jueves, 4 de febrero de 2016

PSOE-PODEMOS, EL PACTO PENDIENTE (LaInformación.com, 01 - 02 - 2016)


PSOE-PODEMOS, EL PACTO PENDIENTE

Tras las Elecciones del 20D el dilema más enrevesado está en las manos del PSOE. Las razones son variadas, pero hay una esencial: el PSOE es el partido del que se espera un tratamiento juicioso de la nueva situación, como corresponde a su propia composición y como se desprende de su trayectoria y de su larga Historia, con especial atención a la construcción de la Transición española tras el larguísimo franquismo. Ese dilema se “enrevesa” aún más por la condición inherente al PSOE de ser un partido de gobierno, un partido de Estado, y no un partido meramente agitador o revolucionario. De modo que aunque la nueva situación haya incorporado dos nuevas formaciones políticas al conocido “bipartidismo”, sigue siendo el PSOE el depositario de la confianza de los ciudadanos.
El PSOE ha quedado segundo en la carrera electoral, pero es el primero en la clasificación referente a la confianza depositada, de modo que será él quien articule la solución definitiva o iremos a unas nuevas Elecciones. El PP se ha quedado tan solo como desamparado, y como al perro flaco todo son pulgas, le han salido al paso más escándalos y corrupciones que interfieren e imposibilitan cualquier acompañamiento. Sin embargo el PSOE también está encontrando serias dificultades, y no solo procedentes de sus adversarios electorales, sino de sus propias filas. De pronto han surgido, como si se tratara de un nuevo estrato en la composición del partido, los famosos “barones”. Se trata de una figura “viral” que debe ser erradicada con la máxima urgencia porque, como se está viendo, ofrece una visión del PSOE que le muestra como una jaula de grillos y le resta consistencia a sus posiciones. Lo curioso es que los “barones” actuales, -así llamados porque proceden de los viejos barones de la Transición-, no tienen el aplomo ni la claridad de objetivos de aquellos, en suma, que se han convertido en un problema para el Secretario General Pedro Sánchez, en lugar de ser una ayuda desinteresada.
Desde el principio Pedro Sánchez ha venido anunciando sus preferencias, pero sobre todo ha marcado un único camino: buscar un pacto de izquierdas. El PP ha quedado no solo aparcado sino relegado, y aunque hayan surgido algunas voces disidentes en el PSOE, nada le ha doblegado. Es muy encomiable su empeño, y lo es aún más su insistencia aunque el partido llamado a completar su empeño, -Podemos-, se haya mostrado egoísta, mezquino y, en exceso, desleal. Pero Pedro Sánchez mantiene la línea emprendida para que todos tengan claro, dentro y fuera del partido, que el PSOE mantiene su rigor y su fortaleza a pesar de que sus resultados electorales hayan sido los peores de su Historia. En este camino ha encontrado a una fuerza como Podemos, cuya característica más notoria es la voracidad. Su líder emblemático sabe que su mejor y única estrategia pasa por desacreditar al PSOE recurriendo al tiempo pasado, o negar la existencia del espacio ideológico que ambos comparten, también con IU. Cuando Pablo Iglesias (Turrión, que no Posse) afirmaba que “Podemos no es de izquierdas ni de derechas”, estaba creando ese espacio etéreo que, junto a las denuncias de corruptelas e ineficacias, pretendían hacer del PSOE un partido “viejo” e inservible… Pero ese empeño de Iglesias ha fracasado.
Ahora que Pedro Sánchez ha decidido pactar un nuevo gobierno “de cambio y de izquierdas”, que solo puede ser articulado con Podemos, se pondrán a prueba las condiciones y capacidades que deben definir a los líderes políticos en un sistema democrático. De poco le ha servido a Podemos poner a prueba la entereza del líder socialista anunciando la composición de medio Gobierno a toda España antes de negociar con quien es el llamado a presidir tal gobierno, porque Pedro Sánchez no se ha enrabietado lo suficiente como para hacer trizas la baraja, que es lo que buscaba Pablo Iglesias. Otra vez es el PSOE el que antepone lo mejor para todos (el cambio), a lo mejor para sí mismo. Otra vez está en las manos del PSOE dar salida al laberinto y resolver el dilema (“trilema” más bien) en que nos han sumido las Elecciones. Y lo hará, salvo que la voracidad de Podemos se convierta en enfermiza y no se sacie con nada.
Los programas electorales del PSOE y de Podemos son prácticamente coincidentes en sus propuestas. La aplicación de uno u otro culminará en el mismo modelo social, por lo que un desacuerdo final que impida un pacto de gobierno tendrá su causa en la obstinación de cada cual por imponer unas condiciones desaforadas. En este aspecto, las actitudes están claras: el PSOE busca el acuerdo con naturalidad mientras que Podemos supedita toda su colaboración a realzar la figura de su dirigente Pablo Iglesias, quien muestra una “soberbia intelectual” cada vez que habla que no pasa inadvertida a nadie, ni siquiera a su amigo Monedero.
La coincidencia en sus programas se convierte en un hándicap cuando la voracidad está presente en la estrategia de Podemos. Dicha coincidencia se convierte en una razón para que se desmidan aún más las ambiciones de Pablo Iglesias, mucho más empecinado en ofrecer “sonrisas del destino” (que Sánchez le debe “agradecer”), en “conquistar los cielos”, que en convertir la Tierra en un paraíso, o como poco en un lugar agradable para la convivencia.
Pero un fracaso en las negociaciones entre el PSOE y Podemos no solo ha de responsabilizar socialmente a quien lo impida sino que influirá de modo fundamental en las decisiones posteriores de los votantes. Pedro Sánchez ya ha anunciado que el pacto de izquierdas es su única prioridad. Pablo Iglesias todavía no lo ha hecho. ¡El sabrá a qué responden sus altanerías y sus estrategias!


Fdo.  JOSU  MONTALBAN