PRIMEROS ESCARCEOS TRAS EL 20-D
Las Elecciones del pasado 20 de Diciembre habían sido
anunciadas como trascendentales. A la vista de los resultados se puede afirmar
que lo han sido, que inician una nueva etapa, pero la trascendencia provoca
preocupación porque el nuevo tiempo va a precisar esfuerzos para los que la
Política española y sus líderes no están debidamente preparados.
El bipartidismo se ha convertido en bipolarización. No solo
eso, porque a la esperada bipolarización, que anuncia un nuevo bipartidismo, no
demasiado diferente del que ahora finaliza, hay que añadir la importante
repercusión que ha alcanzado Podemos en el mapa territorial español. Podemos ha
ganado en Cataluña y en Euskadi, y su acopio de votos en Galicia ha sido muy
notable mientras el PP ha sufrido un importante deterioro. La situación se
muestra endiablada, hasta tal punto que los pactos se hacen tan imprescindibles
como imposibles.
Por primera vez el partido ganador (PP) se encuentra ante un
panorama de suma dificultad para formar un gobierno solvente, aunque su
victoria no haya sido escueta: en porcentaje de votos ha aventajado al segundo
(PSOE) en 6,5%, en número de votos ha superado por un millón seiscientos mil
votos al PSOE, todo ello le ha reportado 33 escaños más que el segundo
clasificado. Sin embargo esta ventaja no le permitirá formar un Gobierno porque
no va a encontrar quien se preste a acompañarle, tras el “fracaso” de
Ciudadanos, su único cómplice.
Esta circunstancia no debería ser tan crucial, porque bien
cabe que las izquierdas llegaran a articular una mayoría con solo conseguir el
beneplácito de alguna fuerza regionalista o nacionalista, pero se ha cruzado en
el camino la ambición de Pablo Iglesias, y su voracidad, que a pesar de haber
ocupado la tercera posición, con 21 escaños menos que el PSOE, ya ha empezado a
comportarse con los vicios propios de quienes anteponen sus propios intereses a
los de la sociedad a la que dice servir.
Es el tiempo de los pactos y los acuerdos. Estos no son
posibles cuando los llamados a hacerlos parten de posiciones y posturas
antagónicas. Y si así son cuando se trata de cultivar el ambiente para obtener
votos, han de cambiarse las actitudes cuando, después, se abordan las
negociaciones con buenas intenciones. Pero no parece que nadie esté por la
labor. A nadie debe extrañar que el PSOE haya mostrado su voluntad en contra de
la investidura de Mariano Rajoy. En todo caso el PSOE es el llamado a formar
Gobierno, habida cuenta de que el PP no será capaz de reunir apoyos
suficientes. Abstenerse para favorecer la investidura de Rajoy sería para el
PSOE como hacerse el harakiri, a pesar de que ahora mismo hay un gobierno de
características parecidas en Alemania, o que el gobierno griego de la
izquierdista Shiriza resiste gracias al apoyo de una formación
ultranacionalista de derechas. Sin embargo España ha sido gobernada por el PP
durante los últimos cuatro años con una falta de delicadeza y respeto que urge
un cambio drástico y un castigo severo a quienes han gobernado de ese modo tan
inhumano.
Lo malo es que el “PSOE-Podemos-IU”, junto a apoyos puntuales
de algunos nacionalistas, se antoja cada vez más difícil por la altanería y
soberbia de Podemos. Si ya la propia estructura de Podemos, hecha con retazos
de tan diversas procedencias (Compromís, Común Podem, Podemos-Es el Moment, En
Marea), resulta difícil de asimilar, el comportamiento de los líderes durante
los escasos días que han pasado lo hacen más complicado aún. De momento Podemos
supedita un pacto a la celebración de un referéndum en Cataluña. Y más aún, el
número dos de Podemos, Errejón, debidamente bendecido por Iglesias, se ha
permitido afirmar que no ve a Pedro Sánchez en la Moncloa, por lo que “habría
que plantear la posibilidad de una figura independiente” como Presidente. ¿No
es esto un Golpe de Estado aunque practicado con educación y diplomacia? ¡Eso
es exactamente! Pero una actitud de ese tipo supondría una cobardía
inaguantable.
También el mapa electoral vasco se ha visto visiblemente
trastocado. Podemos ha ganado en votos, aunque no en escaños. El PNV, sólo
medio año después de hacerse con las tres capitales y los tres territorios
forales, se ha visto superado. Y lo mismo cabe decir de la Izquierda Abertzale,
arrasada por Podemos. El abertzalismo ha caído derrotado por quienes no se han
atrevido a decir claramente lo que son, ni lo que están dispuestos a aceptar a
cambio de los votos. PP y PSOE salvan los muebles en Euskadi diezmados, eso sí,
por las añagazas que han usado Pablo Iglesias y los suyos. ¿Cómo será el futuro
después de que el portavoz del Gobierno Vasco, Erkoreka, se haya pronunciado a
favor de dialogar con todos “sin excepción”? ¿Si el referéndum catalán es una
condición “sine qua non” para cualquier acuerdo, por qué no habrá de serlo
también un referéndum en Euskadi? Da la impresión de que Podemos no va a dudar
en proponerlo, a cambio de votos, y resulta evidente que si llegara a hacer la
proposición ni el PNV ni Bildu se opondrían. ¿Podrá aceptar una propuesta de
este tipo el PSE?
Todo son dudas. En España y en Euskadi. Cualquier derrotero
es posible de la mano de Podemos, tan indefinido como malintencionado. Podemos
no desea colaborar en un frente de izquierdas que no dirijan ellos mismos, no
está dispuesto a configurar un Frente Popular como el anterior al Alzamiento
del 36. Están mucho más obsesionados con llegar al poder, de modo que lo
prioritario es debilitar de cualquier manera al PSOE, convertir a Pedro Sánchez
en una marioneta y forzar unas nuevas Elecciones.
Por su parte el PSOE vuelve a ser el idóneo para marcar y
fijar el rumbo del futuro. “Toda la presión para el PSOE”, rezaba atinadamente
un diario vasco en su primera página. Era en el diario del martes, apenas 24
horas después del cierre de las urnas. Yo me permito cambiar una palabra: “Toda
la responsabilidad para el PSOE”. Siempre ha sido así desde que en España
recuperamos la democracia. El PSOE ha sido el partido más atacado. Ha resistido
siempre. Más aún, ha asumido su responsabilidad como partido progresista, de
izquierdas, amplio y humanista que es.
En esta ocasión el PSOE lo hará igualmente. ¿Cómo? Lo mejor
será no ceder a los chantajes a los que le quieren someter el PP y Podemos. Y
si son necesarios unos nuevos comicios, que cada palo aguante su vela:
¡Adelante!
Fdo. JOSU MONTALBÁN