EL FANTASMA DE LAS DOS ALMAS EN EUSKADI
Un fantasma viene recorriendo el mundo del debate político en Euskadi. El asunto ha emergido hace poco tiempo pero los episodios en que se sustenta son ya viejos. No es baladí que las formaciones políticas vascas, -todas sin excepción-, hayan mostrado en alguna ocasión fisuras más o menos ostensibles que no encuentran cemento que las remedie en los órganos, reglamentos o sistemas de funcionamiento de los propios partidos. El último episodio ha tenido lugar en el seno del PP vasco pero ha despertado a ese fantasma que sobrevuela a todo el elenco de los partidos vascos. El terrorismo está en el principio de todo porque ahora que los terroristas, en un alarde de generosidad, han dicho que dejan de matar, a unos les entran unas ansias indisimuladas de venganza, mientras que otros se han guarecido bajo un Síndrome de Estocolmo evidente que les lleva, a los primeros a convertir el Estado de Derecho en una especie de patíbulo justiciero, y a los otros a convertirlo en una madre que, para no volver a sufrir lo ya sufrido rinde su casa a los caprichos del hijo pródigo a costa del bienestar de los familiares que siempre la han acompañado y servido de paño de lágrimas.
La metáfora que mejor define esta situación la suministró hace unos meses el eurodiputado popular Carlos Iturgaiz cuando criticó el hecho de que algunos compañeros suyos del PP vasco acudieran a debatir junto a miembros de la Izquierda Abertzale (IA). La cita que trascribo a continuación contiene todos los ingredientes: “La IA, que es el brazo político de ETA, no es un partido más y no se puede ir a debates, a tomar un café o hacerse fotos en plan coleguismo; muchas personas en el PP vasco piensan como yo; (la actual dirección del PP vasco) tendrá que decidir entre esas dos almas”. La idea de “alma” como principio que vivifica el cuerpo, que es diferente a él pero que lo humaniza, responde a una creencia muy antigua que a lo largo del tiempo ha llevado a múltiples interpretaciones y versiones. Por lo que sugiere Iturgaiz con su afirmación está muy claro que el mismo cuerpo, el PP vasco, se convertiría en un ente o ser totalmente diferente dependiendo de que se dote de una o de la otra de las dos almas. Sin duda Iturgaiz se corresponde con una de esas dos almas, concretamente la que no comparte la actual dirección del PP vasco con Arantza Quiroga a la cabeza.
La respuesta desde la dirección del PP fue inmediata. Oyarzábal negó la existencia de dos almas y remitió a las resoluciones congresuales del año 2008, cuando Basagoiti sustituyó a María San Gil. Eso sí, como buen dirigente político, terminó su posicionamiento anunciando que pediría responsabilidades al parlamentario europeo. Apenas dos meses después una de las dos almas ha estado presente en San Sebastián, en la presentación del libro “Cuando la maldad golpea”, que contó con la presencia del Ex Presidente de España José María Aznar y la Ex Presidenta del PP vasco María San Gil. Curiosamente no acudió al acto la dirección actual, que se ha reservado el papel de responder a lo que tanto Aznar como San Gil dijeron poniendo voz y palabra a una de las dos almas. Ejerciendo ese papel Sémper, como abanderado del alma que podríamos llamar “oficial”, dijo: “Queremos superar el pasado a base de verdad, justicia y memoria”. Pero Iturgaiz le conminó a, entre otras cosas, “tener constancia y respetar el trabajo desempeñado por María San Gil”. Como se ve, las dos almas del PP vasco parecen estar encendidas, arremetiendo la una contra la otra, quizás intentando destruirse, y sin darse cuenta de que la existencia de dos almas está generalizada en todas las formaciones vascas.
Es cierto que esa dualidad se muestra con diferente intensidad en unos u otros partidos, pero el terrorismo de ETA no sólo extorsionó y mató sino que amedrentó de tal modo a las vascas y los vascos que la venganza de los irritados y el perdón de los conmiserativos son reacciones que se sujetan con la misma cuerda. Las heridas que aún supuran producen escozor en quienes han sufrido directamente la acción terrorista. Quienes no la sufrieron tan directamente, vivieron en el miedo a llegar a sufrirlo, y ahora parecen dispuestos a aceptar lo que, de no estar amedrentados por la fatal experiencia, considerarían totalmente inaceptable.
