S.O.S. “ENKARTERRI”
Voy a escribir sobre las Encartaciones y sobre los
encartados. Pero no lo haré desde un punto de vista académico sino desde la
visión de un encartado preocupado por la situación crítica que atraviesa la
comarca, con un índice de paro (16,64%) que supera en más de cuatro puntos el
índice vasco (12,40%), y en casi tres puntos al índice de Bizkaia (13,70%). La
luz de alarma la ha encendido el más que probable cierre de la empresa CEL, que
proporciona empleo a más de doscientos trabajadores de modo directo. En realidad
CEL es el último reducto de la empresa más importante que tuvo su sede en
Aranguren, lugar del municipio de Zalla, que fue la Papelera Española SA.
Tengo 64 años, y estudié en el Colegio de los HH Maristas,
donde estudiábamos bastantes lugareños, y también un buen puñado de chicos
procedentes de otras provincias españolas que llegaban con una intención y
destino: trabajar en la Papelera y proyectar sus vidas para tener un futuro
halagüeño. Han pasado cincuenta años desde aquel tiempo, y durante casi los
cincuenta he venido asistiendo al deterioro y mengua de la empresa, -que
incluso ha ido mudando su nombre-, provocando cambios importantes en la
sociología y economía de Enkarterri. Además, antes cerraron otras empresas
emblemáticas, -la Conchita de Sodupe, GARSA de Gordexola, Hnos. Plaza, Serrano
en Ibarra, Lacabex, etc…-, que fueron debilitando el tejido social y
empobreciendo la zona. Igualmente la capacidad para favorecer una posible
reindustrialización cedió considerablemente con la desaparición de las
organizaciones obreras socialistas ubicadas en Aranguren, justamente en las
cercanías de la “gran” empersa papelera.
Y como el tema que nos ocupa es Enkarterri, es bueno hacer
una leve descripción del área. Se trata de una comarca de configuración harto
compleja: diez municipios y Alonsótegi (que en algún tiempo perteneció a
Arrigorriaga y posteriormente perteneció a Baracaldo) componen esta comarca de
aproximadamente sesenta kilómetros de larga. Y compleja también en lo que
supone una población que vivió de los trabajos en las fábricas reseñadas, en
las minas de Supuerta y Galdames, en las explotaciones agrícolas y ganaderas de
la zona de Artzentales, Trucíos y Carranza, en el sector artesanal del mueble
en Balmaseda, o como zona residencial de quqienes trabajan en Bilbao y su área
metropolitana. Por eso la crisis que ha hecho alargar las orejas a los
encartados no obedece a una simple crisis económica coyuntural sino al hecho de
que no se haya diagnosticado convenientemente cuando ha aparecido el mal.
Cayó el sector del mueble en Balmaseda y a nadie más que a
los balmasedanos les preocupó, porque bastó con que se abrieran tres o cuatro
macro-almacenes de muebles entre Enkarterri y Bilbao, en el borde de la
carretera, con muebles de procedencia exterior e inferior calidad en la mayoría
de los casos, porque la “fiebre del oro” incitó a los productores a acumular
dinero, en lugar de crear empleos y producir riqueza. Cayó la agricultura (que
nunca fue un sector determinante aunque sí importante en Encartaciones) y la
ganadería de las poblaciones más occidentales, pero además ni se previeron ni
se previnieron las fatales consecuencias, peor aún, algunos incipientes
proyectos cooperativos cayeron de inmediato víctimas de rivalidades y miserias
humanas. Cayeron las explotaciones mineras, ya en declive en todos los lados.
De modo que, faltos de todo asesoramiento riguroso muchos se prestaron al
oportunismo de la actividad turística, para la que la comarca no estaba dotada
ni en medios ni en infraestructuras.
¿Y la Política? ¿De qué modo ha evolucionado? Con la misma
imprecisión y provisionalidad. Los partidos políticos tradicionales tuvieron
dificultades para elaborar sus listas electorales en las primeras elecciones
municipales. Incluso el paso del tiempo no ha sido suficiente para consolidar
unas estructuras partidistas asimilables a las de otras áreas o comarcas de
Bizkaia. Proliferaron los grupos “independientes”, que aún proliferan, aunque
entonces fueran fruto de la imprevisión y desidia de las fuerzas políticas
clásicas, y ahora lo pueda ser de su propio fracaso. Lo cierto es que asistimos
a un tiempo de miseria e incertidumbre en el que no cabe casi ninguna certeza,
en el que han aflorado algunos personalismos que desde las alcaldías
constituyen un factor desestabilizador de la comarca (léase Zalla, y quizás
Carranza), y en el que la Institución común (Mancomunidad) más cercana y útil
para liderar un proyecto evolutivo de las Encartaciones se las ve y se las
desea para sobrevivir. Este grado de incertidumbre da sus frutos (negativos) en
una comarca escasamente poblada en la que siete de sus diez pueblos soportan
tasas de desempleo superiores a la media bizkaina.
