EUSKADI DESPUES DE ETA
Las Primeras Elecciones sin ETA de la Democracia son una incógnita
De LAS Elecciones Autonómicas que se van a celebrar en Euskadi el 21 de Octubre hay dos aspectos reseñables: que son las primeras después del destronamiento del PNV de la Presidencia, -Lehendakaritza-, y que son las primeras elecciones que tendrán lugar sin ETA.
Digo bien, -sin ETA-, aunque haya quienes nos lo quieran poner en duda constantemente. Quienes siembran tales dudas lo hacen porque es conveniente para sus intereses electorales. El PP y UPyD intentan aprovechar los últimos resquicios que les pueden quedar en Euskadi para cosechar votos. Han optado por los votos resentidos y por hipersensibilizar al españolismo más excluyente. Es verdad que ETA no se ha disuelto y, por tanto, aún existe, aún está presente. Y es verdad que esa presencia se hace más visible de la mano de las asociaciones de víctimas, -legítimas y respetables-, y de la mano de las sucesivas asociaciones de defensa de los presos etarras que han ido surgiendo, -menos legítimas y menos respetables-. Más allá incluso de esto ha aflorado en la precampaña electoral un españolismo que el PP y UPyD espolean recurriendo al deseo independentista de una parte de la sociedad vasca. La crisis ha aireado la convicción de que si en Euskadi ataca a los vascos con menos beligerancia que en el resto de España, cabe concluir que la marca ”Euskadi”, alejada de su pertenencia a la marca “España” podría moverse por el Mundo con más posibilidades de éxito. El líder del PP Antonio Basagoiti no para de alentar . en contra de quienes creen que eso es así, acusando de “independentistas” a ultranza tanto a los afines a la Izquierda Abertzale (IA) como al PNV, cuya vocación autonomista parece evidente si quieren seguir granjeándose los apoyos de la Patronal Empresarial vasca. En esta agitación el anzuelo de UPyD pesca allí donde la vorágine enfanga más el fondo, principalmente en la franja fronteriza de las formaciones políticas.
Las encuestas parecen favorables al PNV, pero el nacionalismo atraviesa una situación complicada por más que el triunfalismo inherente a la estrategia electoral que viene desplegando intente tapar todos sus temores. Le agobian los sucesivos conflictos de su organización en Álava y le impacienta constantemente la imprevisible actitud de Egibar, que domina al PNV guipuzcoano y, error tras error, pretende doblegar a la IA guipuzcoana disputando con ella en patriotismo. Por eso el PNV ha echado mano de su máxima autoridad, Iñigo Urkullu, como candidato a Lehendakari.
Podrá llegar a serlo, pero ni las hechuras ni los aditamentos podrán convertirle en el candidato idóneo. Su liderazgo al frente de su partido ha sido construido a base de sumar adeptos de diferentes sensibilidades y de los diferentes ámbitos geográficos, pero no a partir del convencimiento en torno a sus características. Tal es así que se ve obligado a acomodar su discurso según el lugar en que se encuentre. Su discreción y su escasísima disposición para el debate público y el contraste de posiciones y pareceres le hacen más anodino de lo que es en realidad. El silencio con que viene respondiendo a la petición del Lehendakari Patxi López, para que afronte un debate con él, es una muestra de que la agenda electoral del líder del PNV está siendo ordenada por quien conoce muy bien sus características y el alcance real de sus posibilidades. Un debate público López-Urkullu sería letal para el líder del PNV porque el actual Lehendakari contará con más información, y más detallada, y el líder del PNV no sabe administrar con soltura las especulaciones, tan necesarias en este tipo de debates.
