miércoles, 27 de septiembre de 2017

¿PARA QUÉ HA DE SERVIR LA POLÍTICA? (DEIA, 28 - 09 - 2017)




¿PARA QUÉ HA DE SERVIR LA POLÍTICA?

De pronto la declaración del Ararteko en relación con la RGI (Renta de Garantía de Ingresos), del siguiente tenor: “No puede ser que el 36% del trabajo del Ararteko sea atender quejas de la RGI”, ha desbordado mi curiosidad y mi indignación. La entrevista es amplia y extensa, pero apenas tiene eco en el periódico, eclipsada por la noticia de moda y por sus ecos. Da la impresión de que el “procès” catalán nos tiene a todos demasiado ocupados y preocupados. La entrevista del Ararteko Manuel Lezertúa ofrece todo tipo de respuestas interpretables y a veces confusas, pero lo esencial es que el debate en torno a las ayudas públicas que inciden en la lucha contra la pobreza, ha cedido frente a la quimera irresoluble que es el proceso secesionista desencadenado en Cataluña.

De todo ello surge una pregunta de difícil respuesta: “¿Para qué debe servir la Política?”. Ahora mismo no hay nada que me preocupe más. Como político, pero incluso como persona, sin más, nada me inquieta tanto como el hecho de que una quimera resulte ser fundamental frente al comportamiento de una sociedad que se caracteriza por la desigualdad económica y social, por el deficiente reparto de la riqueza, por el imperio de una injusticia que hace que los más humildes sean auténticos parias y, sobre todo, por la desidia con la que obramos casi todos en la solución de esas situaciones tan injustas. Por tanto, no está de más la pregunta en torno a la utilidad de la acción política, que no solo debe incidir en la conquista y el uso del poder, sino en la utilidad del Gobierno, según el modo como se ejerza y se desarrolle.

Las relaciones de Cataluña con España son importantes, sin duda, pero ¿pueden serlo en medida tan drástica como para que queden en el olvido asuntos pendientes tan vitales como otros que nos atosigan más directamente? Durante los dos últimos meses, quizás algo más, los diarios dedican todo su espacio a las desavenencias entre Puigdemont y Rajoy, como figuras señeras del independentismo catalán y del “imperialismo” español. Curiosamente, el lenguaje se ha convertido en un factor esencial en estos tiempos, de modo que quienes son los infractores en la actual situación, quienes quieren con uñas y dientes la secesión camuflándola tras eufemismos como “libertad”, “derecho a decidir”, “independencia” o “soberanía”, son presentados como benignos servidores de la democracia. Y quienes dicen proteger dicha Democracia por el medio más expedito y directo, el cumplimiento de las reglas democráticas y de las leyes, han sido convertidos en malvados enemigos del propio sistema en que basan sus métodos y convicciones. También por eso mi pregunta -¿Para qué sirve la Política?- resulta tan pertinente como imprescindible.

Volvamos a mi primera intención… Pero volvamos con cautela para que nadie piense que el “procès” catalán no es nada interesante y vital para todos los españoles…Da la impresión de que los españoles vivimos en una Arcadia feliz en la que podemos enfrascarnos en un debate inacabable y falaz, como el asunto catalán, aunque para ello abandonemos todas las discusiones que reclaman los ciudadanos, pero no es así porque, como ha dicho antes, el desempleo no disminuye a pesar de que la crisis se dé por superada a tenor de las voces de “claqué” con que los gobernantes del PP nos embaucan; la desigualdad alimenta la injusticia, que deviene en guerra social y crisis convivencial; las políticas sociales que deben incidir en atenuar los rigores de quienes tienen más dificultades para vivir con dignidad, cada vez resultan más difíciles de proveer porque, entre otras cosas, son mal acogidas por los ciudadanos mejor acomodados; las pensiones de nuestros mayores, aunque escuetas y poco copiosas en otras prestaciones, constituyen un problema en lo que concierne a su financiación, que exige nuevas fuentes de aportación de fondos, toda vez que la Seguridad Social no consigue ya retroalimentarse con suficiencia.

