RAJOY: O CUESTIÓN DE CONFIANZA O DIMISIÓN.
Bien: España ha aprobado los Presupuestos del año 2017 cuando
ya se han cumplido cinco de los meses de dicho año. La noticia no es mala del
todo, porque un Gobierno debe contar con unos Presupuestos actualizados que
respondan al tiempo en que van a ser ejecutados. En aras a la estabilidad la
noticia no es tan mala, si bien se produce en medio de una amalgama de
estridencias en las que la corrupción impera no solo en las filas del PP sino
en otras Instituciones que constituyen el alma del sistema democrático. Es esta
degradación del propio sistema la que favorece que los populismos de nuevo cuño
extiendan una pátina de miseria moral y ética que no acaba en un Golpe de
Estado “salvador y redentor” porque pasaron los tiempos del ya viejo Régimen.
Pero el problema no es tan reciente. En el año 2013 Pablo Iglesias (Turrión,
que no Posse) dijo que “es tiempo de que salte por los aires la putrefacta
institucionalidad del régimen”. Decía entonces que “no son tiempos de regeneración”,
y de paso la emprendía contra sus competidores de entonces (CIUDADANOS) con una
advertencia: “Pero cuidado, porque a veces el fascismo se viste color magenta”,
que era entonces uno de los nuevos colores identificadores de las nuevas
fuerzas políticas surgidas a la luz del oportunismo.
Cuando surgió el libro que contiene tales pronunciamientos el
15-M estaba reciente y había colmado las ansias y esperanzas de tantos
descontentos por las crisis sucesivas, en buena medida inducidas por el Capital
para enrarecer el ambiente social. La Puerta del Sol había sido un grito de
rabia, un vocerío espontáneo y compartido al que se habían adherido todas las
formaciones políticas, sindicales y sociales, a excepción del PP. Pero a
algunos les entró una prisa por usar las protestas en su provecho, y comenzaron
a gestar proyectos y más proyectos cuyo fin común no era otro que alcanzar el
poder lo antes posible. De ese modo surgieron procesos de enaltecimiento de
liderazgos personales, por ejemplo, los sindicatos empezaron a ser un obstáculo
para el líder de Podemos: “La propuesta de Pacto de Estado de CCOO y UGT es un
balón de oxígeno para el Gobierno (22/5/2013)”. A cambio usaron una propaganda
puntual en cada conflicto, - “Nuestra solidaridad con los trabajadores y
trabajadoras de Panrico, (Monedero, 14/2/2014)”.
Aquel globo inflado por frases grandilocuentes, slogans
sonoros y consignas espectaculares, se ha venido desinflando conforme cada cual
ha ido asumiendo responsabilidades, conforme cada cual se ha visto entronizado
en la durísima realidad. A mediados del año 2017 , en que estamos, no basta con
provocar titulares ni con jugar al “yo no he sido”, porque los ciudadanos no
solo reclaman sentirse halagados por las palabras de los líderes y pensadores,
sino que quieren soluciones que arreglen sus desequilibrios laborales,
económicos y familiares.
Volvamos al punto de partida. No insistiré más: España cuenta
con unos Presupuestos conseguidos mientras el Gobierno se tambaleaba en una
cuerda tan floja que casi pone en el suelo al funámbulo Rajoy. Nadie ha querido
negociar de igual a igual con Rajoy porque la corrupción que afecta al PP
imposibilita los contactos. Ved, queridos amigos, los aliados del PP en este
trance: “Ciudadanos”, claro está, los propios aliados UPN y Foro Asturias, por
otra parte sucursales del PP camufladas de “diferentes”, y tres grupos
nacionalistas (PNV, CC y NC) que han hecho gala de haber esquilmado las arcas
del Estado antes de dar el sí definitivo. Resultado: 176 a 174, en el último
minuto, con un enceste difuso que provocó un insulso e improcedente aplauso de
los diputados del PP dirigido a un Montoro que alargaba su pulgar en un alarde
de insustancialidad.
