiera conocen la historia ni las vicisitudes por las que ha pasado el socialismo.

Hagamos un repaso sencillo. La Transición no solo sirvió para que la Dictadura se convirtiera en Democracia sin grandes estridencias, sino también para que en medio de aquel trance las izquierdas, que llegaron deshilachadas al momento, se recompusieran y formaran un bloque tan consistente como homogéneo. El PSOE fue, y debe seguir siendo, el aglutinante de todas aquellas izquierdas. Sin embargo, el adanismo que suele afectar a quienes, aún hoy, se creen “fundadores” de una izquierda más auténtica que la existente, como son los eventuales líderes de Podemos, ha provocado cierto resquebrajamiento en el socialismo español, que ha separado a los socialistas más constructivos, socialmente hablando, de los rupturistas o destructivos. He ahí la división que afecta al PSOE: quienes con su “no es no” no resolvían la situación, y quienes con su sola y remisa abstención tampoco han puesto sobre la mesa de debate una alternativa real de izquierdas.

El socialismo está sumido en una desesperanza, quizás desesperación, nada provechosa. La situación tiene solución, y la solución es sencilla. Basta con que los líderes se pongan de acuerdo en generar, y desarrollar, un debate de ideas que supere y entierre a la actual porfía por los sillones. Y ha de hacerse sin pausas y sin prisa. Porque quienes reclaman la máxima prisa lo hacen pensando en que una parte de los socialistas contendientes acudan a la confrontación de las ideas sin los pertrechos, alternativas y estrategias suficientes, lo que es tanto como sorprenderles en desventaja. Sin embargo el socialismo necesita a sus “soldados” debidamente adiestrados y abastecidos para obtener de ellos lo mejor que tienen. Y quienes reclaman templanza y serenidad han de evitar que los socialistas que ahora se sienten algo desanimados, caigan en la frustración. No es tiempo de prisas para el socialismo español, pero tampoco es tiempo de pausas.

La Gestora, como figura provisional que es, debe gestionar sin determinar esencias ideológicas, pero debe hacerlo con la responsabilidad de quien sabe que lo que tiene entre las manos es un “objeto” muy frágil, sometido a los intereses de las más sutiles interpretaciones. Pero quienes se mueven, desde esa especie de espontaneidad impostada, acudiendo a encuentros con militantes que tienen los ánimos exacerbados, también deben tentarse la ropa antes de convertir al PSOE en un tentempié débil y ridículo. Ahora más que nunca los socialistas debemos obligarnos a ser responsables con nosotros mismos, con la historia del Partido, y con los ciudadanos que esperan del PSOE que siga actuando con la responsabilidad con que siempre ha actuado. En suma, que Javier Fernández y Pedro Sánchez deben atemperar a sus “compañeros” más próximos para que la prisa y las pausas coincidan en un punto, para que las voces de ambas procedencias no suenen discordantes en exceso.

España, y los españoles, están pendientes de lo que hace el PSOE y los socialistas porque sin ellos, o con ellos enfrentados entre sí, los ciudadanos vivirán peor. El socialismo español es, aún y a pesar de todo, la única izquierda que sobrevive en medio del adanismo de algunas otras “izquierdas”  que no se atreven a llamarse socialistas y se cubren con los aderezos del más mezquino populismo. Y cometerá un error incorregible si dirime sus dudas en el campo de las Redes Sociales, tan anónimas como inanimadas en muchos casos, en lugar de hacerlo en sus sedes sociales, que son las casas del Pueblo, en la calle que es de todos los ciudadanos y en las Instituciones que nos representan a todos, a los socialistas y también a quienes no lo son pero necesitan al socialismo y esperan su recuperación.
 