El PSE va a contar con el bagaje del Gobierno de la última legislatura. Una travesía complicada que encontró escollos ya en su comienzo. El compañero de viaje solo servía para carreras de medio fondo y la travesía precisaba a grandes fondistas que, además, fueran hábiles para burlar todo tipo de obstáculos. El PP que pactó con el PSE nunca estuvo dispuesto a culminar el trayecto, más bien se prestó para comerciar con él: se mostraría al resto de España como actor principal de la derrota del nacionalismo, añadiendo así logros al currículo del PP español que se aprestaba a hacer trizas al PSOE. Por eso nunca quiso, o al menos no puso empeño, en formar parte del Gobierno de Patxi López. Su colaboración tuvo fecha de caducidad desde el instante en que depositó su firma. El PSE, sin embargo, ha resistido con dignidad las deslealtades de su socio que fue capaz de llegar a acuerdos puntuales con el PNV para obligar al PSE a modificar leyes y normas. Ha quedado patente que en la defensa del capital y las haciendas las derechas vasca y española se se han mostrado amigas y colaboradoras, como si respondieran al unísono al grito de “¡La Derecha es Una!”.
Para el 21 de Octubre la izquierda vasca, la que no lleva otros calificativos detrás que debiliten su izquierdismo, se distribuye entre el PSE de Patxi López, y las dos fuerzas que proceden de la disgregación de Ezker Batua. Parece lógico que la distribución previsible de los votos deposite la responsabilidad en el PSE, sobre todo después de haber ostentado el Gobierno durante la última legislatura. El PSE también ha sufrido las consecuencias de la derrota acontecida en España, y del proceso traumático de sustitución de Zapatero, tanto al frente del Gobierno español como al frente del PSOE. La irrupción de Alfredo Pérez Rubalcaba como la figura que podría derrotar a Rajoy, - o al menos hacer más llevadera la derrota-, y la posterior elección del Secretario General del PSOE, en pugna con Carmen Chacón, también han pasado su factura en Euskadi. El PSE, lejos de mantener una posición expectante ante unos hechos que tenían su origen y su campo de batalla en otros lares, se metió hasta las corvas en la charca sin sopesar que ello iba a debilitar a su organización de cara a esta campaña electoral. La muestra más importante ha tenido lugar cuando en la configuración de las listas electorales quienes mostraron la más mínima oposición al Secretario General en el momento de ser elegido como tal, han sido descabalgados. La consejera Gema Zabaleta y varios parlamentarios alaveses de cierto prestigio han sido apartados, eso sí, con los reglamentos y estatutos en la mano.
El PSE acude a las Elecciones con una carpeta de servicios prestados muy halagüeña. Quienes pensaron que solamente el nacionalismo podía gobernar en Euskadi deben haberse convencido de que su dogma se ha desarmado por todos los lados. Porque si en la anterior crisis (con el nacionalismo en el gobierno) a nivel nacional, Euskadi presentaba datos y cifras mucho más preocupantes y abultados que en el resto de España, ahora esos datos son mucho más benignos. La economía no cae al mismo nivel que la española, y el desempleo está más de diez puntos por debajo de la media del Estado. Los recortes brutales, -“hachazos”-, que Rajoy ha venido proponiendo están siendo contrarrestados por el Gobierno Vasco con contundencia. El terrorismo, en todas sus variedades, ha dejado de estar presente, lo que redunda en tranquilidad en las calles. Casi todo es favorable a este gobierno saliente que ha resuelto muchos escollos con habilidad, teniendo en cuenta que sus posibles colaboradores, unos por rabia y resquemor y otros por deslealtad y egoísmo oportunista, en ningún momento mostraron buenas intenciones sino todo lo contrario.
Patxi López acude a estas Elecciones con la garantía de haber suscitado el que va a ser el debate más importante. Fue él el primero que puso sobre la mesa la necesidad de abordar una reforma fiscal con el fin de hacer sostenibles las políticas sociales y el Estado de bienestar. Ni el Concierto Económico ni la distribución competencial del País Vasco en materia tributaria le favorecían porque las Diputaciones, que son los órganos competentes, formaron un frontón frente a él. De este modo el PNV ponía tropiezos a la propuesta del Lehendakari. Pero la necesidad aprieta, al tiempo de que la menor recaudación impide a las propias Diputaciones Forales ejecutar sus propios gastos. El debate fiscal, incluidas las necesarias acciones para atajar el fraude, está servido. El mero hecho de que así sea debe ser contabilizado en los méritos de Patxi López, sea cual sea el desenlace de esta incruenta contienda. Va a ser a su través que podamos equilibrar y hacer más iguales a los vascos y las vascas, además de seguir manteniendo las políticas sociales, que han sido siempre señas de identidad en Euskadi.
