PSOE: ENTRE
LA QUIMERA Y LA INTRANSIGENCIA
Para que nada lleve a interpretaciones erróneas en este
tiempo en tanto proliferan y salen a la luz susceptibilidades injustificadas,
escribo este artículo con la responsabilidad propia del ciudadano que soy, y no
desde mi condición de militante del PSOE, es decir, más comprometido por mi
ideología que por mi adscripción a un partido político concreto.
¿De qué va mi reflexión? Lo resumo en una escueta pregunta:
“qué es más importante y trascendental para los más de cuarenta millones de
españoles y españolas, lo territorial o lo económico y social? Si lo importante
es el debate sobre territorialidad y soberanías, habrá que trasladar las dudas
a intelectuales, -incluso a pseudointelectuales-, que en aras de dejar huella
en la posteridad convertirán el debate en ininteligible para la gran mayoría de
los españoles. Pero sería un lugo inadmisible que nos enfrascáramos en ese
debate teniendo en cuenta que la crisis que nos atañe es social y económica,
que nuestra sociedad soporta unas tasas de desempleo inaguantables, que la
desigualdad que impera en nuestra ciudadanía no solo es procaz en sí misma,
sino que lleva aparejado un riesgo de inseguridad ciudadana, que la inmigración
influye en el equilibrio de nuestra convivencia y, además, es tan inevitable
como creciente.
En medio de ese ambiente la única fuerza política española
que puede ganar y sustituir a la derecha del PP se haya envuelta en una
disyuntiva poco edificante: ¿es España una nación de naciones (estado plurinacional,
todo lo más), o es un Estado soberano formado por regiones y nacionalidades?
¿Es España un territorio que acoge y da cobertura a pueblos, regiones y
culturas diversas, o es una amalgama de intereses que pugnan no ya unos con
otros sino unos contra otros? Pues en esas está el PSOE ahora mismo, y quienes
todo lo resumen en una lucha por la Dirección del PSOE tal vez tengan razón,
pero hacen un flaquísimo favor a todos los españoles, sean vascos, catalanes,
castellanos o andaluces. El debate en este sentido no es gratuito, tal vez
forma parte de una estrategia de mayor alcance, pero es muy grave que la
posición política de un partido de izquierdas que ha gobernado España durante
las dos terceras partes de nuestra Democracia postfranquista se dirima en el
campo de la territorialidad (poder territorial) en lugar del de la igualdad y
la justicia sociales.
España no es un país plurinacional. Quienes pretendan verlo
de ese modo han viajado poco por él, se han apeado pocas veces para hablar con
las personas que lo habitan, han puesto poco interés en comprobar que su
paisaje, tan diverso, es el que ha marcado forma de vivir diferentes, pero en
modo alguno ha marcado líneas divisorias evidentes ni fronteras. Sus gentes han
ido acomodándose a situaciones bien diversas pero siempre desde la convicción
de que las “Españas” que les acogían
eran partes inalienables de la España que les debía proteger. Un andaluz (p.
ej.) afincado en Euskadi hace ochenta años disfruta hoy del mismo modo que los
vascos de cuna, viendo a sus nietos , de nombres euskaldunes, como dantzaris y
hablando en formato bilingüe (euskera y español), que lo deben hacer los vascos
disfrutando en tantas ciudades y pueblos vascos en los que hay lugares en los
que se perfecciona el flamenco de raíz andaluza. Sin embargo,
(desgraciadamente, añado) no se acoge del mismo grado a los sudamericanos,
orientales o africanos, a los que se destinan las críticas despiadadas, las
dudas infundadas y la convicción inhumana de que se trata de personas con menos
derechos que los nativos. Allí donde imperan algunos nacionalismos el rechazo a
los inmigrantes actuales recuerda a aquel otro que se produjo a principios del
siglo XX entre las diferentes regiones de la misma España.
Y es eso, en buena medida, lo que me lleva advertir a los socialistas que el debate
territorial debe posponerse, que mientras haya una sola injusticia que
resolver, o una sola desigualdad que equilibrar, empeñarse en debatir sobre el
poder territorial, de modo que parezca que es el asunto más importante sobre el
que debatir, es un lujo propio de burgueses. La Historia del socialismo español
no sería tan apreciable si no fuera porque se ha fundamentado en luchas y
esfuerzos protagonizados por gentes comprometidas en contra de la injusticia y
la desigualdad, no sólo frente a la pobreza.
Cometeremos un error fundamental los socialistas si nos
empeñamos en limitar nuestros mensajes y compromisos a la obtención de votos
para una u otra de las fracciones (facciones quizás) que ahora componen el
PSOE. Para el socialismo español el PSOE es determinante, pero yerran todos
aquellos socialistas que actualmente están apostando a “dirigir” al PSOE aunque
sea a costa del socialismo.
Fdo. JOSU MONTALBAN