PUIGDEMONT
“Todo ha sido consumado”, Jesucristo Crificado.
De haberlo sabido, siquiera atisbado como una posibilidad
remota, habría hecho acopio de noticias, reseñas u opiniones relativas al
llamado “procés catalán”, pues al fin ha devenido en un interminable culebrón
en el que no faltan actores de toda condición: trágicos, cómicos, dramáticos o
bufos… Y da la impresión de que asistimos al cierre del “procés”, al menos en
su representación, pues no en vano su artífice y protagonista principal ha
pronunciado, con una solemnidad desbordante, la fatídica frase: “Esto se ha
terminado”.
En realidad esta frase tan inapelable ha formado parte de un
ramillete de frases lapidarias que condensan casi nueve meses de escarceos
diversos, todos ellos caracterizados por la irracionalidad y, sobre todo, por
la insolencia brutal del independentismo catalán obsesionado con ridiculizar y
menospreciar al Estado Español y a sus estructuras de Gobierno. Desgranando los
mensajes entrecruzados entre los prófugos Puigdemont y Comín (P de Cat y ERC,
respectivamente), y captados por un avezado periodista televisivo, podemos
determinar el grado “farsante” que ha venido marcando las actitudes del ex
President fugado.
“Los nuestros nos han traicionado…al menos a mí”, ha afirmado
quien dejó abandonados a sus compañeros del Govern, al parecer acurrucado en el
maletero de un coche, y puso pies en polvorosa, sustituyendo el empedrado del
patio de la cárcel de Extremera por el adoquinado de las calles del centro de
Bruselas. Curioso contraste. Quien enfatiza el término “traición” en esta
ocasión, quizás refiriéndose a Joan Tardá o al President Torrent, que le
pidieron que se hiciese a un lado para facilitar la elección del President del
Govern, es el mismo que anduvo, dubitativamente, mareando la perdiz mediante
comunicados ambiguos en los que, ora promulgaba la “independencia” y ora la
negaba… Y fue esa actitud, solo achacable a él mismo, la que acabó con Oriol
Junqueras y otros en la cárcel, y él de vacaciones. ¿Acaso en su comportamiento
no hubo también traición hacia sus compañeros de gabinete, hacia la Sra.
Forcadell, hacia los denominados Jordis y hacia todos los catalanes que
salieron a las calles de Barcelona (o se desplazaron hasta Bruselas) para
aplaudir su absurdo “procés”?
“El plan de Moncloa triunfa…Solo espero que sea verdad y que
gracias a esto puedan salir todos de la cárcel porque si no, el ridículo es
histórico”, escribió a Comin. Este avance de un posible “plan”, que achaca al
Gobierno Español pero que no explica, bien puede ser una coartada suya, o
quizás una tapadera que cubre sus debilidades actuales… Ahora que se ha hecho
acreedor a las más disparatadas chanzas, ahora que ha sido ya caricaturizado en
las más ridículas condiciones, y forma parte del acervo de chistes que la gente
de la calle no para de idear, ahora se permite hablar del desenlace más
probable llamándole “ridículo”. Si ridículo es todo aquello “que por su rareza
mueve a risa”, bien cabe afirmar que los más ridículo del “procés” ha contado
con la firma y autoría de Puigdemont, siempre sonriente para cubrir con ese
tenue velo la idiotez de sus propuestas.
Y por fin, ese mensaje en el que da fe de la impostura que ha
venido desarrollando y ejerciendo. “No se lo que me queda de vida pero la
dedicaré a poner en orden estos dos años y a proteger mi reputación”. ¿Acaso no
está convencido de que ha hecho lo que debía hacer? ¿Acaso siente que su
reputación ha sido vilipendiada por hacer aquello que debía? Y si así fuera, ¿no
es su reputación una consecuencia real de lo que ha cultivado, con ansias de
llegar a la posteridad? Estoy seguro de que en la Historia de Cataluña
Puigdemont tiene un hueco destinado a él, quizás una hornacina para estar
presente constantemente en el altar de la Leyenda. Porque dice después que “le
han hecho mucho daño con calumnias, rumores y mentiras que ha aguantado por un
objetivo común”. Esta frase justifica que se sienta “sacrificado” por los
suyos. Sin embargo, no creo que pueda protegerse (“Me tocará dedicar mi vida a
la defensa propia”) de las calumnias, rumores y mentiras porque nada de las
tres cosas han acontecido. Todo, según se ha ido avanzando en el “procés” ha
sido limpio por parte del Estado. Si Puigdemont sufre ahora las consecuencias
de su insensatez, y de la tozudez del independentismo catalán, es porque se ha
obstinado en exceso.
A él le hubiera gustado equipararse a Cristo, dando su vida
por los catalanes, al menos que pareciera que la estuviera dando.
Redimiéndoles. O quizás le hubiera gustado equipararse a su antecesor Lluis
Companys, que fue condenado a muerte y ejecutado en el año 39, siendo entonces
President de la Generalitat. Puesto a especular creo que nunca alcanzaría la
grandeza de ninguno de los dos, porque si de algo tiene pinta el Señor
Puigdemont es de “bon vivant”.
¿Habrá culminado el culebrón con el pasaje de estos mensajes
“robados” y lo que se desprende de su lectura e interpretación?
Fdo. JOSU MONTALBÁN