NUEVOS TIEMPOS PARA EL SOCIALISMO (deia, 21 - 06 - 2017)
EL PSOE afronta la
hora de la verdad, su hora de la verdad, su hora decisiva. Tras un
periodo difícil en el que en sus filas ha encontrado cobijo y valor la
vieja teoría del caos, se enfrenta ahora a una nueva realidad que va a
constituir una auténtica prueba de fuego. No solo se tiene que acomodar a
lo que se ha dado en (mal)llamar “nueva política”, sino que tiene que
recuperarse de las contusiones y heridas que se ha producido a sí mismo
en la lucha fratricida que ha soportado durante el último año y medio
aproximadamente. Solo un partido de contrastada historia, como el PSOE,
puede superar el trauma sufrido.
El PSOE no es un fin en sí mismo. Se apoya en una ideología
basada en principios: libertad, igualdad, solidaridad, etc… Pero de bien
poco servirían sus principios y buenas intenciones si no contara con la
fuerza de la militancia, primero, y de quienes mediante su voto le
otorgan el poder suficiente para gobernar a todos los ciudadanos, a los
socialistas y a los que no son socialistas.
Los últimos meses no han sido halagüeños para quienes no
comprendíamos que las diferencias de criterio en lo organizativo o en la
preferencia de nuestros posibles alianzas con otras fuerzas políticas
pudieran desembocar en descalificaciones e insultos entre “compañeros”.
Las Elecciones Primarias, que supusieron un impulso democrático para el
PSOE centralizado que venía siendo desde antes del franquismo, han
devenido en luchas banderizas que es necesario organizar de otro modo,
incluso modificarlas radicalmente para que no se conviertan en terreno
idóneo para disputas estériles y perjudiciales. Sí, las últimas
Primarias, las que han aupado a Pedro Sánchez, de nuevo, a la Secretaría
General del PSOE, superando a Susana Díaz y a Patxi López, han dejado
secuelas, tanto más dolorosas y decisivas como cualquier venganza. Pero
no es compatible la condición socialista con la de ser vengativo. Por
tanto, lo primero, y más urgente, es acallar a quienes hacen ostentación
de la victoria al mismo tiempo que se incorpora a los “derrotados” al
alma y motor del partido.
Una incertidumbre general En
algo más de 130 años de existencia el PSOE mantiene su vigor y su
vigencia. Reconozco que asistí a la celebración del Congreso con escasas
expectativas, aunque con gran responsabilidad y preocupación. Y estoy
convencido de que mis compañeros socialistas participaban de mi actitud.
En esta ocasión eran más importantes los deseos y las inquietudes que
los éxitos a cualquier precio. Porque no solo padece de incertidumbre el
PSOE, sino la política en general. De las dudas que nos afligen, son
partícipes otros, sobre todo quienes se adscriben a la mal llamada
“nueva política” (Podemos y Ciudadanos), que no han encontrado nada más
vejatorio que “vieja” para desacreditar a quienes hemos construido la
democracia después de que el franquismo barriera las libertades.
En un alarde propio de advenedizos ansiosos, los líderes de esa
“nueva política” se han empecinado en desacreditar todo lo anterior.
Amparados en una corrupción excesiva que afecta principalmente al PP
(gobierno), y en las consecuencias de ciertas políticas erráticas y
perversas que han generado desigualdad y pobreza en exceso, su lenguaje
se ha hecho arisco y agresivo, extremadamente desvergonzado y falto de
los matices que hacen útiles a las palabras y a los conceptos. Pues
bien, esta tendencia debe ser subvertida, invalidada, para volver a
convertir la política en fiel compañera de las sociedades humanas que
conforman el infinito colectivo que se llama humanidad.
Cuando el PSOE apenas iniciaba los debates de su 39º Congreso, en
Madrid, que ha sido por sus prolegómenos uno de los más inciertos y
complicados de su historia, escribía frente a la ventana sin saber nada
de lo que estaba pasando allí y, a decir verdad, no me importaba
demasiado porque lo importante, como se dijo en el día siguiente a las
Primarias, era coser lo roto y recomponer las costuras abiertas por la
intransigencia de unos y de otros. Cada cual puso su granito de arena en
la disgregación que se produjo. Cuando el nuevo, e indiscutible,
secretario general del PSOE ha escrito hace solo unos días, en relación
con la moción de censura, en un periódico de gran tirada que “(la moción
de censura) pasará a la Historia como un ejercicio de expectativas
frustradas para los millones de ciudadanos que demandan un cambio en
nuestro país… Seguro que sintieron una gran decepción viendo a la “nueva
política” peleándose a garrotazos, mientras Rajoy sacaba réditos al
espectáculo”. Tiene razón Pedro Sánchez pero, ¿no cabe decir algo
parecido del espectáculo ofrecido en el seno del PSOE durante las
Elecciones Primarias? Porque, al igual que en aquel cuadro de Goya -Duelo a garrotazos-
que decoraba los muros de su Quinta del Sordo, también los líderes
socialistas han estado zumbándose garrotazos, embarrados hasta las
rodillas, sin otro motivo que ejercer la intransigencia de los unos
contra los otros.
¿Habrá resuelto todos los recelos de unos y otros el Congreso?
Seguro que no, aunque constituirá un punto de arranque de un nuevo
tiempo en el PSOE. Es mi seguridad de que el Congreso no va a ser un
bálsamo que resuelva de forma automática lo que le acontece (y le ha
acontecido) al PSOE. Pero sus resoluciones, sean las que sean, no serán
eficaces si el instrumento, es decir, el partido, no se encuentra al
100% de su fortaleza y eficacia.
Una regeneración imprescindible
Con acierto proclamaba Pedro Sánchez en el artículo al que me he
referido antes que “la regeneración de nuestra democracia exige ahora
altura de miras, diálogo, derechos, responsabilidad, acuerdo y sentido
de Estado”. Estas necesidades perentorias son, precisamente, las mismas
que precisa el PSOE, porque las ha ido abandonando por todos los lados
mientras sus líderes, reales o impostados, han improvisado sus
caprichosos duelos a garrotazos, tan poco eficaces cuando lo que impera es la responsabilidad y el sentido democrático.
De modo que dejo aquí dos ideas que creo que son esenciales: Una,
que la mal llamada “nueva política” pasa ineludiblemente por la
recuperación de este “¿nuevo? PSOE”, que ya tiene más de 130 años, por
lo tanto poco “nuevo” (la política aún tiene muchos años más, desde el
principio de los tiempos). La segunda idea es que el PSOE, con este
Congreso que acaba de celebrar, no consolida nada, solo inicia su
andadura hacia lo que nunca debió abandonar: su responsabilidad para
hacer que la vida de las personas sea más llevadera, más justa y más
igualitaria.
FDO. JOSU MONTALBAN