LA DESIDIA DE PP Y PODEMOS
No resulta nada aleccionador comprobar cómo se vienen
comportando nuestros líderes políticos desde que el pasado 20 de Diciembre las
Elecciones Generales nos depararon unos resultados endiablados. Hay quien cree
que aquellos resultados, que correspondieron a la voluntad de los españoles,
están deparando justamente lo que ya anunciaron, pero si esta conclusión es
justa, por ajustada, resulta nefasto pensar cómo se están comportando los
líderes, empeñados en la intransigencia en lugar del acuerdo entre diferentes.
Claro está que hay diferencias importantes entre las formaciones políticas: los
programas electorales las delatan, pero una vez culminado el proceso electoral
los ciudadanos se avienen a aceptar, - y valorar, claro está-, lo que los
líderes hacen con los resultados obtenidos, cómo los interpretan, de qué modo
los leen y cómo les dan la debida utilidad. El hermetismo y el atrincheramiento
en sus posiciones no es nada apropiado para los tiempos que estamos viviendo
actualmente, porque a los dos o tres meses previos al día electoral en los que
las instituciones marchan al ralentí, para evitar sobresaltos en los electores,
hay que sumar los tres meses que ya han pasado desde el 20D. El comportamiento
de los líderes ha dejado mucho que desear. Sólo Pedro Sánchez y Albert Rivera
se salvan de la debacle.
Lo trascendental ha sido el comportamiento del actual
Presidente Rajoy, que no solo protagonizó una vergonzosa espantada ante el Rey
y Jefe del Estado, sino que aún mantiene su lanza en ristre ante el fracaso inicial
del acuerdo PSOE-C´s. ¿Cómo puede mantener su opción, tal como ha anunciado,
quien antes rechazó todo esfuerzo para cumplir con su deber? Y lo mismo cabe
decir del comportamiento del ínclito Pablo Iglesias, -Turrión, que no Posse-,
cuyo comportamiento obsesivo consiguió abortar el acuerdo, si no de izquierdas,
sí al menos progresista, entre las dos fuerzas que fueron capaces de hacer algo
provechoso (PSOE y C´s). Los comentarios de los medios de comunicación están
siendo contundentes, sin embargo resultan demasiado remisos en sus críticas y
en la valoración de las culpabilidades.
En la última semana han tenido lugar dos celebraciones que
dan testimonio de hasta qué punto resultan poco responsables las actitudes y
comportamientos de los líderes. Desde el cinco de Marzo en que tuvo lugar la
segunda votación para la Investidura de Pedro Sánchez, que resultó fallida, los
líderes no han sacado ni un solo momento para reunirse y deshacer el entuerto
causado. Sin embargo, con motivo de las celebraciones del Día de la Mujer, y
del Aniversario de los atentados del 11M los líderes han compartido marcha en
las calles y protagonismo, aunque tales comportamientos no hayan pasado de la
dimensión testimonial.
Las estrategias, -yo diría, más bien, estratagemas-, han convertido
en desencuentros lo que la sana y justa corresponsabilidad debería haber
convertido en encuentro. El PP ha anunciado por boca de Rajoy que no conviene
su reunión con el PSOE antes de la Semana Santa, a pesar del apremio. Podemos,
por boca de su Pablo Iglesias, ha puesto condiciones a las posibles reuniones
buscando retrasos y controversias definitivos que impidan el encuentro. Nadie
parece dispuesto a propiciar lo que todos los españoles, en sus casas, desean.
No solo los economistas, también quienes significan algo en las organizaciones
sociales, reclaman estabilidad, principalmente porque no es de recibo que nos
siga representando en el Mundo un Presidente caducado que ni quiere ni puede
representarnos a tenor de los acontecimientos devenidos.
Recientemente ha surgido un curioso debate en torno a un
acuerdo del Parlamento español, apoyado por bastante más de doscientas, de los
trescientos cincuenta diputados, que obligará a Rajoy y al PP a mantener un
posicionamiento ante un Organismo Internacional diferente a lo que viene
defendiendo institucionalmente en España, concretamente con respecto al
infierno que vienen sufriendo tantos miles de refugiados sirios que llegan
hasta Turquía, en dirección hacia Europa. En esta decisión tomada a coro por PSOE,
Podemos y C´s, de favorecer la acogida de los sirios espantados por la guerra
civil en su país y las miserias subsiguientes, cabe una premonición que bien
debería anunciar la composición de la gran coalición a tres para la formación
del futuro gobierno español aún pendiente, eso sí, con los brazos abiertos a
quien quiera avenirse a él.
Vivimos en una especie de provisionalidad que no es buena
para nadie, porque cuanto se debatió durante la campaña electoral del último
Diciembre ha provocado demasiados enfrentamientos entre los líderes, mucho más
empeñados en apuntalar sus respectivas supremacías que en satisfacer las
peticiones de los ciudadanos. Lo cierto es que cada vez son más los que valoran
muy negativamente esta desidia mostrada por los líderes del PP y Podemos, cuya
cerrazón interesada solo ha servido para eternizar la crisis social y política,
que mucho más grave incluso que la crisis económica.
Fdo. JOSU MONTALBAN