ESTIMADO CIUDADANO OTEGI
Aunque no tengo el honor de conocerte (permíteme el tuteo)
personalmente, sí tengo el de conocer tus andanzas y tu trayectoria política.
Precisamente ahora cobran una importancia muy grande, pues no en vano vas a ser
el candidato a Lehendakari de todos los vascos. Y empiezo por adelantarte que,
a tenor de tu trayectoria, no eres el adecuado, porque tu vida está llena de
pasajes en los que has tratado a algunos vascos de modo muy diferente a otros,
negándoles derechos e imponiéndoles obligaciones y modos de vivir que
convertían sus vidas en auténticos calvarios. Para corroborar cuanto digo basta
con repasar, siquiera sucintamente, mis propios avatares.
Yo soy un vasco, hijo de vascos y nieto de vascos. Mi padre
sufrió la cárcel durante tres años, si bien estaba condenado en un principio a
una pena de muerte que se quedó posteriormente en cadena perpetua. Franco y su
régimen fueron los artífices de aquella barbaridad. En el año 1983 comparecí en
una Elecciones en las filas del PSE pues, aunque hombre de izquierdas
convencido, nunca me ha tirado el abertzalismo. Mi vida política activa me ha
hecho pasar por varios parlamentos e instituciones desde entonces, ocupando
lugares de mayor o menor relevancia, en los que he intentado siempre ser
servicial y responsable. Pues bien, un día fui citado en un cuartel de la
Guardia Civil donde un mando de tal, con cara circunspecta, me mostró un
escrito en el que mi nombre formaba parte de un listado de amenazados. Al final
del listado estaba el fatal anagrama, con el hacha y la culebra, de ETA. El
mando que estaba sentado frente a mí me miró a los ojos y me dijo “¡esto es lo
que hay!”. En un instante pasaron muchas imágenes por mi mente, todas ellas
envueltas en una pregunta: ¿por qué? Aún anduve algún tiempo sin escolta, pero
alguna carta llegada a mi casa, y a casa de un familiar muy directo, terminaron
por convencerme de que al menos debía prevenirme. Así fue como conocí a tantos
escoltas que han llegado a convertirse en amigos, a los que aprecio muchísimo
más que a los que vitoreaban a ETA y a sus presos, entre ellos tú.
Porque escuchándote en la entrevista que te ha hecho Jordi
Évole, me he quedado boquiabierto con algunas de tus afirmaciones. Según tú “la
Policía y la Guardia Civil están haciendo todo lo posible para que ETA no se
desarme”, a pesar de que ha quedado demostrada la voluntad de hacerlo por parte
de ETA. Yo no tengo ahora mismo el dato del número de agentes de las fuerzas del orden asesinados por ETA,
pero deben ser muchos, lo que convierte tu afirmación en miserable. Más o menos
tan miserable como la de que “a parte del Estado le hubiera convenido que ETA
hubiera seguido matando”. Se trata de otra aberración miserable teniendo en
cuenta que la acción terrorista nos e paró ante ninguno de los representantes
del Estado: jueces, ministros, agentes judiciales, policías municipales, etc…
Estas dos afirmaciones han resultado cruciales a la hora de
sacar conclusiones tras la entrevista. Al parecer los terroristas de ETA nunca
tuvieron intención de matar (“La intención del atentado de Hipercor no era
matar, si no, no avisas”). ¿De qué modo se puede interpretar esta afirmación?
Si la intención no era matar, ¿qué pretendía ETA? ¿O sea que quieres decir que
los 21 muertos de aquel atentado no son achacables a ETA, o que hay que tildar
también de responsables a quienes no tomaron las medidas oportunas para evitar
la masacre? No solo miserable, tu apreciación me parece despreciable.
La verdad es que, sabiéndote ya candidato a Lehendakari, ha
habido algunas respuestas dignas de tener en cuenta, principalmente para
intentar que nunca llegues a serlo. Es verdad que has apostado por el cese del
terrorismo etarra, pero no has aportado nada para descalificar las actuaciones
de los terroristas. No has condenado la violencia terrorista “porque cuando se
estaba produciendo no lo hiciste”. De modo que lo que propones es extender un
velo sobre el terror, ocultar a los asesinados bajo el sudario del olvido. Sin
embargo todo son disculpas y subterfugios para que los etarras que aún quedan
se sientan algo justificados: “Todavía no hemos demostrado que sean posibles de
alcanzar los objetivos por vías democráticas…Me alegraría que entendieran que
el fin de ETA debe concluir con los presos en la calle”. O sea que los
asesinados bajo la tierra y los asesinos sobre ella, liberados de penas y
castigos.
Estimado ciudadano Otegi, en contra de lo que piensas y
dices, el papel de las Fuerzas del Orden ha sido fundamental para derrotar a
unos terroristas mucho más cobardes que valientes. También lo ha sido la
actitud de quienes, como Eguiguren o Zapatero, han arriesgado forzando incluso
los límites aceptables para un Estado de Derecho como es España. Esto último es
lo único que comparto contigo de toda la entrevista de Évole.
Para terminar quiero pedirte algo. Deberías renunciar a tu
candidatura para ser el próximo Lehendakari de los vascos, porque aunque digas
que “no te consideras un terrorista para nada”, tu biografía está llena de
pasajes que te delatan como tal. Incluso despreciaste a tus viejos compañeros
de ETA-pm, que dejaron las armas para entregarse a los avatares democráticos
del tiempo, y te entregaste al terrorismo más despiadado de ETA-m.
Como ciudadano tienes todo mi aprecio y consideración, pero
la Lehendakaritza, desde la que quieres representarnos a todos los vascos,
requiere otras condiciones. Soy consciente de que tu clientela te pide impostar
esa posición indómita ante el Estado, pero la Política es algo serio, y sus
principales agentes, es decir los políticos, han de servir a los ciudadanos.
Los vascos necesitamos una contundencia mucho mayor que la que tú has mostrado
en la denuncia del terrorismo de ETA al que tú, combates sin fe, convencido de
que fuiste uno de sus aguerridos servidores. ¡Un saludo!
FDO. JOSU MONTALBAN