CRÓNICA DE VERANO: EL ENIGMÁTICO AGOSTO
Ya estamos a mitad de Agosto. Como me temía, la monotonía se
ha vuelto a adueñar de la vida por la que transito. Da la impresión de que nada
de cuanto ocurre tiene suficiente importancia, porque las televisiones
intercalan entre las noticias imágenes en que la gente haca gala de
intrascendencia paseando bajo el sol en playas y parajes que incitan a la
diversión y a la alegría, sin más. Por si fuera poco, -nunca he sabido por
qué-, los diarios han incluido algunas páginas que se intitulan “Pasatiempos”
mucho más nutridas y numerosas que durante el resto del año, que son una
proposición casi deshonesta para que te regodees en la gloria efímera de haber
resuelto con soltura los juegos que te ofrecen, en lugar de extenderse en el
relato de noticias que pudieran entristecerte o enojarte.
A pesar de todo hay bastantes asuntos que me inquietan y que,
como a mí, le inquietan a muchas personas. Nada ha cambiado lo suficiente como
para que hayan desaparecido los conflictos bélicos, las multitudes que emigran,
la miseria creciente, las desigualdades económicas y sociales, las injusticias
flagrantes, las crisis comunitarias y las otras crisis que siempre acechan,
pero Agosto es un mes anodino y confuso en el que el calor llega a obturar las
conciencias, en todo caso el sol torna opacas nuestras visiones y las deslumbra
para que no vean con nitidez las miserias de la Tierra. Esperando que Agosto se
agoste (nunca mejor dicho) me permito escribir esta Crónica que tiene vocación
de desinhibida y de intrascendente.
Como ocurre en todos los veranos, en todos los Agostos,
también en este han surgido las “serpientes de verano”, esos “culebrones” que
llenan y rellenan las páginas de los diarios, que asustan o que embelesan, que
alimentan las dudas y debilitan las certezas para que pervivan durante toda la
estación veraniega. Las crónicas de las fiestas, que son tan numerosas durante
este mes, exhiben un lenguaje nada comprometido con la auténtica realidad, de
modo que la misma crónica llega a convertirse en uno más de los festejos
programados, bien sea anunciando que la alegría ha llegado, como anunciando
que, aunque se haya ido, regresará en el Agosto siguiente. Las páginas de los
diarios se convierten en escenarios en los que los actores, actrices,
comerciantes, mercaderes, políticos y responsables públicos ofrecen su rostro
más jovial y placentero, pronuncian la frase más ocurrente y se exhiben como
los más fervorosos impulsores de la alegría y la felicidad ajenas. Así es
Agosto, el mes de las vacaciones.
Exacto, el mes de las vacaciones. Treinta días en los que
procuran encontrar alguna ocupación quienes han pasado la mayor parte de los restantes
330 días del año en las Oficinas de Empleo, ya fuera reclamando algún trabajo o
solicitando alguna ayuda social. Debidamente ataviados, casi de etiqueta con su
pajarita prestada al cuello o con alguna otra prenda ridícula de colorines
chillones, atienden a los veraneantes con devoción y profesionalidad, mostrando
sus habilidades y destrezas para intentar convertirse en los primeros en las
listas de utilizables del año siguiente…, o quizás de los meses siguientes, si
fuera verdad que, como vocean los gurús de la Economía la crisis no solo ha
amainado sino que ya deja el camino expedito al esplendor.
Quienes disfrutamos, -¿disfrutamos?-, de nuestro propio
abandono en este mes de Agosto nos las vemos y deseamos para ocupar un tiempo
que por ser más benigno y llevadero, más caluroso y soportable, más claro y
luminoso, más largo incluso (porque en ese mes el tiempo no se mide en unidades
absolutas, sino que influyen las posibilidades mejores o peores para poder
disfrutarlo), se convierte en una preocupación constante, máxime si no
disponemos del poder adquisitivo suficiente para alargar nuestras comidas y
cenas en las terrazas y restaurantes, que es tanto como disponer de dinero para
poder llenar el tiempo de placer y felicidad. En Agosto todo es más problemático
porque cuando te cruzas con un amigo en la calle te cuesta más encontrar
disculpas convincentes para negarle una invitación que no deseas, en unos casos
porque el grado de la amistad no sea suficiente, y en otros porque el nivel
dinerario no alcance para dispendios excesivos. Así que la convivencia entre
los próximos adquiere a veces la condición de agobiante, y la convivencia con
quienes solo circunstancial o estacionalmente coincidimos puede convertirse en
un auténtico aburrimiento.
