LA INOPORTUNA E INÚTIL ´PODEMIZACIÓN´DEL PSOE
El PSOE, -el “nuevo” PSOE-, está dando los primeros pasos de
la mano de la nueva Dirección, algo obsesionada por mostrar de forma ostensible
que esa nueva Dirección (Órgano directivo del PSOE) va a imponer una nueva
dirección (orientación, destino) en sus acciones. Ejemplo: la nueva Secretaria
de Cohesión Social, Nuria Parlon, ha advertido que pedirá ayuda internacional
antes de permitir que se aplique el Artículo 155 de la Constitución que trata
de la suspensión de la Autonomía para Cataluña, en un giro más que absurdo para
acercarse a las posiciones de Podemos que, no atreviéndose a aplicar la Ley, se
empeña en defender un “derecho a decidir” que no cabe en ninguna legislación
europea. Cabe pensar que sus palabras hayan sido mal interpretadas pero la pusilanimidad
mostrada ante el desafío catalanista es más que evidente.
El nuevo tiempo entroniza un nuevo término en el debate
político: “podemización”. Al menos en el ámbito de la izquierda. Es verdad que
el modo de intervenir en la Política, en los diferentes parlamentos y foros de
debate ha adoptado una nueva manera de abordar los problemas de los ciudadanos
desde que han llegado las dos fuerzas políticas (Ciudadanos y Podemos) que,
bajo la denominación compartida de “nueva política”, tan ambigua como inconsistente,
han convertido el debate profundo y serio de otro tiempo en puro cuchicheo que,
hoy por hoy, se ajusta mucho más al comportamiento propio de la calle que al
antiguo debate propio de las ágoras griegas.
El lengua je jamás es inocente porque las jergas responden a
intenciones bien diversas. Cuando Podemos, -y en alguna medida también
Ciudadanos-, dejaron de utilizar términos significativos como “sociedad” o
“ciudadanos (ciudadanía)” para hablar de “la gente” el lenguaje político de los
Parlamentos perdió gran parte de su solvencia. Descender al nivel de “la gente”
(en el sentido más burdo y abstracto del término, como hacen los líderes de
Podemos), ha servido para banalizar muchos debates en los que se dejan a un
lado la auténtica dimensión social que debe inspirar cualquier decisión
política, que debe entender con minuciosidad que “ciudadanía” no es un concepto
igual, ni parecido siquiera, al concepto “gente”.
Cuando la nueva Dirección del PSOE ha optado por abstenerse y
retirar su apoyo al Tratado de Libre Comercio de la UE con Canadá (CETA),
después de que la anterior Dirección, aunque se tratara del mismo partido,
decidiera apoyar la propuesta, está confundiendo esencia y estrategia. Tal como
ha advertido el socialista Moscovici, “hay que conciliar ser de izquierdas y
ser creíble”, por lo que se abre un nuevo tiempo: ¿es lo más importante el mero
convencimiento, basado en postulados y dogmas ideológicos, o lo es la utilidad
que puedan tener nuestras decisiones para resolver los problemas que afectan a
la sociedad y a los ciudadanos? Da la impresión de que los “nuevos” socialistas
prefieren regodearse en una falsa infalibilidad de sus ideas, siempre
cuestionable, que empeñarse en la articulación de medidas políticas, sociales y
económicas que, no siendo perfectas, puedan ser consideradas suficientes y,
sobre todo, las únicas posibles en un sistema democrático.
Ahí radica lo que se ha dado en llamar “podemización” del
PSOE. ¿Va a funcionar a partir de ahora el PSOE del mismo modo que Podemos? Si
así fuera caería en un grave error, en todo caso, no es el PSOE el que debe
“podemizarse”, sino Podemos el que debe
ir reformando sus modos de entender la acción política para acercarse, y
asumir, los modos de hacer del PSOE a lo largo de su existencia, porque esos
modos arrojan un bagaje abundante y un balance muy positivo. La mal llamada
“podemización” del PSOE constituye un vicio poco aconsejable, adquirido a causa
de la prisa que acucia a sus líderes en su obsesión por llegar a ser
Presidentes del Gobierno lo antes posible.
Sí, el PP es un partido cuestionado no solo por ser de
derechas y, por ende, injusto en sus propias ideas, sino por los casos de
corrupción que han tenido arrope en sus filas y en las Instituciones por él
gobernadas. En ese contexto la prisa por llegar al poder ha aumentado y los
posibles sustitutos de Rajoy se han puesto a esprintar en lugar de continuar
sus andaduras, que en Política casi siempre son largas. No es buena esa prisa
porque esprintando no se perciben los detalles del paisaje, imprescindibles
para dimensionar con fiabilidad los problemas.
En resumen, que el PSOE debe evitar con urgencia que en su
seno afloren quimeras como las que han divulgado los líderes de Podemos para
hacerse huecos a codazos en el mapa político español. Recientemente, un buen
compañero socialista (socialista y “sanchista”) titulaba un artículo de opinión
del siguiente modo: “¿Refundar la socialdemocracia? No, refundar la izquierda”.
Durante el 39º Congreso del PSOE el slogan que presidió los debates rezaba “Somos
la Izquierda”. Slogan acertado. Sin embargo Podemos se ha hartado de pregonar
que los términos “izquierda y derecha” están obsoletos, que no existen, que
solo existe “la gente”. Sin más. Es evidente que el PSOE, por tanto, es la
izquierda, y que solo los socialistas y los socialdemócratas pueden
representarla. Si Podemos optara por abandonar el populismo y trabajar en la
habilitación de políticas útiles para todos, bien, pero si su único destino es
“la gente”, en ambiguo, tendremos que aceptar que ese populismo barato no puede
compartir espacio con el socialismo del PSOE. Le pese a quien le peses.
Fdo. JOSU MONTALBÁN