LOS DERROTEROS DE LA POLÍTICA ACTUAL
¿Por qué derroteros andan nuestros políticos, y nuestros
gobiernos o representantes públicos? No seré yo el primero que piense que
nuestras ideologías y doctrinas clásicas pasan por una crisis profunda, pero
soy de los primeros en advertir, con mucha pena, que las formaciones políticas
están abandonando los principios ideológicos clásicos no porque sean antiguos o
por que sean inservibles, sino porque ejercerlos y ponerlos en práctica suponen
un grado de compromiso social que los actuales líderes no parecen dispuestos a
asumir. De pronto ya no sirven para casi
nada las ideologías, sean de izquierdas o de derechas. Ya no hay
conservadores ni liberales, no hay socialistas ni comunistas ni anarquistas, ni
siquiera existen las posturas ideológicas mestizas o entremezcladas:
socialdemócratas, socio-liberales o demás… Y ello ha hecho que quienes nos
representan en las Instituciones Públicas respondan a apelativos tan poco
significativos como “podemos” o “ciudadanos” o “comprometidos”, o a
“plataformas cívicas” o a “alianzas diversas” o a “movimientos” varios… Y por
fin no faltan quienes se bautizan con sugerentes términos que no tienen nada
que ver realmente con la Política, como “Liga Norte” o Movimiento Cinco
Estrellas, en Italia, y otros tantos grupos que han huido de los términos
clásicos y normales en la nomenclatura política, probablemente para no
someterse ni a los ideales y principios sociales, ni al juicio de la Política.
Ahora son mucho más importantes los liderazgos individuales
que las ideas sociales y políticas. Los “principios” que sustentan dichos
liderazgos están fundados en muchos
casos en el físico afortunado de los líderes (cuyo patrón no tiene por qué ser
la belleza sino cualquier peculiaridad del carácter); en la oportunidad de
algún momento o situación que haya impactado en las vidas de los ciudadanos; en
una propuesta muy concreta que siga los deseos y pretensiones ciudadanas aunque
tales respondan a cualquier reacción ante una evolución complicada, conflictiva
o incómoda… Europa está llena de partidos y formaciones políticas cuyos nombres
no tienen nada que ver con la Política clásica. Sin embargo los Estados siguen
estando gobernados por Gobiernos y Parlamentos clásicos, mediante formas
igualmente repetidas en el tiempo, pero los Partidos no quieren nutrirse de las
viejas ideologías, no porque las juzguen inservibles o inútiles, sino porque
ponerlas en vigor produce incomodidades e inconveniencias a la mayoría de los
ciudadanos que viven cómodamente instalados en los niveles de bienestar que las
viejas ideologías les han favorecido y suministrado.
¿Dónde quedaron la lucha de clases, o la lucha contra las
desigualdades sociales, que siguen generando parias de la Tierra, aquellos de
los que habla la Internacional? ¿Dónde ha quedado la propia Internacional, que
fue el Himno oficial de los trabajadores de todo el Mundo, que data del último
cuarto del siglo XIX?
Si se hubieran superado las injusticias o los desequilibrios
económicos y sociales que motivaron su razón revolucionaria, cabría prescindir
de ella, pero las desigualdades e injusticias persisten, y los pobres de la
Tierra lo son a perpetuidad, entre otras cosas porque la Política no acude en
su auxilio con la debida contundencia. La Internacional, que fue en su
gestación un himno revolucionario y clandestino no solo protagonizó revueltas y
huelgas de trabajadores que se sentían vulnerados en su condición humana y en
sus derechos laborales, sino que constituyó el hábitat ambiental de quienes
veían a los pobres y sentían un dolor que les hacía gritar y vocear consignas
en favor del Hombre Nuevo. Si la letra original fue diseñada en francés, como
correspondía a la nacionalidad de sus compositores, muy pronto fue traducida a
casi todos los idiomas del Mundo para constituirse en un Himno universal.
Ciertamente, quizás por el desarraigo de quienes más
enraizados debiéramos estar en ella, la Internacional ha dejado de ser un Himno
para convertirse en una reliquia que, poco a poco, va siendo desterrada del
catálogo de símbolos de la izquierda social y política. Fue un “himno
universal” porque la patria del género humano no es esta o aquella, y todos los
lugares de la Tierra en que viven y conviven los humanos han de tener las
mismas condiciones de vida, de fraternidad, de justicia, de igualdad… Lenin, ya
defenestrado por los izquierdosos a los que solo les alcanzaron las formas pero
no el fondo de la lucha de clases, encontraba razones profundas para seguir los
impulsos de la Internacional: “Sea cual fuere el país en que recale un obrero
consciente, fuese cual fuere el lugar al que lo empuje el destino, sea cual
fuere su sentimiento de ser un extranjero, privado de idioma y de amigos, lejos
de su patria, puede encontrar camaradas y amigos gracias a la canción familiar
de la Internacional”. Y aunque es verdad que el texto ha sido matizado, y
alterada su letra en base a hipersensibilidades algo diferentes, el Himno ha
venido manteniendo su esencia para que los obreros, y los más humildes en el
escalafón humano, siguieran manteniendo su unidad reivindicativa en la lucha
social.
¿Qué nos está quedando? Apenas nada porque incluso ha sido
pisoteado el auténtico sentido del término “democracia”, que es ahora el
sistema de gobierno más comúnmente defendido. Por cierto, un sistema cuyo
principio de actuación más acendrado es actuar sobre la Economía del modo más
tenue, más liberal y menos exigente, creando leyes que permitan la asignación
de recursos a la Economía, que protejan los derechos de propiedad, que
defiendan el “libre mercado”, siempre desde la creencia de que los Gobiernos no
deben interferir en las vidas de las personas. Si esta ha de ser la norma con
que nos rijamos, ¿para qué sirven las ideologías que han llegado hasta hoy
sustentadas en pasajes históricos tan diversos? El capitalismo es el único
principio ideológico que nos rige, si bien mínimamente moldeado para conseguir
que los perjuicios sociales inherentes a él no tengan consecuencias
catastróficas que justifiquen drásticas revoluciones. La Economía se ha convertido
en la única razón para obrar de uno u otro modo, por eso las diferencias
económicas entre los ricos y los pobres, cada vez más evidentes, están marcando
las líneas políticas que cada partido político desarrolla, débilmente, cuando
arriba al poder.
Los partidos políticos se han desarmado ideológicamente
porque no saben bien cuál ha de ser el punto de destino. Sí lo sabe, sin
embargo la derecha, que nada a favor de corriente en España, sólo afectada por
las consecuencias de la brutal corrupción que se instaló en sus filas con gran
descaro mientras practicaban su “laissez faire” particular. Pero la izquierda
española también sobrevive desarmada ideológicamente, asustada ante el
“populismo oportunista” de Podemos, que sirve para cicatrizar y cerrar heridas
pero no para curar enfermedades.
Las ideologías de izquierdas han de servir para construir
sociedades justas y favorecer las vidas dignas de las personas. El populismo,
que algunas veces se quiere camuflar tras disfraces ideologizados, no llega
siquiera a ser un remedio temporal para
los males que nos acechan… ¡Ah! No lo he advertido suficientemente, y debería
haberlo hecho, que la derecha sociopolítica no se sustenta en ideología alguna,
se sustenta en intereses y en caprichos propios de aquel “laissez faire” que a
mí me parece abominable.
Fdo. JOSU MONTALBAN