A la vez que se producen estas vicisitudes nuestros jóvenes se las ven y desean para encontrar empleos dignos a pesar de ser tan preparados procedentes de un sistema educativo ambicioso y muy costoso para las arcas públicas. Y nuestra Sanidad igualmente se resiente porque las dotaciones de los Hospitales y Sistemas de Salud han alcanzado costos prohibitivos, muy difícil de que puedan ser financiados con el actual nivel de impuestos. La esperanza de vida está fundamentada tanto en los avances científicos que previenen las enfermedades como en los que alargan la vida de nuestros ancianos, de forma tan artificial que convierten los últimos años de sus vidas en auténticos calvarios, tanto para ellos como para las familias que los cuidan y mantienen.

Los movimientos migratorios convierten a los países de acogida (España lo es) en tierras de promisión. La riqueza, la abundancia, e incluso la mera suficiencia, atraen a quienes viven en sus países de origen sometidos a carencias de lo más básico. Los Tratados y Acuerdos internacionales dibujan marcos solidarios en los que los países ricos reciben a quienes salen de sus lugares vitales porque son víctimas del hambre, de los conflictos raciales, de las guerras o de sistemas totalitarios y dictatoriales en los que los derechos humanos más básicos no están garantizados y son burlados con muchísima frecuencia. Sin embargo la Política y los políticos que gobiernan en nuestro país solo han dado cobijo a poco más de la décima parte de los refugiados que se había comprometido a acoger. Y bien, ¿para qué sirve la Política si tampoco sirve para cumplir las promesas que a bombo y platillo se pregonan en los diarios escritos o hablados?

Sin embargo, en el “procès” catalán, que responde a un capricho mucho más que a atajar un problema relacionado con la subsistencia, o con la supervivencia, o sencillamente con la preservación de la dignidad de los humanos, se reclama que actúe la Política, y que los políticos suplanten a los legisladores y a los guardianes de la Democracia. Las Leyes no son suficientes, al parecer, aunque hayan sido elaboradas y redactadas por quienes fueron encargados a hacerlo por los elegidos en las urnas.

Resulta chocante ese reclamo a la Política para que resuelva el contencioso catalán, surgido de quienes no tienen agallas para afrontar la difícil situación que, de momento, solo puede considerar aceptable el mandato de las Leyes. Cuando algunos vocingleros pregonan que nos encontramos en un “estado de excepción”, conviene advertirles que lo excepcional no es precisamente la Ley, sino su transgresión en nombre de la democracia –con minúsculas- que bien poco tiene que ver con la Democracia –con mayúsculas- auténtica. Revalorizar la Política es ponerla al servicio de los ciudadanos y de sus vidas. La Política debe servir para redactar leyes eficaces que tengan por objetivo mejorar las vidas y hacer armoniosa la convivencia, exactamente lo contrario de lo que se está consiguiendo en el proceso secesionista catalán, que no debe ser repudiado por el mero hecho de plantear y culminar la secesión, sino porque la separación de Cataluña de España llevará aparejada la destrucción de la convivencia entre los propios catalanes.

¿Para qué debe servir la Política? ¿Y los políticos?... Para ser útiles. De su fiabilidad depende la confianza que los ciudadanos sientan hacia el compromiso que sustentan los partidos políticos a los que pertenecen, las ideologías que dicen sostener y los programas electorales que exponen en sus campañas. Pero por encima de todo ello la Democracia ha de imponer sus reglas y métodos, que no son solo los procedimientos de actuación, que deben ser compartidos, sino que deben obligar a la obediencia a todos en tanto no se modifiquen mediante los procedimientos normales y preestablecidos. Las Leyes pueden ser cambiadas, pero no pueden ser dinamitadas al capricho de unos pocos. De modo que ahora que el “proceso” catalán ocupa todos los espacios de la Política española, y no deja apenas espacio para las necesidades reales y apremiantes de los españoles, la pregunta pertinente es la que da título a este Artículo.