Casi al mismo tiempo la opinión pública estaba inmersa en
otros asuntos (problemas) de mucha mayor envergadura, como ha sido la dimisión
a destiempo del Fiscal Anticorrupción, Moix, por tener bienes en paraísos
fiscales. Moix ha salido en honor de multitud, ensalzado por su jefe superior,
el Fiscal General Maza, que no solo se ha apresurado a encubrir posibles
ilegalidades de Moix sino también ilegitimidades y posibles comportamientos
inaceptables para alguien encomendado a luchar contra la corrupción. Y todo
esto se ha producido mientras el mismísimo Rajoy pretendía camuflarse tras una pantalla
de plasma para declarar como testigo principal en el “caso Gürtel”, que tiene
en candelero a más de medio PP. En ese ambiente general se ha desenvuelto la
negociación presupuestaria que ha permitido contar con unas cuentas públicas,
-¡bien!-, en medio de un ambiente político y social crispado, inestable e
inseguro, amenazado por una moción de censura inviable de Podemos, que es fruto
de la impaciencia de quienes buscan el poder para ejercer el gobierno en lugar
de alcanzar el gobierno para administrar racionalmente el poder.
¿Qué podemos hacer ahora? Son varias las opciones, aunque
todas ellas pasan por calibrar con minuciosidad si lo que deseamos conseguir
merece extremar los medios que usemos para lograrlo. Ni la cachaza excesiva ni
la locura desatada son buenos métodos para alcanzar la meta. Por otra parte, en
Democracia, los métodos están periclitados porque la “vieja” revolución no está
a nuestro alcance. Hay revolucionarios de pacotilla que aspiran a ser los
burgueses que siempre han estado al frente de las revoluciones clásicas, pero
cualquier revuelta social, en nuestra Europa, suele resolverse en los
Parlamentos o, como mucho, en las urnas y citas electorales. Sin que sirva de
precedente intentaré aconsejar al Presidente del Gobierno Mariano Rajoy, ahora
que vive un tiempo de respiro tras la aprobación del Presupuesto, y debidamente
pertrechado por los suyos ante su declaración judicial por el caso Gürtel.
Por si fuera poco la primera página de los diarios del pasado
viernes daba la siguiente noticia: “El Constitucional anula la amnistía fiscal
de Montoro aunque avala sus efectos. Según reza la sentencia el decreto ley
aprobado en el año 2012 “legitima la conducta de los evasores fiscales”. La
evasión fiscal es uno de los delitos más aborrecibles que existen porque avala
un comportamiento insolidario y favorece a quienes incumplieron sus
obligaciones sociales. Es verdad que en el País Vasco tal amnistía no se llegó
a aplicar, pero la noticia constituye una prueba más para pedir la dimisión del
Ministro Montoro. Más aún, para pedir al Presidente Rajoy que renueve la
confianza parlamentaria antes de seguir su andadura o convoque unas nuevas
Elecciones, porque no le asiste la legitimidad suficiente para seguir siendo
Presidente en las condiciones actuales.
Rajoy debe aceptar públicamente que vivimos tiempos
difíciles, que la corrupción le tiene cercado y desarmado, y que los españoles
deseamos que retornen la cordura y la decencia, que no queremos un Presidente
atribulado por las indecencias de sus compañeros políticos, y que debemos
recuperar la Democracia como un sistema participativo que involucra a todos.
Rajoy deberá protegerse a sí mismo de quienes haciéndose pasar por sus
colaboradores actúan como detractores. Es verdad que ha dado muestras, siempre,
de dominar las situaciones, pero ya no puede más y, por otra parte, le atacan
por todos los costados, incluso le atacan sus propios cómplices. De modo que
solo le quedan dos posibilidades: o moción (cuestión) de confianza o
convocatoria de nuevas elecciones.
Veamos, “cuestión de confianza” mediante la cual Rajoy pida
el respaldo a la política errática que viene desarrollando. Dicha “confianza”,
en caso de que no obtuviera suficientes apoyos, llevaría aparejada la dimisión
suyo y, por ende, la caída del Gobierno del PP. Si esto no fuera posible, cabe
que fueran convocadas unas nuevas Elecciones. La “cuestión de confianza”
dejaría toda la responsabilidad en esa Institución representativa que es el Congreso
de los Diputados. Sin embargo, unas nuevas Elecciones depositarían su
responsabilidad en los ciudadanos/as españoles/as, que están hasta el gorro de
estupideces.
¿Se atreve Mariano Rajoy a asumir este riesgo? ¡Debería
asumirlo!
Fdo. JOSU MONTALBAN