En esta ocasión concurre Herri Batasuna. La formación “post ETA” de Herri Batasuna acude bajo otro nombre para englobar a los que quedaban de EA y a los que formaban el grupúsculo “Alternatiba” de la EB de Madrazo. Es lógico después de que ETA haya mostrado su disposición a ser redimida, a pesar de que no haya mostrado su arrepentimiento. Acude con todas las bendiciones y con un plus de aceptación tan indescriptible como incomprensible. Ahora de llamará EHBILDU, del mismo modo que se llamó BILDU en las Elecciones municipales. Entonces fue tan respetada por las fuerzas democráticas (PSE, PNV y PP), que no haciendo nada por evitarlo, le facilitaron gobernar en una mayoría aplastante de las instituciones guipuzcoanas y en otro buen puñado de pueblos de los otros territorios. Ahora todo será diferente porque hay votos en pugna entre el nacionalismo del PNV y el independentismo de la IA, y eso polarizará muchos debates. EHBILDU acude a estas Elecciones con unas previsiones que resultan excesivas para cualquier observador. La gestión de sus alcaldes ya ha comenzado a ser cuestionada porque ni en el fondo sus políticas demuestran ser progresistas, ni en la forma de ejercerlas son demasiado democráticas, es decir, que se les ven las uñas afiladas y ennegrecidas. Pero conservan esa posibilidad de aglutinar los votos de muchos descontentos que solo aspiran a desbaratar todo, quizás para construirlo de nuevo o quizás porque prefieren vivir en el caos que en un orden que no les favorece ni satisface lo suficiente. Debemos esperar para ver, y tras de haber visto interpretar, pero ¿quién puede llegar a sentir, tan pronto, que ellos que fueron el más brutal problema para los vascos puedan ser ahora la solución?
A la vista de las encuestas la solución no será la que proceda de una sola formación política, y como nadie prevé que vayan producirse acuerdos globales de todos los concurrentes, hay que arriesgarse para hacer un vaticinio definitivo. Euskadi precisa estabilidad, fortaleza y seriedad. El nuevo tiempo que se avecina ha de ser el de la reconciliación, -no estaría mal que llegara al menos al reencuentro-, ha de ser un tiempo nada estridente en el que sea posible dar solución a las consecuencias de esta crisis que afligen a los ciudadanos. Euskadi necesita sobre todo un Gobierno solvente y decente, formado por quienes no estén dispuestos a hacer experimentos ni sobresaltar con proyectos inviables. Ni independentismo imposible y aventurero ni patrioterismo barato. Estamos en un momento crucial, tanto como cuando su produjeron los fatídicos pasajes que pusieron en jaque la convivencia en Euskadi: la Guerra Civil, la postguerra y la acción terrorista de ETA. ¿Porqué no recurrir a la experiencia? ¿Porqué no echar mano de las viejas soluciones que permitieron dar sensatez a la Política, a la vida y a la convivencia? ¿Sería descabellado acaso imitar a los históricos líderes vascos Aguirre (PNV) e Indalecio Prieto (PSOE), que en el histórico Pacto de Bayona (1945) dieron serenidad a aquel tiempo difícil, tan plagado de fatuas incertidumbres como el tiempo actual?...Porque ahora, precisamente ahora, cualquier extremismo que genere disputas absurdas contra otros extremismos, solo servirá para avivar las llamas del posible infierno.
Fdo. JOSU MONTALBAN