HABLEMOS DE ETA
Sí, hablemos de ETA, ahora que podemos hacerlo con una mayor
serenidad, quizás, tras su “desarme”. Podemos hacerlo los vivos, pero no
quienes sucumbieron a su existencia y su miseria moral.
A la vista de lo acontecido tras el “desarme” solo caben las
especulaciones. Esta farsa se desarrolla en capítulos, cada capítulo parece que
invalida al anterior. Si el desarme del año 2014 fue digno de olvido, este del
día 8 no merece mucho más crédito ni asombro, salvo que pasemos a considerar a
ETA como una flojísima organización terrorista. Pero lo cierto es que ETA ha
matado a mil personas, ha puesto bombas a tutiplén, ha extorsionado y arruinado
a personas, familias y negocios, ha robado siempre que ha precisado fondos, ha
metido miedo y causado pavor en las mentes de personas de buena voluntad de las
que, según la Biblia, es el reino de los cielos, pero a los que ETA les ha
privado de disfrutar de su reino en esta Tierra.
El acto precisaba más rigor y menos parafernalia. La
concentración celebrada en Bayona ha constituido toda una provocación para
quienes la hayan podido ver en sus casas, en las pantallas de sus televisores.
En aquellas salas en las que tal vez hay un sillón vacío, que se ha mantenido
así en honor de alguien que tal vez fue asesinado por ETA. (Conozco al menos un
par de hogares en que ocurre así). Porque, curiosamente, el acto contó con una
puesta en escena en que no faltaron los diseños modernistas ni las presencias
espectaculares. Los carteles de fondo azul que muestran una mano retorcida no
han sido una mera ocurrencia. Y la presencia, subrayada en todas las fotos, del
“Carnicero de Mondragón”, el etarra Zabarte, que fue juzgado y sancionado por
matar a 17 personas, ni más ni menos (quizás más), tampoco fue casual.
Estos tipos van anunciando sus festividades de tres en tres
años. En el año 2011 anunciaron un cese de las acciones terroristas, en el 2014
ensayaron una entrega de armas con media docena de instrumentos y artefactos
que movía a risa si no fuera por los recuerdos que inspiraban, y ahora nos han
sorprendido, en pleno 2017, con otra entrega de armamento y explosivos que
provoca tantas dudas como la anterior. A este ritmo tendremos que esperar al
año 2020 para que nos entreguen otra remesa de material, o quizás para que anuncien
la disolución de la banda, aunque Jonan Fernández la augure para fechas
próximas. La verdad es que Jonan Fernández tendrá más datos que yo, que quizás
estoy hablando a humo de pajas. En este caso mi deseo es que sea él, y no yo,
quien tenga razón.
Pero es preciso hacer algún comentario en relación con el
contenido del manifiesto que fue leído en el acto de Bayona. En ese acto
sobraban algunas reclamaciones y otras escenificaciones. ¿Por qué reclamar el
fin de la dispersión de los presos o la excarcelación de los presos enfermos en
un acto de “desarme”? ¿No era un “desarme” unilateral y sin contrapartidas?
¿Acaso piensan quienes acudieron a la comedia que la paz definitiva no va a
traer beneficios para todos? Lo evidente es que si uno analiza las palabras
proferidas en nombre de los cincuenta que subieron al escenario, con el
“Carnicero de Mondragón” a la cabeza, lo que quisieron subrayar solo fue que
ETA y los Estados español y francés merecen igual tratamiento en este pasaje
terrible de nuestra Historia. ¿Caben más beneficios penitenciarios que los allí
presentes en una sola persona? Josu Zabarte, el repetido “Carnicero de
Mondragón”, fue acusado de haber cometido o intervenido en 20 atentados en los
cuales asesinó a 17 personas, lo que llevó a una condena de 615 años de
prisión, sin embargo se hallaba gritando y voceando “tonterías” en el lugar más
preeminente del acto.
En el acto había profusión de carteles con leyendas y
símbolos alusivos a ETA y a sus presos. ¡Qué descaro! Anunciaron que “no pervertirán
la historia en beneficio propio”. Sin embargo el acto de Bayona es en sí mismo
una perversión que, además de no esclarecer ninguno de los trescientos
asesinatos sin autoría real aún, se ha entretenido en reivindicar libertades
inmerecidas para asesinos convictos.
Hay que avanzar, claro que hay que avanzar, pero para hacerlo
habrá que tener bien claro cuál es la dirección del avance y cuál la del
retroceso. Estamos tan deseosos de vivir en paz quienes hemos padecido las
consecuencias del terrorismo y la violencia, -que no hemos sufrido todos por
igual-, que protestamos y seguimos avanzando. Perdonamos con un rictus de
“olvido” camuflado en nuestros semblantes incluso lo imperdonable. Siempre
fieles a los refranes, a la sabiduría popular, vivimos adscritos a ese de “por
la paz una avemaría”… Y ya van más de cien rosarios.
FDO. JOSU MONTALBÁN