EL DELIRIO CATALÁN…(ISTA)
Estoy convencido de que el próximo muro fronterizo que se va
a levantar en el Mundo no va a ser en ninguno de los lugares previstos: ni será
el que Trump ha anunciado para aislar a Méjico, ni será ese otro que pretende
el indómito Presidente de Hungría que tanto encoleriza a las autoridades
europeas. El próximo muro, quizás coronado por alambre de puntas espinosas,
será el que construyan Artur Mas y Puigdemont para terminar de una vez por
todas la coexistencia de Cataluña y España.
Los catalanes, -perdón, sus autoridades más señaladas-, viven
sumidos en un delirio que no les deja vivir razonablemente. Su mapa político se
ha descuajeringado a pasos alarmantes, pero no han existido agentes externos
que se hayan empecinado en provocarlo. Convergencia Democrática se autodestruyó
en el mismo momento en que decidió abandonar a Unió Democrática y cambiar su
denominación, perseguida por sus propias irregularidades e ilegalidades, es
decir por sus excesos.
Muy poco bueno puede desprenderse de la actitud de quienes,
vestidos con traje y corbata, impulsan una revuelta tan irrazonable, sacan a la
gente a pasear en medio de la intemperie meteorológica e intelectual, y arrancan
adhesiones propias de la ignorancia y no de la reflexión colectiva. ¿Cataluña
se va!, dicen con ostentación quienes no han sido capaces de mantenerla en
concordia con el resto de los españoles. Quienes están enrareciendo la
convivencia de catalanes y españoles han practicado el “tocomocho” constante,
han eludido sus obligaciones, han despreciado las leyes propias o ajenas a
su antojo, y ahora mismo van de
derrotero en derrotero, de Juzgado en Juzgado, a declarar mediante omisiones,
cobardías y falsedades que “ellos no han sido”. Sin embargo, son ellos los que
trasgreden las leyes y trasladan sus responsabilidades a las hordas de las que
se hacen acompañar hasta la Sala del Enjuiciamiento.
Cataluña ha sido un desastre. Ahora se ha convertido en un
cajón de sastre en que se agolpan los incumplimientos legislativos, las
bravuconadas de Artur Mas, las actitudes cínicas de Puigdemont, las ausencias
de Oriol Junqueras y las huidas de Homs. Y todos esos déficits democráticos han
dado pie a esa estrategia perversa que hace que los catalanes acompañen a
quienes les llevan al atolladero.
Llega a tal punto la irresponsabilidad e infamia de Artur Mas
y sus compinches que se atreven a relacionar sus desobediencias legales con el
hecho de que la Justicia esté intentando dilucidar las responsabilidades de los
dirigentes de Convergencia en la financiación irregular del partido por medio
de bonificaciones concedidas por adjudicaciones de obras y servicios de la
Administración catalana amañadas, en suma, mediante las ya famosas “mordidas”.
Pues bien, los catalanes –sus autoridades- no dudan en interrelacionar la
acción de la Justicia con el afán independentista despertado en los últimos
tiempos.
Los catalanes de a pie deben estar confusos con los pasos que
les proponen sus dirigentes, actualmente de la antigua Convergencia, hecha
añicos a manos de sus osados manipuladores. Con su preboste Pujol –y su clan
familiar- aquerenciado en los Juzgados y en los Bancos que comparten sus
enriquecimientos ilícitos. Con sus huidizos Mas, Homs, y Puigdemont saltándose
la Ley y los principios éticos. Con los administradores de Convergencia Millet,
Montull y Osácar diezmados en su salud y aspecto por el abandono al que les han
condenado sus “compañeros”, confesando mordidas, “tresporcientos” y atracos
amañados en beneficio de CDC, será bueno que sus compatriotas de a pie, los
catalanes sin cargo, les exijan la responsabilidad que están eludiendo mediante
la fórmula de la huida hacia adelante.
Lo primero que deben exigir los catalanes es una clase
dirigente decente y responsable: que no les use con desvergüenza, que no les
haga salir a la intemperie cada vez que las élites se sienten amenazadas por
los excesos que cometieron con premeditación y alevosía, que se apreste a
resolver la situación con la debida discreción y suficiente destreza, que trate
a los catalanes como personas adultas, como sujetos dotados de derechos y de
decisión sin necesidad de enfrentarlos a la realidad en la que han vivido y han
sido capaces de ser felices.
Cataluña está “construyendo” un muro que la aísla y la aleja
de España. Y es necesaria una sublevación cívica de los catalanes que depure
las responsabilidades de sus líderes más emblemáticos, -Mas, Puigdemont, Homs y
alguno más-, y ayude a facilitar una reflexión pacífica que pudiendo conducir a
nuevas formas de relación con el Estado, incluso a la independencia, no
conduzca a un aislamiento traumático.
FDO. JOSU
MONTALBÁN