EL OSADO
ALFONSO ALONSO (PP)
Al leer las “simplezas” vertidas por el líder del PP vasco
Alfonso Alonso en el Forum Europa, en Madrid, en un acto organizado por Nueva
Economía, me ha entrado cierta inquietud, principalmente porque el líder del PP
ha vertido afirmaciones que nunca antes vertió. Las características del Foro en
que discurseó se prestaban para la ocasión, porque es costumbre en este tipo de
saraos que se reúnan en torno al discursista sus amigos e incondicionales, sus
partidarios políticos y, además, los seleccionados por los patrocinadores del
Foro, que en este caso suelen ser mucho más proclives al conservadurismo social
y económico que al progresismo. Es por eso que Alonso habló para los suyos a
sabiendas de que nadie se mostraría beligerante con sus palabras, todo lo más
moderadamente incómodas.
Los medios de comunicación han seleccionados “perlas” interesantes
que, si no se supiera su procedencia, sólo podrían ser adscritas a
nacionalistas convictos y confesos. Cuando el entusiasmo desborda los límites
de la cordura y se extralimita, cae en
la sima del forofismo más absurdo. Así le ocurrió al popular Alonso cuando
afirmó que “el Concierto no es una reivindicación nacionalista,… es un elemento
de unión entre los vascos, y de los vascos con los españoles, y que garantiza
el mejor engarce de Euskadi en España”. ¿Hubiera afirmado lo mismo si no
existiera Ciudadanos, o si Albert Rivera no hubiera adoptado la durísima
posición que defendió en el Congreso de los Diputados? Porque la “irreductible”
posición de Rivera, que habló de “cuponazo” en lugar de Cupo, le permite a
Alonso hablar por primera vez de “nacionalismo español”, lo cual constituye una
muestra de necedad evidente, adoptando gratuitamente las mismas premisas y
teorías que en épocas anteriores ha defendido el nacionalismo vasco.
Tirando de populismo ha advertido: “Ojo con sembrar vientos
contra Euskadi e intentar abrir un enfrentamiento justamente ahora que estamos
recuperando la imagen del País Vasco”. Este comportamiento es tan desatinado y
pernicioso como el viejo del nacionalismo vasco cuando esgrimía que España
discriminaba a Euskadi, que los vascos éramos perseguidos y maltratados por las
Instituciones y gobernantes del Estado. Su afirmación, -“es un movimiento
contra los vascos que nunca había pasado”-, recuerda el pasaje en que Pablo de
Tarso recupera la fe tras darse una trompada al caerse del caballo en que
viajaba. ¿De qué caballo se ha caído Alfonso Alonso?
A veces la derecha política tiene que recurrir al cinismo
cuando no es capaz de asumir sus debilidades y contradicciones, ni mostrar sus
aviesas intenciones. Porque cuando Alonso se refirió a la rebaja del tipo del
Impuesto de Sociedades hasta el 24% (un punto más bajo que en el resto de
España), lejos de hacer valer su preeminencia en la negociación de los
Presupuestos Vascos, ya que el Gobierno PNV-PSE necesita apremiantemente un
voto en el Parlamento para su aprobación, echó mano de una magnanimidad
impostada cuando afirmó que “Euskadi no quiere competir con otras comunidades
vecinas ni hacer dumping fiscal, sino ser un motor de crecimiento para España”.
Esta afirmación precisa una explicación que nunca vamos a escuchar, porque
Alfonso Alonso tiene aprendida su lección a favor del capitalismo y de los más
aventajados económicamente, es decir lo lógico siendo del PP. Y, además,
también lo lógico en aquel Foro. A nadie se le escapa que el privilegio que
tendrán las Sociedades vascas al pagar un punto más bajo el Impuesto de
Sociedades respecto a las del resto del Estado, también influirá sobre el
crecimiento económico global de España, pero sobre todo favorece a las
Sociedades vascas, y tendrán razón quienes, más allá de nuestros límites
territoriales lo juzguen como un agravio frente al Impuesto de Sociedades
generalizado en España.
La verdad es que Alfonso Alonso sabía a quienes se dirigía,
pero debería saber que sus palabras serían recogidas por los medios de
comunicación, lo que requería una honestidad de la que no hizo gala. Sabe que
la desigualdad (económica) es muy patente en Euskadi y en España. Sabe que las
diferencias salariales entre los trabajadores y sus directivos son abusivas.
Sabe que las vidas de los ricos se acomodan cada vez más rotundamente sobre la
escasez y la incomodidad de la vida de los pobres. Sabe que ser diverso no es
lo mismo que ser diferente, porque la diversidad tiene que ver con la variedad,
y las diferencias tienen bastante más que ver con los niveles económicos que
marcan nuestros modos de vivir.
Pues bien, para que la necedad tuviera algún tipo de
asentamiento en algo compacto y firme, no dudó en asentar sus afirmaciones
sobre el patriotismo siempre absurdo y perjudicial, dejándonos otra frase
lapidaria: “Amar España es amar sus diferencias”. Él, que dice amar
entregadamente a España, ama también sus diferencias, sobre todo porque él y
los suyos (las gentes a las que defiende y para los que discursea) están en lo
alto de la pirámide económica.
¡Alonso es un atrevido!
Fdo. JOSU
MONTALBAN