Las Instituciones siguen abiertas, y también las ventanillas donde se formulan las reclamaciones, pero la Política está enfangada en el debate improcedente, desalmado y absurdo en torno a la independencia de Cataluña. Los pobres, los desempleados, los pensionistas, los que esperan para ser intervenidos quirúrgicamente, los jóvenes a la caza del primer empleo, las mujeres discriminadas en sus salarios, los que reclaman justicia para suavizar sus aflicciones, los, los, los…, tendrán que esperar a que el “proceso” catalán supere la fecha fatídica del Uno de Octubre. Hasta ese momento da la impresión de que la Política está sirviendo para poco… ¿Y 
después?

Fdo.  JOSU MONTALBAN                     

martes, 26 de septiembre de 2017

CATALUÑA: SEDICIÓN PARA LA SEDUCCIÓN (El Diario Norte, 26 - 09 - 2017)




CATALUÑA: SEDICIÓN PARA LA SEDUCCIÓN

La quimera catalana no responde a ninguna razón objetiva, ni siquiera a un razonamiento deductivo lógico que partiendo de una situación complicada requiera y conduzca a una solución mediante un método reflexionado previamente. Los catalanes, -o mejor, sus elites-, debe resolver sus problemas sin recurrir a esa idiotez del “cuanto peor, mejor” porque, salvo en la mente de los necios o de los malintencionados, lo peor siempre es “más malo”.

Los gobernantes catalanes actuales han propuesto a sus administrados un proyecto sedicioso con ánimo de seducirlos. Es decir, que la sedición que predican y proponen se ha constituido en su modo de seducción, en su forma de cautivar el ánimo de los catalanes y las catalanas para engañarles e incitarles suavemente hacia el peor derrotero. El engaño es manifiesto, y la endeblez de los fundamentos en que sustentan su propuesta sediciosa es aún más manifiesta. Hay un puñado de catalanes y de catalanas que desean irse de España, es decir, dejar de ser españoles. A todos ellos, al parecer, nunca se les ha oído ningún aserto diferente al que niega su españolidad, pero ahora desean ir bastante más lejos, si por ellos fuera construirían una muralla como la china para aislarse de Aragón o de Castellón, y de ese modo olvidar tantos años y vicisitudes en las que han tenido que ser españoles por obligación. Pero nunca, hasta hace muy poco tiempo, se han mostrado tan inhóspitos para ´sus vecinos españoles.

La sedición de Cataluña respecto de España es un capricho de Puigdemont y de sus muchachos y muchachas. Sí, es verdad que son bastantes más los que salen a las calles con sus esteladas a vocear consignas y slogans, pero en todo caso nunca los suficientes para justificar tan flagrantes desprecios infligidos contra la legalidad imperante. Las autoridades autonómicas catalanas, en un alarde de arbitrariedad, han superado y pisoteado las leyes y procedimientos que en su día hicieron que llegaran a su posición predominante de Gobierno. No han sacado las debidas cuentas para cerciorarse de que quienes les acompañan son minoritarios respecto a la población catalana general, pero sobre todo no han dudado en romper la convivencia de y entre los propios catalanes. Han inventado organismos (ANV, Omnium y otros) que han suplantado a quienes debían haber gobernado la “vida” (convivencia) de todos ellos. Han enfrentado a unos con otros. Han enmudecido a una gran mayoría de catalanes que permanecen en sus casas a la espera de que vuelva la tranquilidad, y la cordura, para salir de ellas. En las calles, según dicen los apologetas falsos del gobierno Puigdemont, no hay violencia, claro, pero no la hay porque hay muchos catalanes  (catalanes y españoles a la vez) que prefieren esperar en sus casas viendo en la televisión, o desde los balcones, lo que ocurre en lo que es, o debería ser su hábitat social. Las salas de estar de sus casas son ahora mismo lugares más saludables y soportables que las calles.

