LO QUE NOS DEJÓ EL FORO GLOBAL DE BILBAO
“Quince días después”
Ya han pasado más de quince días desde que se reunieron en Bilbao todos los grandes artífices de la Economía mundial con los Presidentes de las grandes Empresas españolas y los gobernantes de España y de las Instituciones Vascas. Fue en el marco grandioso y modernista del Museo Guggenheim y tuvo un título también modernista, “Foro Global España 2014”. Mientras se estaba produciendo el evento ocurrieron cosas tan graves como espeluznantes, dependiendo de quién sea el que juzgue cada cosa. Pero es que aquel acto llamado Foro, cuyo aforo limitado solo podía ser llenado por los ostentadores del poder político y por los poderosos artífices de los horrores con que la Economía “global” castiga a los pobres y humildes ciudadanos, dejó claro que una cosa es la riqueza y otra cosa es su distribución entre los ciudadanos, una cosa es la Ciencia económica y otra bien diferente es la economía doméstica que somete a tantas familias y personas a vivir en la escasez. Durante el Foro Global lo más ostensible fue el distanciamiento entre quienes hablaban en el Museo, de millones y millones de euros, sabiendo que sus éxitos o fracasos estaban bien cubiertos por sus sueldos multimillonarios, y quienes voceaban su descontento en las calles porque apenas les llegan sus escuetos salarios o sus subsidios de desempleo para poder vivir. En medio de ambos la Ertzantza pertrechada y el Puppy, ese perro de pelaje floreado que anunciaba el surrealismo que contenía el Museo durante ese día, ya tan memorable.
Nada de lo escrito ahora podría haber sido escrito apenas un par de días antes del evento, pero ahora se puede hacer un balance y contundentemente sobre lo acontecido y sobre las reflexiones que suscitaron cada uno de los hechos sucedidos ese día.
“Tres frases notables”
De Guindos (Domingo, 2 de Marzo): “En la cumbre de hoy esperamos analizar la situación económica en España y en Europa y la salida de la crisis para la que, por supuesto, encontraremos soluciones”
Esta especie de optimismo demencial contrastó con los silencios mantenidos por Lagarde (FMI) y Dijsselbloem (Eurogrupo) que liquidaron sus respuestas con un “muy interesante”, sin duda refiriéndose a lo que se iba a producir allí.
¿A qué viene, por tanto, el optimismo de De Guindos? Solo responde al gran desprecio con que la plutocracia que ejerce el Gobierno del PP trata a los españoles, a los que considera súbditos en lugar de considerarles ciudadanos. ¿Qué es para De Guindos una solución? Aún peor, ¿qué problema de la Economía es el que pretende solucionar? Que se sepa, un Gobierno está para resolver los problemas de los ciudadanos, es decir, lograr que sus ciudadanos vivan mejor, de modo que todos los conocimientos económicos del tal ministro deberán ponerse a servicio de mejorar los salarios, suavizar en todo lo posible las condiciones laborales, facilitar los empleos y garantizar la suficiencia económica de todos. Pero, desde su hermetismo, el ministro pronunció una frase realmente ridícula (“por supuesto, encontraremos soluciones”) después de demasiado tiempo sin encontrar ninguna en las direcciones mencionadas.
Ángel Gurría (OCDE, Lunes 3 de Marzo): “Entiendo la frustración de los jóvenes, les prometimos un empleo y no hemos cumplido…El Estado de Bienestar debe cambiar para ser sostenible en el tiempo y poder financiarlo…”
Es curioso que, entendiendo que los jóvenes estén frustrados por sus incumplimientos no hablara en el Foro ningún joven de esos problemas graves que les afectan y condicionan su futuro. Los organizadores podrían haber llevado a algún líder estudiantil que les reclamara alguna atención, pero la media de quienes hablaron en el Foro está bastante más cerca de los sesenta que de los cincuenta.
Resulta sobrecogedor el escaso alcance de las reflexiones de los prebostes de la Economía mundial. Porque afirmar, como hizo, que en cuestión de salarios “no es cuestión de subirlos o bajarlos, sólo pueden elevarse si aumenta la productividad”, resulta ser una patochada. Es verdad que la productividad puede influir, pero también lo es que influyen igualmente el reparto más equitativo de los beneficios empresariales (que tienen que ver con las empresas y no exclusivamente con los empresarios), y el hecho de que un reparto más generoso de esos beneficios, compartidos con los trabajadores, también mejoraría la productividad.
Y por fin, requeriría una explicación que no dio lo del cambio del concepto de “Estado de Bienestar”. ¿Qué significa “hacerlo sostenible”, que mantenga su intensidad y alcance o que los rebaje? Bien me temo que, cada vez que se cuestiona el Estado de Bienestar desde instituciones puramente economicistas se hace para poner en solfa su existencia, rebajar sus prestaciones y tachar de carga social e impedimento para el progreso económico a quienes más necesitan del Bienestar. En suma, para rebajar dichas prestaciones.