FDO.  JOSU  MONTALBÁN 

lunes, 28 de noviembre de 2016

EL MEJOR GOBIERNO PARA EUSKADI ( El Diario Norte, 29 - 11 - 2016 )




EL MEJOR GOBIERNO PARA EUSKADI

Después de casi veinte años los socialistas y los nacionalistas, vascos ambos, se han vuelto a poner de acuerdo, han formado un gobierno de coalición, y ya se aprestan a dirigir los destinos de nuestra Comunidad Autónoma, -Euskadi o Euskal Herria-, durante los próximos cuatro años. Han sido casi veinte años extraños en los que la incomprensión del PNV de Ibarretxe y los cuatro años de Gobierno de Patxi López han amenazado con echar por tierra los usos y costumbres vascos, en suma, su Tradición Política.

Cuando Franco se sublevó, los nacionalistas y los socialistas (vasco, los dos) no dudaron ni un instante en acordar un Gobierno, aunque fuera provisional, con Aguirre a la cabeza, que decidió muy pocas cosas, pero sembró concordia donde había demasiada discordia. Llegada la Democracia, en los ochenta, el segundo de los lehendakaris de la Transición, Carlos Garaikoetxea, tomó un camino aún sin desbrozar, equivocado. Aquella deriva dio lugar al primer Gobierno Vasco de coalición entre nacionalistas y socialistas, dirigido por el Lehendakari Ardanza. De modo que el actual Gobierno de Urkullu constituye un capítulo más en la entente, ya casi legendaria, entre los nacionalistas y los socialistas.

¿Por qué ha sido posible? Porque ambos han comprendido debidamente la lección, a través de los años, y han decidido que la discreción y el comedimiento son condiciones indispensables para apuntalar y dar consistencia a los Gobiernos autonómicos. La soberanía no tiene por qué ser la independencia, ni mucho menos, en una Europa moderna en la que tal reivindicación casi siempre se aborda desde el rechazo del otro y desde la intransigencia. El Estatuto de Autonomía en que se sustenta el “soberanismo” que acaricia el nacionalismo , debidamente apuntalado en el Concierto Económico y el consiguiente Cupo, obligan al diálogo y llevan, en muchos casos, a debates y discusiones que solo en manos de políticos y gobernantes demócratas y mesurados resultan constructivos. Sin embargo, tales discusiones pueden ser contraproducentes en manos de quienes, más allá del plano teórico, pretenden convertir la Autonomía en una mera estación de tránsito.

El acuerdo PNV-PSE estaba cantado desde el mismo momento en que los resultados electorales, y la distribución de escaños, lo propiciaron. Era bueno, y necesario, para todos, para los dos partidos y para los vascos. Al nacionalismo le confiere estabilidad y al socialismo vasco una representatividad cada vez más amenazada por los deficientes resultados electorales. Pero además constituye u acuerdo transversal que, a la vez, impide un posible acuerdo “EHBildu-Podemos-PSE” que, constituyendo una posible tentación, si se llegara a consumar solo serviría para desestabilizar la convivencia de los vascos. Lo demás cuenta bastante poco, principalmente porque no es tiempo de revoluciones sin destino preciso ni halagüeño.

También tendrá efectos secundarios. Por ejemplo, la Secretaria General de los Socialistas Vascos afirmaba ante un periodista que la entrevistaba que un posible acuerdo del PNV con el PP para aprobar los Presupuestos españoles no supone ningún problema para los socialistas vascos. Esta afirmación, después de defender con tanto ahínco el “no es no” de Pedro Sánchez, de apoyar incluso presencialmente la rebeldía de los socialistas catalanes, y de mostrar el rostro más arisco a la Gestora que actualmente dirige al PSOE de forma provisional, chirría claramente. Aún siendo verdad que el PP se muestra siempre mezquino cuando interpreta el proceso de desarrollo autonómico vasco, y muy huraño cuando calcula el Cupo que Euskadi debe pagar a España, también es verdad que resulta extraña la unidad de criterio, sin fisura ninguna, que muestra la Secretaria General socialista.

Pero nada es óbice para afirmar y reafirmar que el Gobierno de coalición PNV-PSE es el más lógico y útil de los posibles. Es el formado por las fuerzas más arraigadas y enraizadas en nuestra Comunidad Autónoma. El formado por las dos fuerzas que exhiben mayores dosis de cordura… En resumen, por las fuerzas políticas de raigambre más humana y humanista de cuantas hay en Euskadi.