Los catalanes son ahora mismo los sufridores de una pléyade de impostores. La agitadora Forcadell, el diletante Puigdemont, el escurridizo Mas, y quienes se han puesto obedientemente al frente de las impostoras asociaciones que hacen el papel de correveidiles del Gobierno, son las figuras estelares de esta imitación burda y grosera de “Fuenteovejuna”. Nada se interpone porque las fuerzas de seguridad –Mossos incluidos- no hacen sino obedecer y cumplir las órdenes de los Tribunales de Justicia, a los que también se desacredita desde el enrabietado gobierno. Y en medio, siempre, el rostro hierático, como si el asunto no fuera con él, de Oriol Junqueras, capaz de emocionarse y lagrimear cuando anuncia que les han sorprendido con algunos millones de papeletas impresas e ilegales. Este es el elenco de actores y actrices. Lo demás es turba, multitud, muchedumbre que asiste a los actos programados y lo mismo susurra que murmura o vocea o protagoniza una cacerolada con las cazuelas vacías mientras las cazuelas llenas reposan en los anaqueles y fogones de las cocinas.      

Esto es lo que hay: desorden e incertidumbre, es decir, incomprensión. Y desidia por parte de quienes intentan escribir su nombre en la historia catalana (quizás también en la histeria), aunque con las letras difusas de quienes las están plasmando con rencor hacia la mayoría de los catalanes que, no me cabe ninguna duda, quieren convivir en paz y concordia con los demás españoles. Ahora quienes están sembrando a voleo el campo de la discordia en Cataluña solo merecen la aplicación de la Ley y el veredicto sopesado de los Tribunales, además del desprecio de los catalanes más “normales” y humildes, de esos que prefieren ver lo que está ocurriendo en las pantallas de sus televisiones que salir a las calles a provocar enfrentamientos siempre baldíos.

Fdo.  JOSU MONTALBAN 

martes, 19 de septiembre de 2017

S.O.S. "ENKARTERRI" (Deia, 19 - 09 - 2017)




S.O.S. “ENKARTERRI”

Voy a escribir sobre las Encartaciones y sobre los encartados. Pero no lo haré desde un punto de vista académico sino desde la visión de un encartado preocupado por la situación crítica que atraviesa la comarca, con un índice de paro (16,64%) que supera en más de cuatro puntos el índice vasco (12,40%), y en casi tres puntos al índice de Bizkaia (13,70%). La luz de alarma la ha encendido el más que probable cierre de la empresa CEL, que proporciona empleo a más de doscientos trabajadores de modo directo. En realidad CEL es el último reducto de la empresa más importante que tuvo su sede en Aranguren, lugar del municipio de Zalla, que fue la Papelera Española SA.

Tengo 64 años, y estudié en el Colegio de los HH Maristas, donde estudiábamos bastantes lugareños, y también un buen puñado de chicos procedentes de otras provincias españolas que llegaban con una intención y destino: trabajar en la Papelera y proyectar sus vidas para tener un futuro halagüeño. Han pasado cincuenta años desde aquel tiempo, y durante casi los cincuenta he venido asistiendo al deterioro y mengua de la empresa, -que incluso ha ido mudando su nombre-, provocando cambios importantes en la sociología y economía de Enkarterri. Además, antes cerraron otras empresas emblemáticas, -la Conchita de Sodupe, GARSA de Gordexola, Hnos. Plaza, Serrano en Ibarra, Lacabex, etc…-, que fueron debilitando el tejido social y empobreciendo la zona. Igualmente la capacidad para favorecer una posible reindustrialización cedió considerablemente con la desaparición de las organizaciones obreras socialistas ubicadas en Aranguren, justamente en las cercanías de la “gran” empersa papelera.

