“YO SOY EL ÚNICO RESPONSABLE…” (ARTUR MAS)
Este fue el inicio de la frase que Artur Mas odreció al
Tribunal Superior de Justicia para culminar de ese modo su intento de
inmolación voluntaria, es decir de autoinmolación. La frase completa, (“yo soy
el único responsable de lo que aconteció el 9-N, aunque fuera una legión de
voluntarios la que lo ejecutó”), define claramente al personaje que nos ocupa,
probablemente uno de los más nefastos políticos españoles desde que se recuperó
la Democracia.
Pocas veces se ha visto una comitiva más absurda que la que
formaron Artur Mas, y quienes le acompañaron, al acudir a declarar ante los
jueces el día 15 de octubre en Barcelona. Es verdad que esta parafernalia
impostada responde a ese empeño de una minoría de catalanes (poco más que un
33% de los contenidos en el censo electoral), que quieren la independencia de Cataluña.
Y es verdad también que no es bueno que la Política muestre su impotencia ante
esta propuesta populista de Mas, que está convulsionando en exceso a la
sociedad catalana y está convirtiendo la convivencia de los catalanes en una
quimera. Pero, siendo verdad eso, ya no caben más paños calientes: la máxima
responsabilidad de esta debacle es de Artur Mas. Resulta clarísimo que si Artur
Mas toma el camino que la Ética y la Decencia deberían dictarle, es decir si se
va, la discusión sería más razonable y la solución del problema, aun siendo
complicada, empezaría a ser atisbada.
15 de Octubre en Barcelona: la procesión de encorbatados, con
Mas a la cabeza, para asistir a la autoinmolación del President resultó
patética. La foto frontal exhibida en los diarios, que completaban siete
hombres y tres mujeres (una de ellas, como es lógico, su esposa) no puede
resultar más agresiva para tantos españoles, -catalanes incluidos-, que acuden
solos a los Juzgados, interiormente avergonzados quienes se saben culpables,
por causas mucho menos escandalosas que esta de Artur Mas. Porque a mí no me
cabe ninguna duda de que Mas se va a ir de rositas, incluso reforzado, mientras
que a quien, por ejemplo, ha robado en el cepillo de una iglesia para dar de
comer a sus hijos hambrientos, la vergüenza ante sus vecinos y conciudadanos le
caerá sobre la cabeza y su reputación como un mazazo irresistible.
Artur Mas no está avergonzado por incumplir la Ley o las
normas democráticas. Inflado como un pavo ha pasado bajo la bóveda que improvisaron
400 alcaldes catalanes de las fuerzas afines ocasionalmente a Mas con sus
bastones de mando, de madera noble tallada y puños esculpidos. Jamás los
bastones de mando de los alcaldes sirvieron para un acto tan escasamente
edificable. La cohorte que le acompañaba también pasó bajo los bastones,
probablemente sintiendo como el poder legal y legítimo se doblegaba ante la
soberbia de quien se considera por encima de la Ley. Así ha sido, tras la
desobediencia la soberbia. Él, que ha firmado tantas leyes catalanas,
controvertidas como casi todas, que algunos catalanes han aplaudido y otros han
abroncado, se niega a acatar las Leyes de los estamentos superiores a los que
él preside. Que pueden ser desacertadas, sin duda, lo mismo que las que él ha
firmado. Por eso su deber es dar ejemplo y acatar la Ley.
El asunto traerá cola. Ya la traía desde que su cobardía le
empujó a llamar “proceso participativo” a lo que era un referendo ilegal, lo
que ha llevado a que alguien haya afirmado que se trata de “un demócrata
perseguido por poner urnas”. Lejos de haber acudido al lugar convencido de que
deberá acatar los veredictos, ha recibido con una sonrisa palmadas envenenadas
de sus compañeros, como la del Coordinador de CDC Rull que se ha permitido
adelantar que “Cataluña tiene el derecho y el deber de ignorar una posible
inhabilitación del presidente catalán”. Me permito afirmar que no creo que haya
habido nadie en ningún Gobierno del Mundo que haya apuntalado su liderazgo con
una cartilla de servicios y éxitos tan escasa como la de Artur Mas. Como líder
político, y como gobernante, no muestra más caudal que su oportunismo y su
osadía. Ha dicho que “desoír a la Justicia si le inhabilita dependerá del
momento político en que estemos y de la situación jurídica del país”. ¿Cabe desafío mayor?
Puede ser que llegue a armarse la de San Quintín, que debió
ser farragosa e incomprensible. De momento la mayoría de los líderes políticos
españoles que no están en ese engendro que se llama “Junts Pel Si”, resuelven
el conflicto refiriéndose a él como buenamente pueden, y demasiado remisos en
sus valoraciones sobre las bravuconadas de Mas. Desde luego que lo primero de
todo critican, todos ellos, los pasos dados por Mas de forma unilateral; y
después abogan para qué el problema sea resuelto en el ámbito de la Política,
porque “la solución está en el diálogo, la amplitud de miras y los acuerdos
democráticos”. Este último entrecomillado pertenece a otro líder político
español, nacionalista como Artur Mas, pero mucho más juicioso que él.
Y yo subrayo estas últimas palabras de Ortúzar (PNV).
Igualmente hago mías las palabras de Pedro Sánchez, que tendrá que afrontar el
problema si finalmente llega a la Moncloa, que imputa la parte de
responsabilidad que le toca a Rajoy y a su Gobierno, por haberse mostrado tan
escasamente avezados e inteligentes para evitar este enfrentamiento irracional…
Pero el responsable de este desaguisado ha sido, y sigue siendo, el
incompetente Artur Mas.
Fdo. JOSU MONTALBAN