UN GOBIERNO
DE DERECHAS
¿Por qué este Gobierno cada vez
que toma una decisión o se pronuncia sobre un tema candente se justifica
acusando de irresponsabilidad al anterior Gobierno por no haber hecho lo mismo,
pero antes? ¿Creen acaso que la acción política de un Gobierno se sustenta
exclusivamente en dogmas imposibles de ser refutados? Cada vez que un ministro
responde a cualquiera de las preguntas que le formulan los Diputados
socialistas, tiran de manual y tras esbozar en qué parte del cuerpo de la
ciudadanía pegarán el nuevo hachazo recurren al estribillo, al bálsamo de
Fierabrás de la “irresponsabilidad” del Gobierno anterior. Y yo saco de
inmediato una conclusión: acaso estos no saben que existen las ideologías, y
que la disyuntiva “derecha o izquierda” tiene un significado mucho más serio
que el gusto por un espacio físico o un color.
Ayer mismo, miércoles de Control
al Gobierno en el Congreso, el tétrico semblante de Luis de Guindos pronunció
incluso más su tenebrosidad al anunciar que la inversión pública se va a
reducir un 40% para compensar “la falta de responsabilidad” de sus antecesores
socialistas. Forzando más aún culpó al anterior ejecutivo de las medidas
actuales que, curiosamente, no están siendo
presentadas como paladines de nada: ni harán crecer nuestra Economía de manera
ostensible ni crearán empleo, peor aún, la previsión anunciada por Rajoy apunta
que se producirán 600.000 nuevos parados. Pues bien, todo esto es achacable a
Zapatero y a los socialistas. ¿Hasta donde les puede alcanzar la desvergüenza?
La discreción, recomendable siempre en estos tiempos de zozobra, les debiera
llevar a actuar, callar y esperar. Y a algo más, a no ocultar su adscripción
política e ideológica en una de las posibilidades: si son de derechas que lo digan
y no les de vergüenza, si son capitalistas “comme il faut” que lo voceen al
menos con la misma intensidad con la que desprecian y culpabilizan al
socialismo.
Menos mal que De Guindos adjuntó
un ramalazo de esperanza: “no tenga la más mínima duda de que volveremos a
poner a España en la senda de la prosperidad de la cual nunca debió haber
salido como consecuencia de sus políticas (de las socialistas)”. Lo único que
le ha honrado al decir esto ha sido su semblante justiciero. Nadie puede
barruntar que este hombre haya acudido a este Gobierno con el marchamo de la
profesionalidad por encima del de la militancia. Curiosamente, en el actual
Gobierno de Rajoy están sobresaliendo por sus desmanes quienes han llegado
precedidos de una pátina de moderación, como el susodicho o Wert o Gallardón.
Nos van a poner en la
prosperidad. Bien. Pero, ¿será posible hacer próspera a España a la vez que se
hagan prósperos a todos los españoles? Ignoro de qué modo será posible si, a la
vez que se consigue continúan generándose parados y, como consecuencia, pobres.
Si hiciera esta pregunta a De Guindos (o a cualquier otro ministro) ya sé que
me respondería que la culpa de todo lo malo que pueda acontecer la tiene el ya
viejo gobierno socialista de Zapatero, pero aquel gobierno y su correspondiente
Parlamento dejaron de ser cruciales hace demasiado tiempo y, por cierto,
“expulsados” a toque de cornetín por esta derecha que ahora nos gobierna,
envalentonada y ensoberbecida por las previsiones electorales tan ventajosas
para ella. Desde que se ha constituido el nuevo Consejo de Ministros no ha
habido ni una sola decisión que no fuera esperada, y no por imprescindible sino
por las características ideológicas de los vencedores, y por los detalles que
venían atisbándose cuando ejercieron la oposición al Gobierno socialista, con
procacidad, con un afán depredador y un solo slogan: hacer leña del árbol
caído.
Sí, eso hicieron, y nada más. La
crisis puso la munición y el PP puso las armas y accionó los detonadores.
Precisamente lo hizo ante un gobierno con mayoría, pero minoritaria, que
salvaba los difíciles escollos amparándose en los grupos nacionalistas y en los
más minoritarios. ¡Quién lo diría! Mientras los “españolazos” se negaban a
colaborar para salvar a España, los “desafectos nacionalistas” ayudando a
sortear los tropiezos para que España no cayera a los abismos. Yo estaba allí,
soportando las diatribas de los exacerbados “populares”, empeñados en cercenar
sin compasión al gobierno socialista aunque supieran que, a la vez, se estaba
debilitando nuestra Democracia, desacreditando nuestras Instituciones y
necrosando la Política en general, precisamente cuando más necesidad tiene de
ser apuntalada y realzada. Desde su llegada al poder el PP ha ido, hachazo tras
hachazo, marcando diferencias entre ciudadanos de primera y de segunda, fijando
claramente que existen las clases sociales, aunque ahora se llamen y se
organicen de otro modo. No dudo de que les preocupe España (más bien creo que
les interesa), pero más como elemento material que quieren poseer que como
Estado que dé cobijo y amparo a los españoles. Las reformas, -fiscal,
financiera y laboral-, junto a los recortes que amenazan tanto al Estado de
Bienestar como al Autonómico, son tan contundentes como esclarecedores: lo que
el PP busca es colmar la mesa de los ricos “epulones” mientras anuncia a los
pobres “lázaros” que pululan en los alrededores que de la abundancia de las
mesas de los ricos dependerá su sucinta subsistencia, porque las migas que
caigan serán más copiosas y voluminosas.
La derecha es así,… y además,
queridos lectores, la derecha existe, ha cambiado poco, defiende al dinero y al
poder, pero con mayúsculas. No a la Autoridad sino al Poder. Uno de los rasgos
más perversos que caracteriza, -y que cultiva-, este Gobierno es la ocultación
de que son de derechas. Ellos sabrán por qué. ¿Les da vergüenza? Yo soy de
izquierdas y me siento con derecho a decir, como mínimo, que existen la derecha
y la izquierda, y que el Gobierno de Rajoy es de derechas.
Fdo. JOSU
MONTALBAN