IGLESIAS, OTEGI Y LA CARTA DE BARBARA DÜHRKOP
Sólo hace cuatro días que Bárbara Dührkop, la viuda del
socialista asesinado Enrique Casas, escribió su “Carta abierta a Pablo
Iglesias” (El País, 12-3-2016), que merece ser tenida en cuenta, porque aunque haya
quien crea que ETA ha acabado y ya no está presente en nuestras vidas el
terrorismo que protagonizó durante tanto tiempo, -con mucha mayor virulencia y
sangre en la época democrática que durante la dictadura franquista-, la memoria
está teñida de tristeza, de luto oscuro y de miseria moral.
La misiva de Bárbara coincide con la excarcelación de Otegi y
su más que definitiva candidatura para ser el lehendakari de todos los vascos,
incluso de los que lloran las muertes de los asesinados por su banda criminal.
Es esto lo que confiere un valor especial a la carta, porque aunque va dirigida
a Pablo Iglesias (Podemos) significa mucho más que una carta personal. Dado que
Podemos fue la fuerza más votada en Euskadi en las últimas Elecciones
Generales, las palabras de Pablo Iglesias cuando fue preguntado sobre una
posible condena a ETA (“…eran otros tiempos,… fruto de un conflicto político”),
son muy graves porque incluso sobrepasan la raya marcada por Otegi en su
liberación, que ha asumido la culpa y el error, sin duda inducido por ser útil
a su nueva misión como candidato a Lehendakari.
Resulta vergonzoso que sean gentes como Iglesias u Otegi
quienes se atrevan a interpretar esta Euskadi (o España) sin la violencia
etarra, y más vergonzoso aún que lo hagan con tanta osadía. Iglesias se apoya
en una obviedad (nada obvia, por cierto) que puede herir profundamente a las
víctimas de ETA: “Condeno a ETA y la duda ofende”. Sin embargo han sido
demasiadas sus alusiones a ETA preñadas de esfuerzos comprensivos. Iglesias dijo
hace no mucho tiempo que “nadie debería ir a la cárcel por sus ideas”, en
alusión a Otegi. Y dijo que, teniendo clara su condena del terrorismo
“…trataría de comprender las claves políticas fundamentales”, como si las
prácticas terroristas pudieran ser comprendidas en Democracia, como bien ha
achacado Bárbara en su escrito: “Sr. Iglesias, le recuerdo que en 1984
(asesinato de su esposo) ya existía la democracia”. ¿Cómo se pueden entender
los comportamientos de Iglesias, si no es porque antepone la captación de votos
a un juicio mesurado y justo del hecho terrorista? En su estrategia de
camuflaje, -que Pablo Iglesias y los suyos han puesto en marcha en el momento
en que han afluido los votos vascos hacia su formación-, han topado con el
“protegido” por ellos, Arnaldo Otegi, que le ha pedido colaboración para
conseguir nada menos que la independencia de Euskalherria, que es incluso más
que la de Euskadi. Inmediatamente Iglesias hizo sumas y restas para decidir,
¡cómo no!, negarse a ello. Es evidente que primó la aritmética (cantidad)
frente a la razón (cualidad y calidad del juicio y de los votos).
Euskadi, conforme se aproximan las Elecciones autonómicas, se
va sumiendo en la confusión. Conviene leer la letra pequeña de los diarios para
forjar una opinión más o menos certera, pero con los titulares de las noticias
hay quienes se enrolan en discusiones de bar que a casi nada concluyen, pero
terminan por armar posiciones y opiniones que simulan auténticas estrategias y
doctrinas políticas. Veamos, si no, qué encierra este titular de periódico:
“Los exreclusos de ETA dejan libertad a los presos para que se acojan a vías
individuales (de inserción)”. Para mí tengo que esto responde al famoso dicho
de “el muerto al hoyo y el vivo al bollo”, es decir, que niega la estrategia
anterior desarrollada con los presos y los deja solos y desamparados, en todo
caso amparados por sus familias y amigos, cada cual con los suyos. No está mal,
porque la Democracia de la que gozamos ha ofrecido vías de inserción y acogida
que tanto ETA como sus brazos políticos (HB, EH, Sortu…) han despreciado por
ser poco provechosos para sus fines.
Eso sí, de nuevo han sido engañados los presos de ETA. Lo
doloroso es que lo han sido por quienes fueron presos antes que ellos, es decir
los exreclusos de ETA. Se reunieron alrededor de 600 expresos y argumentaron
entre aplausos que las vías individuales de inserción “aunque sean pasos
individuales y se materialicen de manera individualizada, serán decisiones
colectivas”. Y tras esta argumentación los expresos se fueron a sus casas a
echar la siesta, o a alguna sidrería de la zona a comer carne regada con el
jugo de las gigantescas kupelas. Aquí ya no se salva casi nadie de la ignominia
y el oprobio, porque uno lee estas aportaciones de quienes ya son líderes
también de opinión, como Iglesias u Otegi, o de valientes de salón como son
ahora los expresos de ETA, y solo quedan dos opciones, o el cabreo o la
ignorancia, como si no hubiéramos aprendido nada.
En todo caso nos queda la Memoria a quienes queramos recordar
y no ignorar, aunque solo sea para que nada de aquello se vuelva a repetir. La
carta de Bárbara Dührkop es bellísima, aunque hable de tristezas. Es el
testimonio de una viuda que no quería ser viuda, de la madre de unos huérfanos que
tampoco querían serlo. Es el testimonio de unas lágrimas que nunca debieron ser
derramadas por aquel motivo. Sus palabras son “de paz” y de ofrecimiento a la
concordia, pero de una concordia asumida y aceptada, que requiere conmiseración
y requiere, sobre todo, que asesinos y cómplices de tal pidan perdón desde la
humildad y no desde la altanería.
Fdo. JOSU MONTALBAN