FDO.  JOSU MONTALBAN          

jueves, 24 de noviembre de 2016

REFLEXIONES ANTE LA MUERTE DE RITA BARBERÁ ( El Diario Norte, 24 - 11 - 2016 )




REFLEXIONES EN LA MUERTE DE RITA BARBERÁ

Se ha muerto Rita Barberá.

Punto. Se encontraba inmersa en un proceso judicial que aún no ha sido resuelto, que ya no se resolverá debidamente porque ya no se añadirán al texto inicial ni los testimonios ni las declaraciones de la fallecida. Habrá quienes hayan suspirado con su muerte, y habrá quienes hayan sentido su muerte. Yo me quedo en silencio, que es la actitud más respetuosa con ella y la más responsable conmigo mismo y con la Vida.

Nunca me gustó Rita Barberá. No me gustaba su altanería ni la soberbia que escondía detrás de su corpulenta figura, tras su voz arisca y estridente, tras sus gestos procaces. Pero se ha muerto inmersa en un ambiente agresivo para ella con el que le han premiado bastantes de sus compañeros del PP mientras aún estaba viva. Las noticias llegaban como ecos procedentes de voces verdaderas. Al parecer, según contaban los rumores o los bulos, ella administraba el dinero y los bienes de todos como si fueran de ella sola… Y de los suyos: de sus partidarios. Por eso al ser descubierta dejó de ser “popular” del PP para ser la más popular del Grupo Mixto (¡qué feo nombre!) del Senado.

Y bien, a esta mujer parece que le perseguían el conflicto y el escándalo. Su muerte ha sido inoportuna. Tanto, que la celebración de un minuto de silencio en su nombre en el Congreso de los Diputados, tan acostumbrado como poco significativo, ha activado un debate estéril después de que los diputados “posmodernos” de Podemos hayan decidido despreciar la nobleza de ese minuto protocolario y hayan abandonado el Hemiciclo durante los sesenta segundos. Casi al unísono sus partidarios han llenado las Redes Sociales de ocurrencias, de consignas soeces y de gratuidades propias de bravucones, en muchos casos atrincherados en sus anonimatos.

Algunos se han atrincherado tras rencores ya viejos. Han esgrimido razones tan poco convincentes como que en su momento no se guardaran minutos de silencio por otras muertes similares, como por ejemplo cuando murieron, por diferentes causas, Muguruza o Labordeta. Es decir, que no aceptan ningún propósito de enmienda, y para “enmendar” el flagrante y miserable error de haberles dejado morir sin el más mínimo gesto de recuerdo y despedida, ahora obran ante la nueva muerte con la misma ignominia.

Mal va esta Humanidad a la que pertenecemos tanto Pablo Iglesias y los chicos de Podemos como yo y los chicos socialistas. Es evidente que no deseo que nadie se muera, pero la muerte no anuncia su llegada, y llegará la Parca también a la casa de Podemos. ¿Reclamará entonces Pablo Iglesias minutos de silencio? Y si de pronto encuentran el Hemiciclo vacío en el minuto de recuerdo, solo porque alguno de sus representantes genere dudas con sus comportamientos, ¿qué hará? ¿Qué hará con su “vanidad”? Si en el Congreso de los Ciudadanos, que es una Cámara representativa de todos, hay mentes tan intransigentes, tan poco conmiserativas, tan poco condescendientes, el Congreso no generará concordia sino discordia.