Y como el tema que nos ocupa es Enkarterri, es bueno hacer una leve descripción del área. Se trata de una comarca de configuración harto compleja: diez municipios y Alonsótegi (que en algún tiempo perteneció a Arrigorriaga y posteriormente perteneció a Baracaldo) componen esta comarca de aproximadamente sesenta kilómetros de larga. Y compleja también en lo que supone una población que vivió de los trabajos en las fábricas reseñadas, en las minas de Supuerta y Galdames, en las explotaciones agrícolas y ganaderas de la zona de Artzentales, Trucíos y Carranza, en el sector artesanal del mueble en Balmaseda, o como zona residencial de quqienes trabajan en Bilbao y su área metropolitana. Por eso la crisis que ha hecho alargar las orejas a los encartados no obedece a una simple crisis económica coyuntural sino al hecho de que no se haya diagnosticado convenientemente cuando ha aparecido el mal.

Cayó el sector del mueble en Balmaseda y a nadie más que a los balmasedanos les preocupó, porque bastó con que se abrieran tres o cuatro macro-almacenes de muebles entre Enkarterri y Bilbao, en el borde de la carretera, con muebles de procedencia exterior e inferior calidad en la mayoría de los casos, porque la “fiebre del oro” incitó a los productores a acumular dinero, en lugar de crear empleos y producir riqueza. Cayó la agricultura (que nunca fue un sector determinante aunque sí importante en Encartaciones) y la ganadería de las poblaciones más occidentales, pero además ni se previeron ni se previnieron las fatales consecuencias, peor aún, algunos incipientes proyectos cooperativos cayeron de inmediato víctimas de rivalidades y miserias humanas. Cayeron las explotaciones mineras, ya en declive en todos los lados. De modo que, faltos de todo asesoramiento riguroso muchos se prestaron al oportunismo de la actividad turística, para la que la comarca no estaba dotada ni en medios ni en infraestructuras.

¿Y la Política? ¿De qué modo ha evolucionado? Con la misma imprecisión y provisionalidad. Los partidos políticos tradicionales tuvieron dificultades para elaborar sus listas electorales en las primeras elecciones municipales. Incluso el paso del tiempo no ha sido suficiente para consolidar unas estructuras partidistas asimilables a las de otras áreas o comarcas de Bizkaia. Proliferaron los grupos “independientes”, que aún proliferan, aunque entonces fueran fruto de la imprevisión y desidia de las fuerzas políticas clásicas, y ahora lo pueda ser de su propio fracaso. Lo cierto es que asistimos a un tiempo de miseria e incertidumbre en el que no cabe casi ninguna certeza, en el que han aflorado algunos personalismos que desde las alcaldías constituyen un factor desestabilizador de la comarca (léase Zalla, y quizás Carranza), y en el que la Institución común (Mancomunidad) más cercana y útil para liderar un proyecto evolutivo de las Encartaciones se las ve y se las desea para sobrevivir. Este grado de incertidumbre da sus frutos (negativos) en una comarca escasamente poblada en la que siete de sus diez pueblos soportan tasas de desempleo superiores a la media bizkaina.

¿Qué podemos hacer? Los encartados bastante tenemos con llorar y afligirnos, con culpabilizar a los gobernantes por inoperantes e inútiles, y con criticar a los partidos políticos por “partidistas” e interesados en ellos mismos. Pero no, no es así, porque a la sombre de los fracasos suelen crecer los mesías y los acomplejados. Ellos nunca se muestran dispuestos a acatar, aunque sí a fijar las responsabilidades del fracaso en los otros. Tienen elaborado un diagnóstico al margen de las ciencias oficiales, que está basado en las afrentas de las que son víctimas, de modo que la única terapia que desarrollan y aplican es la crítica y el menosprecio dirigidos hacia los demás. Y sí, puede que tengan razón en algunas de las cosas, pero en lugar de acudir al foro indicado a aportar soluciones, vocean como papanatas vocingleros los problemas una y otra vez.

