NUEVOS TIEMPOS EN EL DEBATE POLÍTICO
A los nuevos tiempos han de corresponder nuevas formas de
articular los instrumentos de los que se sirven la Política y los políticos.
Las “viejas” formaciones se han visto alertadas por las “nuevas” y recientes
formaciones, surgidas con las mismas intenciones y objetivos que las viejas
como son conquistar el poder y dirigir los destinos de la ciudadanía. Era
esperable esta irrupción, esta agitación, porque los partidos hace tiempo que
abandonaron sus ideologías dejando el terreno expedito a las nuevas formaciones
que, como las macedonias, revuelven todo tipo de frutas sumergidas en un zumo
azucarado, para que los ciudadanos tomen de ellas sólo los trocitos que más les
gusten. De este modo conforman grupos sociales, más bien aglomeraciones, en las
que suman cantidades de diferentes condiciones, afectadas por problemas
opuestos entre sí. A este modo de configuración le llaman pluralismo, y con él,
dicen, pretenden combatir a lo que ellos denominan “proceso de restauración de
las élites”, tildando de tal al modo de obrar de ese otro concepto que usaron
en sus comienzos: “casta”. En realidad Podemos ya forma parte de la famosa
“casta”, de la que nada le diferencia salvo la ordinariez se sentarse sobre las
alfombras para reunirse con quienes demandan, eso sí, rodeados de sillas
vacías; o la ocurrencia de someter a niños de pocos meses a las reuniones de
los Diputados, eso sí, en un Congreso que cuenta también con un servicio de
guardería; o la promiscuidad con la que se administran besos para celebrar
éxitos oratorios, eso sí, besos ostentosos que favorezcan la exhibición de sus
miembros en las páginas de los periódicos. Lo dicho, ya son “casta”, aunque
siempre escondidos tras consignas y propuestas como la de reducir los sueldos a
los responsables públicos electos allí donde ellos son minoritarios,
precisamente tras haberse prevenido de que sus propuestas no alcanzarán el
éxito.
Nada ha cambiado, porque quienes decían encarnar dicho cambio
se han acomodado con celeridad y diligencia a los métodos y vicios tradicionales,
lo que lleva a pensar que nadie está dispuesto a innovar, o quizás que no cabe
ninguna forma de innovación salvo que nos atacara a todos un ataque de
anarquismo desordenado. Ante esta imposibilidad ha triunfado un populismo que
usa discursos oportunistas y propone medidas diseñadas a conveniencia de las
personas con necesidades muy puntuales en lugar de medidas tendentes a
transformar la sociedad y el orden social.
Cuando escribo este artículo aún estoy impactado por el
debate, y la aprobación posterior, del Presupuesto de Bizkaia celebrado en las
Juntas Generales de Bizkaia. En él el portavoz de Podemos, con una
profesionalidad que no ha hecho desmerecer de los restantes portavoces, ha
mostrado las “novedades” de la nueva Política. Algunas coletillas usadas por la
portavoz “podemita” han sido absolutamente gratuitas por improcedentes, por
ejemplo, en una sala en la que solo estaban presentes el personal técnico de la
Diputación (en auxilio de sus superiores jerárquicos), los periodistas e
informadores, usó una frase tan ilimitada para la ocasión como “muchas gracias
a la ciudadanía que nos acompaña en este Pleno”, o esta otra mucho más
escandalosa y desmedida de constituirse en “altavoz de muchas voces”. O sea que
la portavoz de Podemos se ha erigido en “voz de voces”. Cuando los líderes de
Podemos se erigieron en la voz de la calle o el grito de los sin voz, no
hicieron otra cosa que acallar, aún más, a quienes ya permanecían callados
víctimas de unas carencias que nunca han sido amortiguadas por la rebeldía
teledirigida o por los suplantadores del populacho, dicho el término con el
mayor de los respetos y consideraciones. Tentaciones en esta dirección ya
enraizaron en los partidos tradicionales conforme sus soportes ideológicos
perdieron la fortaleza, y conforme los modelos de sociedad empezaron a
desdibujarse.
Pero no solo ha afluido esa tentación tendente a la
“sobrerrepresentación”. Los líderes de Podemos también debían mostrarse como
“innovadores”, a pesar de que en buena parte de las enmiendas presentadas al
Presupuesto sus propuestas coincidieran con las presentadas por el PP. En base
a ese impulso innovador se le ha ocurrido proponer la contratación de un
“técnico en transparencia” (¿alguien sabe qué perfil y funciones deberá
tener?), proponer una partida destinada a estudiar la “memoria histórica de las
Mujeres” (al parecer diferente a la otra, a la de los hombres), y desarrollar
un programa titulado “Pobrezia Zero” que resolverá todos los problemas de los
bizkainos y bizkainas con solo cuatro millones de euros… Lo escueto de la
partida económica y la pobreza de criterios contenidos en la explicación de la
propuesta da una idea de lo que tal proposición intentaba: principalmente
llamar la atención en su provecho.
En resumen, que los nuevos tiempos no han enriquecido el
debate político. La vieja utopía se ha convertido en una añagaza poco
tentadora, cuando no en una trampa. Antaño perseguíamos la utopía que siempre
lucía en los horizontes que teníamos en frente y que, desplazándose, nos
ayudaba a avanzar en la debida dirección. A los nuevos debatientes de Podemos,
a estos representantes de la “gente” que hablan tan poco de la ciudadanía y de
la convivencia entre los diferentes, les falta dar un paso esencial: explicar
cuál es su utopía y cuál es el alcance de su utopía, incluso que nos digan si
creen en alguna utopía.
FDO. JOSU MONTALBAN