EL MUNDO EMPEZÓ CON ÉL (CON ELLOS)
Aún retumban los ecos de la celebración del Día de la
Constitución Española. Siendo, como es, un día trascendental para los españoles
que en el año 78 estrenamos una Constitución democrática después de más de
cuarenta años de dictadura, se viene convirtiendo en un pretexto para
criticarla por vieja, por inservible para los tiempos en que vivimos.
Tradicionalmente, la Constitución ha sido “despreciada” por los nacionalismos
históricos, -vasco y catalán-, a pesar de que ambos hayan prosperado a su
sombra, pero ahora ya no son solo los nacionalismos periféricos los que ignoran
lo evidente, porque Podemos lo ha querido hacer también, eso sí, a su manera.
A la celebración que tuvo lugar en el Congreso de los
Diputados no acudieron Pablo Iglesias (Turrión, que no Posse) ni Errejón. Al
parecer era poca celebración para quienes han “inventado” la democracia que nos
va a salvar a todos los españoles de la debacle en que ha devenido el régimen
del 78. Pero fueron otros al acto solemne, como el militarote José Luis
Rodríguez, especializado en el espionaje militar, o el número tres de la
formación Pablo Echenique, que reivindicó hace poco tiempo la condición de
“nación” para la región aragonesa de cuyo Parlamento es miembro, o la impecable
Carolina Bescansa, tan preocupada por el bienestar de su niña que llegó a
llevarla incluso a presenciar los debates parlamentarios al corazón del
Hemiciclo.
En ese día solo Rajoy equiparó a los dirigentes de Podemos en
insensatez, a pesar de su sinceridad. Porque si Mariano Rajoy rebajó las
expectativas de una reforma de la Constitución para adaptarla a los nuevos
tiempos y necesidades, justificando su negativa en el complejo mapa político y
ambiente social que impera en España, la señora Bescansa no dudó en reclamar el
cambio constitucional con urgencia. La modestia esgrimida por Rajoy choca con
su deber como Presidente del Gobierno, que no es otro que gobernar la nave
política española con serenidad y destreza pero sin renunciar a nada, y mucho
menos a lo necesario y urgente. Ha sido, por tanto, un desidioso. Pero Carolina
pecó de osada y soberbia, pues no hizo ninguna alusión a la dificultad que
entraña cualquier acuerdo para conformar un cambio eficaz. Si la “nueva”
Constitución ha de servir para los más de cuarenta millones de españoles, y
Podemos apenas es votado por cinco millones de ellos, deberán sus líderes, li
primero de todo, apelar a la cordura y al esfuerzo en las negociaciones que
deben tener lugar entre todos.
Lo curioso vino después, y tuvo su escenario en las famosas
Redes Sociales que maneja con tanto descaro como destreza Pablo Iglesias. Las
palabras de Echenique y Bescansa en el Congreso quedaron eclipsadas por la
aparición de un vídeo casero y cutre en el que Iglesias anunció que el debate
sobre el cambio de la Constitución debe “ser sacado a las calles y ser capaces
de construir las posibilidades de un nuevo momento constituyente”. Algo así
como borrarle a la Historia los pasajes en que se construyó, con tanto esfuerzo
la Constitución del 78. Y ha advertido que, dado que la “triple alianza”
(PP,PSOE y C´s) no aceptará “fácilmente” lo que ellos proponen (la concepción
de España como Estado “plurinacional” o la inclusión del derecho de
autodeterminación), hay que construir “contrapoderes” . Esto de querer
convertir los “contrapoderes” en un poder es el modo cómodo y aburguesado que
usan los de Podemos para anunciar su modelo de revolución, puramente teórica y
vagamente testimonial.
Da la impresión de que el Mundo no existió hasta que llegó
Pablo Iglesias (Turrión, que no Posse) y su “troupe”. Todo lo anterior fue una
dolorosa ilusión, quizás un ensayo para anunciar lo que se avecinaba. Pero el
comportamiento de Podemos, como grupo humano, deja mucho que desear, porque no
hay caudillaje más evidente en España como el que practica Pablo Iglesias. ¿Y
qué más da?, dirán ustedes. Sí, es verdad que a mí no me perturba el ánimo
porque yo no pertenezco a dicho grupo, pero en Democracia ningún partido
político es tan ajeno como para darle la espalda y seguir tan campantes. Un
partido de dudoso comportamiento democrático en sus filas se convertirá en un
problema para todos si alcanza el poder. Sí, para todos, incluidos quienes no
pertenezcan a él, es decir, para la sociedad.
No es extraño que Echenique plantee ahora reducir el poder de
Iglesias en Podemos. Claro que, fue tanto el poder que pusieron en sus manos, y
tal el libre albedrío con que Iglesias se ha venido expresando cada vez que se
ha investido de él, que no se atisban los cambios. Es curioso que Echenique
haya adelantado su intención de proponer que el poder de Pablo Iglesias
disminuya en Podemos tras el próximo Congreso, pero a renglón seguido también
haya adelantado que “aún no ha pensado la fórmula para reducir el poder del
líder”.
Podemos se ha convertido en un galimatías. Es cierto que ha
agitado el mapa político, pero también lo ha agitado la irrupción de Ciudadanos
y sin embargo hay quien les incluye, junto a PP y PSOE, en ese término “triple
alianza”, que pretende ser despectivo. Existía el Mundo antes de que Podemos
existiese. Y existía España. Y los españoles y las españolas. Pero actúan con
tanta altanería que raya la intransigencia hacia los demás y la soberbia de sí
mismos.
… Pero este artículo ha surgido por la actitud de Pablo
Iglesias y Podemos en la celebración del aniversario de la Constitución que
ampara y fortalece su existencia, por eso las dudas que vierte subrepticiamente
constituyen una deslealtad… Y las componendas con que han celebrado la
conmemoración sólo son instrumentos para completar su oportunista impostura
ante ella.
FDO. JOSU MONTALBAN