El Diputado General de Bizkaia ha citado a los alcaldes de la comarca para abordar la situación. Nunca es tarde si la dicha es buena pero ¿qué hay que abordar? ¿Qué actitud debe imperar en la reunión: la cooperación, el compromiso con los encartados que sufrimos la situación, o de nuevo encerrarnos en un bucle diabólico en el que se repartan culpabilidades a diestro y siniestro? De momento hay dos posicionamientos sobre el tablero: el de los alcaldes nacionalistas que esperan un maná salvador que llegue del cielo y el de los alcaldes populistas que dispararán a todo lo que se menee porque en un panorama tan negro cualquier barbaridad es bien acogida.

Esta llamada del Diputado General tiene su preámbulo en un Plan Estratégico para las Encartaciones que fue presentado a los Alcaldes y demás cargos en el Ayuntamiento de Balmaseda por el entonces Diputado de Promoción Económica José Luis Bilbao, hace un montón de años. No sé si tal Plan llegó a desarrollarse plenamente, lo que sí sé es que la situación no era muy diferente a la actual. Y sé que, a trancas y barrancas, el carro salió del atolladero, entre otras cosas porque había entonces menos visiones mesiánicas y se pisaba más y mejor el suelo. Vivimos tiempos en los que los máximos dirigentes de los pueblos de la comarca, aunque con honrosas excepciones, se erigen en emperadores de la comarca, queriendo atraer a sus territorios municipales todos los servicios sin percatarse de que una redistribución en el espacio amplio del que disponemos servirá también para redistribuir buena parte del empleo, de la economía y del bienestar.

En Enkarterri se ha errado en algunas cosas. No es normal que vivamos en esta situación de pobreza y de desigualdad. O ponemos todos de nuestra parte o caeremos juntos al pozo más oscuro. Al Alcalde de Zalla le han entrevistado al respecto, -lo mismo que a los demás alcaldes encartados-, y sólo se ha acordado de Zalla de su pueblo en un alarde de acapararlo al margen de que algunas cosas sean necesarias o no. O sea, que se ha comportado como un agente comercial privado o como una agencia de promoción. Y sí, aunque es verdad que la ubicación geográfica de Zalla es privilegiada por su centralidad geográfica, le convendría ser algo más discreto, y sobre todo más solidario.

La cita del Diputado General a los Alcaldes es urgente (20 de Septiembre), pero los pasos deben ser dados con las garantías suficientes para llegar a tiempo a la solución y, sobre todo, para no trompicarse y caer de bruces. Otros agentes sociales deben ser llamados a consulta también, principalmente las organizaciones sociales, políticas y sindicales. Y tener las cosas claras, para lo cual es preciso dar los pasos apropiados. Me permito aconsejar lo que considero más básico, a sabiendas de que no soy infalible:

1.- Hacer un diagnóstico meticuloso que pueda ser compartido por todos. Lo que no sirva para todos, casis eguro que no servirá para nadie.

2.- Evitar las ocurrencias, que son pan para hoy y hambre para mañana.

3.- Entender Enkarterri como una única unidad territorial y humana en la medida de lo posible.

4.- Aumentar la participación incorporando a otros agentes económicos, políticos y sociales.

5.- Potenciar a la Mancomunidad como Institución que debe aglutinar todos los impulsos.

Bien creo que esto será suficiente… Si no lo fuera, siempre nos quedará rezar.