Hablar de la Euskadi actual exige tantas dosis de valentía como de respeto, pero sobre todo exige que las reflexiones de cada cual sirvan para propiciar las reflexiones de los otros, en lugar de formular dogmas indiscutibles. Ya lo he dicho: en Euskadi todos los partidos han mostrado dos almas en algún momento, incluida la IA, pero esta alma del PP, la que mostraron Aznar y San Gil (que satisface a Iturgaiz), es harto peligrosa porque se recrea en proclamar frases categóricas cuyo contenido y significados están superados por los hechos. Aznar dijo que “en la política vasca hoy se busca la normalización del silencio y del olvido, lo que es una confusión hirtórica y moral”. Y dijo San Gil, bajando más al nivel de la calle, que “Garitano e Izaguirre (ambos dirigentes institucionales de la IA) son “bilduetarras” con quienes los partidos conviven con naturalidad”. Ambas frases son falsas y peligrosas, lo cual no quiere decir que esos convencimientos no sean asumidos por bastantes miembros del PP e incluso por miembros de otras formaciones políticas.
No solo el terrorismo ha propiciado el fenómeno de las dos almas en el seno de los partidos. La lucha electoral (y electoralista) obnubiló a muchos dirigentes que han creído que los votantes de la IA pudieran llegar a ser un filón de votos para los demás una vez acabada la violencia. Fuera por el Síndrome de Estocolmo o fuera por el afán recolector de sufragios los partidos vascos han abierto sus corazones para acoger a muchachos acostumbrados a la algazara sólo porque pudieran parecer de izquierdas o fueran ataviados como tal, pero han resultado ser mucho más secesionistas que socialistas, incluso mucho más independentistas que demócratas. Así, una de las almas ha perdurado en el absoluto inmovilismo mientras la otra se ha ido por los cerros de Úbeda. Y así en cada una de las formaciones. ¿Acaso pertenecen a la misma alma del PNV Ibarretxe y Urkullu? ¿Pertenecen a la misma alma del PSE Nicolás Redondo, Patxi López y Jesús Eguiguren? ¿Madrazo y Arana, servían a la misma alma en Esker Batua (IU)? ¿Y Matute, en qué alma estaba Matute que ha saltado desde Esker Batua a la IA? ¿Pertenecen a la misma alma todos los líderes que han confluido en BILDU o SORTU? ¿Más atrás en el tiempo, respondía a la misma alma de Herri Batasuna Arnaldo Otegi que la gran mayoría de los dirigentes que iban siendo ilegalizados?
De modo que el fantasma de las dos almas ha venido contagiando a todas las formaciones vascas. Sin embargo, lo acontecido en el PP vasco tiene unas repercusiones especiales porque se trata de una formación ubicada en uno de los extremos del abanico vasco, además de ser la formación que sustenta al Gobierno del Estado. Quienes desde el PP vasco han decidido “atacar” poniendo en valor su propia “alma” se han venido caracterizando por mostrarse como “desalmados” frente a ese mundo “abertzalísimo” que formaban ETA y sus cómplices, que durante cincuenta años tuvieron su alma vendida al diablo.
Ahora, no valen para nada los espacios herméticos, ni sirve sellar todas las salidas a quienes se muestran dispuestos a salir del círculo vicioso, pero cometerá un error quien se deje llevar por la desidia y olvide que aún están presentes la mayoría de las víctimas y la mayoría de los asesinos. Las Instituciones democráticas tienen que distinguir entre ambos haciendo que la culpabilidad y el perdón avancen en su justa medida, pero han de ser las Instituciones que representan a todos las que protagonicen la transformación necesaria. Cualquier avance en la buena dirección de la reconciliación, venga de donde venga, será positivo pero solo las iniciativas institucionales tendrán el marchamo de la autenticidad, que será lo que realmente justifique su eficacia. Las leyes han de ser aplicadas con rigidez. Las medidas de gracia también, con generosidad, pues tanto las leyes como las gracias han de responder al mismo empeño: fundamentar la convivencia, fortalecer la cohesión social, sentar las bases de la democracia que los vascos, de tanto cuestionarla, no han disfrutado del todo.
FDO. JOSU MONTALBAN