LA SONRISA DE HB
Ya
está otra vez en la pista HB. Se llame como se llame; haya pasado por
vicisitudes de todo tipo; haya sorteado con más o menos habilidad todos los
escollos que ella misma creaba para poder sustentar su discurso victimista;
esta es la vieja HB. Basta con observar la fotografía de la comparecencia en la
Sala del Museo de la Ciencia de San Sebastián tras la legalización de SORTU. La
vieja guardia al frente. Quienes prestaron el rostro cada vez que fue necesario
validar con nuevos nombres la estrategia de la vieja HB, no han estado en la
primera fila porque solo fueron objetos del mismo decorado, jarrones chinos que
ahora estorban, súbditos supeditados a un estalinismo implacable.
Estoy
contento de que hayan recuperado la alegría. Ahora sonríen. Es bueno que lo
hagan porque la sonrisa es una buena simiente para que no les vuelva la maldad.
Los malos no suelen ser capaces de retener la sonrisa en sus rostros durante
demasiado tiempo porque la envidia y el rencor que les caracteriza les agría el
semblante. Ahora necesitan atraer a las gentes, porque todos los esfuerzos de
impostura que han querido imponer para vulnerar la legalidad y rodearla, solo
les han servido para convencerse de que la Democracia, a la que pretendieron
desacreditar y destruir, se ha mostrado suficientemente sólida: para derrotar a
ETA y para doblegar la irreductibilidad de sus cómplices de HB. Ya han puesto
en marcha su equipo de imagen pública. Los asesores, con los que seguramente
cuenta, les han urgido que tienen que sonreír, que no se trata de compartir
sonrisas entre ellos sino que deben regalar sonrisas, por eso en la
comparecencia sonríen, sobre todo los de la primera fila, regalando esa muestra
remisa de alegría a quienes les hayan visto desde sus casas a través del
televisor.
Ahora
tendrán que demostrar bastantes cosas: que son humanos, hasta qué punto están
dispuestos a ser éticos, en qué medida van a preservar sus comportamientos para
que sean legales, de qué modo van a practicar la democracia. Porque, a pesar de
sus sonrisas, nada de todo esto han demostrado aún. Ciertamente su aspecto
exterior es de humanos pero su imperturbabilidad ante los cadáveres de los
asesinados por ETA nos hizo testigos de su inhumanidad. Ahora que ETA no va a
ejecutar a más inocentes no tendremos oportunidad de comprobar si se sienten
contritos o no. He oído decir a un “pensador” de la Izquierda Abertzale (IA),
que opinaba en un programa televisivo, que los etarras convertían a sus
víctimas en objetos en sus conciencias, y que una vez conseguido ese objetivo
ya tenían a su alcance ejecutarlos sin sufrir internamente por hacerlo. Si
fuera siquiera aproximada a la realidad esta reflexión habrá que convenir que
han perdido su condición humana los terroristas, y que la tienen (o ha tenido)
prácticamente perdida sus cómplices. Por eso, a nadie debe extrañar que
reclamemos muestras de arrepentimiento y peticiones de perdón más ostensibles
que un mero comunicado de abandono del terrorismo. O de apuesta por las vías
pacíficas por parte de la IA.
¿Hasta
dónde están dispuestos a ser éticos? La apuesta por las vías políticas ha
estado basada en un utilitarismo egoísta. La timidez con la que la IA se ha
pronunciado, -solamente acompañada por algún temeroso “ETA nos perjudica”-, ha
mostrado claramente que lo que ha primado ha sido poner la utilidad de tal
medida por delante de cualquier otra consideración. Es el utilitarismo el que
ha llevado a querer mostrar el terrorismo como una práctica, -perversa, claro-,
englobada en un concepto mucho más general: la violencia. Es verdad que la
violencia no comporta ningún resultado apetecible, pero cada una de las
actuaciones o comportamientos que pueden ser considerados como violentos, deben
ser analizados de modo diferente. El terrorismo de ETA, que se apoyó en las
hordas de exaltados que vociferaban, pintaban slogans amenazantes en las
paredes y acudían a proferir exabruptos ante las casas de políticos,
empresarios, policías, etc, no solo mató a inocentes sino que tuvo como
objetivo impedir las prácticas políticas democráticas a quienes creíamos que
era ese el camino. Ese amañado esfuerzo “intelectualoide” de los miembros de la
IA por adocenar en el término “violencia” lo que eran flagrantes asesinatos
siempre fue inmoral y falto de toda ética, del mismo modo que fue un procaz
ataque a la convivencia la reata de extorsiones y amenazas tendentes a
desactivar a la sociedad democrática.