Me permito, para terminar, trasladar una reflexión interesante que viene al caso: “¿Qué es en realidad un minuto de silencio? Si lo pensamos bien, la más exacta expresión del vacío de trascendencia que acompaña al hombre posmoderno, ese hombre aparentemente autosuficiente y aupado en la complacencia de una razón técnica, pero que esconde en realidad la agonía de su propio existir. El minuto de silencio es la más depurada expresión del laicismo bien pensante, la representación más exacta de la liturgia laica. Cada vez que oficiamos esa ceremonia representamos teatralmente la realidad de nuestra cultura cotidiana, una cultura de hombres silenciosos los unos con los otros, incomunicados en medio de la barahúnda de las calles, solos en medio de la multitud, insolidarios a pesar de tantos mensajes de solidaridad” (Enrique V. de Mora Quirós). Pues bien, los de Podemos, ni esto.

¡Descanse en paz Rita Barberá!

Fdo.  JOSU  MONTALBAN

EN TORNO A LA NOBLEZA DE LA POLÍTICA ( LaInformacion.com, 24 - 11 - 2016 )




EN TORNO A LA NOBLEZA DE LA POLÍTICA

(Escribo desde Euskadi. Debo advertirlo para que los lectores entiendan la introducción)

Ya tenemos Gobiernos. Gobierno español y Gobierno vasco (según todas las previsiones y anuncios). Gobierno del Estado y Gobierno de la Comunidad Autónoma. Es lo lógico, aunque los procesos para llegar a constituir tales gobiernos hayan sido tan disímiles. Conviene analizar ambos procesos, principalmente para cerciorarse del diferente modo de actuar de los líderes, -nacionales y autonómicos-, en las respectivas campañas y en los actos preelectorales. Bien poco novedosos resultan los comportamientos de los líderes de los partidos “viejos”, respetuosos con el orden, con los usos y con las costumbres. Pero resulta novedoso que los líderes de Podemos hayan sido tan comedidos en Euskadi, como han sido desenfrenados en Madrid. ¿Por qué?

Se trata de una incógnita o de un misterio difíciles de resolver. No faltan los vascos que, empeñados en creerse y hacer ostentación de sus esencias democráticas, pregonan que la Política en Euskadi se practica con una mayor seriedad que en el resto del Estado. Sin embargo, no creo que sea así, porque lo que favorece que Podemos no desvaríe en Euskadi es la homogeneidad de la sociedad vasca que no les permite experimentar con estrategias adaptadas a los caprichos de los lugareños de cada lugar, valga la redundancia. Mientras en el ámbito español un andaluz puede diferenciarse, en lo que concierne a problemas y necesidades (formas de vida) de un catalán o un gallego, en el ámbito vasco un alavés es prácticamente igual a un guipuzcoano o a un vizcaíno.

En suma, que esos devaneos del “podemita” Echenique, que es capaz de pedir que todas las direcciones “regionales” de Podemos debatan el carácter de sus respectivas autonomías, solo unos días después de defender “un proceso constituyente que afirme la soberanía de Aragón”, constituyen la razón de ser de una formación de corte “anarcoide” cuya ideología será de derechas o de izquierdas conforme convenga, a la vista de los sondeos preelectorales. Porque a los excesos de Echenique ha correspondido en sentido muy parecido la responsable en Andalucía Teresa Rodríguez, que ha anunciado su pretensión de convertir a Podemos-Andalucía en un partido autónomo respecto a Podemos. Es difícil saber cuál es el alcance real de estos pronunciamientos pero, en todo caso, convierten el mapa español en un mosaico de colores estridentes.

El líder (o líderes, Nagua Alba, Lander Martínez, Pili Zabala, y no sé cuantos más habrá…) de Podemos en Euskadi se comporta como los demás líderes de otros partidos, salvo por el batiburrillo organizativo que asiste a sus cuadros directivos. Mientras tanto, el Congreso Español se ha convertido en una caja de sorpresas, y los alrededores del Congreso, incluida la gran plaza de la Puerta del Sol, en la pista gigante de un Circo de varietés. Priman las ocurrencias. Lo mismo se acude a la Cámara con una niña en brazos, eso sí, ataviada con las ropitas “apuntilladas” de las marcas mundiales más elitistas, que se besan en la boca para felicitarse por la elocuencia de un discurso. Lo mismo se atusa y se adorna Pablo Iglesias con un chaquet de máxima etiqueta, pajarita incluida, para acudir a una entrega de premios de la “gente” de la farándula, que Cañamero se pertrecha tras una camiseta negra en que se lee “yo no voté a ningún rey”. Que es tanto como decir “yo no acepto el orden constitucional”. Como puede verse, la pista central de este circo político español ofrece un espectáculo variado. Apenas hay trapecistas en las alturas, ni quienes caminan y hacen requiebros sobre alambres cortantes. Es tiempo de artífices poco arriesgados, de transformistas que actúan a ras de suelo, de tahúres y prestidigitadores, de payasos y de vedettes que lucen lentejuelas y piel morena a partes iguales.

