LAS “BARONÍAS” Y EL PSOE
Ahora mismo España debería tener ya un Gobierno, pero los
endiablados resultados de las Elecciones del 20D, y las aviesas intenciones de
los líderes de algunas fuerzas políticas, que prefieren sacar provecho
electoral en unas nuevas Elecciones en lugar de facilitar acuerdos, han hecho
que estemos abocados a consumar un fracaso más que escandaloso. Pedro Sánchez
asumió su responsabilidad de formar una mayoría suficiente, pero la mayoría de
los líderes le han cerrado el camino hacia la Moncloa. Ningún otro líder se ha
arriesgado, aunque la última palabra la tiene el Rey, y no parece que quiera
arriesgarla de nuevo.
Pedro Sánchez lo tiene crudo por dos razones. Fuera del PSOE
solo está encontrando negativas pero, ¿está acaso recibiendo impulsos y
parabienes dentro del PSOE? El PSOE siempre ha sido un partido
presidencialista, aún a costa de buena parte de la democracia interna de la
formación. Felipe González, debidamente asistido por el audaz Alfonso Guerra,
capitaneó un partido eficaz que aguantó catorce años seguidos en el Gobierno,
auxiliados ambos por famosos socialistas, de diversas procedencias y
características, que habían hecho de la Transición su escuela y su universidad.
De aquel tiempo proceden las hoy famosas “baronías”, los barones que gobernaban
en los territorios autonómicos, en donde consumaron sus famas y sus
autoridades. Los barones, por tanto, no son nobles procedentes de la Edad
Media, sino que responden a un término político con el que se nombra a quienes
gobiernan los territorios y las regiones españolas. Curiosamente el término
“baronía” solo es usado para nombrar a los socialistas, ya que cuando quienes
gobiernan las Autonomías son personas del PP, regionalistas o nacionalistas, no
son llamados “barones”.
Pues bien, esas baronías se permiten con demasiada frecuencia
poner en un brete al Secretario General Pedro Sánchez, al que no asesoran sino
que conminan a tomar decisiones que debería decidir él solo o, como mucho, la
Comisión Ejecutiva del PSOE. Hace algún tiempo se ha visto obligado a consultar
a la militancia un acuerdo que había sido firmado con C´s, con el riesgo de que
un resultado adverso hubiera supuesto su salida de la Secretaría General. En la
misma reunión se tomó la decisión, ligera, de celebrar un Congreso del PSOE los
días 21 y 22 de Mayo. En gran medida tales decisiones vinieron empujadas por
los deseos de los barones, ya que Pedro Sánchez había anunciado terminantemente
que no pactaría nunca con el PP, y que su socio preferente para formar gobierno
sería Podemos. No gustaron estas intenciones a los barones, aunque ninguno de
ellos había recibido los apoyos del PP para gobernar sus territorios, y sí los
apoyos de los grupos autonómicos de Podemos. Pero, sin embargo, los más osados
pusieron el grito en el cielo, embridaron a Pedro Sánchez para que su decisión,
cualquiera que pudiese tomar, fuera sopesada y dirigida por los barones.
Ninguno de ellos ha permanecido callado. Ni siquiera ha
expresado sus opiniones con la debida discreción. Vaya en descarga de casi
todos que han sufrido, en mayor o menor medida, la deslealtad de los chicos y
chicas de Pablo Iglesias en sus respectivos Parlamentos, pero las salidas de
tono del extremeño Fernández Vara, o de García Page, o de la andaluza Susana
Díaz, que parece más bien un contrapeso o una amenaza que una colaboración
solvente, no han facilitado mucho la labor de Pedro Sánchez. Y bien, parece
razonable admitir que las aportaciones de los barones son necesarias para la
buena marcha de las gestiones que se están realizando para la formación del
Gobierno, pero los barones deberían sopesar cada momento y circunstancia para
convertir en útil aquello que, voceado sin mesura, es totalmente
contraproducente.
A lo largo del tiempo el PSOE se ha caracterizado por favorecer
el debate interno en su seno, basando sus decisiones en el respeto a su
democracia interna. La organización del PSOE no la ostenta ningún órgano que
esté compuesto exclusivamente por los famosos barones, si bien muchas de ellos
integran otros niveles organizativos: Ejecutivas, Comités, Congresos,
Comisiones, etc… Son esos órganos los llamados a colaborar con Pedro Sánchez,
para quien las consultas a los barones han de ser un instrumento de ayuda, y
muy poco más. Ahora los famosos barones han pedido al Secretario General que
retrase el Congreso que ellos mismos habían programado, y exigido, para el 21
de Mayo. Tal retraso es lógico estando como estamos aun intentando formar un
Gobierno, pero era igual de lógico que no se hubiera programado para la fecha propuesta,
que estaba a la vuelta de la esquina, en la que muchos presagiábamos que no
estaría resuelto el problema de la formación del Gobierno.
El PSOE adolece de algo que suele afectar a la izquierda con
mucha más intensidad que a la derecha. Los conservadores, como su nombre
indica, conservan, mientras que los progresistas, es decir las izquierdas,
tienen que evolucionar y cambiar para progresar. Las derechas soportan buena
parte de sus ideas y posicionamientos en la fe, mientras que las izquierdas lo hacen
en la fe y el futuro. En el momento que nos ocupa actualmente las buenas
intenciones y los desvelos con que Pedro Sánchez intenta hacer un Gobierno
progresista, de cambio, tienen que encontrar en los “barones” la más
desinteresada colaboración. Será en los órganos internos del PSOE donde se
diriman las diferencias y se planifiquen los nuevos tiempos. Lo mejor que
podría ocurrir es que no haya “barones” en el futuro, que no se dejen llamar
con esa palabra, para que nadie se sienta elegido, por encima del bien y del
mal.
FDO. JOSU MONTALBAN