“PROPORCIONALIDAD”
La palabra “proporcionalidad” se ha puesto de moda.
“Encarcelar consellers es desproporcionado”, ha dicho una socialista catalana,
por cierto, integrante del nivel medio del escalafón. Otro político,
nacionalista vasco, no le ha ido a la zafa: “El ingreso el prisión es
desproporcionado y contraproducente”. Más allá ha llegado Alberto Garzón, no sé
bien si vestido de IU o de Podemos, que ha escrito: “Lamentable la decisión de
la Audiencia Nacional… delito inexistente, falta de competencias y medidas
desproporcionadas”. Y así sucesivamente… El periodista Évole mostró su
incapacidad interior para comprender con estas palabras: “Las cosas se pueden
solucionar de otra manera”. Tales aportaciones dialécticas de quienes se
muestran como avezados pensadores llevan a los ciudadanos de a pie a la
indefensión, a la incomprensión, a la perplejidad y al hastío. La falta de
respuesta nunca invalida la profundidad y consistencia de una pregunta. La
desesperación que nos embarga a casi todos en relación al procés catalán no debe ser acrecentada por estas afirmaciones en
contra de las decisiones judiciales, que intentan descalificar cualquier tipo
de solución pero no ofrecen ni una sola solución apropiada para la ocasión.
A la Juez lamela, que es al parecer la artífice de la
encarcelación de los consellers, todos los perfiles encontrados en las Redes la
califican como “progresista”, a pesar de que al vulgo le hayan alimentado la
imaginación con otras imágenes mucho menos benignas desde que encarceló a unos
jóvenes levantiscos que apalearon a unos Guardias Civiles en Alsasúa a altas
horas de la madrugada. En todo caso, no profundizaré más en este aspecto porque
la Juez Lamela ha aplicado todo su caudal de conocimientos jurídicos, a los que
yo no alcanzo ni soy capaz de rebatir. Pero, dicho esto, también afirmo que
quienes han tachado de “desproporcionada” la encarcelación tienen los mismos o
parecidos déficits de conocimientos jurídicos que yo. Han opinado sin
argumentar el alcance de sus opiniones. Han buscado con meticulosidad la
palabra (“desproporcionado”) porque dicha sin otro aditamento no significa
realmente nada ni compromete a nada en concreto. Establecer proporciones exige
tener en cuenta diferentes principios básicos y aplicables. Quienes llaman
“desproporcionadas” a las encarcelaciones deberían haber especificado con
respecto a qué. A qué otro delito o a qué otra acción u oportunidad. Pero no
han ido más allá del relativo significado de la palabra “desproporción”.
¿Alguien hubiera entendido que Tejero no hubiera sido
encarcelado en el 82? Sí, no poned el grito en el cielo, ya se que se tomó el
Congreso con las armas en la mano, y que quizás hubiera habido más que palabras
si no se hubiera abortado a tiempo, pero la DUI, camuflada de artilugios, que
sometió Puigdemont a la consideración de la Cámara catalana, subvirtió el orden
autonómico y constitucional. De modo que, la obstinación del Govern ha
cosechado un rechazo, en forma de encarcelación “preventiva” que parece lo más
lógico según el recto entender de la Justicia, y la respuesta más adecuada al
atrevimiento y la intransigencia del entramado independentista catalán.
No me cabe ninguna duda de que este asunto no ha sido tratado
con suficiente previsión y pericia por el Gobierno español, ni de que Mariano
Rajoy se ha dormido en sus laureles, convirtiendo en judicial lo político, pero
todos hemos sido informados de la importante cantidad de fórmulas ensayadas,
-ofrecimientos de mediación, mediaciones en firme, etc…-, para parar el procés
y reconducir las relaciones entre Cataluña y España. Llegados a la actual
situación solo cabe la discreción de todos para que cada palo aguante su vela,
para que cada vela alumbre con suficiencia de modo que ni deslumbren ni creen
sombras.
También quienes tenemos la fortuna de hablar o escribir en
los medios de comunicación debemos obrar con mesura y lucidez. Como mínimo con
valentía. Del mismo modo han de hacerlo los líderes políticos y de la
información, evitando dejar huecos vacíos en los que suelen caber todos los
aciertos, pero también todo tipo de disparates.
El término “desproporcionado” no significa nada si a la vez
no se propone qué es lo “proporcionado” en cada ocasión. La situación del
problema suscitado en Cataluña ha llegado tan lejos que ya sirven de muy poco
las ambigüedades. Usando una cita del último libro de Belén Gopegi, tenemos
“demasiados datos y demasiado poca información”. Si es así, no estaría mal que
ordenásemos los datos para que se convirtieran en información fidedigna y real,
que siempre ayuda más que los datos a la hora de formar y construir un juicio
consistente.
FDO. JOSU MONTALBAN