“ETA NUNCA ESTUVO BIEN”
A partir del día 8 de Abril ETA no tendrá armas en su poder,
de modo que no podrá volver a matar. Se trata de una previsión, tal como ha
sido anunciado por alguien que no pertenece a ETA, pero que tampoco deberíamos
adscribir exactamente al otro lado porque sus relaciones con la banda parecen
ser, si no estrechas, sí cercanas.
Desde que, hace quince días, fuera anunciado el famoso
“desarme”, unos y otros no han parado de anunciar eventos relacionados con el
hecho. Ignoro si saben más que yo al respecto pero soy consciente de que la
entrega de las armas debe exigir mucha discreción a quienes deben entregarlas y
a quienes deben hacer el papel de depositarios. Las noticias al respecto se han
extralimitado porque han surgido espontáneos, en buena medida inducidos por esa
Izquierda Abertzale que, falta de pundonor y de vergüenza, aún no se atreve a
asegurar que ETA no ha servido más que para arruinar moralmente a los vascos.
El desarme, como cualquier desarme, solo puede responder a un
armisticio o a una rendición. En este caso no puede responder a un armisticio,
pues no hay dos partes en guerra. Incluso conviene dejarlo en algo más liviano:
un mero acuerdo para la entrega de las armas. Con esto nos basta a las
víctimas, a quienes nos hemos librado de la losa de una amenaza de muerte y a
quienes han perdido a algún ser querido, o amigo, o vecino, o semejante, en
este capítulo herrumbroso de la Historia de Euskadi y de España. Pero quienes
no encontraron remilgos para vocear en las calles “¡ETA mátalos!” o “¡ETA, el
Pueblo está contigo!”, deberían callar como si fueran los sepulcros que cobijan
a las víctimas. Lo que ahora viene es la entrega de las armas. Uno de los
denominados recientemente “artesanos de la paz” ha afirmado que la entrega será
hecha de forma “sobria” pero solemne, y ha dicho también que “queremos precisar
que las armas no están en nuestras manos”. Esta afirmación ha formado parte de
una entrevista publicada en prensa por un tal Mixel Berhocoirigoin,
“Intermediario Civil del Desarme”. Es también un Artesano de la Paz, pero creo
que no puede ser considerado una víctima del terrorismo etarra, y a mí como a
tantos me preocupan sobre todo las víctimas de ETA, que han de ser las que
certifiquen el final del terrorismo, aunque deban hacerlo con los ojos bañados
en lágrimas.
“Por la paz una avemaría”, es el slogan de los
condescendientes que queremos la paz sin poner grandes condiciones, sin
proponer coartadas, asumiendo la maldad que ha supuesto la existencia del
terrorismo etarra. Aceptar el desarme, tal como ha sido anunciado, es como
rezar esa “avemaría”. Sin más. La sociedad vasca ganará tranquilidad pero, aún,
la dignidad no estará garantizada, porque el entramado de asociaciones y
organizaciones vinculadas por igual a la Izquierda Abertzale y al “movimiento
pro ETA”, no han hecho otra cosa que rechazar el terrorismo, pero desde un
criterio de equidistancia que solo ha servido para educar mal a quienes no
conocieron las atrocidades de ETA por no haber sido coetáneos de sus crímenes.
Espero al día 8 con esperanza y con la humildad propia de
quien ha sufrido ante la miseria moral y la tristeza, propias de quien ha visto
morir a inocentes sin otro juicio acusador que la brutalidad y la
intransigencia de unos desalmados que se consideraban ungidos por los dioses
vascos. Será un día señalado para recibir a la paz con una sonrisa. ¡Sólo con
una sonrisa! Porque una alegría desatada solo servirá para hacer protagonistas
en el futuro a quienes han convertido nuestras vidas en auténticos calvarios.
El día 9 de Abril todo será diferente, pero no sabemos aún si será muy
diferente o solo un poco diferente. Quienes siempre hemos preconizado la paz la
recibiremos con ese entusiasmo interior propio de los pacíficos. Nada de lo
perdido podemos recuperar, pero el futuro será un bello lugar de acogida.
Estaría bien que los que ahora, y no antes, se avienen a cultivar la paz
muestren su arrepentimiento y conmiseración.
Ved, Amigos, lo que ha respondido Julen Madariaga, que fue
uno de los creadores fundadores de ETA, hace 50 años, cuando la Dictadura
franquista encolerizaba y desesperaba: “ETA tenía que haber dejado las armas
hace mucho, pero mejor tarde que nunca… Si en un momento dado puedes poner fin
a las víctimas que está causando, pues mejor… Muchas veces me he planteado de
una manera dura si lo que hicimos fue la mejor manera de conseguir lo que
queríamos… He dudado mil veces de si lo que hicimos estuvo bien… Me pongo en
duda a mí mismo… No sé…”
Julen Madariaga es un sabio, un filósofo al que le asisten
todas las certezas. En las dudas que expresa está precisamente su afirmación
más rotunda, su sabiduría: “ETA nunca estuvo bien”.
Fdo. JOSU
MONTALBÁN