ANTE LAS ELECCIONES DEL 26J: DEBATE O COMBATE
Hay quien piensa que las Elecciones que van a tener lugar el
26J no tienen casi nada que ver con las que se celebraron el 20D, cuyos
resultados no han sido responsablemente manejados por los líderes de los partidos
políticos, viejos o nuevos, clásicos o emergentes, que solo han mostrado la
escasa calidad de nuestra Democracia y el exiguo nivel de los respectivos
liderazgos. Ha habido diferentes voluntades, pero todo ha quedado en casi nada
porque los liderazgos han sido tan endebles que no se han atrevido a asumir los
consabidos riesgos que conlleva cualquier elección. Sin embargo, a pesar de lo
ocurrido desde el 20D, tras casi seis meses, el 26J será una fecha
trascendental para nuestra Democracia.
No se trata de una segunda vuelta, pero nadie debe pretender
dar a entender que se trata de un proceso nuevo, novísimo, nada relacionado con
el anterior. ¿Quién ha de poner el remedio? Será difícil que remedien el mal
los mismos que lo provocaron. Nuestra democracia tiene instrumentos para
resolver estos acontecimientos excepcionales, es más, un nuevo fracaso
obligaría a Felipe VI a demostrar a los líderes que no hace falta serlo
realmente sobre el papel para resolver las situaciones confusas en un sistema
democrático como el nuestro. Si ningún líder alcanza los apoyos suficientes,
por soberbia propia o por intransigencia ajena, el Rey deberá actuar con tanta
contundencia como tino.
La cerrazón que aún mantienen los líderes de los cuatro
partidos llamados a facilitar un gobierno necesario y útil, solo denota
irresponsabilidad. Sí, no me cansaré de decir que no todos los líderes han
obrado con desidia o soberbia, que el acuerdo PSOE-C´s era un buen punto de
partida aunque hubiera sido pergeñado con demasiado apresuramiento, pero no ha
servido para nada, quizás solo ha servido para retornar el debate político al
único ámbito que pueden manejar con soltura los ciudadanos, el de la izquierda
y la derecha, que ha sido precisamente el ámbito que han querido soslayar los
oportunistas, mal llamados emergentes. No obstante, no han sido aclarados
algunos términos por parte de los líderes: el debate, imprescindible en un
sistema democrático, mucho más aún cuando el ambiente social es crispado y las
crisis amedrentan a los ciudadanos, ha dado paso al combate despiadado, en el
que cobran importancia las estrategias y los ardides capaces de sorprender al
contrincante dejándole en inferioridad.
Como tal ha de ser interpretado el acuerdo Podemos-IU (Unidos
Podemos), que ha sido posible tras diez meses de ninguneo y desprecio,
hábilmente ejercido por Pablo Iglesias (Turrión, que no Posse) ante un Alberto
Garzón, -“pitufo gruñón”, fue motejado-, que ya está siendo suplantado por
Anguita, tal como es de interés para Pablo. Del abrazo protocolario y
fotogénico de Pablo Iglesias y Alberto Garzón en la Puerta del Sol para
presentar el acuerdo, al abrazo trabado y entregado de Pablo Iglesias y Julio
Anguita en Córdoba (al que no asistió Garzón), media un abismo tan grande como
la sima en que van a quedar enterrados IU y el PCE (Partido Comunista de
España). Si ya ha desaparecido UCD de la foto conmemorativa de la Transición
española, -y algunas otras fuerzas se han transformado suficientemente-, la que
fue motivo de gran sorpresa entonces, el PCE, que asumía la nueva situación
como un servicio valioso para los españoles y para la democracia, se va a ir
por el desagüe de Pablo Iglesias y por la intransigencia halagada de Anguita.
(También Garzón ha puesto su granito de arena).
En esta campaña que está a punto de comenzar no va a haber
debate. No hay nada que no se haya debatido antes, aunque da la impresión de
que los líderes, en lugar de llamar a la acción están llamando a la reacción,
exhortando al combate en lugar de incitando al debate. El proceso, tal como se
ha venido desarrollando, parece más propio de las sociedades primitivas
(tribales) que de una sociedad avanzada que sabe lo que quiere y sabe qué es lo
que le falta. Pero sí va a haber estrategias y tácticas que convertirán a las
ideologías, a las propuestas y a los programas en instrumentos accesorios. La
debilidad de los liderazgos y la insuficiencia de las ideologías actuales está
llevando el debate político hacia un combate en el que se hace más hincapié en
demostrar que los culpables de lo malo son los otros, que en mostrar las
posibilidades de cada cual de transformar en bueno lo malo.
La disyuntiva “debate o combate” constituye la miseria más
flagrante de nuestra actual Democracia, en manos de un líder desidioso (Rajoy),
y otro oportunista e insolvente (Pablo Iglesias). Los reflexivos contra los
guerreros. De este modo la Democracia se devalúa para ofrecerse, servicial, al
Poder. El poder la usará en provecho de quienes lo ostenten, que no son
precisamente todos los que hayan votado a la opción ganadora, sino la elite que
ostenta la organización y el mando en el ámbito de dicho poder. Así está
ocurriendo en España… ¡Tristemente!
FDO. JOSU
MONTALBAN