BALIDO O AULLIDO
No quiero aguar la fiesta de Bildu, que publicó hace unos
días un artículo (“Nuestra decisión, la paz”. El Correo, 01-10-2015) muy
interesante, pero creo que es preciso puntualizar algunos aspectos, porque
puede dar la impresión de que en España tuvo lugar (o está teniendo lugar aún)
un conflicto con ciertas similitudes al conflicto sirio que enfrenta,
principalmente, al dictador Bachar Al Asad con el Ejército Islámico (EI). Con
mucha generosidad podría admitir que en los primeros tiempos de la existencia
de ETA podrían ocultar sus perversas intenciones detrás del hecho de que la
dictadura franquista estaba omnipresente en la sociedad española, con una mayor
beligerancia en nuestra Comunidad Autónoma que, en aquel tiempo, no pasaba de
ser una sencilla región de la piel de toro. Pero, como he dicho, con gran
generosidad, porque a pesar del
significado de las siglas ETA (Euskadi y Libertad), ninguna de las fuerzas
políticas vascas, -clandestinas y en el exilio-, aceptaron como suya a aquella
ETA.
Aún resulta mucho más incongruente, e inaceptable, admitir a
la ETA después de la muerte del dictador, porque la Transición trajo consigo la
legalización de todos los partidos políticos, desde la extrema derecha hasta la
izquierda extrema, incluidas las formaciones separatistas e independentistas, y
la España constitucional que se construyó entonces, a pesar de algunas lagunas,
contaba con grandes dosis de comprensión y esperanza para todos. No es ningún
exceso afirmar que ETA se convirtió, tras la muerte de Franco, en la más infame
lacra, en la reliquia de un tiempo negro que, afortunadamente, estaba siendo
invadido por las luces de un amanecer remiso pero optimista. ETA, por tanto, y
quienes la han venido alentando es lo único que queda del franquismo. Por eso
me resulta chocante y absurdo que líderes de EA, de Alternativa y de Aralar
acepten firmar este artículo que solo asume y acepta los planteamientos de
Sortu (la antigua HB).
Resulta ya curioso el título del artículo porque la paz, como
resultado de una decisión tomada, obliga a pensar que la situación anterior aa
esa paz era la guerra. Quienes han venido aceptando la existencia de ETA como
la consecuencia de un conflicto, o debate más o menos encarnizado, deben
aceptar que todo conflicto desaparece cuando se produce un acuerdo, sin embargo
las guerras han terminado casi siempre en armisticios y treguas que han
facilitado la paz posterior. Y aquí nunca se ha producido un armisticio firmado
por dos partes, sino obedeciendo al capricho interesado de uno. A ETA, y a sus
adláteres (que nunca han sido EA, EB, ni Aralar), siempre le ha gustado el
lenguaje bélico y militar. Sus líderes, siempre encapuchados, han usado
términos como “hostilidades” o “tregua” con ánimo de dar a entender que había
dos frentes enfrentados entre sí y en continua pelea. Cuando Urízar, Ubera y
Matute, que son los firmantes del artículo junto al líder de Sortu Arraiz, no
estaban en Bildu no hablaban de “guerra sí o no”, sino de “democracia sí o no”,
y aún siendo críticos con el sistema, sus planteamientos eran bien diferentes
al de esta ocasión en que sirven de apoyo a quienes justificaron atentados
mortales, pusieron en tela de juicio la democracia y negaron la condición de
ciudadanos a quienes no pensaban como ellos, hasta tal punto de pasear por las
calles con todo su descaro portando gigantescas pancartas en las que rezaba la
bárbara leyenda “ETA mátalos”.
El artículo citado pretende legitimar una estrategia
equivocada e interesada. De hecho, aprovechan para invitar a los lectores a una
manifestación que se iba a celebrar en San Sebastián (ya se habrá celebrado),
todo dentro de una programación absurda que encadena un buen ramillete de
acontecimientos y convocatorias en los que los que siempre fueron amigos de los
etarras han rendido pleitesía al terrorismo. Es verdad que a lo largo del
artículo asumen su responsabilidad en varias ocasiones, pero siempre
compartiéndola, a partes iguales, con quienes no hemos hecho otro mal que
esperar la presencia ante nosotros de un terrorista que nos diera el pasaporte
y nos hiciera pasar a mejor vida. El descaro les llega tan lejos que se atreven
a achacar a las autoridades del Estado la responsabilidad porque “nunca vieron
con buenos ojos esta vía vasca (la suya) hacia la paz”. O sea, que los mismos
que practicaban la guerra eran los que pergeñaban un plan de paz, alejado de la
Justicia, y que solo a ellos les beneficiaba. Por fin su procacidad les empuja
a un abismo donde no caben las virtudes. Allí donde no cabe la virtud solo
caben los cambalaches y las disculpas interesadas. Para los firmantes del
artículo las responsabilidades quedan soslayadas en esta especie de
conmiseración con la que su culpabilidad se esparce por igual entre víctimas y
victimarios, peor aún, para ellos los culpables son los otros: “Nunca les gustó
la unilateralidad, ni para conseguir la paz”. Así legitiman esa unilateralidad
que proponen, después de que las víctimas cayeran todas de uno de los lados.
Se trata, pues, de un artículo tan abominable como
innecesario. Es verdad, como dicen, que “la paz es demasiado importante como
para reducirla a un relato de vencedores y vencidos”. Sí, es verdad, pero la
paz no la vulneraron dos partes enfrentadas en un litigio, sino la ignominia y
la brutalidad de ETA y de sus cómplices. Ya basta de reclamar comprensión por
parte de incomprensivos. Ya basta de violencia, incluso dialéctica, pero sobre
todo basta de engañiflas y basta de corderos que, según su conveniencia, balan
o aúllan.
Como he dicho, no es fácil de entender la autoría compartida
de este artículo. Solo por eso, ya merece ser desatendido, como poco.
FDO. JOSU MONTALBAN