ETA Y LA IA
ETA continúa estando presente en nuestra sociedad. Casi dos años después de que anunciara el cese definitivo de la lucha armada, ETA sigue emitiendo ese rugido sordo que nos obliga a todos a recordar lo que ya deberíamos haber olvidado. Sí, olvidado, porque aunque la memoria sea persistente y reverdezca toda la brutalidad de sus crímenes, la desaparición definitiva de ETA tendrá lugar cuando los encapuchados ocupen las pantallas de nuestros televisores y nos anuncien la disolución de tan fatídica palabra. ETA es una palabra abominable que significa “miseria y muerte”, de nada sirve que las letras que forman la palabra respondan a significados tan nobles como “Euskadi” y “Libertad”. Es una vergüenza, para cualquier vasco que se precie de serlo, nombrar las siglas y la palabra que forman, pero ETA vuelve a estar por ahí, atosigando a todos y poniendo a prueba a sus miembros, a sus simpatizantes y a los que tantas veces les han aplaudido desde la Izquierda Abertzale, que se ha paseado por la historia más reciente camuflada tras de tantos apelativos como ha sido preciso.
En esta ocasión, una vez más, ETA ha hecho valer su oculto poder de la mano de comunicados expeditivos que intentan obligar a sus presos a comportarse siguiendo los dictados de la dirección terrorista, en lugar de seguir los deseos de sus conciencias. ETA sigue estando sorda y ciega: se muestra una vez más como un monstruo que amenaza incluso a sus hijos y les ofrece un abyecto proyecto para protegerlos, pero obligándoles a la más absoluta sumisión. La circular que ha enviado a los presos establece unas “líneas rojas”, -de nuevo las “líneas rojas” que sirven para delimitar comportamientos y coartar libertades-, que señalan que “no serán aceptadas las salidas políticas personales, ni cabrán el arrepentimiento ni las denuncias de los compañeros”. Me surge una pregunta: ¿qué ocurrirá a quien sobrepase esas líneas rojas? Porque ahora mismo aún quedan muchas muertes que aclarar, y las investigaciones policiales y judiciales van a profundizar en interrogatorios que bien podrán dar a entender denuncias de unos compañeros por parte de otros. O sea, que ETA combate la rehabilitación de sus presos y les condena a convertir sus conciencias en sepulcros vacuos, en quimeras que les atormenten durante el resto de sus vidas.
En este esquema el papel de Sortu se muestra de forma difuminada como el de unos comparsas enmascarados que se las ven y se las desean para decir algo que parezca juicioso en cada momento. Programan actos, redactan manifiestos, reclaman acciones a los demócratas que no reclaman a sus amigos totalitarios, callan atemorizados y, de vez en cuando, dan alguna primicia a los periodistas para que parezca que están enterados de los posibles comportamientos de los etarras. Y como han de tener mucho cuidado de no proferir frases o fijar posicionamientos que les involucren en la organización terrorista, para no ser ilegalizados como grupo político o inhabilitados para ocupar cargos públicos, no cesan de rizar el rizo y pronunciar retruécanos con los que intentan explicar lo inexplicable. Después de casi dos años de paz, sin que ETA haya anunciado su disolución, los líderes de Sortu no paran de pronunciarse en la más absoluta nebulosa, incapaces de pedir públicamente a ETA que se disuelva. Como muestra aporto dos pruebas. De Laura Mintegi: “Yo estoy convencida de que va a dar ese paso ( la disolución) porque el objetivo no es mantener unas armas que ya se sabe que no se van a utilizar nunca,…, antes cae el Gobierno”. Pero la frase de Pernando Barrena resulta más curiosa y difícil de analizar aún: “ETA tiene disponibilidad total para dejar fuera de uso las armas”.
¿Quién de los dos manda en el otro? ¿Quién supedita al otro? Ciertamente fue ETA la que prestó a Sortu y a la IA la mayoría de los votos en los que sustenta su importante presencia institucional. El colectivo de presos pesa como una losa sobre la militancia abertzale, porque mientras ellos se pudren en las cárceles sometidos a las arduas condiciones penitenciarias y a las intransigencias de sus jefes “compañeros”, los cargos institucionales de Sortu disfrutan de sus rangos como diputados, alcaldes o concejales, los de mayor rango cobrando salarios sabrosos que quizás fueron fijados por sus predecesores, a los que ellos llamaron “despilfarradores”, pero que ellos no han enflaquecido al llegar a las instituciones. Por todo esto Sortu debe reclamar a ETA que se disuelva, antes de reclamar a otros que actúen. Fue ETA la que mató, secuestró y extorsionó. Fue ETA la que convirtió las calles vascas en avenidas hacia los infiernos. No sirve para nada afirmar que “el conflicto ha producido sufrimientos en todos los lados, es una realidad innegable que no tenemos problemas en aceptar”, tal como reza la circular enviada a las cárceles. También lo dicen del mismo modo los miembros de Sortu y la IA, pero el conflicto no fue ni es eso, sino la práctica arbitraria de la violencia de unos pocos desalmados contra todos los demás. Y a ETA, si aún le importan sus presos, le queda disolverse y, en todo caso, crear una asociación de afectados que vele por su futuro (de los afectados) y libere las conciencias de los presos de la esclavitud a la que ahora viven sometidos.
FDO. JOSU MONTALBAN