Luego está el cansancio
físico, porque el veraneo del mes de Agosto, para los agosteños, es un veraneo
de manual en el que todo se repite casi a perpetuidad, sobre todo si el hábitat
y el destino se repiten y resisten el paso del tiempo. Hay agosteños que
perseveran en sus costumbres, -excursiones a pie, fiestas desenfrenadas,
comilonas copiosas, juergas, prácticas físicas no acordes a las características
de cada cual, régimen apretado de viajes, visitas culturales, etc…-, y repiten
las mismas actividades durante quince o veinte años sin tener en cuenta que el
cuerpo y la mente pierden resistencia y fuerza vital conforme la edad se
acrecienta… Pero Agosto lo exige de ese modo.
¿Habéis visto, queridos Amigos, esos grupos de hombres,
mujeres y niños que bajan de un autobús a media mañana en un aparcamiento de
una gran ciudad, y se arremolinan alrededor de un muchacho o muchacha que va
amarrado a un micrófono inalámbrico para que oigan sus explicaciones? ¿Habéis
visto sus semblantes a las once de la mañana, y los habéis comparado con sus
semblantes a las siete o las ocho de la tarde? Agosto tiene también estos
contrastes tan difíciles de interpretar. ¿No es precisamente Agosto el mes
preferido para descansar del arduo trabajo de todo el resto del año? Entonces,
¿a qué viene malgastarle cansándose? Observad Amigos las viejas fotografías que
os traen recuerdos de Agostos anteriores: si las mostráis en una reunión de
amigos tal vez alabéis el tiempo que vivisteis como inigualable, pero si las
observáis en la intimidad probablemente vuestras valoraciones serán más
rigurosas y críticas.
Quizás me he desviado algo de mis pretensiones iniciales. No
todo es perverso en Agosto, pero es verdad que a veces se suscitan polémicas
que quizás no deben considerarse como absurdas, pero suelen ser artificiales e
inestables. En este Agosto los diarios se hacen eco de algunos problemas que
tienen que ver con los usos y costumbres de quienes se divierten en los
festejos veraniegos. Dos vertientes: la seria y preocupante es el abuso en el
consumo de alcohol y drogas en las fiestas por parte de muchos jóvenes de
edades aún escasas, que está seriamente concatenada con la proliferación de los
abusos sexuales en forma de agresiones y violaciones; y hay otra vertiente,
igualmente seria aunque a mi entender menos preocupante porque amainará
conforme afloje la afluencia de turistas, como es el rebrote de comportamientos
violentos en quienes, con la disculpa de reclamar una política turística
diferente, nos hacen recordar que en Euskadi hay jóvenes que añoran los tiempos
de la violencia desatada en nuestras calles. Esto también ha aflorado en este
mes de Agosto que avanza impertérrito.
He dejado para el final ese amago de culebrón que nos han
ofrecido el “rubiales” Trump y el regordito Jefe de Corea del Norte Kim
Jong-un. Los coreanos han desfilado y exhibido todas sus cabezas nucleares,
-por cierto, ¿la de Kim Jong también es una cabeza nuclear?-, y Trump, -cuya
cabeza tiene tanta “furia y fuego”, tal como él mismo ha prometido para los
coreanos, como serrín-, ha afirmado que “alguien tiene que ponerse chulo por el
pueblo estadounidense”. Puede ser que no sea ninguna broma de Agosto pero ha
llegado precisamente en él. Lo mismo que la noticia que han adelantado algunos
diarios en sus páginas agosteñas. El periodista pregunta a Melania, la esposa
de Trump, “¿practicáis sexo todas las noches?”. A lo que ella responde: “Sí,
incluso más”… Al leerlo me he quedado pensando y boquiabierto preguntándome
“¿es posible algo más?”. En todo caso quedo a la espera de que Melania me lo
aclare, porque esta mañana de Agosto, frente a la luna de mi ropero he comprobado que aún me conservo un poco
mejor que Donald Trump.
Bueno, que esto ya se acaba… Feliz Verano… Estoy contento…
Debe ser cosa de este Agosto endemoniado.
FDO. JOSU MONTALBAN