IGLESIAS: EL OPORTUNISTA FATUO
A mí no me cabía ninguna duda de que cuando Pablo Iglesias
reclamó una reunión con Mariano Rajoy, dado que el Presidente había anunciado
sus reuniones con Sánchez (PSOE) y con Rivera (Ciudadanos), lo hacía con
segundas intenciones. Sabía que la reunión no depararía acuerdo ninguno, sino
desacuerdo en todo, aparte de que don Pablo usaría la ocasión para realzar su
figura, subrayar su originalidad y, de paso, alimentar su ego. Todo se ha
cumplido, de modo que tras la reunión salió de la Moncloa con una serie de
frases en la garganta que ya llevaba preparadas cuando entró. La reunión, que
duró alrededor de una hora, -¡para qué tanto!-, habrá que catalogarla como un
diálogo entre sordos, porque las conclusiones no han podido ser más ridículas…
Y la parafernalia usada por Pablo Iglesias no ha podido ser más innoble.
Sí, innoble, porque no estaba en juego algo banal, ni
siquiera solamente que Cataluña impulsara su independentismo. Lo que hizo que
Pablo Iglesias se reuniera con Rajoy tenía que ver más con el Estado español,
con España, que con Cataluña. Pablo Iglesias era llamado como líder de una
formación política española, y no como líder de un partido catalán. Sin embargo
Iglesias quiso sacar partido y beneficio de la situación y, en ese alarde de
inventiva absurda que utiliza, se permitió acuñar un nuevo término: “la nueva
gran coalición bunkerizada”, para nombrar a esa unidad de preocupaciones que
reúne, de momento, al PP, al PSOE y a Ciudadanos. De modo que Podemos no va a estar
de acuerdo con los demás en la aplicación de la Ley en vigor.
Volvamos hacia atrás, la parafernalia. Primero, reclamando
que Rajoy saludase a sus acompañantes que esperaban en el coche frente a la
puerta principal. ¿Imagináis que Rajoy no hubiera accedido? Segundo, regalando
dos tomos de la edición de la Colección Cátedra de “Juan de Mairena” de Antonio
Machado. Como regalo me parece inmejorable, incluso de muy buen gusto, pero ¿a
qué viene ese regalo? Porque, al conocer el título, he cogido el libro y me he
dispuesto a escudriñar entre sus hojas buscando algo que tuviera que ver con la
situación actual de España y Cataluña. Si con ello pretendía Pablo Iglesias
agradecer la visita, todo parece justificado, pero si Pablo pretendió algo más
importante, más le valía haber recurrido a otra estrategia. Ni Antonio Machado,
ni su personaje apócrifo Juan de Mairena hubieran bendecido la acción de Pablo
Iglesias desentendiéndose del problema de esa manera tan provocativa.
Se equivoca Pablo Iglesias. No es éste el tiempo de las
indefiniciones. A nadie “le convencen los frentes antisecesión”, tal como ha
dicho Iglesias, pero habría que hacer una pregunta al líder de Podemos: ¿le
convence la secesión? Reclama diálogo, como todos, incluido ahora ya Rajoy. Por
eso, se cumplieron las previsiones, pero lo que preveía Pablo Iglesias no tenía
que ver con sus intenciones. Quería negarlo todo y lo ha negado a su manera:
“Está muy bien que la reunión se haya producido, aunque no estamos de acuerdo
en casi nada”. Por tanto, lo único importante es saber el alcance del término
“casi”. ¿En qué están de acuerdo? Iglesias rizó el rizo: se trata de hacer un
referéndum vinculante en Cataluña, y otra consulta “simultánea” en España, pero
esta última referida a cambios “constitucionales” que nada tienen que ver con
las reivindicaciones de los catalanistas. Y de paso se inventó unos términos
instrumentales para el proceso, que no llegó a precisar: “espíritu de mimbre”
frente al “espíritu de porcelana”… Con los que nos llamó imbéciles a todos.
No ocurrió nada más. Ni nada menos. Convendría que quienes
asesoran a Pablo Iglesias, -en caso de que se deje asesorar-, le aconsejen que
respete a quienes creen (creemos) que la Política ha de ser puesta al servicio
de los ciudadanos mediante un lenguaje comprensible… y no al revés. Desde ahora
mismo, empiezo a buscar alguna frase o disertación de Juan de Mairena que tenga
que ver con el delirio de Pablo Iglesias.
Antonio Machado está ruborizado… Y bien que lo siento.
FDO. JOSU MONTALBAN