POLÍTICA “ESPECTÁCULO”
En medio de la crisis, -económica, política, social, de
valores-, se ha abierto paso la Política “espectáculo”. Se trata de un modo de
hacer que busca el impacto mediático por encima de la eficacia. Una foto tiene
más importancia que cualquier texto escrito y espeso que valore realmente la
situación y proponga medidas concretas que resuelvan los problemas. Nunca, como
ahora, ha cobrado tanta vigencia el dicho “una imagen vale más que mil
palabras”.
Que ese modo de hacer la Política esté entronizado en la
ciudadanía es más o menos lógico, porque los ciudadanos, -la gente-, está ya
bastante ocupada en sus trabajos poco y mal remunerados, en sus problemas
familiares donde siempre hay algún anciano desatendido por los poderes públicos,
o algún hijo atribulado por algún empleo precario, o por alguna hipetaca
amenazante. Siendo así la información provee imágenes y no ideas o propuestas.
Los líderes se van forjando a base de reunirse, unos con otros, mostrándose a
la entrada y salida de sus reuniones, con sus rostros risueños y acogedores,
pero no aportan ni una sola idea o frase luminosa que no esté basada en la
ambigüedad, eso sí, una ambigüedad calculada.
En pleno proceso de negociación para la búsqueda del nuevo
Presidente del Gobierno español, que bien puede ser considerado un trance
fundamental para la Democracia, todo han sido poses. Los supuestos líderes han
cuidado sus vestimentas eligiendo los trajes apropiados, sus ademanes han sido
dirigidos por escenógrafos que, previamente, habían elegido los lugares
adecuados para que las tomas de las cámaras fueran grandiosas. Más aún, los
líderes no han querido distinguirse unos de otros: como jefes de expedición han
acudido a sus citas flanqueados por sus respectivos séquitos, debidamente ordenados,
todos ellos mostrando un tono hierático que casi siempre ha contrastado con la
remisa sonrisa del líder que de vez en cuando se digna a saludar a alguien que
aparece por allí de forma casual. Veamos de nuevo, para corroborar todo esto,
las imágenes del encuentro que Pedro Sánchez y Pablo Iglesias protagonizaron en
la explanada del Congreso de los Diputados: nadie podría ni siquiera imaginar
que algo que comenzaba de forma tan ceremoniosa, fuera a terminar en la más
rotunda inanidad. Sin embargo, la parafernalia fue tan espectacular, y el marco
tan exclusivo, que el fracaso posterior pasó casi desapercibido.
Es el sino de la actual Política. Lo espectacular por encima
de lo comprometido y de lo eficaz. ¿Qué decir de esa nueva forma de liderazgo
político que deposita la responsabilidad de sus propias decisiones en eso que
llaman “bases”, que vienen a ser los afiliados del partido correspondiente? Si
por algo han de distinguirse los líderes es por el riesgo que asumen. Cuando un
líder se pone en manos de la militancia de su partido para decidir sobre un
asunto concreto, está repartiendo las responsabilidades que le corresponden a
él y a su Junta Directiva entre la masa de adeptos y entregados que, por su
propia condición de tal, difícilmente le van a proveer una sorpresa negativa…
¿Y si así fuera? Es evidente que cuando las “bases” de una formación política,
mediante una votación cualquiera, conminan a su líder a actuar en sentido
contrario al que haya propuesto, le están invitando de forma civilizada a que
abandone la dirección del partido, por eso son tantos los líderes que no toman
partido, argumentando que quieren que el voto de los militantes se ejerza en
absoluta libertad. Este tipo de comportamiento constituye igualmente una huida
de los líderes políticos, o una desidia ante sus obligaciones como líderes.
De entre las muchas prácticas que los líderes vienen
ejerciendo en los últimos tiempos otra es la del fichaje de estrellas, incluso
por parte de formaciones que dicen tener un número extraordinariamente elevado
de afiliados, militantes, o simplemente registrados. Los fichados son
presentados públicamente, en el marco adecuado, cuidando los detalles,
ocultando por ejemplo que hubiera pertenecido en alguna ocasión a alguna de las
formaciones “malditas”, o que hubieran colaborado con anteriores gobiernos
dirigiendo o ejerciendo responsabilidades institucionales. La contradicción
tiene lugar cuando los líderes subrayan el importantísimo (por elevado) número
de adeptos, a la vez que muestran la escasa importancia que dan a sus
militantes, teniendo en cuenta que han de recurrir a la calle para buscar lo
que no hallan en su casa. Incluso hay quienes recurren a circunstancias
especiales para reforzar algunas presencias, por ejemplo, Arnaldo Otegi está
siendo presentado ya como candidato a Lehendakari aunque se halle inhabilitado
judicialmente para presentarse a la elección para dicho cargo. ¡Oportunismo y
algo más! En el mismo lugar, peculiar y oportunista, cabe poner a Podemos en
Euskadi, que ha recurrido a una señalada Juez para encabezar su lista en las
próximas Elecciones Vascas. ¿Cómo se puede entender que una formación que dice
contar con un número de registrados (es decir, afiliados) tan importante,
superior al del resto de las formaciones políticas vascas, no cuente entre
ellos con ningún posible candidato con garantías?
La vida de las personas que son llamadas a votar en
democracia es ajetreada y está sometida a todo tipo de urgencias. Se vive de
prisa, y no hay tiempo suficiente para reflexionar con rigor. Sin embargo los
asesores de imagen de los partidos se entregan más a provocar impactos que a
decir cosas que tengan fundamento. Los debates políticos se convierten en
peleas de lucha libre, pero dialéctica, en las que el objetivo no es acrecentar
el crédito propio, sino conseguir el descrédito del otro. Y, claro está, se
recurre a artimañas de lo más variopintas. Ahora mismo al PP no se le puede
aceptar por corrupto; al PSOE, por viejo y “castoso”; a C´s por asimilable a la
más casposa derecha; y a Podemos por leninista…¿Queda alguien? Tampoco sirven
las fuerzas regionalistas o nacionalistas por limitadas en número y territorio,
además de por “poco” españolas… Las ideologías ya no son dignas de ser tenidas
en cuenta porque a la orientación trasversal (izquierda-derecha), la ha
sustituido la orientación vertical (arriba-abajo), que es igual que la anterior
pero en versión “emergente”.
Debo resumir ya. Si las ideologías siempre fueron por delante
de los partidos políticos, los líderes políticos tienen la obligación de
alimentarlas y volverlas a poner en plena vigencia. Los líderes deben armarse
de ideas, y no de imágenes, para resolver problemas y situaciones que afecten a
todos los ciudadanos, votantes suyos o de los demás. Es su responsabilidad,
porque los ciudadanos han de llevar a sus líderes en sus cabezas, en sus
mentes, en sus reflexiones y en sus deseos. No deben ponerlos, encuadrados, en
los salones de estar de sus casas.
FDO. JOSU MONTALBAN