“LLIURE,
SOBERANA Y FRATERNAL”
Así dijo que quería que fuera Cataluña Pablo Iglesias. Si a
renglón seguido hubiera advertido que la celebración de la Diada obligaba a
esfuerzos de ese tipo hubiera sido el suyo un esfuerzo razonable, pero en esta
Diada lo importante no ha sido la propia Diada sino el Procès, así con
mayúscula. Nada ha sido casual porque la casualidad siempre es inesperada, y lo
ocurrido ayer fue programado y, sobre todo, impulsado en una dirección
determinada.
La Diada es una bella fiesta en la que la libertad aflora a
sabiendas de que las eclosiones del ánimo nunca son definitivas. En el día de
ayer las senyeras no eran tal, eran esteladas en las que incluso cabían
leyendas tan estridentes y absurdas como “Rufian Power”. ¿Imagina algún
catalán, por muy independentista que se sienta y sea, que Rufian se erigiera en
President de la Generalitat? Todo es posible cuando el delirio aflora y todo
sirve. Ayer la Diada no era una fiesta cualquiera porque los independentistas
catalanes la convirtieron en una disculpa para reivindicar la estulticia.
Allí no faltaba nada salvo la cordura, pero incluso ésta
hubiera estado presente si las fuerzas independentistas, en esta ocasión,
hubieran enarbolado la bandera de la Democracia. Esta Diada no fue una
celebración libre y democrática, sino más bien una ceremonia de enaltecimiento
del independentismo más irredento. Solo cabe el enaltecimiento poniendo cifras
sobre la mesa, de modo que haciendo la media entre quienes contaron de más y
quienes contaron de menos, cabe dejar la cifra de los manifestantes en 800.000
catalanes y catalanas. ¿Son muchos o son pocos? En todo caso, ¿por qué
preguntar sobre vaguedades? Fueron suficientes para que unos y otros sacaran
conclusiones. Lo peor fue que los datos se tergiversaron y se empuñaron armas
muy dañinas, incluso perjudiciales para quienes desean independizarse. Los
independentistas acusaron al Estado de “dictatorial y franquista”. El
representante de la ANC (Asamblea Nacional Catalana), Sánchez (¡vaya apellido
tan españolazo!), dijo que nadie impedirá la votación (para votar sí a la
ruptura, claro), y Jordi Cuixart (este sí, catalán de pura cepa y Presidente de
Omnium) fue más lejos afirmando que “ya nos hemos autodeterminado, porque ya no
reconocemos sus tribunales”. Estos fascistas de nuevo cuño parecen dispuestos a
que los tribunales cambien como cambia el tiempo o el clima.
En la fiesta de la Diada, como es tradicional, construyeron
“castellers”, de modo que cada uno de ellos mostraba el edificio humano,
culminado en un niño protegido por un casco de resistentes paredes. Se trata de
unas bellas representaciones humanas que suelen durar lo que dura un suspiro,
pero no por ello menos valiosas. Y también en medio de la congregación humana,
como un “casteller” más, un invitado de excepción, en concreto el ex etarra
Arnaldo Otegi, que hizo su ofrenda floral usando los colores de la bandera
española, en todo caso usando uno de los colores al que más culto ha rendido:
el rojo de la sangre. Le vitorearon, -¡qué arcada!-, a pesar de que su aliada
ETA matara en Vich y en otros lugares de Cataluña a personas que tal vez fueran
“independentistas”. Así se escribe la Historia… Y las historietas…
La Diada ha pasado. La próxima fecha memorable en Cataluña
será el uno de Octubre. Resulta estremecedor que quienes comparten los colores
de las banderas (rojo y gualdo) anden a la greña por algo tan absurdo como el
aquí o el allá: si somos de aquí o somos de allá. Volvamos al inicio. No os
asustéis Amigos. Pablo Iglesias quiere una Cataluña “lliure, soberana y
fraternal”, es decir, incompatible con la armonía. ¿Acaso Cataluña no es ya
lliure y soberana? Y si tiene que ser “fraternal”, ¿quiénes hemos de ser sus
hermanos?.
Fdo JOSU MONTALBAN