FDO.  JOSU MONTALBAN

sábado, 16 de septiembre de 2017

"LLIURE, SOBERANA Y FRATERNAL" (El Diario Norte, 16 - 09 - 2017)




“LLIURE, SOBERANA Y FRATERNAL”

Así dijo que quería que fuera Cataluña Pablo Iglesias. Si a renglón seguido hubiera advertido que la celebración de la Diada obligaba a esfuerzos de ese tipo hubiera sido el suyo un esfuerzo razonable, pero en esta Diada lo importante no ha sido la propia Diada sino el Procès, así con mayúscula. Nada ha sido casual porque la casualidad siempre es inesperada, y lo ocurrido ayer fue programado y, sobre todo, impulsado en una dirección determinada.

La Diada es una bella fiesta en la que la libertad aflora a sabiendas de que las eclosiones del ánimo nunca son definitivas. En el día de ayer las senyeras no eran tal, eran esteladas en las que incluso cabían leyendas tan estridentes y absurdas como “Rufian Power”. ¿Imagina algún catalán, por muy independentista que se sienta y sea, que Rufian se erigiera en President de la Generalitat? Todo es posible cuando el delirio aflora y todo sirve. Ayer la Diada no era una fiesta cualquiera porque los independentistas catalanes la convirtieron en una disculpa para reivindicar la estulticia.

Allí no faltaba nada salvo la cordura, pero incluso ésta hubiera estado presente si las fuerzas independentistas, en esta ocasión, hubieran enarbolado la bandera de la Democracia. Esta Diada no fue una celebración libre y democrática, sino más bien una ceremonia de enaltecimiento del independentismo más irredento. Solo cabe el enaltecimiento poniendo cifras sobre la mesa, de modo que haciendo la media entre quienes contaron de más y quienes contaron de menos, cabe dejar la cifra de los manifestantes en 800.000 catalanes y catalanas. ¿Son muchos o son pocos? En todo caso, ¿por qué preguntar sobre vaguedades? Fueron suficientes para que unos y otros sacaran conclusiones. Lo peor fue que los datos se tergiversaron y se empuñaron armas muy dañinas, incluso perjudiciales para quienes desean independizarse. Los independentistas acusaron al Estado de “dictatorial y franquista”. El representante de la ANC (Asamblea Nacional Catalana), Sánchez (¡vaya apellido tan españolazo!), dijo que nadie impedirá la votación (para votar sí a la ruptura, claro), y Jordi Cuixart (este sí, catalán de pura cepa y Presidente de Omnium) fue más lejos afirmando que “ya nos hemos autodeterminado, porque ya no reconocemos sus tribunales”. Estos fascistas de nuevo cuño parecen dispuestos a que los tribunales cambien como cambia el tiempo o el clima.

En la fiesta de la Diada, como es tradicional, construyeron “castellers”, de modo que cada uno de ellos mostraba el edificio humano, culminado en un niño protegido por un casco de resistentes paredes. Se trata de unas bellas representaciones humanas que suelen durar lo que dura un suspiro, pero no por ello menos valiosas. Y también en medio de la congregación humana, como un “casteller” más, un invitado de excepción, en concreto el ex etarra Arnaldo Otegi, que hizo su ofrenda floral usando los colores de la bandera española, en todo caso usando uno de los colores al que más culto ha rendido: el rojo de la sangre. Le vitorearon, -¡qué arcada!-, a pesar de que su aliada ETA matara en Vich y en otros lugares de Cataluña a personas que tal vez fueran “independentistas”. Así se escribe la Historia… Y las historietas…

La Diada ha pasado. La próxima fecha memorable en Cataluña será el uno de Octubre. Resulta estremecedor que quienes comparten los colores de las banderas (rojo y gualdo) anden a la greña por algo tan absurdo como el aquí o el allá: si somos de aquí o somos de allá. Volvamos al inicio. No os asustéis Amigos. Pablo Iglesias quiere una Cataluña “lliure, soberana y fraternal”, es decir, incompatible con la armonía. ¿Acaso Cataluña no es ya lliure y soberana? Y si tiene que ser “fraternal”, ¿quiénes hemos de ser sus hermanos?.

Fdo  JOSU  MONTALBAN