¿Está
dispuestos a asumir la legalidad en todos sus términos? La llamada Ley de
Partidos, como Ley que es, nos alcanza a todos los españoles. ¿O no? Las
críticas recibidas desde voces aisladas y partidos democráticos, han servido
para convertirla en un centro de discordias aprovechado en el debate
partidista. También yo me sentí alterado
cuando la analicé por primera vez y descubrí algunos extremos discutibles, pero
es verdad que no impidió actuar a los demócratas auténticos. Quienes desde el
nacionalismo más ambiguo se empeñaron en combatirla con denuedo, como si
buscaran la perfección como único puerto de llegada, se sintieron igualmente
complacidos en su fuero interno al constatar que la IA siempre estuvo
integrada, en su gran mayoría, por gentes insensibles a la sangre vertida por
los otros. De modo que para que la IA sea realmente “legal” habrá que ver hasta
qué punto asumen el abanico de leyes que les conciernen. Cuando han acudido a
los más afamados juristas y abogados, -algunos de ellos “convictos españoles”-,
para elaborar los Estatutos de SORTU, lo han hecho para evitar que la
Legislación en vigor les invalide, pero también para acatarla de la manera más
tenue, cuando no de burlarla con artilugios y artimañas. ¿No sería mejor que
aceptaran “ser legales como los demás”?
Y,
por fin, se trata de saber cuál va a ser su manera de practicar la Democracia,
porque del modo como la practiquen en el día a día dependerá que su sentido
democrático sea creíble o no lo sea. ¿Estarán continuamente reivindicando los
derechos de los presos etarras con las falsas consignas a las que nos tienen
acostumbrados? ¿Serán capaces de seguir repitiendo que los presos de ETA son
víctimas de no se sabe bien qué? ¿Seguirán trasladando a los parlamentos
debates estériles en torno a amnistías generalizadas que debilitan tan
excesivamente nuestra Democracia? ¿Seguirán fustigando a la Democracia en que
vivimos con descréditos gratuitos, solo para hacer valer que cuanto ellos
reivindican entra dentro de lo normal? Sí, se ha dicho hasta la saciedad que
“en democracia cualquier reivindicación es posible”. Es así, pero el
convencimiento democrático exige en cierta medida que se considera prioritaria
la preservación de dicha Democracia para que sea eficaz. Si se la somete cada
día a la prueba del algodón mediante recursos arteros y puntualizaciones
mezquinas, es que no se cree debidamente en ella, es decir, que se la usa más
como medio que como fin u objetivo. En el caso de la IA, como medio quebradizo
para llegar a un fin más que dudoso.
Ahora
es tiempo de comprobaciones y de constataciones. Ya está HB de nuevo en la
pista, habrá que comprobar si su estancia en los boxes ha aportado las mejoras apetecidas. De momento sólo ha
actuado al rebufo de ETA, a pesar de que algunos de sus históricos miembros
actuaran como teloneros de los encapuchados adelantando acontecimientos que
siempre llegaron a destiempo y tarde. Se cambió el nombre y los apellidos
cuantas veces fue necesario. Habilitó a algunos para que suplieran a los
titulares como representantes ante la Administración, atemperando las
sospechas. Y, por fin, aprovechando el tirón del cese del terrorismo, ya está compitiendo
de nuevo con un coche en cuyos alerones, tras borrar todas las inscripciones y
huellas antiguas, reza con ostentación la palabra clave: SORTU. De todo ello lo
mejor es que a los dirigentes las ha
brotado la sonrisa. Si fueran lo suficientemente generosos para recuperar la
humanidad y la ética perdidas, y fueran lo suficientemente cuerdos para
practicar la legalidad y la democracia con decisión, estoy seguro de que la
sonrisa será correspondida con nuestra sonrisa de bienvenida a la democracia a
quienes nunca fueron demócratas.