EMERGENTES, INTRANSIGENTES, INCOMPATIBLES…
(Dedicado a Albert Rivera y Pablo Iglesias)
A la hora de analizar de qué modo se está haciendo la
Política en España, conforme los líderes se han venido pronunciando desde las
últimas Elecciones Generales del 20D, cabe sacar algunas conclusiones. Dejemos
atrás los tiempos anteriores. Según proclaman todos, vivimos tiempos de cambio,
en el fondo y en la forma. Si la Política se ha de dedicar a gobernar a los
pueblos y a los ciudadanos, a facilitar que las vidas sean más confortables y
llevaderas, es evidente que estamos en un nuevo tiempo, tanto por el rigor con
que viven muchos españoles sumidos en sus dificultades como por los vicios
adquiridos por el sistema político, infestado de prácticas perversas, en donde
han aflorado la insolidaridad y la corrupción: la insolidaridad de quienes
creen ser muy diferentes y quieren convertir las diferencias en privilegios,
-nacionalismos y regionalismos mal entendidos-, y la corrupción de quienes han
convertido el ejercicio de gobernar en una mera ostentación de poder para
usarlo en su provecho, convirtiendo las prácticas corruptas en un “modus
operandi” dirigido a lograr el enriquecimiento propio por encima de cualquier
otro fin. ¿A quién puede extrañar que hayan surgido nuevas formaciones, nuevos
proyectos o nuevos líderes en medio de las nuevas oportunidades?
En ese sitio se acomodan los partidos emergentes (Ciudadanos
y Podemos). Y en el áspero ámbito social en que han surgido se ha cultivado su
éxito, que les ha dado 110 escaños en la primera ocasión en que han acudido a
las Elecciones. Unos (C´s) pusieron sobre la mesa la esencia, la ciudadanía que
nos asiste a todos los españoles y españolas, que debe contener una serie de
características y atributos. Otros (Podemos) pusieron el afán voluntarista, la
negación de las dificultades que esgrimían los líderes de los partidos clásicos
para lograr objetivos igualitarios y solventes para todos. En sus
concentraciones voceaban un “¡Sí se puede!” enardecedor que negaba casi todas las
dificultades. La emergencia, -de surgir o emerger, mucho más que de urgir-, se
convirtió en la característica común de C´s y de Podemos, pero a lo largo del
tiempo y de sus vicisitudes, cuando los dos se han situado en la mesa de
pruebas, han mostrado sus vicios y sus carencias.
Desde luego que son nuevos, pero sus líderes actúan como los
viejos y clásicos: persiguen más el poder que el gobierno, tienen miedo a casi
todo, previenen para protegerse de riesgos, fundamentan sus liderazgos en
posiciones intransigentes, y extreman sus diferencias (y las proclaman con
estridencia) para justificar sus incompatibilidades con los demás y mostrarse
victoriosos en la arena sin necesidad de contrastar sus fortalezas o
debilidades. Tal está ocurriendo. Los dos únicos líderes que no han sido
fotografiados sólo han sido Albert Rivera y Pablo Iglesias. (Una sola vez han
facilitado su encuentro a solas). Esta circunstancia constituye una
característica muy a tener en cuenta. Por si fuera poco, cada cual por su lado,
se han empeñado en subrayar tal incompatibilidad repitiendo en demasiadas
ocasiones que todo acuerdo del líder del PSOE Pedro Sánchez con cualquiera de
ellos, no será aceptado por el otro. Sí, es cierto que en los últimos días las
intransigencias se han reblandecido, pero el mero hecho de que fueran
anunciadas convierte a los emergentes en inmaduros e inconsistentes.
¿Consideran que la situación actual es más dura que la que encontraron Fraga,
Suarez, Gonzalez, Carrillo, Pujol, Ajuriaguerra y otros, cuando se sentaron
para pergeñar la Transición democrática del franquismo a la Democracia?
Aqueellos sabían a lo que se enfrentaban, ¿lo saben éstos? Lo sabían y pusieron
toda la carne en el asador. Estos dos emergentes de hoy, que han usado la
figura de una segunda transición para justificar su afloramiento no parecen dispuestos a esforzarse como
aquellos. ¡Qué pena!
Lo cierto es que los dos dicen que repetir las Elecciones es
un fracaso, pero ellos nos abocan a ello. Su incompatibilidad mutua resulta
impostada, es decir, una engañifla. Su intransigencia es solo un modo de cubrir
sus carencias. Solo les identifica la novedad, todo lo demás les distrae y les
separa, aunque los dos surgieran para luchar contra la corrupción, la
inoperancia y la ineficacia del sistema político. Viven, cada cual en su
burbuja, como si la vida no existiera más allá de los límites que ellos mismos
han marcado.
Nunca las fuerzas políticas clásicas han sido tan
obstaculizadoras. Rivera e Iglesias deberían pasar un fin de semana juntos: en
el mar o en la montaña, pero juntos.
FDO. JOSU MONTALBAN