Mariano Rajoy (Gobierno Español, Lunes 3 de Marzo): Tras dos años de intensas reformas España ha superado la peor recesión de la historia reciente… Ganar competitividad sin recurrir al tipo de cambio, a la devaluación… (Agradezco) a los agentes sociales cuyo notable esfuerzo ha propiciado la moderación salarial y la reducción de costes…”
No se acordó para nada de los seis millones de parados, ni de los más de dos millones de españoles que no perciben ni un solo euro y viven a costa de sus familiares, de las ONGs o de la solidaridad vecinal. Es cierto que esas gentes de economías tan escasas suelen pasar desapercibidas, en primer lugar porque son poco visibles en las calles y se ocultan por rubor o vergüenza propios, y en segundo lugar porque previamente han sido desacreditadas por los aparatos propagandísticos de la derecha más insolidaria que no duda en tildarlos de holgazanes, o de someterles al rigor de economías sumergidas y cajas B negras, con percepciones (que no salarios) miserables.
Sí, es posible que se haya ganado competitividad, pero no porque los españoles seamos más competitivos en términos generales, sino porque nuestras vidas se han convertido en competiciones brutales en las que el pez grande se come al chico aunque éste sea más hábil y más inteligente, porque lo que marca el signo de los tiempos es el poder del dinero, al que solo acceden los que ya lo tenían y unos pocos a los que selecciona el sistema socioeconómico en base a algunos “valores” individuales entre los cuales suele ser el más valorado la ductilidad con que cada cual acepta su sometimiento al poder.
¿Qué más nos dejó el Foro Global?
El Foro Global, además, nos dejó otro montón de contradicciones y nos hizo quedar muy mal ante la opinión mundial que, lejos de puntualizar que quienes se reunieron en el Guggenheim son culpables de que el Mundo sea bastante inhumano, cargaron las tintas sobre los que rompían escaparates en las calles después de que se dieran cuenta de que llamarles mercachifles, avasalladores o desalmados no les servía para gran cosa.
Las manifestaciones habían sido convocadas para llamar a atención de los poderosos, pero ellos estaban encerrados en su bunker, donde les rendían pleitesía los poderes públicos y democráticos. En realidad las voces de la calle, que no llegaban a sus oídos, les declaraban culpables del desaguisado socioeconómico mundial con toda la razón pero ellos, erre que erre, proponiendo ajustes y recortes, cercenaduras y negaciones de derechos a todo quisque para que sus cuentas cuadrasen. Sus cuentas les adjudicaban beneficios multimillonarios a sus empresas, y sueldos de varios millones (siempre cantidades de seis cifras o más) para ellos. Los que habían acudido para “no quedar mal”, es decir el poder político e institucional, tan defenestrado, gana la décima parte (o menos aún) que aquellos ricachos a los que protegen mediante normas y leyes que garantizan el desaforado margen de sus beneficios.
Pero fueron ellos los que afearon las acciones violentas sin haber afeado lo más mínimo las actitudes de los reunidos en el Museo. Las frases más juiciosas salieron de las bocas de quienes se pronunciaron en la calle: de los obreros cabreados, de los sindicalistas reivindicativos e, incluso, de los trabajadores y trabajadoras que sintieron en sus propios comercios la violencia absurda y miserable de los manifestantes bárbaros (que solo eran excepciones) , tan escasamente respondidos por la Ertzantza tan afectada de “cavaquitis” aguda. Ocurrió, sí, ocurrió que los salvapatrias de otro tiempo se habían acoplado en las manifestaciones para convertirlas en lo que nunca quisieron ser. Las manifestaciones son para manifestar y no para ladrar, aunque quienes escuchen sean sordos.
Erkoreka, el portavoz del Gobierno Vasco, dijo: “Rechazo a los movimientos violentos porque constituyen una agresión contra la sociedad vasca”. Y dijo que el Ejecutivo enmarcaba lo ocurrido en un tipo de “violencia antisistema”. Un comerciante de la Gran Vía bilbaína había dicho: “Pasaron como el caballo de Atila”. Es verdad, y por ello el más rotundo desprecio a los violentos de ese día…
… Y el más rotundo desprecio a los “Atilas” de la Economía Mundial, a todos aquellos desalmados que estaban reunidos en el Museo. ¡Lástima que el Poopy no se enrabietara! El Museo Guggenheim se convirtió ese lunes 3 de Marzo en un refugio para mercaderes tramposos y censurables.
FDO. JOSU MONTALBAN