ELECCIONES ENCADENADAS EN EUSKADI
En un espacio de tiempo de solo cuatro meses van a tener
lugar dos procesos electorales en la Comunidad Autónoma Vasca. El breve espacio
de tiempo se complica aún más porque hace solo cinco meses se ha producido otro
proceso cuyo resultado incierto y ajustadísimo ha puesto a los líderes
políticos contra las cuerdas. El fracaso cosechado tras las Elecciones
Generales del 20 de Diciembre del año pasado, también fue un fracaso en
Euskadi, donde las fuerzas políticas de ámbito estatal han secundado el
comportamiento de sus líderes nacionales, y las fuerzas nacionalistas o
independentistas han optado por no dar ni un solo paso en ninguna dirección. Da
la impresión de que en el tablero vasco, en el que se juega la partida electoral,
las fichas se están moviendo solas, empujadas por el aire que levantan los
sondeos y las encuestas. Da la impresión de que a los líderes y a las
direcciones de los partidos vacos les están moviendo los vientos procedentes
del Estado. Da la impresión de que todos ejercen la cautela y, agazapados,
esperan las oportunidades propicias que no responden tanto al buen momento por
el que puedan pasar en base a sus méritos sino al descalabro que puedan sufrir
los otros por los casos de corrupción o los escándalos de todo tipo.
Está claro que hasta el 26J (fecha de las próximas elecciones
generales) los líderes seguirán hablando de las mismas cosas que han venido
hablando desde la Campaña electoral correspondiente al 20D. Las variaciones
solo tendrán el componente oportunista que ha tenido el paso dado por Podemos e
Izquierda Unida, -“Unidos Podemos”-, que se han enlazado matrimonialmente en
una unión de intereses muy bien calculada por Podemos, pero bastante peor
calculada por IU, que asistirá sin duda al principio de su agonía: no morirán
los miembros de IU mejor ubicados en el escalafón actual del grupo ex
comunista, pero se diluirán en las aguas turbulentas de Podemos, supeditados a
las idas y venidas, imposiciones y caprichos del Gran Capitán. “Unidos Podemos”,
que ha omitido el término “izquierda” de las tres palabras llamadas a darse la
mano en la empresa (Izquierda, Unida y Podemos), solo ha conservado una de ella
(Podemos), que será la repetida por quienes pidan el voto desde las tribunas de
oradores en reuniones masivas y mítines electorales. Esta es la única
incertidumbre, ver hasta qué nivel puede llegar la confluencia de intereses en
que ambos han basado su “proyecto”.
Lo demás ya está más o menos controlado. Porque la derecha
española mantendrá su nivel en las Generales, en votos y en escaños, pero las
izquierdas siempre ponen un empeño excesivo en debatir con minuciosidad
enfermiza las diferencias, aunque sean de escasa entidad, mientras desprecian
la importante riqueza que suponen las coincidencias. En los comportamientos de
las izquierdas y las derechas se produce un importante contrasentido. En las
derechas apenas se discuten los liderazgos porque todos tienen claro cuál es el
objetivo: alcanzar el poder. Mientras que las izquierdas discuten sin parar,
-líderes contra líderes-, para conseguir en primer lugar el liderazgo dentro de
la propia izquierda que les pueda llevar al poder. Esa actitud tan escasamente
práctica es la que hace decir a Pablo Iglesias y a Alberto Garzón que su
acuerdo pretende el “sorpasso” o adelantamiento del PP, es decir de la derecha,
omitiendo e ignorando que para que tal adelantamiento se llegue a producir será
necesario un “sorpasso” previo, -llamémoslo “sorpassito”-, mediante el cual
adelanten al PSOE.
Esta es la absurda situación en que nos encontramos, tan
absurda que ha llevado a los votantes a calcular las previsiones numéricas que
adelantan las siempre interesadas encuestas en lugar de discernir entre las
propuestas presentadas, -que constituyen la esencia de la ideología de los
partidos-, para buscar las mejores para los ciudadanos. Los periódicos, que
llenan sus páginas con los mismos asuntos, en los que se confunde los
poselectoral y lo preelectoral en la tesitura actual, no cesan de hacer
conjeturas que solo consiguen plasmar lo evidente: en seis meses casi nadie
cambia su opinión, todos mantienen el sentido de su voto, por lo que el baile
de escaños en que se fundamentará la futura estructura de la Cámara de los
Diputados se asemejará mucho más a un pacífico tango, comparada con la
anterior, que a un ajetreado rock and roll.
Si este es el panorama esperado, ¿cabe esperar alguna actitud
nueva, más concienzuda y constructiva que la mostrada por los líderes tras los
resultados del 20D? De nuevo no nos queda otra salida que esperar los
acontecimientos. La clave está en quién protagonizará el “sorpasso” al PP, si
ha de ser el PSOE o será ese engendro surgido del interés que se va a llamar
“Unidos Podemos”. Como el número de escaños no va a ser suficiente ni en las
izquierdas ni en las derechas, para asegurar un Gobierno fuerte habrá que
volver a negociar el futuro, en unos casos para acordar el nuevo tiempo con
buenas intenciones, y en otros con la intención tan artera como fundamental de
hacer negocio. Para alcanzar la meta habrán de ser necesarios los escaños de
las minorías –regionalistas, nacionalistas e independentistas- siempre
dispuestas a intercambiar favores muy diversos.
Y ahí entramos en otro campo, igualmente importante, en
nuestra Comunidad Autónoma. En el otoño serán las Elecciones Vascas para las
que las encuestas se muestran dubitativas. Sin embargo bien se ve que el
espacio que piensa ocupar Podemos en Euskadi se va a encontrar demasiado lleno.
El desmedido afán por fichar a la juez Garbiñe Biurrun para competir contra
Otegi ha quedado en agua de borrajas tras la renuncia lógica de la Juez que, me
aventuro a adivinar, ha respondido al secundario papel que la esperaba sometida
a una dirección de Podemos en Euskadi que no va a decidir si siquiera el color
del papel que cubrirá las paredes de los despachos de su sede. El chip de las
mentes de los vascos va a sufrir un importante shock entre Junio y Octubre,
porque a pesar de la cercanía en el tiempo van a ser muy diferentes las
circunstancias que rodeen a ambas elecciones. Serán diferentes los discursos,
los programas, las consignas y los slogans. Serán diferentes los discursos
aunque vayan dirigidos al mismo fin, como es la obtención de la mayoría de los
votos. Y serán diferentes las intenciones de buena parte de los votantes aunque
depositen en la urna las mismas papeletas. ¿Perseguirá Podemos en Euskadi el
mismo “sorpasso” que pretende en España? En Euskadi no precisa de ningún
“sorpassito” intermedio, por lo que su adversario (“enemigo” para algunos) será
el PNV, pero si necesita cómplices para desbancarles, ¿a quién recurrirá?
Podemos se mueve bien en las contradicciones, le sirven todos con tal de que
voten, igual los rotos que los descosidos, los virtuosos o los desvirtuados…
Puede darse la paradoja de que precisen los apoyos de los diputados del PNV en
el Congreso de los Diputados, y tres meses después combatan al PNV, a brazo
partido, para destronarle en las Elecciones Autonómicas Vascas.
Ocurre que cuando la esencia de un programa político es la
urgente conquista del poder, a cualquier precio, caben estas situaciones que
solo pueden resolverse en el diván de los siquiatras.
FDO. JOSU MONTALBAN