Que la investidura del Lehendakari Urkullu vaya a acontecer con la debida mesura tiene que ver con la seriedad con que se ejerce la Política en Euskadi. Pero sería muy injusto sacar la conclusión de que si en el Estado todo acontece de otro modo es porque no hay seriedad. Nada de eso. Lo que ocurre es que los líderes de las fuerzas emergentes, principalmente de Podemos, se han empeñado en practicar acrobacias, en actuar como funámbulos o volatineros (aunque sin los riesgos inherentes a los auténticos), para ocupar un lugar de privilegio en el circo en que han convertido a las Instituciones españolas.

Los españoles asisten boquiabiertos al espectáculo en que lo estridente prima sobre lo sencillo, donde un impacto resulta más eficaz que una caricia. La Política pasa por una crisis de efectividad y de utilidad, víctima de los propios políticos, al menos de algunos de ellos, que son quienes tienen la obligación de preservarla y dignificarla. Si los políticos han de ser los “ejecutores de la Política”, es decir, los encargados de llevar a cabo lo que la Política ordena y planifica, no puede ser admitido el empeño de tanto “nuevo político” que quiere, en cambio, ser quien “ejecuta” a la Política, es decir quien la cercena y la mata.

La Política es una ciencia, o un arte, que trata del gobierno y la organización de los grupos y organizaciones humanas, especialmente te los Estados. Es, por tanto, una actividad noble… Pero en manos de populistas, oportunistas o desalmados se convierte en algo abyecto, bastardo, desleal y falso.

Fdo.  JOSU  MONTALBAN         

jueves, 10 de noviembre de 2016

¿CABE EL SOCIALISMO EN UN ESTADO DÉBIL? ( El Diario Norte, 10 - 11 - 2016 )




¿CABE EL SOCIALISMO EN UN ESTADO DÉBIL?

Mi respuesta es implacable: ¡No!

Por eso, -llámense cómo se llamen: regiones, nacionalidades o naciones-, las Comunidades Autónomas deben servir al Estado y además servir para que el Estado no se convierta en el Leviatán que propugnaba Hobbes, aunque tampoco en un mero territorio que aglutina, como pretenden que sea algunas fuerzas políticas nacionalistas, y algunas otras como Podemos, que no siendo tal se comportan como útiles colaboradoras de sus métodos. Quienes defienden el “derecho a decidir”, como una estación intermedia para reivindicar, y después conseguir, la independencia de sus territorios y sus poblaciones, no se diferencian mucho de quienes defienden dicho derecho pero no se posicionan respecto a su ejercicio y su posicionamiento en el hipotético caso de que tal derecho se desarrolle.

Lo que está en juego es la libertad de los individuos, y qué posibilidades tiene cada cual de vivir del mismo modo, con la misma holgura y dignidad con que viven sus vecinos en el Mundo. En España aún están pendientes algunas disquisiciones y debates que responden a tiempos tan pasados que ya deberían estar superados. En España se producen situaciones que, aunque interesadamente se equiparan, tienen muy poco que ver entre sí, porque siguen caminos y evoluciones bien diferentes, y porque incluso quienes deberían ayudarse y echarse una mano para alcanzar objetivos “iguales”, dicen querer llegar a dichos objetivos mediante estrategias diferentes.