¿Qué podemos hacer? Los encartados bastante tenemos con
llorar y afligirnos, con culpabilizar a los gobernantes por inoperantes e
inútiles, y con criticar a los partidos políticos por “partidistas” e
interesados en ellos mismos. Pero no, no es así, porque a la sombre de los
fracasos suelen crecer los mesías y los acomplejados. Ellos nunca se muestran dispuestos
a acatar, aunque sí a fijar las responsabilidades del fracaso en los otros.
Tienen elaborado un diagnóstico al margen de las ciencias oficiales, que está
basado en las afrentas de las que son víctimas, de modo que la única terapia
que desarrollan y aplican es la crítica y el menosprecio dirigidos hacia los
demás. Y sí, puede que tengan razón en algunas de las cosas, pero en lugar de
acudir al foro indicado a aportar soluciones, vocean como papanatas vocingleros
los problemas una y otra vez.
El Diputado General de Bizkaia ha citado a los alcaldes de la
comarca para abordar la situación. Nunca es tarde si la dicha es buena pero
¿qué hay que abordar? ¿Qué actitud debe imperar en la reunión: la cooperación,
el compromiso con los encartados que sufrimos la situación, o de nuevo
encerrarnos en un bucle diabólico en el que se repartan culpabilidades a
diestro y siniestro? De momento hay dos posicionamientos sobre el tablero: el
de los alcaldes nacionalistas que esperan un maná salvador que llegue del cielo
y el de los alcaldes populistas que dispararán a todo lo que se menee porque en
un panorama tan negro cualquier barbaridad es bien acogida.
Esta llamada del Diputado General tiene su preámbulo en un
Plan Estratégico para las Encartaciones que fue presentado a los Alcaldes y
demás cargos en el Ayuntamiento de Balmaseda por el entonces Diputado de
Promoción Económica José Luis Bilbao, hace un montón de años. No sé si tal Plan
llegó a desarrollarse plenamente, lo que sí sé es que la situación no era muy diferente
a la actual. Y sé que, a trancas y barrancas, el carro salió del atolladero,
entre otras cosas porque había entonces menos visiones mesiánicas y se pisaba
más y mejor el suelo. Vivimos tiempos en los que los máximos dirigentes de los
pueblos de la comarca, aunque con honrosas excepciones, se erigen en
emperadores de la comarca, queriendo atraer a sus territorios municipales todos
los servicios sin percatarse de que una redistribución en el espacio amplio del
que disponemos servirá también para redistribuir buena parte del empleo, de la
economía y del bienestar.
En Enkarterri se ha errado en algunas cosas. No es normal que
vivamos en esta situación de pobreza y de desigualdad. O ponemos todos de
nuestra parte o caeremos juntos al pozo más oscuro. Al Alcalde de Zalla le han
entrevistado al respecto, -lo mismo que a los demás alcaldes encartados-, y
sólo se ha acordado de Zalla de su pueblo en un alarde de acapararlo al margen
de que algunas cosas sean necesarias o no. O sea, que se ha comportado como un agente
comercial privado o como una agencia de promoción. Y sí, aunque es verdad que
la ubicación geográfica de Zalla es privilegiada por su centralidad geográfica,
le convendría ser algo más discreto, y sobre todo más solidario.
La cita del Diputado General a los Alcaldes es urgente (20 de
Septiembre), pero los pasos deben ser dados con las garantías suficientes para
llegar a tiempo a la solución y, sobre todo, para no trompicarse y caer de
bruces. Otros agentes sociales deben ser llamados a consulta también,
principalmente las organizaciones sociales, políticas y sindicales. Y tener las
cosas claras, para lo cual es preciso dar los pasos apropiados. Me permito
aconsejar lo que considero más básico, a sabiendas de que no soy infalible:
1.- Hacer un diagnóstico meticuloso que pueda ser compartido
por todos. Lo que no sirva para todos, casis eguro que no servirá para nadie.
2.- Evitar las ocurrencias, que son pan para hoy y hambre
para mañana.
3.- Entender Enkarterri como una única unidad territorial y
humana en la medida de lo posible.
4.- Aumentar la participación incorporando a otros agentes
económicos, políticos y sociales.
5.- Potenciar a la Mancomunidad como Institución que debe
aglutinar todos los impulsos.
Bien creo que esto será suficiente… Si no lo fuera, siempre
nos quedará rezar.
FDO. JOSU MONTALBAN