POLÍTICA-ESPECTÁCULO
O EL ESPECTÁCULO DE LA POLÍTICA
Cuando Albert Rivera usó una foto suya, desnudo, para
reivindicarse como futuro Presidente del Gobierno de España, inició una deriva
absurda que ha culminado en el actual populismo. Todo populismo deriva a su vez
en las propuestas estridentes y en la espectacularidad, no es extraño por tanto
que estemos tan inmersos en la política-espectáculo. Favorece la
espectacularidad el hecho de que llevemos casi un año en campaña electoral y,
¡asómbrense!, y que se haya hablado durante este tiempo mucho más de lo
anecdótico que de lo esencial, La primera de las dos campañas que ya han tenido
lugar, la del 20D, mezcló al cincuenta por ciento el espectáculo y el programa
electoral de cada uno de los partidos, pero en la segunda campaña, la del 26J,
ha primado el espectáculo, porque el programa electoral solo ha sido la segunda
edición, sin corregir siquiera, del primer programa. Los líderes no han
enarbolado el Programa ni una sola vez, porque lejos de buscar el voto a favor
de sus propias propuestas ensalzándolas frente a las de los otros, han buscado
el descrédito de los contrarios para que los ciudadanos no les votaran. ¿Qué
pasará en la tercera convocatoria si llega a producirse?
Pero bueno, démonos un respiro, en lugar de hablar de la
Política en serio, prefiero hablar de la Política-espectáculo (o del
espectáculo de la Política) a la que nos han abocado, principalmente, esos
nuevos políticos emergidos del fango de la corrupción y de los fondos tétricos
y oscuros en los que están sumergidas las crecientes bolsas de pobreza, la
desigualdad y la crisis brutal que hemos padecido, y aún perdura. He iniciado
el artículo aludiendo a Albert Rivera desnudo: ¿qué pretendía dar a entender?
Quizás que abogaba por la transparencia. Quizás que llegaba limpio y no tenía
nada que ocultar salvo su miembro viril, y más por pudor que por ninguna otra
cosa. Quizás que era más valiente que todos los demás y no se avergonzaba de
nada. Quizás… Pero, ¿qué hemos visto después?
Hemos visto a una criatura en edad de ser amamantada en el
Hemiciclo, que pasaba de brazo en brazo recibiendo la consabida carantoña en
cada uno de ellos, sin embargo esta criatura no estaba allí en base a las
necesidades estrictas de su madre porque en el patio anterior al hemiciclo
estaba la niñera. Hemos visto besos bien embocados, quizás con lengua (si bien
eso nadie lo puede asegurar), entre diputados del mismo sexo. Hemos visto
discusiones de todo cariz protagonizadas por diputados que han confundido el
Congreso con una mercadería cualquiera o con un Patio de Monipodio. Hemos visto
políticos y asistentes de tal dirigiéndose al Hemiciclo vestidos con pantalones
bermudas de discreto tono rojo chillón. Hemos visto peinados diversos entre los
que han sobresalido las “rastas” de un canario. Da la impresión de que Podemos
ha distribuido un “manual de usos y vestimentas” para instar a su gente, no
tanto cómo deben vestir y comportarse, sino cómo no deben hacerlo en ningún
caso, por ejemplo, nada de usar traje y corbata y, de vez en cuando, acudir en
bicicleta, no muy lujosa, para reivindicar la ecología que empapa su ideario.
Su actitud practica constantemente algo que podríamos llamar “campechanía”, que
se esconde tras un nuevo lenguaje, más generalizado en la calle, poco académico
a poder ser. Los emergentes no juran ni prometen de forma escueta su apoyo a la
Constitución, quizás porque tienen que dar la impresión de que son
constitucionalistas, sí, pero cada uno de ellos tiene una Constitución
diferente en su cerebro.
Lo dicho, estamos inmersos en la Política-espectáculo. No
solo en el Hemiciclo, también en la calle. Sin embargo, querer ser espectacular
tiene muchos riesgos. Vinieron a la Política para cambiarla, porque los que
estaban en ella eran “todos” unos corruptos y estafadores que tanto robaban de
las arcas públicas como incumplían promesas electorales y practicaban un
amiguismo descarado que terminaba en las suculentas puertas giratorias. Tenían
bastante razón, pero deberían haber tenido en cuenta ese dicho popular tan
atinado para la ocasión: “consejos vendo y para mí no tengo”.
Antes de tener
oportunidades fáciles para ensuciarse en la cosa pública ya venían sucios de
los aledaños de lo público de la Administración. Los máximos dirigentes de
Podemos llegaron manchados por prácticas que o eran ilegales o bordeaban la
legalidad en sus Universidades y entidades públicas. Monedero, Iglesias,
Errejón y Echenique han tenido que dar explicaciones de sus andanzas. Tania
Sánchez tuvo que darlas antes de hacer movimientos de funambulismo para pasar
de IU al Podemos que dirigía su ex novio. Y, ¿qué decir del simbólico Diego
Cañamero? Hace treinta años, cuando le vi por primera vez en Marinaleda
apoyando a su amigo Sánchez Gordillo, que era el alcalde del pueblo, me sorprendió
su entereza. Era otro tiempo en el que la lucha perseguía implantar un sistema
democrático participativo. Según nos hemos enterado hace pocos días hacía obras
privadas para él y su familia utilizando a obreros públicos y usando materiales
salidos de los almacenes municipales del Ayuntamiento que dirigía. ¿Es esto lo
peor? ¡No! Lo peor ha sido que se ha presentado en el Congreso de los Diputados
(acompañado del señor de sus bermudas de color rojo chillón) para presentar un
documento por el que renuncia a la condición de aforado a la que tiene derecho
por el mero hecho de ser diputado. ¡Qué valiente! Sin embargo, sabe que aunque
presente cualquier documento en contra su aforamiento sigue vigente porque no
se puede renunciar a él. En todo caso debería dimitir para que le juzgara la
Justicia ordinaria, en lugar de que lo haga el Supremo. Pero eso es harina de
otro costal.
Estamos, pues, en pleno auge de la Política-espectáculo.
Nadie se libra de esos tics más propios de los que persiguen provocar impactos
que producir efectos. Hablando de espectáculo, para terminar, ¿acaso la imagen
de Pablo Iglesias caminando a la par de Pedro Sánchez, atravesando el patio del
Congreso con las manos en sus bolsillos (cada cual en los suyos), no se parece
al cartel que anunciaba aquella famosa película del Oeste que se titulaba
“Solo(s) ante el peligro”? Pues eso, espectáculo… Nos ofrecerán nuevos
episodios: ¡Más cine por favor, que todo en la vida es cine y los sueños cine
son …!”
Fdo. JOSU MONTALBÁN