Las cuatro unidades a las que me refiero son Cataluña, Euskadi, Galicia y Canarias. Ahora que las Instituciones catalanas andan cuestionando todo, que invitan a las fiestas reivindicativas de su singularidad y sus derechos históricos (e histéricos) a los nacionalistas de los otros territorios, Euskadi sigue una estrategia muy diferente para reivindicar y definir su soberanía, y Galicia mantiene su “servidumbre” a una oligarquía tan española como españolista a cambio de que le dejen cantar y bailar muñeiras y hablar en su vieja lengua, el “galego”. De Canarias hay poco que decir porque sus características propias y su ubicación a medio camino de España, de América y de África las convierten en dependientes de quien mejor puede protegerlas, es decir España.

Hay veces que los análisis políticos no pasan de lo obvio. Un cambio puramente formal, como consecuencia de un desarrollo tan inevitable como inconcluso (todo será “inconcluso” mientras el tiempo perdure), nos lleva a negar costumbres o comportamientos que no solo no han cambiado con el paso del tiempo, sino que nunca van a poder cambiar. Por eso cuando algunos pretenden cuestionar el papel que han de ejercer los Estados en su relación con los ciudadanos, y los enfrentan a otras formas de representación social y política, -regiones, nacionalidades, naciones…-, en muchos casos solo están renunciando a principios éticos, aunque pueda parecer justamente lo contrario.

En nuestro Mundo, tan lleno de diferencias como injusticias, los grandes principios éticos apenas son aplicados para suavizar los rigores, arduos y penosos, con que viven los ciudadanos. El Estado, y sus poderes, apenas protegen los derechos básicos que siempre van encadenados unos a otros, como son la justicia, la igualdad y la solidaridad. Sin embargo no escatiman esfuerzos para garantizar unidades territoriales indivisibles que provocan en sus habitantes pensamientos y posiciones implacablemente contrarias a las que mantienen sus vecinos. Del mismo modo se van generando identidades caprichosas basadas en usos y costumbres, incluso en modos de hablar, que terminan por imponerse cualitativa y cuantitativamente al debate de los principios éticos.

Quienes reivindican independencias territoriales, negando legitimidad a los Estados pluriterritoriales o plurinacionales, están discriminando negativamente a unos ciudadanos respecto de los otros. La unión de Estados, mediante fórmulas aglutinadoras que equiparen a los ciudadanos de un Estado con los de los otros, ha de ser un objetivo encomiable. La creación de nuevos Estados en base a discriminaciones económicas, clasistas o raciales, constituye una ignominia que sufren en su honor y dignidad las personas o ciudadanos de quienes se separan los prepotentes.

Y bien. España es un Estado. Las fuerzas políticas que aspiran a gobernar en dicho Estado reclaman para sí mismas “unidad”. “No podemos convertirnos en nuestros propios enemigos, es hora de reconstruir el partido, de restañar heridas y buscar la fuerza de la unidad”, ha dicho Patxi López en relación a la crisis que vive el PSOE. Y yo creo que también está en crisis el concepto “Estado”, pero no es necesario destruirlo porque nos parezca anticuado, ya que solo un Estado firme puede garantizar los derechos de los ciudadanos. Un Estado quebradizo, como lo está siendo ahora mismo España, solo produce inseguridad, pues se puede verter su contenido por las innumerables rajas que presenta.

El jarrón de barro que es este Estado llamado España (mientras no se demuestre lo contrario) presenta fallas, hendiduras y rajas que deben ser restauradas desde la sensatez, a sabiendas de que un Estado debe proteger y no atosigar. Para ello las partes del jarrón, -asa, vientre, fondo, boca…-, han de mantenerse en las óptimas condiciones. ¿Imagináis un jarrón sin asa, sin embocadura, o sin fondo? Pues yo sí lo imagino, porque no podría contener ni conservar nada en su interior, es decir, no sería un jarrón… Ni tendría sus fabulosas propiedades.

FDO.  JOSU  MONTALBAN